"En un artículo de opinión publicado en el diario Liberation,
Thomas Piketty criticaba severamente al gobierno francés y al alemán,
que practican políticas neoliberales y que contribuyen a imponer a
países como Grecia y España medidas antisociales en nombre del pago de
la deuda.
Thomas Piketty escribe: «La palma de la amnesia se la lleva Alemania,
con Francia como fiel segundón. En 1945, estos dos países tenían una
deuda pública que superaba el 200 % de sus respectivos PIB.
En 1950, esa deuda había bajado hasta menos del 30 % del PIB.
¿Qué
había pasado? ¿Habrían aparecido de repente excedentes presupuestarios
que permitieron pagar la deuda? Evidentemente no: fue por medio de la inflación
y del repudio simple y llano que Alemania y Francia se liberaron de sus
deudas en el siglo pasado. Si hubieran intentado conseguir,
pacientemente, excedentes del 1 % o 2 % del PIB todavía estarían en
aquella situación de endeudamiento, y les habría sido mucho más difícil a
los gobiernos de la posguerra invertir en crecimiento.
Sin embargo, son
esos dos países los que aleccionan, desde 2010–2011, a los países del
sur de Europa sobre el pago de sus deudas públicas, que deberán hacerlo
hasta el último euro. Se trata de un egoísmo corto de vista, puesto que
el nuevo tratado presupuestario adoptado en 2012, bajo la presión
alemana y francesa, que organiza la austeridad en Europa (con una
reducción excesivamente rápida del déficit y un sistema de sanciones
automáticas totalmente inoperante) ha conducido a una recesión
generalizada en la zona euro.» |2| (...)
«Este complejo problema del endeudamiento de los Estados y de la
naturaleza de su patrimonio interesa tanto al mundo actual como al de
1800, y el estudio del pasado puede ilustrarnos sobre la muy acuciante
realidad del mundo actual.
A pesar de que la deuda pública está todavía
lejos de alcanzar, en este comienzo del siglo XXI, el nivel astronómico
que tenía a comienzos del siglo XIX, al menos en Reino Unido, llega en
Francia y en numerosos países a estar muy cerca de esos récords
históricos y suscita, indudablemente, aún más confusión en el mundo
actual que en la época napoleónica.» |5| (...)
Desplacémonos en el tiempo y en el espacio: en Grecia, en 2014, la deuda
pública alcanza el 175 %. Si suponemos que el Estado paga la deuda a la
Troika y a otros acreedores con un tipo de interés medio del 5 %, |12| y si también consideramos que el crecimiento es nulo |13|
y la tasa de inflación también es nula, Grecia tendrá que pagar a sus
acreedores hasta las calendas griegas el equivalente al 8 % de su PIB
sin reducir el stock de la deuda ya que estaría pagando solamente los intereses. |14| (...)
Para reducir la deuda pública, Thomas Piketty pensó en dos soluciones
que posteriormente rechazó y nos propone una tercera.
La primera
solución era la de privatizar los activos públicos con el objetivo de
reembolsar la deuda.
La segunda solución consistía en anular la deuda.
La tercera que propugna es la recaudación de un impuesto excepcional
progresivo «de forma que los patrimonios más modestos no lo tendrían que pagar, y en cambio pedir más a los patrimonios más elevados». |22|
No
nos extenderemos aquí sobre la primera solución ya que es evidente que
es algo a combatir. Sabemos que fue puesta en práctica por los gobiernos
actuales que prolongan la ola de privatizaciones comenzada en los años
1980-1990.
Con respecto a la segunda solución, la anulación de la
deuda que Piketty rechaza, es porque, evidentemente, plantea mal el
problema, ya que no piensa en los diferentes escenarios de anulación de
la deuda. Sólo menciona explícitamente la fórmula aplicada a la deuda
griega en marzo 2012 mediante una operación llamada de haircut, mientras existen otras propuestas.
Y tiene razón en rechazar el tipo de anulación parcial de la deuda concebida por la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI)
para Grecia. Esta anulación estuvo condicionada por medidas que
constituyen violaciones de los derechos económicos, sociales, políticos y
civiles del pueblo griego, y que hundieron todavía un poco más a Grecia
en una espiral descendente.
Se trataba de una operación que tenía por
objetivo permitir que los bancos extranjeros (principalmente franceses y
alemanes) se liberaran del problema con pérdidas limitadas, que los
bancos griegos se recapitalizaran a costa del Tesoro Público y que la
Troika reforzara en forma duradera su influencia en Grecia.
La deuda
pública griega representaba el 130 % del PIB en 2009, y después de la
anulación parcial llegó al 157 % en 2012, pero en 2013 alcanzó un nuevo
máximo: ¡el 175 % del PIB! La tasa de desempleo que era del 12,6 % en
2010 se elevó hasta el 27 % en 2013 (y al 50 % entre los menores de 25
años). Por lo tanto, Piketty tiene razón cuando rechaza ese tipo de haircut que sólo tiene por objetivo mantener con vida a la víctima para poder desangrarla mejor.
Por
el contrario, se equivoca cuando no considera seriamente una anulación o
suspensión del pago de la deuda decidida por el país deudor, con sus
condiciones y bajo control de su ciudadanía. Es lo que hicieron en
contextos diferentes Ecuador, en 2008-2009, e Islandia a partir de 2008.
Ecuador, basándose en una auditoría organizada por las autoridades del
país y realizada con una participación ciudadana activa entre 2007 y
2008, suspendió unilateralmente el pago de una parte de su deuda, la que
estaba en forma de títulos que tenían fecha de vencimiento en 2012 y
2030, cuyos principales tenedores eran bancos extranjeros. |23|
El resultado fue positivo: Ecuador pudo recomprar el 91 % de los
títulos mencionados a un 35 % de su valor. Y como consecuencia,
habiéndose ahorrado ese dinero que correspondía al pago de la deuda,
pudo aumentar en forma notable los gastos sociales, especialmente en los
ámbitos de la educación y de la sanidad pública. (En el anexo 1 se
ofrece una presentación más completa de la experiencia ecuatoriana).
Sin
embargo, en el caso de Ecuador, no debemos tomar como modelo la
experiencia que se está desarrollando, y es indispensable conservar una
mirada crítica sobre ella. No obstante, la experiencia ecuatoriana en
auditoría y suspensión unilateral del reembolso de la deuda demuestra
que es perfectamente posible para un país plantear un acto unilateral
fundamentado con argumentos sólidos y, en consecuencia, tener la
posibilidad de mejorar los gastos públicos en ámbitos como educación y
sanidad.
Por su parte, Islandia rechazó en forma unilateral, a partir
de 2008, asumir las deudas de los bancos privados que habían quebrado
por su exposición en el exterior. Esto se hizo en un clima de fuertes
movilizaciones ciudadanas que presionaron al gobierno islandés para que
no cediera ante las exigencias de los acreedores extranjeros, en
particular del Reino Unido y de los Países Bajos.
Y, ¿qué pasó luego
en Islandia? Debido al desplome del sistema bancario en 2008, Islandia
se negó a indemnizar a los ciudadanos de Países Bajos y Reino Unido que
habían colocado fondos en las filiales de bancos islandeses, que
acababan de quebrar, por un total de 3.900 millones de euros. Fueron las
mismas autoridades británicas y neerlandesas las que indemnizaron a sus
ciudadanos y exigieron el reembolso de esas indemnizaciones a Islandia.
Bajo la presión popular (manifestaciones, ocupaciones de plazas,
referéndum), las autoridades de Reykiavik rechazaron esa demanda. Y eso
tuvo como consecuencia la inscripción de Islandia en la lista de
organizaciones terroristas, la congelación de los haberes islandeses en
Reino Unido y la presentación de una denuncia de Londres y La Haya
contra Reykiavik ante el Tribunal de la Asociación Europea de Libre
Comercio (AELC o EFTA por sus siglas en inglés). |24|
Por otro lado, Islandia bloqueó totalmente la salida de capitales del
país. Finalmente, ha salido del conflicto mucho mejor que otros países
europeos que aceptaron las exigencias de los acreedores… Por supuesto,
hay que evitar hacer de Islandia un modelo pero podemos sacar enseñanzas
de su experiencia.
Los casos de Ecuador y de Islandia constituyen
dos experiencias recientes que deben estudiarse seriamente ya que
demuestran que al lado del haircut a la griega u otras formas de
reestructuración, existen otras soluciones para la anulación de una
deuda. |25|
Estos
dos ejemplos muestran que desobedecer a los acreedores no es una
catástrofe y de ninguna manera acarrea el desmoronamiento del país. (...)
Thomas Piketty se pronuncia por una reducción parcial de la deuda del
orden del 20 % del PIB. Para alcanzar ese objetivo, propone un impuesto
excepcional progresivo: «0 % hasta 1 millón de euros, 10 % entre 1 y 5 millones de euros, y 20 % para los mayores de 5 millones de euros» |32|, aunque indica que podrían aplicarse otros baremos.
Debemos
lamentar que Piketty no aborde en esta obra la cuestión de la
legitimidad de la deuda pública. No podemos dejar de asombrarnos por
este hecho, ya que, a lo largo de su libro, demuestra perfectamente que
la política fiscal regresiva favorece la acumulación de la deuda
pública.
Además, como declara varias veces en su obra, los pagadores de
la deuda son mayoritariamente los de abajo, de acuerdo a su
participación en los impuestos, mientras que los de arriba prestan al
Estado por ser una inversión segura
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