"La Unión Europea (UE) celebra este sábado su 60 aniversario en medio de la peor crisis de su historia: Gran Bretaña está iniciando el proceso de salida. Hungría y Polonia están consolidando su modelo de democracia autoritaria. El apoyo de los ciudadanos ha caído bajo mínimos (sólo el 35% considera positiva la UE, 17 puntos menos que en el 2007). Y los populistas euroescépticos y la extrema derecha están logrando sus mayores éxitos electorales desde 1945.
Los ultras ya forman parten del Gobierno de Finlandia y Eslovaquia y condicionan el de Dinamarca. El Partido por la Libertad (PVV) es la segunda fuerza política en Holanda y ha provocado un giro identitario en la derecha, como ha hecho también su homólogo FPÖ en Austria. Los sondeos mantienen a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de mayo. Y Le Pen, a diferencia del ultraderechista holandés Geert Wilders, tiene un verdadero partido político detrás con un programa socioeconómico. (...)
El actual desapego ciudadano, según economistas, sociólogos e historiadores, es fruto del empeoramiento de las condiciones de vida
de una parte creciente de la población (desigualdad, precariedad,
pérdida de poder adquisitivo, paro), de la sustracción de las decisiones
económicas al control de los ciudadanos a través de la tecnocracia
europea (el 54% de los europeos estima que su opinión no cuenta en la
UE) y del repliegue identitario frente a la inseguridad generada por la
globalización, el fracaso de la integración de los inmigrantes y la
expansión de la ideología islamista que usa como bandera la
diferenciación y el rechazo de los valores europeos.
El proceso de diseñado por Schuman de apoyarse en sucesivos pasos de integración económica
para llegar a la unión política ha mostrado sus límites con la crisis
financiera y las carencias estructurales de la unión monetaria.
La integración económica diseñada por la Comisión Europa en los 80 asumió la agenda neoliberal de globalización, desregulación, liberalización y privatización del sector público. La creación del mercado único y el euro
se utilizó como mecanismo para disciplinar a los gobiernos, que los
tecnócratas de Bruselas consideraban demasiado intervencionistas y con
tendencia a ceder a la presión ciudadana. (...)
Se creó un férreo mecanismo de control de la política económica bajo el dictado de Berlín, con normas y sanciones muy precisas sobre el déficit y las recomendaciones económicas, que aún se detallado mucho más con los nuevos reglamentos y el Pacto Fiscal (2011-2013). Pero no hay nada parecido sobre un modelo social común que actúe como equilibrador.
El malestar de los ciudadanos
por los efectos acumulativos de las políticas económicas y laborales
impulsadas por la UE durante los últimos 30 años se está dejando sentir
ahora con fuerza, favorecido por la crisis de los partidos
socialdemócratas cuyo antiguo votante se siente traicionado por su
sumisión a los dogmas neoliberales.
La superación de la actual crisis de la UE, según defiende entre otros el sociólogo y filósofo alemán Jünger Habermas,
pasa por una mayor integración democrática que corrija su sistema
económico tecnocrático y devuelva el poder a los ciudadanos.
Otros, como
el sociólogo Wolfgang Streeck,
se muestran pesimistas sobre esa posible mayor unión política
democrática, debido a las profundas diferencias en la situación
socioeconómica y en la tradición política ciudadana de los distintos
estados de la UE y a las actuales fracturas norte-sur y este-oeste." (Eliseo Oliveras, El Periódico, 19/03/17)
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