1.2.17

Estados Unidos tiene su primer presidente proteccionista... mientras China promueve el aumento de la globalización. El mundo al revés...

"(...) Donald Trump confirmó el 21 de noviembre pasado que se retiraría de la Asociación Transpacífica (TPP, por su sigla en inglés) el primer día de su administración.

 La oposición al TPP fue un tema central de su campaña, llamándolo un “desastre” y se comprometió a abolirlo cuando asumiera el cargo. En la práctica, esto significa que no presentará al Congreso la legislación de implementación necesaria para la participación estadounidense en el acuerdo. (...)

En un informe publicado a principios de 2017, Ethan Harris, economista global de Bank of America Merrill Lynch, afirmó que “el mayor riesgo para la economía global este año es una intensificación de las tensiones comerciales entre EE.UU. y China”, agregando que “ambos países son cruciales para las cadenas globales de suministro y los mercados globales, por lo que una gran batalla sería un gran juego de saldo negativo”[19]
En verdad, esta guerra está en marcha, aunque de manera soterrada, con las sanciones antidumping aplicadas por Estados Unidos a 102 productos de China.

En cualquier caso, los efectos no se limitarían sólo a estas dos potencias y en caso de ampliarse el conflicto, pondría a la economía estadounidense en recesión y costaría a millones de estadounidenses sus empleos, según proyecciones hechas por el Peterson Institute for International Economics. (...)

La propuesta comercial de Donald Trump representa ciertamente una ruptura con el consenso de las clases dominantes posterior a la Segunda Guerra Mundial. Este consenso en torno al libre comercio perduró en los últimos 50 años mientras la economía estadounidense experimentaba un enorme aumento de su producto interno y de la participación del comercio en éste, pero comenzó a resquebrajarse desde la Ronda de Doha de la OMC iniciada en 2001 (negativa a retirar los subsidios a los productores de algodón estadounidenses, entre otros), pasando por la promoción de acuerdos de libre comercio “bilaterales”, hasta el TPP que evidenciaba con claridad sus afanes “proteccionistas” supra regionales que excluían a China.

Más allá de este cinismo proteccionista, todos los presidentes estadounidenses, de Truman a Obama, y el público en general, declararon su apoyo a la doctrina de un comercio más libre. Es este largo compromiso que la campaña de Trump rompió, respaldándola en el hecho que la base manufacturera del país ha sido seriamente erosionada por el comercio global y los acuerdos de libre comercio en las últimas dos décadas, con claros perjuicios para los salarios y empleos de los trabajadores. 

Así, la política comercial pasó a convertirse -tal vez por primera vez- en una cuestión de primer orden en las elecciones y en la misma política nacional[20].

En última instancia está en cuestión el libre comercio bajo el fundamentalismo del mercado, entendido como un componente clave de la globalización neoliberal del comercio. Una pretensión que aspira a ser universalmente global acorde con una nueva forma de expansión del imperio norteamericano[21]
La propuesta comercial de Trump ha roto con ese universalismo del libre comercio y la propia globalización, para refugiarse en la implementación de políticas “proteccionistas”.

Trump comprendió que el desequilibrio del libre comercio estaba a favor, ya no de Estados Unidos, sino de China y las llamadas “economías emergentes”. Paul Samuelson, economista galardonado con el Premio Nobel, un ardiente partidario del libre comercio, ya en 2004 (artículo en Perspectivas Económicas) sugirió que el creciente poder económico de China pone en duda si el libre comercio convierte en un ganador (winner) a Estados Unidos. 

El miedo de la superpotencia a la economía china ha transformado a este país de posible socio estratégico en una amenaza actual, que se enfoca principalmente, en palabras de Henry Kissinger, en “el debilitamiento psicológico del adversario”, por lo cual “el imperialismo militar no es el estilo chino”.

Esta es una amenaza que tiene como sustento el espectacular aumento del poder económico de China, que asimismo cuenta con la población más grande del mundo, lo cual tendría un fuerte efecto desestabilizador. Esto ha llevado a que China sea ubicada en el centro de la globalización. A decir del keynesiano Thomas I. Palley, asesor Senior de Política Económica de la AFL-CIO, “la globalización se ha transformado gradualmente en un proyecto de “globalización centrada en China”. Este fenómeno tiene graves consecuencias económicas y geopolíticas para los Estados Unidos”[22]. (...)

En resumidas cuentas, estamos presenciando un evento clave en la economía mundial: Estados Unidos tiene su primer presidente proclamando el apoyo al proteccionismo desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que China manifiesta su deseo de promover el aumento del comercio mundial y la globalización económica. 

Las circunstancias actuales analizadas le otorgan a China claras ventajas para desempeñar un papel global aún mayor, particularmente en comparación con el enfoque de Trump en Estados Unidos. De todas maneras, la continuidad de la crisis global, que ha arrastrado al comercio mundial en los dos últimos años, anuncia un escenario de agudización de las contradicciones no fácil de resolver."              (Consuelo Silva Flores and Claudio Lara Cortes , Global Research, 19/01/17)

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