"El 2 de marzo de 2006, calladamente, con un certificado del obispo de la
diócesis y por tan solo 30 euros, la Mezquita de Córdoba pasó a ser
propiedad de la Iglesia Católica. Tan sigilosa fue la operación que los
vecinos de la capital andaluza no se enteraron hasta tres años después,
en 2009.
Con la misma discreción, tacita a tacita, al menos 4.500 templos,
ermitas, casas parroquiales, cementerios y fincas de todo tipo han
pasado en un puñado de años a manos de la Iglesia. Sin trabas
burocráticas, sin pagar impuestos, sin estar sometidos a los requisitos
complejos que una operación de este tipo tiene para el común de los
mortales.
Es el escándalo de las inmatriculaciones
–registrar ante notario por primera vez una propiedad– a la carta (con
tan solo un certificado del obispo) que un resquicio en la reforma de la
ley hipotecaria en 1998 (gobierno de Aznar) dejó en exclusiva a la
Iglesia Católica.
Así se las gasta esta santa institución con los dineros y las propiedades. Por eso no es extraño que se rebelen contra la posibilidad de que se les pida que expliquen con transparencia en qué gastan el dinero que reciben por su casilla de la declaración de la Renta, 251 millones en el último ejercicio. El Tribunal de Cuentas, controlado aún por el PP, se ha negado a intervenir, pero el Congreso, con los conservadores en minoría, va a exigir que lo haga.
Si tan complicado lo ponen para justificar 251 millones, imaginen qué pasará el día que tengan que justificar euro a euro los aproximadamente 11.000 millones al año que nos cuesta la Iglesia Católica a todos los españoles, creyentes o no.
Un informe de Europa Laica desgrana partida a partida de dónde sale esta cifra aparentemente tan abultada. Y aunque no es fácil de calcular, dado el oscurantismo con el que opera la institución, les ofrezco un resumen: los ya referidos 251 millones vienen de la casilla exclusiva del IRPF. Otros cien los recauda de la otra casilla, la de fines sociales.
Así se las gasta esta santa institución con los dineros y las propiedades. Por eso no es extraño que se rebelen contra la posibilidad de que se les pida que expliquen con transparencia en qué gastan el dinero que reciben por su casilla de la declaración de la Renta, 251 millones en el último ejercicio. El Tribunal de Cuentas, controlado aún por el PP, se ha negado a intervenir, pero el Congreso, con los conservadores en minoría, va a exigir que lo haga.
Si tan complicado lo ponen para justificar 251 millones, imaginen qué pasará el día que tengan que justificar euro a euro los aproximadamente 11.000 millones al año que nos cuesta la Iglesia Católica a todos los españoles, creyentes o no.
Un informe de Europa Laica desgrana partida a partida de dónde sale esta cifra aparentemente tan abultada. Y aunque no es fácil de calcular, dado el oscurantismo con el que opera la institución, les ofrezco un resumen: los ya referidos 251 millones vienen de la casilla exclusiva del IRPF. Otros cien los recauda de la otra casilla, la de fines sociales.
Las exenciones y
bonificaciones tributarias (no pagan IBI, ni impuestos de patrimonio,
sociedades, obras, etc.) les ahorran y nos cuestan a los demás alrededor
de 2.000 millones. En la enseñanza, 4.900 millones (de los que 600 se
nos van en pagar a profesores de religión). Hospitales, 900 millones.
Funcionarios capellanes militares (sí, han leído bien), 50 millones.
Mantenimiento del patrimonio, 600 millones. Subvenciones diversas, 300
millones... Así hasta los 11.000. Una pasada ¿no? Sobre todo si está
fuera del control y la transparencia que sí se exigen, lógicamente, a
cualquier asociación o fundación del tipo que sea, más aún si recibe
dinero público. (...)" (Gumersindo Lafuente , eldiario.es)
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