"Hay palabras y palabras. Algunas tienen viejas resonancias que
asustan, que dan miedo y que nos retrotraen a un pasado duro y terrible.
Una de ellas es gangrena, una vieja enfermedad que se asocia a la
necropsia de los tejidos y que puede obligar a amputar partes del
cuerpo.
Cuando esta se extiende, acaba por producir la muerte o daños
muy severos. Es lo que estamos viendo en el Partido Popular y, más allá,
en el entero sistema político de nuestro país, una gangrena que se
extiende y que produce la putrefacción de nuestra vida pública.
La corrupción ya es una gangrena. Descompone a los partidos y se
vuelve sistémica. No solo aquí, sino en casi todas partes de esta Europa
alemana del Euro. La corrupción es la otra cara de la
norteamericanización de la vida pública y señala el dato más
característico de nuestra época, la supremacía de los grandes
oligopolios privados sobre la política, que expresa una contradicción
cada vez más acentuada entre capitalismo y democracia.
Norteamericanización significa el paso del pensamiento único a la
política única, a la homogeneidad creciente de las fuerzas políticas, al
declive de la oposición y al fin de los grandes partidos obreros de
masas. Norteamericanización significa el fin de la especificidad europea
y la subalternidad cultural, política y militar a los Estados Unidos de
Norteamérica.
La corrupción tiene múltiples caras y diversas consecuencias
socioculturales. Provoca indignación, rechazo y crítica al sistema de
partidos dominante, pero invita a la resignación, a aceptar lo
existente.
El “todos los políticos son iguales”, asociar vida pública y
corrupción, tiene un caldo de cultivo inmenso en un país que ha vivido
durante décadas en una dictadura fundada en el rechazo a los partidos y a
la participación democrática. Este es el peligro más grande que tiene
la corrupción, que el rechazo lleve a la anti-política y, de ahí, a la
resignación. Mariano Rajoy es un maestro de muchas
cosas.
Su estrategia se basa en la resistencia y en el paso del tiempo.
En su centro, naturalizar la corrupción, normalizarla como algo
inevitable en la vida pública y el coste imprescindible de los sistemas
democrático liberales. Todo son excepciones que nunca confirman una
regla: cerca de 900 imputados, 4 organizaciones completas directa o
indirectamente implicadas, a lo que hay que añadir el aparato central de
finanzas del PP.
El término trama tiene que ver directamente, no con la corrupción en
general, sino con el “mecanismo único” que relaciona poderes económicos
con los grandes medios de comunicación, la clase política y lo que se ha
llamado las cloacas del Estado, es decir, la privatización de los
servicios de seguridad del Estado.
La trama ha existido siempre, de una u
otra forma ha estado ahí fijando límites, vetando política y
criminalizando a aquellas fuerzas que eran consideradas como un peligro
para su inmenso poder. Lo nuevo, lo específico de esta fase es que ahora
pretende dirigir directamente la política, fijar la agenda e impulsar
un nuevo orden económico y social que, por definirlo de alguna forma, lo
llamaríamos una democracia limitada y oligárquica para una sociedad
basada en la desigualdad, la pobreza y la exclusión social.
No hay que
engañarse. Aquí, como en todas partes, lo que se quiere imponer es el
fin del movimiento obrero organizado, de los grandes sindicatos y
partidos de masas, el fin, sin matices, de la izquierda en un sentido
fuerte y radical. Objetivo: impedir el cuestionamiento político y
cultural del desorden económico neoliberal capitalista. (...)
Si la corrupción se normaliza, se convierte en algo connatural en
nuestra vida pública, la esperanza de un cambio político real
desaparecerá y dejaremos la crítica de la política a la derecha extrema o
a los populismos de extrema derecha. Nunca se insistirá lo suficiente
en el carácter democrático sustancial y radical que tuvo el 15M y que,
en gran medida, heredó Podemos, hoy Unidos Podemos.
El movimiento 15M
situó la crítica a las clases dirigentes, a las políticas austericidas y
a las instituciones europeas en el terreno de la democracia, en el
territorio de una esfera pública rica de contenidos y que tenía en su
centro una ciudadanía activa que ejercía su derecho al autogobierno y a
la definición colectiva de un futuro basado en la igualdad y en
libertad.
Aquí no pasa como en otros países donde se termina por elegir
entre derechas cada vez más duras y populismos de derechas. Aquí y ahora
hay alternativas de gobierno y de poder. Esto es lo que “indigna” a las
grandes fuerzas políticas, a los grandes medios de comunicación y a eso
que hemos llamado –cada día es más visible- la trama.
El motivo central de la moción de censura que ha presentado Unidos
Podemos tiene que ver centralmente con esto: que la indignación no se
convierta en resignación, que el rechazo no se convierta en pasividad
con el objetivo claro de que las gentes no abandonen la política, lo
público y se resguarden en el sálvese quien pueda privado.
No todos
rechazamos la corrupción de la misma manera. Unidos Podemos lo hace para
regenerar la democracia, defender las libertades públicas y los
derechos sociales de la mayoría. Precisamente por esto, la moción quiere
decir, el primer lugar, que no todos somos iguales, que la política no
debe asociarse sin más a la corrupción y que la única salida posible
ante tanta putrefacción no es otra que la acción colectiva, que unirse y
organizarse en un proyecto alternativo de país. Todo es posible si la
gente cree, se organiza y lucha. (...)" (Manolo Monereo , El Viejo Topo, 24/05/17)
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