"(...) El gobierno ha estimulado el crecimiento con gasto fiscal deficitario a
partir de 2013 para ganar las elecciones de 2015 con la aquiescencia de
una Bruselas alarmada ante el ascenso de Podemos. (...)
Es innegable que se ha producido un crecimiento económico desde que la
insensata política de austeridad radical que nos impusieron Bruselas y
el BCE fue suavizada. Sin embargo observen que todavía en el cuarto
trimestre de 2016 no habíamos superado el nivel de producción alcanzado
en 2008.
¡Treinta y cuatro trimestres después la economía española sigue
produciendo menos que al inicio de la crisis! Probablemente ésta es la
recuperación económica posterior a una recesión más lenta que se haya
observado desde la Guerra Civil. (...)
Pese a todo el triunfalismo exhibido por las autoridades españolas lo
cierto es que nos enfrentamos a un fenómeno sin precedentes que debería
avergonzarnos. Cuando la Comisión Europea proclama el éxito de las
políticas de austeridad lo sorprendente es que no haya más economistas
denunciando tamaña tergiversación de los hechos.
Las consecuencias de esta larga crisis han sido letales para las
familias. Nuestra tasa de desempleo, más propia de un estado fallido de
África que de un país de la OCDE, sigue siendo de las más altas del
mundo occidental.
La tasa de desempleo juvenil, el colectivo más
perjudicado por la crisis, sigue siendo superior al 42%, la más alta de
Europa. Hemos perdido a una generación entera. Se han publicado
abundantes datos que demuestran que muchas familias han descendido de
clase social. (...) No es admisible ninguna complacencia ante la magnitud de la tragedia. (...)
Lamentablemente no nos encontramos solos. (...) varios estados pertenecientes a la zona Euro (España, Italia,
Portugal, Finlandia y Grecia) que siguen con un PIB en términos reales
inferior al de 2007. El factor euro no es una coincidencia.
Cuando la economía española parece estar saliendo de la crisis muchos
podrían pensar que es un mal momento para recomendar la recuperación de
la soberanía monetaria. Sin embargo los argumentos en favor de la
soberanía monetaria son muy contundentes.
En primer lugar es innegable que de haber tenido nuestra propia
moneda en 2010 no habríamos sufrido el ataque de los mercados contra
nuestra deuda soberana. Tampoco habría sido posible que el BCE y
Bruselas hubiesen chantajeado a nuestro gobierno exigiendo la imposición
de políticas de austeridad en el peor momento posible. Fuera de la
unión monetaria, nuestra economía se habría recuperado de la crisis en
2011 o 2012.
Es cierto que el BCE ahora compra nuestra deuda pública en
los mercados, lo cual nos ha emancipado de ellos temporalmente. Sin
embargo, estos programas de compra de deuda soberana son provisionales y
además están condicionados al cumplimiento de objetivos de austeridad.
Bruselas apremia a España para que siga reduciendo su déficit. Ni los
tratados ni la ideología que domina en las instituciones europeas han
cambiado ni lo harán.
El problema va más allá de las erradas políticas de austeridad que se
impusieron desde Bruselas en 2010. Nos enfrentamos a un fallo
estructural en el diseño de la moneda común europea. El tratado de
Maastricht cercena la capacidad de actuación de los Estados ya que los
priva del respaldo de un banco central y limita su capacidad de
actuación ante una recesión.
La moneda común también impide que un
estado con dificultades causadas por su balanza comercial deprecie su
moneda para recuperar parte de la competitividad perdida.
La catástrofe social que ha legado la crisis económica requiere de
una respuesta decidida por parte del Estado. La adecuada es que el
Estado incurra en un gasto fiscal deficitario probablemente superior al
8% sobre el PIB durante al menos dos o tres años. Esto es imposible
dentro del rígido marco fiscal impuesto por los tratados europeos que
nos impone una senda de reducción del déficit hasta que éste sea
inferior al 3%. (...)
Existe otro problema más difícil de entrever a corto plazo. Seguir en
la unión monetaria europea nos condena a ser un agente secundario en
Europa limitado a ofrecer productos hortofrutícolas y servicios de
hostelería a los más prósperos vecinos del norte.
Se nos permitirá tener
un pequeño tejido industrial en algunas zonas que han acertado a
conservar lo que sobrevivió a la “reconversión” industrial de los 80 (en
realidad un desmantelamiento en toda regla). Pero gran parte de este
tejido fabril será auxiliar del aparato productivo de Alemania.
Necesitamos acometer una urgente modernización de nuestro sistema
productivo. Solo un estado que cuente con la potestad de encauzar
recursos reales cuantiosos hacia nuevas actividades industriales y
tecnológicas puede conseguir una transformación real.
Esto solo puede
hacerlo un estado con capacidad de crear moneda fiduciaria, es decir,
dotado de soberanía monetaria. La UE carece de una instancia federal con
una visión transformadora de la periferia y capaz de movilizar los
recursos hacia ese nuevo modelo económico.
Recientemente el Grexit ha retornado a los medios como tema candente
ante la evidencia de que los rescates no sirven para sacar a Grecia de
la depresión y de que necesitará un nuevo rescate para evitar el
default. La situación de ese país es aún más dramática que la de España.
Claramente Grecia se beneficiaría de una salida de la cárcel de deuda y
la liberación de unos tratados que impiden a su gobierno iniciar una
política fiscal expansiva.
La falta de coraje del gobierno de Tsipras y una opinión pública
temerosa de la reintroducción de una moneda nacional explica que aún no
se haya producido este evento. Restableciendo la dracma, Grecia podría
recuperar el crecimiento muy rápidamente, ya que un estado que disfruta
de un monopolio de emisión de moneda puede comprar todo lo que se
encuentre a la venta en su territorio. Es decir, el Gobierno griego
tendría la capacidad de dar ocupación a todos los recursos ociosos en su
país. La pregunta no es si Grecia saldrá de la zona euro sino cuándo.
España debería tomar nota pero al igual que en Grecia, nuestras
élites están comprometidas con el proyecto europeo. Considero que el
establishment español tiene un serio problema que va más allá de la
negación de la realidad. Podríamos exculparlo pensando que las élites
empresariales y políticas son incapaces de entender que el diseño de la
moneda común ha sido erróneo. Pero lamentablemente la cuestión es más
grave.
Carecen de la sensibilidad humana necesaria para actuar con decisión en la reparación de los daños que ha causado la crisis a sus conciudadanos más desafortunados. Inquieta pensar que este establishment se comporta en realidad como las “élites compradoras” del antiguo imperio colonial portugués, cuyos intereses estaban mejor alineados con los de la metrópolis que con los de sus compatriotas.
De otro modo, cuesta
entender el enamoramiento de nuestro establishment con un proyecto
europeo extremadamente peligroso para la estabilidad y el bienestar de
nuestra sociedad. Nuestros dirigentes carecen totalmente de un proyecto
de país que vaya más allá de repetir mecánicamente que la “solución es
más Europa” sin explicar en qué consiste tal “solución”.
Padecen de una seria ceguera sobre la naturaleza de nuestra relación
con los socios europeos. Estos han demostrado la más absoluta
insensibilidad hacia los sufrimientos causados a la población de los
países periféricos.
Su actitud es más propia de sociópatas que de los
aliados que creen tener los dirigentes españoles. Ninguno de los países
superavitarios ha asumido la necesidad de contribuir a nuestra rápida
salida de la crisis con una política expansiva que redujera sus
abultados superávit comerciales.
Éstos fueron la contrapartida a nuestro endeudamiento externo y
privado y su reducción habría facilitado la salida de la crisis en la
periferia. Por supuesto, una transferencia de rentas está fuera de toda
cuestión.
Los países del núcleo duro europeo, apoyados partidariamente
por las instituciones europeas, impusieron todos los costes de la salida
de la crisis sobre nosotros y prefirieron rescatar a los grandes bancos
alemanes y franceses que a los pueblos del sur.
Estos países
hegemónicos no están dispuestos a modificar los tratados para reparar
los fallos de diseño del euro. Sin la existencia de un demos europeo y
sin un gobierno federal capaz de abordar un proyecto ambicioso de
transformación es ingenuo pensar que Europa resolverá nuestros
problemas.
Las sociedades mediterráneas padecen de un bajo nivel de autoestima.
Quizás por eso estamos encadenados a una relación patológica que
recuerda a las de esas mujeres maltratadas que aún no han aceptado que
su marido las tortura física y mentalmente. Urge que la sociedad
española abra los ojos y entienda que somos nosotros los responsables de
encontrar la solución más conveniente para nuestros problemas.
Esto no es nacionalismo trasnochado, es sencillamente lo que hacen
los estados escandinavos, como Suecia o Dinamarca, que se negaron a
entrar en la unión monetaria porque pronosticaron, acertadamente, que
exterminaría sus estados de bienestar.
Sin titubear debemos recuperar el
principal símbolo de identidad de un estado democrático y soberano: la
moneda. No hay soberanía democrática sin soberanía monetaria.
Regeneración democrática de nuestra política para someter a las
oligarquías y soberanía monetaria son las dos caras de la misma moneda." (Stuart Medina, economista, profesor de la Universidad de Virginia, Salir del euro)
Como alternativa a la salida del euro y para conseguir la soberanía financiera: europeseta electrónica de circulación interna
Existe una descripción con mucho humor, de economía-ficción,
sobre los beneficiosos efectos que se producirían si en Italia, el gobierno
impusiera una moneda digital (allá por el 2020), para salir de la quiebra
económica y política a la que la permanencia en el euro habría llevado al país. El objetivo se conseguiría rápidamente.
Los únicos perjudicados, los
especuladores de la deuda. Ver: J. D. Alt: ‘Europa,
2020: una ucronía iluminadora’. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5467 )
Los artículos de Juan José R. Calaza (Juan José Santamaría y Juan Güell) muestran con
gran claridad las ventajas de una europeseta electrónica de circulación interna:
Para entender la europeseta electrónica. Qué es y, sobre todo, qué no es. Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2012/12/02/entender-europeseta-electronica/720458.html
Para salir de la crisis sin salir del euro: España
debe emitir europesetas (electrónicas). Enlace: http://www.farodevigo.es/opinion/2011/11/27/salir-crisis-salir-euro-espana-debe-emitir-europesetas-electronicas/601154.html
Las europesetas electrónicas, complementarias al euro, estimularán el crédito sin efectos colaterales perversos. Enlace: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165815
Juan Torres insiste en que es necesario emitir una moneda complementaria al euro. Sus artículos:
Marear la perdiz. Enlace: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/02/08/andalucia/1360327224_588117.html
Hay alternativas, incluso dentro del euro.
Enlace: http://juantorreslopez.com/publicaciones/hay-alternativas-incluso-dentro-del-euro/
Más información en: 'Si Grecia, España, o
Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar
instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar
créditos a familias y empresas': http://comentariosdebombero.blogspot.com.es/2014/06/si-una-autonomia-o-una-gran-ciudad.html
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