"(...) Desde hace por lo menos 25 años nuestro sistema fiscal ha sido sometido a
múltiples reformas fiscales, todas en la misma línea, con reducción de
los impuestos directos (IRPF, sociedades, patrimonio y sucesiones) e
incremento de los indirectos, cumpliéndose así, todo lo descrito en el
párrafo anterior.
El resultado de ellas se refleja en la insuficiencia
de nuestro sistema tributario; parece por ello increíble que lo único
que se le ocurra al Gobierno sea prometer nuevas bajadas de impuestos.
Esperemos que la carencia de mayoría absoluta le impida cumplir esta
promesa. (...)
Paradójicamente, todo lo que implique rebaja de impuestos ha adquirido
buena prensa y goza de un plus en la valoración de la opinión pública.
Pero lo cierto es que casi todas estas medidas son perjudiciales para la
mayoría de la población:
a) A la disminución de impuestos directos le
suele seguir el incremento de gravámenes indirectos, o de tasas, con lo
que el sistema fiscal se hace más regresivo;
b) los recursos que se
dedican a la minoración de los impuestos tienen su coste de oportunidad,
no pueden orientarse a otras aplicaciones (sanidad, educación,
pensiones, etc.) con mayor provecho para las capas de población más
numerosas y de rentas bajas y medias;
c) las rebajas de los impuestos
directos, por su mismo carácter, son tanto mayores cuanto mayores son
las rentas del sujeto pasivo;
d) el gravamen para los trabajadores en el
impuesto sobre la renta se materializa casi en su totalidad en
retenciones sobre el salario y, al ser considerado este por los
empleados a menudo en términos netos, se produce un cierto espejismo
fiscal.
La bajada de impuestos es compensada por una reducción o un
menor incremento de las retribuciones, con el consiguiente traslado del
beneficio a los empresarios. (...)
El ministro de Hacienda compareció la semana pasada en el Congreso con
la finalidad de anunciar el plan de actuación de su Ministerio para
estos cuatro años de legislatura. Entre los objetivos del plan figura en
primer lugar –cómo no- su propósito de bajar de nuevo los impuestos.
La
presión fiscal de España se sitúa a la cola de los países europeos:
trece puntos nos separan de Francia y de Dinamarca, doce puntos de
Bélgica, diez de Austria, Finlandia y Suecia; nueve de Italia, cinco de
Alemania y hasta países como Grecia, Portugal, Hungría, Ucrania o Serbia
presentan cifras más elevadas de presión fiscal. Pues bien, a pesar de
esta evidencia, se continúa reclamando una bajada de impuestos, (...)
Esta insuficiencia recaudatoria, como no podía ser menos, tiene su
traducción en todas las partidas del gasto público y, por lo tanto, en
el gasto social que en porcentaje sobre el PIB coloca a nuestro país en
el puesto 17 de la Unión Europea, a siete u ocho puntos de Francia,
Finlandia y Dinamarca, y por debajo, entre otros, de Austria, Italia,
Suecia, Grecia, Eslovenia, Bélgica y Alemania.
Estos datos son tanto más
significativos en cuanto que España tiene un nivel de paro mucho más
elevado que todos estos países, excluyendo a Grecia, y por consiguiente
tendría que dedicar al seguro de desempleo mayores recursos.
Pues bien,
el ministro de Hacienda declara que en cuanto las finanzas públicas se
hayan saneado y exista remanente, dedicará más fondos no a la educación
ni a la sanidad ni a aumentar la cobertura del seguro de desempleo o a
conseguir que los pensionistas no pierdan poder adquisitivo. Nada de
eso. Lo único que Montoro promete es bajar los impuestos. (...)" (Juan Francisco Martín Seco, República.com, 19/01/17)
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