"He vivido toda mi vida en comunidades de clase trabajadora, (...) el
debate del referéndum sobre la UE ha abierto una caja de Pandora de ira
y frustración de la clase trabajadora. Está claro que los politicos de
Westminster se sienten bastante desconcertados con esto.
Yo misma estoy
sorprendida hasta qué punto el referéndum ha captado la atención y la
imaginación de la misma gente que el año pasado, sin ir más lejos, me
decía que no tenía interés en las elecciones generales “porque son todos
‘ellos’ lo mismo”.
Unos
trece meses después me preguntan qué es lo que pienso y debaten conmigo
acerca de las razones más sutiles del Brexit. En las comunidades de
clase trabajadora, el referéndum sobre la EU se ha convertido en un
referéndum sobre casi todo. (...)
En
la ciudad minera de la que yo provengo, el debate se centra de nuevo en
el Brexit, y hasta los antiguos mineros huelguistas están por votar a
favor de marcharse. Las comunidades mineras también están preocupadas
por la falta de empleo remunerado y seguro, el cierre de los pubs y la
pobreza que ha vuelto al norte.
No se habla de forma tan preponderante
de la inmigración ni destaca tanto en la lista de miedos como a ciertos
sectores de la prensa les gustaría hacernos creer. Las cuestiones en
torno a la inmigración siempre forman parte del debate, pero rara vez de
forma exclusiva.
A
juzgar por mis investigaciones, yo sostendría que el debate del
referéndum en el seno de las comunidades de clase trabajadora no tiene
que ver con la inmigración, pese a la retórica. Tiene que ver con la
precriedad y el miedo.
Tal como me dijo un grupo de mujeres del este de
Londres: “Estoy harta de que me llamen racista porque me preocupo de mi
madre y de mi propio hijo”, y “No le envidio a nadie que necesite un
techo y no se lo pueda permitir tampoco”.
En
los últimos treinta años ha habido un ataque sostenido a la gente de
clase trabajadora, a sus identidades, a su trabajo y a su cultura por
parte de la política de Westminster y de la burbuja mediática que lo
rodea.
Como consecuencia de ello, han dejado de escuchar a los politicos
y a Westminster y están haciendo lo que todo politico teme: utilizan su
propia experiencia para juzgar qué es lo que opera a favor suyo y en su
contra.
En
las últimas semanas de la campaña, la retórica ha subido de tono y ha
empezado el juego de las culpas. Si dejamos la UE, será por culpa de la
clase trabajadora “estúpida”, “ignorante” y “racista”. Cada vez que la
gente de clase trabajadora ha intentado hablar de los efectos de la
inmigración en su vida, gritarles “retrógrado” y “racista” se ha
convertido en un pasatiempo de clase media.
La
gente de clase trabajadora del Reino Unido puede otear una posibilidad
de que algo cambie para ellos si votan por irse de la UE. Las mujeres
del este de Londres y los hombres de las ciudades mineras me cuentan
todos que lo peor es que las cosas siguen igual..
El referéndum se ha
convertido en una forma de hacer oír su voz, y están diciendo
colectivamente que sus vidas han sido mejores de lo que son hoy. Y
tienen razón. Gritarles “racistas” e “ignorantes” más alto no va a
servir de nada: han dejado de escuchar.
Para
ellos, hablar de inmigración y temerla tiene que ver con la precariedad
que supone ser de clase trabajadora, cuando ya no están seguras las
necesidades básicas de la gente, y quieren cambio. (...)" ( Lisa Mckenzie , Sin Permiso, 26/06/16)
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