"(...) llama la Comisión la atención sobre la escasa productividad de
nuestra economía, que no ha logrado efectuar las reformas necesarias
para potenciar su crecimiento.
No obstante, el elemento más
llamativo de las recomendaciones es la mención a la corrupción como un
problema para la economía Española: la ausencia de una contratación
pública transparente y eficaz, así como la ineficacia de los mecanismos
de control y prevención de la corrupción, particularmente en los ámbitos
autonómicos y locales.
La llamada de atención llega en un momento
muy pertinente para la economía y la sociedad española. Los casos de
corrupción política y administrativa recorren la geografía española
dejando en la ciudadanía un poso de hastío, decepción y desconfianza.
Pero la corrupción no es sólo un problema ético o político: es un
problema económico de primera magnitud.
No faltan estudios que intentan
cuantificarla en términos monetarios, señalando cifras tan dispares como
una horquilla entre 7.000 y 87.000 millones de euros. Pero esas cifras
son difíciles de precisar. Más interesante resulta el enfoque académico
de algunos economistas como García-Santana, Moral-Benito, Pijoan-Más y
Ramos, quienes determinaron en un informe publicado por el Banco de
España que el crecimiento económico producido en España entre 1995 y
2007 se focalizó en los sectores con peores productividades pero con
mejor conexión con las administraciones públicas.
Y ahí es donde aparece
el verdadero problema: la corrupción falsea la competencia, permite que
firmas poco competitivas se alcen con contratos millonarios sin ser las
mejores para desarrollar los trabajos, por lo que el coste se eleva no
sólo a la supuesta “comisión”, sino también a la ineficiencia del gasto
público. Al mismo tiempo, favorece el desvío presupuestario de los
fondos públicos hacia actividades que no necesariamente son las más
eficaces o pertinentes.
De acuerdo con los economistas citados, un
patrón de crecimiento más proclive a los sectores que no entran en
connivencia con el sector público hubiera producido un importante
crecimiento de la productividad total de nuestra economía –hasta un 1,1%
de crecimiento anual adicional. Menos productividad nos ha traído menos
crecimiento, menos oportunidades y más desempleo.
Pese a la
alarma mediática que genera, tenemos en España cierta sensación de que
la corrupción es un asunto micro, que fuera de los titulares y cuatro o
cinco grandes casos, es algo que se puede “perdonar” a los políticos de
nuestra cuerda. Gravísimo error: la corrupción no es sólo una cuestión
ética que se pueda perdonar a través de las urnas.
Es un grave deterioro
de la institucionalidad necesaria para el correcto funcionamiento de
una economía, un importante obstáculo para la creación de empleo y para
el fomento de la igualdad social.
Es a la corrupción y a la connivencia
entre sectores que, en España, se han mezclado demasiado –el financiero,
el inmobiliario y el público- a los que debemos mirar para entender
buena parte de lo que nos ha ocurrido. Perdonarlo, tolerarlo o ignorarlo
debería ser una conducta inaceptable para un país que aspira a mantener
un puesto destacado en el mundo." (José Moises Martín Carretero es economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis, 13/06/17)
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