"(...) Ahora que ya está claro que el problema del sistema bancario es de
solvencia, y no de liquidez, quitémonos la careta, y ¡sigamos rescatando
con dinero de todos los europeos sus estropicios! Además, los voceros
mediáticos y sus economistas, aquellos que no aún no se han enterado que
el dinero es endógeno, nos venderán por enésima vez las bondades de las
medidas.
El BCE se compromete a comprar deuda bancaria vinculada a préstamos e hipotecas, usando el mismo pretexto que en 2011, reactivar el ciclo del crédito.
¡Pero si la cantidad de activos tóxicos en balances bancarios y
operaciones fuera de balance es estratosférica! ¡Va a dar igual lo que
hagan! Ganaron tiempo con los famosos préstamos LTROs, pensando que el ciclo se iba a reactivar.
Pero como ya avisamos desde estas líneas, en recesión de balances la política monetaria es inefectiva.
¿Qué hace falta para que les entre en la cabeza esta idea tan
elemental? Y ahora quieren volver a ganar tiempo. El ciclo del crédito
seguirá sin reactivarse.
La única reforma estructural real y valiente que se debería haber implementado era una reestructuración del sistema bancario global. Debería haberse reducido su tamaño acorde con la economía real, a costa de su gerencia y acreedores,
que, por cierto, inicialmente eran los mismos que ahora están
acumulando más riqueza que nunca, financiados por una ciudadanía cada
día más pauperizada y hastiada.
La realidad económica no es la que nos cuentan. Está siendo muy cruel,
despiadada, dominada por una acumulación de riqueza en pocas manos, el
hundimiento de las rentas salariales, un empobrecimiento masivo,
déficits públicos descontrolados, endeudamientos récord de las
principales potencias mundiales.
Lo único que se ha producido es una
nueva burbuja financiera, la madre de todas las burbujas, generada por
los Bancos Centrales, los responsables últimos de donde estamos y de lo que va a suceder. (...)
Por mucho que los bancos centrales inyecten liquidez a bancos zombies, o
compren deuda pública o privada en el mercado secundario, el impacto en
la economía real es nulo, el dinero no circula, se queda en el circuito
bancario para otros propósitos. La velocidad de circulación se hunde.
Se trata de la percepción errónea de que inundando de dinero al sistema
se reactivará el ciclo económico. (...)
Sin embargo, una vez que los tipos de interés a corto plazo caen a cero,
las expansiones adicionales en la base monetaria simplemente inducen un
colapso proporcional en la velocidad de circulación del dinero, y la
economía entra en la trampa de la liquidez. ¡Ya estamos ahí! Pero les da
igual. (...)
Paralelamente, se está produciendo una brutal expansión de la deuda pública en la práctica totalidad de las democracias occidentales, con el fin de financiar a terceros
y sanear sus desaguisados. Detrás del incremento de la deuda pública no
se pretende sostener el empleo, los ingresos, las pensiones, la
seguridad de una vivienda, tener unos estándares salariales mínimos, o
el derecho a una educación digna como elemento de mejora social. ¡No!,
no hay nada de eso.
Sólo se protege a la “superclase”.
El empecinamiento en la implementación de políticas fracasadas hace que
el problema no sea de incompetencia económica, que también, sino de
instinto de clase. (...)" (Juan Laborda, 06/07/2014)
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