"El laborista Corbyn perdió las elecciones
con un 40% de los votos y las ganó en el segmento de los menores de 25
años: el 67% de los británicos de esa edad le prefirieron a los demás
candidatos, 27 puntos más.
Se une así a ese provecto club compuesto por
los Sanders, Melenchon, Carmena,… preferidos por los jóvenes entre los
18 y los 35 años a la hora de depositar sus preferencias en las urnas.
Muy pocas veces como en los comicios del Reino Unido (unos meses antes,
en el referéndum sobre el abandono de la UE) había sido tan explícita la
brecha generacional.
Coincidiendo con estos hechos, la Fundación Felipe González ha hecho público el proyecto Millennials Dialogue,
en el que se encuesta a unos 100.000 jóvenes de 21 países, para conocer
su forma de entender la política y sus reacciones a la misma. Entre
ellos hay un millar de españoles.
Sus respuestas son muy significativas y
en algunos casos una bomba para una fundación socialdemócrata: un 78%
de los millennials españoles piensa que los políticos ignoran
las opiniones de los jóvenes; sólo un 3% querría ser político
profesional (un 25%, empresario); lo que les importa es la creación de
empleo, la educación, la sanidad, la pobreza y la vivienda; los factores
por los que se encuentran tan alejados de sus representantes públicos
son la corrupción y las promesas rotas.
Y –atención– creen
que el partido político que mejor les entiende (porque es más creíble,
porque tiene las ideas correctas, porque es más abierto y honesto) es
Podemos. He aquí un reflejo de la magnitud de la tarea que tiene por
delante la nueva dirección del PSOE y el resto de partidos
socialdemócratas europeos.
Consolida estas opiniones la socióloga Belén Barreiro en su último libro (La sociedad que seremos,
Planeta). Sostiene que a muchos jóvenes se les ha privado de las
oportunidades que deberían haber tenido arrinconándolos, situándolos en
los márgenes, incluso excluyéndolos. Estableciendo un cordón
político-sanitario sobre los mismos.
A consecuencia de ello los jóvenes
han emprendido un camino de diferenciación, adoptando actitudes y
comportamientos (electorales, en el consumo, en la forma de vida…) que
tienen en común el distinguirse de lo que dicen y hacen sus mayores. En
nuestras sociedades, los jóvenes han dejado de ser precursores para
convertirse en antagonistas: más que explorar nuevos recorridos, buscan
tránsitos hacia destinos contrarios.
¿Explica ello el sentido de su voto mayoritario? A muchos jóvenes la
Gran Recesión les ha usurpado las oportunidades para concebir sus
sueños, para llegar a ser lo que quieren. No sólo el sistema político
sufre los efectos de su desconfianza (más de ocho millones en España, el
18% del total de la población), sino también las grandes empresas.
Con
un 40% de paro y sufriendo la precarización estructural y la contracción
salarial, los jóvenes españoles son los más anticapitalistas del
contexto europeo. Lo peor de todo es la desigualdad de oportunidades: su
futuro depende más de la riqueza de sus padres que de sus propios
esfuerzos." (Joaquín Estefanía, El País, 11/06/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario