"(...) una virtud de la derrota del político cesante: libera su palabra. Lo demostró el diputado conservador Henri Guaino, exconsejero especial de Nicolas Sarkozy. Su derrota (en
el séptimo puesto y con el 4,5% del voto) en la segunda circunscripción
de París le ha hecho sacar todo lo que llevaba dentro a la hora de
anunciar su retirada política.
“El electorado que ha votado en la segunda circunscripción de París es vomitivo”,
le dijo al periodista del canal de televisión BFMTV. “Sí, sí, me ha
oído bien: vomitivo”, subrayó, mientras sus interlocutores tosían.
“Entre los pijos que viven en su salsa egoísta y luego esa especie de
burguesía tradicional de derechas, de esos que van a misa y llevan a sus
hijos a catequesis y que luego van y votan por un tipo que durante
treinta años ha hecho trampas por todos los medios... ya saben, esa
derecha un poco petainista...”.
Al llegar ahí el periodista le
interpeló: “Pero esto ¿no es una falta de respeto hacia los
electores...?”. “Sí, claro, ¿y qué?”, respondió tan fresco.
“Mire usted, por fin soy libre, he llegado al límite de mi compromiso
político, treinta años, eso agota”, explicó, tras calificar a los
vencedores del macronismo de “oportunistas”, “especuladores” y
“mentirosos”. (...)
La reacción malhumorada de este personaje, invocando el
tópico O tempora, o mores, se repitió ayer cuando Guaino se personó en
la Asamblea Nacional para recoger sus bártulos. Se cruzó con varios
diputados de la nueva hornada. “Ni siquiera han aprendido a decir buenos
días”, espetó.
Son muchos los que como Guaino han tirado la toalla tras la
victoria del macronismo, arrolladora y al mismo tiempo ridícula si se
atiende a los pocos votos que la sustentan. La abstención no ha sido
sólo récord de la V República, como se ha dicho, sino mucho más: el
51,29% del censo no votó, a lo que se debe sumar 9,5 millones de no
inscritos o no puestos al día en el censo electoral, arrojan casi dos
tercios de los franceses abstencionistas.
Récord absoluto de todas las
elecciones parlamentarias desde la instauración del sufragio universal,
en 1948. (...)
El desorden potencial de este vacío es fenomenal, y tiene futuro: el 73%
de los jóvenes de entre 18 y 24 años no han votado, los partidos
desahuciados o en crisis han iniciado una pelea interna –la enumeración,
partido por partido sería tediosa–, unos culpando a la abstención,
otros ignorándola. Y sobre ese confuso y agitado fondo, las primeras
disensiones en el Gobierno. (...)
El espectáculo no ha hecho más que comenzar.." (Rafael Poch, 14/06/2017)
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