14.6.10

Ahogando la salida de la recesión

"Aunque la economía global se ha recuperado un tanto desde el colapso que siguió a Lehman, difícilmente admite la caracterización de "expansión" con que la describió Trichet, dadas las cifras de desempleo de dos dígitos registradas a lo largo y ancho del globo. Y la recuperación global se verá gravemente dañada, si se abandonan las políticas fiscales de apoyo activo –el tipo de estímulo público necesario para sostener mayores niveles de crecimiento y empleo—, como sugieren las discusiones del G20. El nuevo remedio para colapsar la demanda se llama "consolidación fiscal", un eufemismo destinado a enmascarar ulteriores recortes del gasto en servicios sociales vitales. (...)

Sin embargo, y sin la menor pretensión de ironía por su parte, el primer ministro británico David Cameron ha soltado esta singular agudeza:

"Nada ilustra mejor la total irresponsabilidad de las políticas del último gobierno que el hecho de que siguieran levantando un gasto público insostenible, ¡precisamente cuando la economía se estaba encogiendo!".

¿Así que lo que hay que hacer es levantar el gasto público cuando la economía está en fase de crecimiento? ¿Cuando puede presentar verdaderos peligros inflacionarios? Si este es el tipo de políticas incoherentes que le aguardan, que Dios coja confesado al Reino Unido. Si no fuera tan destructiva, la declaración resultaría hasta divertida. Con ideas económicas de tamaña calidad, la cosa no ofrece duda: el gobierno británico logrará mantener su promesa de "décadas de austeridad".

En términos de contabilidad básica, el déficit público no es sino un trasunto del ahorro privado. No es que algún tipo de vacío financiero vaya arrastrando a los ingresos públicos hacia un gigantesco agujero negro financiero. Lo que hace el gasto del déficit público es permitir que el sector privado alcance un deseable nivel de ahorro. Cuando este último nivel cambia, el gasto público tiene que ajustarse en dirección opuesta para compensar (a menos que la balanza por cuenta corriente cambie también).

El nivel del empleo es el factor que más obviamente afecta a la tendencia al ahorro del sector privado. Un mayor desempleo trae consigo un acrecido deseo (una mayor necesidad) de ahorro preventivo en el sector privado. El hecho de que los EEUU ronden hoy oficialmente el 10% de desempleo y de que las tasas de paro sean aún mayores en Europa significa que los gobiernos no han contribuido lo bastante a compensar esa mayor tendencia al ahorro generando niveles superiores de empleo.

Si el gobierno incurriera en excedentes presupuestarios durante varios años, entonces el sector privado tendría que incurrir en déficits en ese mismo trecho temporal: endeudándose en billones de dólares, a fin de que el gobierno pudiera enjugar su deuda. No se ve por qué los hogares tendrían que estar mejor endeudándose para que el gobierno se desendeude.

La política fiscal ha de entenderse como una balanza en la que el gasto financiado por empréstitos tiene que compensar la propensión al ahorro (y la propensión a la importación) fuera de los niveles de pleno empleo (mientras el endeudamiento del sector privado no baste).(...)

"La idea central es que la política fiscal del gobierno (…) debería decidirse siempre con el ojo puesto exclusivamente en los efectos que estas acciones vayan a tener en la economía, y no en función de alguna doctrina tradicional recibida sobre lo que es sensato o insensato." (...)

En la línea de Lerner, sugerimos que el objetivo primero de la política fiscal debe ser gastar en paquetes de creación de puestos de trabajo productivos. No puede ser que se vea arrastrada a la deriva del capitalismo de amiguetes, derivando subsidios financieros masivos hacia un puñado de ricos bien conectados políticamente. Tal ha sido el yerro fundamental de prácticamente todos los paquetes fiscales globales. A los tenedores de bonos se les sigue pagando a la par, mientras que la ciclópea magnitud de esos pagos sirve de excusa para recortar drásticamente servicios públicos vitales, pensiones y otros gastos públicos.

A medida que el gasto privado se va recuperando, el déficit presupuestario comienza a encoger automáticamente (a través de los estabilizadores automáticos). Llegados a cierto punto, el gobierno tiene que disminuir sus gasto neto discrecional para evitar que el conjunto de la demanda agregada (el gasto total de la economía) exceda la capacidad de producción de la economía. Si la demanda rebasa esa capacidad, tenemos inflación. Claro que, cuando irrumpe la inflación, los gobiernos siempre pueden optar por aumentar los impuestos para contener el gasto privado. Todo depende del contexto económico en el que se toman las decisiones. (...)

El mensaje del G20 parece ser éste: vamos a terminar con el gasto público nacional destinado a sostener el empleo de la clase baja." (Sin Permiso, citnado a El G20 vota por la Gran Depresión' de Marshall Auerback ·y Rob Parenteau )

No hay comentarios: