"(...) Antes de la crisis económica, aún se hablaba en serio de la posibilidad
de unos Estados Unidos de Europa, todo integrado, todo federal, todo
compartido. Luego la crisis financiera, la crisis griega, los PIGS,
España, el 11M, la expansión cuantitativa, Draghi, Syriza, Podemos…y
ahora Brexit y Trump. (...)
En Davos, el primer ministro holandés, Mark Rutte—que se enfrenta también a unas elecciones en Holanda en marzo—aseveró que esa Europa «cada vez más unida» ya está muerta,
«enterrada». Debe demostrar «que suma y que es posible controlar la
inmigración, crear más puestos de trabajo y controlar las fronteras».
A
este paso, dijo, «nos dirigimos hacia una especie de super estado
europeo, esa es la manera más rápida de deshacer la Unión Europea».
Un
tal Guntram Wolff, director del Bruegel Institute en Bruselas, contó a
Bloomberg que «el impacto de Trump es que Europa tiene que decidir muy
rápidamente qué tipo de Europa quiere ser».
«Decisión» y «rápido» no son dos palabras que asocio a la Unión Europea o la eurozona. El que probablemente acabe como embajador de Trump ante la Unión Europea, Ted Malloch, contó a la BBC hace unos días
que a los europeos ya no nos va «a salir gratis» el aparato militar
estadounidense en el continente y vaticinó—prepárate—el colapso del euro
en los próximos 18 meses y la disfunción comercial internacional de la
Unión Europea (...)
Brexit y Trump son, al menos, un plan, una visión, una apuesta de
futuro. «A nosotros nos falta esa visión», dijo el Ministro de Finanzas
italiano, Pier Carlo Padoan, en el artículo de Bloomberg. El ministro de
finanzas. De Italia. En Davos. Que no él de Cultura de Letonia en un
chiringuito de Riga. «Ese es el desafío que ofrece Trump y que ofrece el
Brexit. Ellos tienen una visión, nosotros no».
(...) ¿alguien estaría dispuesto a luchar en una guerra por Jean-Claude
Juncker, a morir por la bandera europea, con sus doce estrellas doradas?" (Mathew Bennet, Vox Populi, 31/01/17)
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