"(...) En principio, la economía española es, en la zona euro, algo equivalente
a una Comunidad Autónoma en el modelo español. Comparte moneda con el
resto de países del euro, por lo que no tiene ninguna capacidad de
plantear una política monetaria.
Y, si es cierto que mantiene una
capacidad teórica de decisión en política fiscal, no lo es menos que con
una deuda pública del 100% de su PIB, ya no puede tomar decisiones de
estímulo a través del gasto público. (...)
Sin embargo, como demostró la crisis griega, el mejor modelo para
comprender la situación española es el de una economía con tipos de
cambio fijos y casi movilidad perfecta del capital entre fronteras.
Cuando Grecia pretendió renegociar el pago de su deuda, el BCE privó de
financiación suficiente a los bancos griegos, forzando un “corralito”.
Un Estado no podría cerrar las entidades bancarias y medios de pago de
una de sus regiones, comunidades o Estados federados. En la zona euro se
hace.
Cualquier modelo estándar de una economía con esas características, como es ahora mismo la española, prevé que el tipo de interés real puede ser una limitación clave de las políticas. La economía se ve obligada a mantener un tipo de interés real que le permita financiarse. Ahora bien, cuanto mayor sea este tipo de interés, menor será el crecimiento, ya que un coste adicional de financiación implica menores inversión y consumo.
Los últimos datos disponibles resaltan los diferentes costes que afrontan las economías de la zona euro. Tomo el tipo de interés (la deuda pública a 10 años) y le resto la tasa de inflación última conocida, para calcular el coste efectivo, real, de pedir prestado.
Cualquier modelo estándar de una economía con esas características, como es ahora mismo la española, prevé que el tipo de interés real puede ser una limitación clave de las políticas. La economía se ve obligada a mantener un tipo de interés real que le permita financiarse. Ahora bien, cuanto mayor sea este tipo de interés, menor será el crecimiento, ya que un coste adicional de financiación implica menores inversión y consumo.
Los últimos datos disponibles resaltan los diferentes costes que afrontan las economías de la zona euro. Tomo el tipo de interés (la deuda pública a 10 años) y le resto la tasa de inflación última conocida, para calcular el coste efectivo, real, de pedir prestado.
España tiene un tipo de interés real
del 2'34%, Italia 1'40%, Grecia el 11%, frente a Alemania el 0'25%, la
zona euro global el 0'35% (datos del The Economist). Lo que tiene que
ver con el paro: España el 21'4%, Italia el 11'3%, Grecia el 24'5%,
frente a Alemania 6'3% y la zona euro global el 10'5%.
El problema reside en que una economía sobreendeudada y que se expone a subidas de tipos de interés y problemas de financiación externa, difícilmente puede lanzar programas fiscales de estímulo.
El problema reside en que una economía sobreendeudada y que se expone a subidas de tipos de interés y problemas de financiación externa, difícilmente puede lanzar programas fiscales de estímulo.
Ni puede
plantear medidas coherentes que modifiquen sustancialmente la situación
de derechos laborales, porque rápidamente generaría problemas de
financiación y una subida de costes salariales que tendría un impacto
negativo en las exportaciones netas, y, por lo tanto, en la capacidad
misma de sostener el gasto público.
En definitiva, sostener una política keynesiana de aumento de la demanda efectiva y un programa sustancial de mejora de derechos laborales requiere, como condición sine qua non, poseer un tipo de cambio flotante y una moneda propia.
En definitiva, sostener una política keynesiana de aumento de la demanda efectiva y un programa sustancial de mejora de derechos laborales requiere, como condición sine qua non, poseer un tipo de cambio flotante y una moneda propia.
La otra
posibilidad es lograr una mayoría de gobiernos de izquierdas en la zona
euro, que genere una política diferente y un cambio en los estatutos
del BCE. Pero esta mayoría no existe. En el euro actual, no hay ventana
de oportunidad. " (Ignacio Escañuela Romana , Rebelión, 10/02/16)
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