"(...) la evolución de la moneda única (euro) ha tenido dos implicaciones
fundamentales.
En primer lugar, ha provocado déficits y superávits
exteriores en la periferia y en el centro respectivamente, ya que
acentuaba las diferencias de productividad iniciales.
En segundo lugar,
el tipo de cambio alto con respecto a las necesidades de la periferia,
incentiva el consumo de productos importados, lo que provoca, además de
un déficit en la balanza comercial, el deterioro del tejido productivo
interno, el cual es incapaz de competir con los productos externos dado
el tipo de cambio.
Por el contrario, en los países centrales, la
apreciación de la moneda ha beneficiado a las empresas exportadoras,
centrando el crecimiento en el mercado externo. Así, el modelo
productivo de la periferia ha estado totalmente condicionado por los
intereses del modelo alemán.
Como es evidente, los déficits en
la balanza por cuenta corriente (ver gráfico 3) no son sostenibles en el
tiempo sin una contrapartida o ajuste, por lo que, al no existir un
presupuesto común para la zona euro que equilibrase dichos desajustes
(como ocurre en cualquier unión monetaria) y no disponer del tipo de
cambio como herramienta, los continuos déficits en los que incurría la
periferia eran financiados en su mayor parte por el capital financiero
de los países centrales (ver tabla 1).
La necesidad del sector bancario
de los países centrales de invertir las reservas bancarias crecientes,
las cuales provenían de los superávits estructurales, hacía incrementar
la dependencia (vía endeudamiento privado) de los países del sur de
Europa.
Los desequilibrios mostrados hasta el momento se
tradujeron en una crisis de deuda pública, derivada en primera instancia
de la crisis de deuda privada. En el año 2007 la deuda pública no
suponía un grave problema para el conjunto de las economías de la
eurozona (en España significaba el 36% del PIB, frente al 64% en
Alemania).
En cambio, en los años posteriores a la crisis, la deuda
soberana se disparó en los países periféricos debido en gran parte a la
caída de los ingresos por la recesión económica y al aumento de los
gastos por el desempleo y los rescates bancarios. Como sostiene Michel
Husson [v] , la crisis de
las deudas soberanas es consecuencia de una crisis particular del
sistema euro, lo que contradice claramente el argumento de que la crisis
en los países del sur tiene que ver con el excesivo gasto público.
En este punto, la configuración del sistema euro se mostraba totalmente
perversa, ya que, debido a las directrices de la eurozona, el BCE no
puede financiar a los estados de forma directa. De este modo, estos
deben acudir al mercado privado, lo que, en épocas de recesión, supone
un coste cada vez más elevado de financiación.
Así, la escalada de las
primas de riesgo llegó a un punto insostenible a mediados del 2012,
llegando a poner en entredicho la continuidad de la moneda común, algo
que hizo intervenir al BCE el 26 de julio de ese mismo año, cuando Mario
Draghi declaró: “El BCE hará lo necesario para sostener el euro.
Y
créanme, eso será suficiente”. A partir de esas declaraciones, la
escalada de las primas de riesgo se frenó en seco y con ella el problema
de financiación de los estados, al menos temporalmente. Sin duda, la
actuación del BCE demuestra de forma tácita que la crisis de deuda
soberana es totalmente provocada por la estructura del euro y, por
tanto, tiene una solución estrictamente política.
En este
contexto de ajuste, el problema de las balanzas de pagos en los países
del sur se ha mitigado por el momento (como se observa en la gráfica 3,
después del año 2008), lo cual no tiene relación directa con el
sostenido argumento de “ser más competitivos y exportar más”.
De forma
contraria, los altos niveles de paro, las sucesivas reformas laborales y
los altos niveles de precariedad han provocado una disminución de las
importaciones, lo que ha equilibrado la balanza comercial [vi] ,
esto es, para solucionar la crisis estructural de la balanza comercial
dentro del marco del euro es necesario un alto nivel de precariedad
laboral y de paro en los países del sur.
Desde el año 2015, como medida desesperada para frenar la deflación e
intentar reactivar el crédito, además de mantener la crisis de deuda
soberana encauzada, el BCE ha implementado un programa masivo de compra
de activos (por valor de hasta 80.000 millones de euros) conocido como
expansión cuantitativa (renovado y ampliado para todo el 2017 [vii] ).
En términos menos abstractos, este hecho implica, fundamentalmente, la
compra por parte del BCE, de la deuda pública que tiene la banca privada
en sus balances, sustituyendo así deuda pública por dinero líquido.
Lejos de los argumentos en defensa de la expansión monetaria, la
“impresión” de dinero no tiene por qué acabar en circulación si la
propia actividad económica no demanda liquidez, es decir, el proceso es
inverso al que sostienen las autoridades monetarias: si no existen
espacios de rentabilidad, las empresas no invierten y, por tanto, no
demandan crédito, inutilizando cualquier aumento de la masa monetaria.
En efecto, incluso informes de la OCDE [viii]
sostienen que la expansión cuantitativa es una huida hacia adelante que
puede ser incluso peligrosa, ya que, en países como EE.UU., puede estar
incentivando una burbuja de activos financieros. Al fin y al cabo, el
capital financiero fluye hacia dónde se pueda generar rentabilidad, sea
en la economía productiva o en la financiera mediante la creación de
burbujas.
Conclusión y perspectivas de futuro
Con su actual configuración, la evidencia histórica de la moneda hace
pensar que, en caso de restablecerse un período de expansión,
necesariamente se incurrirá en las contradicciones del ciclo 1999-2008,
es decir, un crecimiento totalmente desigual entre centro y periferia,
en base a desequilibrios en la balanza comercial y el endeudamiento
privado de los países periféricos.
De todas formas, en el corto plazo y
con la composición institucional actual, resulta complicado pensar que
esta coyuntura derive en un periodo de expansión, dados los niveles de
endeudamiento (público y privado) de la mayoría de las economías de la
eurozona, sobre todo las periféricas (solamente la suma de la deuda
pública y privada de la economía española ronda el 400% del PIB).
No
obstante, las conclusiones que subyacen del análisis de la evolución
teórica y empírica de la crisis del sistema euro non son nada
halagüeñas, pues debemos tener en cuenta que, aunque España saliese de
la crisis, supongamos con pleno empleo y sin deudas, en el marco del
euro se gestaría una nueva crisis de balanza de pagos y de endeudamiento
externo en unos años.
Esto implica algo muy simple: cualquier
perspectiva de mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la
población es totalmente imposible dentro del marco del euro.
La dicotomía a la que nos exponemos en el futuro la resume muy bien Joseph Stiglitz en las conclusiones de su último libro [ix] ,
afirmando que solamente hay dos soluciones: caminar hacia una unión
monetaria y política total al estilo de EE.UU. o la ruptura del euro,
pues la actual configuración es insostenible en el tiempo.
Obviamente,
caminar hacia lo que habitualmente se llama “más Europa”, una unión
monetaria completa con mecanismo fiscales redistributivos, es impensable
en términos políticos, puesto que Alemania tendría que ceder su puesto
de privilegio como potencia hegemónica, renunciando entre otras cosas a
su superávit comercial, sostenido precisamente gracias a la
configuración actual.
Aunque a día de hoy, pese a todos los problemas económicos, políticos y
sociales, el euro siga siendo un tema tabú (sin presencia en los
espacios mediáticos en España), parece que asistimos a un pequeño avance
del debate sobre la moneda única.
Así, la propia publicación del libro
de Stiglitz, en el que el autor señala la imposibilidad de que la actual
estructura del euro sobreviva (algo que autores españoles como Juan
Francisco Martin Seco o Pedro Montes llevan señalando desde años antes
de la entrada en vigor de la moneda [x] ),
tiene implicaciones ideológico-culturales significativas, ya que amplía
el espacio del debate y lo visibiliza más allá de posiciones
heterodoxas y/o marginales.
A pesar de esto, en el imaginario colectivo,
el euro sigue siendo sinónimo de Europa, con la perspectiva ochentera
de la entrada en la modernidad y en la prosperidad que supuestamente
ofrecía el europeísmo a un país del sur que recién estrenaba su sistema
democrático. Así pues, por el momento, una destrucción del euro
(piénsese en cualquiera de sus formas) no pasa por la esfera de lo
posible dentro del sentido común dominante español. (...)
Debemos tener en cuenta otros aspectos, como el marco geopolítico,
¿alguien se imagina que EE.UU. permitiría una fácil salida del euro de
Grecia, por ejemplo? Es cierto que en términos puramente económicos no
debería haber duda en que la ruptura es siempre mejor que la línea
actual y que hay muy poco margen para cualquier tipo de reformas que
puedan funcionar en el contexto de las relaciones de fuerza actuales, en
las que el dominio alemán es apabullante. (...)" (Juan Vázquez Rojo , Rebelión, 28/12/16)
Alternativa a la salida del euro: europeseta electrónica de circulación interna
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción,
sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno
impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra
económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los
especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa,
2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza (Juan José Santamaría y Juan Güell) muestran con
gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es. Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/12/02/entender-europeseta-electronica/720458.html
Para salir de la crisis sin salir del euro: España
debe emitir europesetas (electrónicas). Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
Las europesetas electrónicas, complementarias al euro, estimularán el crédito sin efectos colaterales perversos. Enlace: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165815
Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:
Marear la perdiz. Enlace: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360327224_588117.html
Hay alternativas, incluso dentro del euro.
Enlace: http://juantorreslopez.com/publicaciones/hay-alternativas-incluso-dentro-del-euro/
Más información en: 'Si Grecia, España, o
Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar
instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar
créditos a familias y empresas': http://comentariosdebombero.blogspot.com.es/2014/06/si-una-autonomia-o-una-gran-ciudad.html
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