12.6.17

Corbyn ha sacado a la izquierda de su gueto

"Es normal ver a una multitud en la playa de West Kirby el día del bote salvavidas, cuando se recauda dinero para el servicio de rescate marítimo. Pero no para un mitin político de un líder laborista de los más radicales, que defiende la renacionalización de las empresas privatizadas bajo los gobiernos de Margaret Thatcher y Tony Blair, el fin de la austeridad, aumentos del salario medio a la vez que fuertes subidas de los impuestos sobre el 10% más rico.

 “Jamás había visto eso: la gente llegaba casi hasta Red Rocks (las rocas rojas)”, dijo uno de los participantes en el acto, que el jueves llamaba a las puertas para pedir el voto para los laboristas.

Aquel día, Jeremy Corbyn había sido vitoreado por 20.000 jóvenes en un concierto del conjunto The Libertines en un estadio de fútbol, cerca del viejo astillero de Cammell Laird. Pero, si cabía, el mitin en la playa de West Kirby fue aún más extraordinario. A fin de cuentas, estos suburbios residenciales, a ocho kilómetros de las ruinas postindustriales de la orilla sur del río Mersey, eran hasta hace algunos años un feudo conservador. 

Pero el mitin de Corbyn no sólo estaba lleno de jóvenes estudiantes, motivados como nunca por el líder laborista y por su compromiso por eliminar las matrículas. Había gente de todas las edades, y diversas clases sociales. Maestros, enfermeras, comerciantes, parados, pequeños empresarios cuya oficina es una furgoneta. (...)

En los comicios del jueves, los laboristas se impusieron en el escaño correspondiente a West Kirby y alrededores, con una ventaja sobre los conservadores que ha pasado de 400 a 5.000 votos. Es uno de los escaños del codiciado noroeste que Theresa May había elegido como blanco por el fuerte apoyo al Brexit. Pero lejos de perder escaños en el noroeste, los laboristas ganaron cinco.

Los cientos de mítines que Corbyn ha dado durante la campaña son la prueba de que la segunda fase del asalto al poder de la izquierda británica se encuentra en fase bastante avanzada. Ya se había logrado incorporar a cientos de miles de nuevos activistas al Partido Laborista que, tras años de apatía, ya cuenta con medio millón de afiliados, el partido político más grande de Europa.  (...)

Tras la victoria de Corbyn, los diputados blairistas y los medios de comunicación denunciaron que el partido había sido secuestrado por la izquierda radical. Con un programa basado en nacionalizaciones, un enorme aumento del gasto en servicios públicos (40.000 millones de euros en la sanidad) y otras medidas de la izquierda dura, advirtieron, los laboristas jamás volverían a ganar las elecciones.

 Hasta forzaron otras primarias tras la victoria del Brexit, acusando a Corbyn de incompetencia o complicidad con los euroescépticos. Pero –con el apoyo de un nuevo movimiento de activistas altamente disciplinados conocido como Momentum– volvió a ganar.

En la campaña electoral, Corbyn aplicó el mismo modelo de campaña que utilizó en las primarias. Habló en cientos de mítines públicos, donde defendió un manifiesto basado en la transformación social y la igualdad.

 “Corbyn ha apostado por el modelo de la izquierda latinoamericana: enormes movilizaciones, una campaña gigantesca de reclutamiento y un excelente manifiesto”, dice el escritor Tariq Ali, excompañero de Corbyn en las manifestaciones de los años setenta.

Lejos de diluir su discurso en las elecciones, Corbyn hasta se atrevió a resaltar tras los atentados de Manchester que el terrorismo, por inexcusable que sea, tiene que ver con la participación británica en las guerras en Oriente Medio. The Sun lo tachó de yihadista. Pero Corbyn fue subiendo en los sondeos.

Luego llegaron los resultados explosivos de ayer. Corbyn no puede formar un gobierno, pero nadie duda de que él es el ganador de las elecciones. Los laboristas han logrado 13 millones de votos, igual que en los años de los gobiernos de Tony Blair, tras una subida disparada de la participación, sobre todo de jóvenes, motivados por la campaña. “Corbyn ha sacado a la izquierda de su gueto”, afirma Alex Nunn, autor de The candidate (Or Books).

Paradójicamente, la ambigüedad de Corbyn respecto al Brexit ha ayudado. Los laboristas no perdieron sus escaños en los viejos feudos laboristas del norte, focos del apoyo a la salida de la UE. Hasta lograron atraer a algunos votos del ultranacionalista UKIP. Esto pese a que Corbyn se niegue a hacer concesiones a la xenofobia o a poner límites numéricos a la inmigración. 

Al mismo tiempo, sacaron resultados excelentes en Londres y otros centros metropolitanos más eurófilos.

¿Puede ser Jeremy Corbyn el próximo inquilino del número 10 de Downing Street? Todo es posible en la coyuntura política de la poscrisis. Librado de los constantes amotinamientos blairistas, podrá dedicarse a atacar a un gobierno conservador sumamente frágil.

“Hay un recuento de Kensington. ¡Kensington!”, dice Tariq Ali, en referencia al feudo tory en Londres que, increíblemente, los laboristas aún pueden ganar. “Si hay otras elecciones en el próximo año, Jeremy será el primer ministro”.             (  , La Vanguardia, 10/06/2017)

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