"Lo que parecía imposible ha sucedido: apenas ocho semanas después de que
Theresa May convocase unas elecciones con la intención declarada de
reforzar su mayoría absoluta en el Parlamento británico, los
conservadores no han ganado los escaños suficientes para gobernar solos. (...)
En democracia no se puede dar nada por sentado, y mucho menos la
intención de los votantes. Así lo afirma Tony Travers, director del
Instituto de Asuntos Públicos de la London School of Economics, a la
hora de analizar el auge y caída de Theresa May. La primera ministra
convocó las elecciones anticipadas el 18 de abril con la intención de
afianzar su mayoría en el Parlamento británico de cara a las
negociaciones del Brexit. En ese momento, la mayoría de las encuestas le
daba una ventaja de casi 20 puntos sobre los laboristas. (...)
Cordelia Hay, investigadora del Instituto Britain Thinks, explica que
los ‘focus groups’ llevados a cabo por el Instituto demuestran que,
durante el periodo electoral, los votantes normalmente recuerdan entre
dos o tres propuestas de cada partido. En esta campaña, los electores
han valorado de forma especial el aumento de la financiación del
Servicio Nacional de Salud y la abolición de las tasas universitarias,
propuestas por los laboristas.
Por el otro lado, las medidas conservadoras más resaltadas por los votantes han sido la polémica “dementia tax”
(una controvertida medida que especifica que cualquier persona con
activos con valor superior a 100.000 libras- incluyendo el de sus
hogares- tendrá que pagar por sus cuidados domiciliarios) y la posible
revocación de la prohibición de la caza del zorro, ambas muy
impopulares.
La valoración de los dos principales líderes también ha cambiado de
forma considerable a lo largo del periodo electoral. Según las
encuestas, la popularidad de May ha ido cayendo en estas últimas
semanas, hasta el punto de que un 37% de los votantes tenía una visión
más negativa de la primera ministra en la última semana de campaña que
al comienzo.
En cambio, la popularidad de Jeremy Corbyn comenzó a subir
tras la publicación del manifiesto laborista.
Mick Cox, director del think tank LSE ideas, afirma que el
Partido Laborista ha superado las expectativas porque, al contrario que
May, ha llevado a cabo una campaña sólida y consistente, enfocada en los
temas que de verdad importan a los votantes. (...)
Una vez más, una de las razones por las que el resultado ha sido tan
sorprendente hay que buscarla en los pronósticos de las encuestas:
mientras que sondeos como el de YouGov o Summation se han acercado
bastante a la realidad, casi todos daban por sentada la mayoría absoluta
de los conservadores.
Estas diferencias se deben principalmente a las distintas maneras de
medir el voto de los jóvenes; debido a su histórica escasa
participación, gran parte de las encuestas ha subestimado su voto. El
hecho de que esta tendencia se haya revertido en estas elecciones ha
sido una de las noticias más comentadas de la noche: según Sky News, más
de un 66% de jóvenes entre 18 y 24 años fueron a votar, comparados con
el 43% de las elecciones de 2015.
Los jóvenes no son los únicos que han ido a votar en masa: la
participación en estas elecciones ha sido casi del 70%, la más alta en
unas elecciones generales desde los comicios de 1997.
Tony Travers, el director del Instituto de Asuntos Públicos de la London School of Economics, remarca que el voto anti-establishment
también ha jugado un papel importante. “El Brexit fue un voto contra
las élites por parte de aquellos que consideran que se han quedado
atrás. Estas elecciones han sido muy similares. También ha sido una
reacción contra la élite, en este caso contra Theresa May”, dice el
experto. (...)
A pesar de que May ya ha anunciado que intentará formar gobierno, su
futuro sigue sin estar despejado, aún cabe la posibilidad de que las
presiones internas la obliguen a abandonar. Dimita o no, es evidente que
el resultado de las elecciones es un enorme fracaso personal para
Theresa May." (Julia Tena de la Nuez, CTXT, 09/06/17)
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