"De acuerdo con el British Journal of Psychiatry, cerca de 10.000
personas se quitaron la vida entre 2008 y 2010 en Estados Unidos y
Europa como consecuencia de las tragedias provocadas por la crisis
financiera.
Entre 2013 y 2015, la prensa económica anglosajona dio
cumplida cuenta de la oleada de altos ejecutivos bancarios que decidió
pasar voluntariamente a mejor vida, incapaces de arrostrar las
consecuencias de quiebras, estafas, despidos o simplemente la
insoportable presión laboral a la que se veían sometidos por sus CEOs.
‘Welcome to the jungle’, rezaba la leyenda con la que cierto gran banco
de negocios recibía a los recién fichados en sus oficinas de Wall
Street. Casos tan señalados como el de Gabriel Magee, ejecutivo de JP
Morgan, que saltó desde lo más alto de la sede de la entidad en Londres;
el de Mike Dueke, economista jefe de inversiones de Russell; el de
Richard Talley, fundador de American Title Services, o el de Ryan Henry
Crane, director ejecutivo de JP Morgan, entre otros muchos. (...)
Nuestros chorizos han perdido la vergüenza, si es que alguna vez la
tuvieron. Ayer, la periodista Pepa Bueno, portaestandarte de la cadena
SER, entrevistó en su programa de la mañana a Francisco Granados, ex
secretario general del PP de Madrid y miembro de los Gobiernos de
Esperanza Aguirre, a quien la Fiscalía Anticorrupción, en un demoledor
informe fechado el pasado 11 de mayo e incorporado al sumario del caso
Púnica, sitúa a la cabeza de una trama dispuesta a hacerse con “el botín
del reparto ilícito de suelo público y la adjudicación amañada de obra
civil a cambio del pago de dádivas concertadas” cuya cuantía ascendería a
3.000 millones, millón arriba o abajo, trama sobre la que el ministerio
público dice tener “evidencias documentales”.
Resultó que la
buena de Bueno lo trató como a un amigo y Granados, cheli entre los
chelis, que no aparenta sentir el más mínimo complejo de culpa, y no
digamos ya propósito de enmienda, a cuenta de los supuestos graves
delitos que se le imputan, se abrió de capa y se explayó a gusto.
“Le ha
cambiado su paso por la cárcel? ¿La cárcel enseña algo o no enseña
nada?” Le preguntó de buenas a primeras la doña. Y sí, “claro que me ha
cambiado y claro que enseña cosas (…)
Te puedes imaginar la mezcolanza
de razas, de nacionalidades que hay en una prisión en España hoy en
día”. Y desde la primera respuesta el tuteo, y esa sensación de estar en
el salón de su casa, la casa de Paco, digo, Paco Granados, esa
sensación de confianza que amenazaba con derivar en frugal “colegueo”
con el tío que supuestamente se lo ha llevado crudo de casi todos los
Ayuntamientos de Madrid.
Entrados en harina, la cosa de volvió
jugosa. ¿Dígame qué es verdad de la Púnica? “Es verdad que yo tuve una
cuenta en Suiza y eso lo he reconocido desde el primer día. Esa cuenta
la cerré y la forma de cerrarla fue, y ahí vino mi grave error, ceder la
cuenta a quien no debía, a David Marjaliza, y por tanto existe una
unión con él en ese tema. Todo lo demás o no es verdad o es una verdad a
medias”. Eso es todo.
¿Todo? Contó Paco que en 92/93 abrió una cuenta
en UBP: “Por una cuestión del gestor de mi banco, los fondos de esa
cuenta se cambiaron luego a Credit Lyonnais y después a BNP. Yo esa
cuenta la cerré en el 2005. El dinero lo recibí en España y es el que
apareció en casa de mis suegros. Y ya está”.
¿Ya está? Resulta que el
juez Velasco preguntó al suegro, médico jubilado de profesión, cómo era
posible que un maletín con un millón de euros hubiera llegado al altillo
de su armario, y el galeno respondió con un “no lo sé, señoría, en mi
casa ha entrado mucha gente del Ikea y fontaneros”.
Todos son inocentes
Con
la facundia que le caracteriza, el gran Granados puso ayer en un serio
compromiso a Juan José Güemes y tiró con bala contra Ignacio González,
hoy en la trena, mal enemigo donde los haya: “Creo sinceramente que la
inmensa mayoría de los problemas de todo tipo que ha tenido Esperanza
Aguirre durante y después de salir del Gobierno tienen su origen en
Nacho González”.
Casi a la hora de las despedidas, La buena de Bueno se
rinde, entrega la cuchara: “¿Usted es más inocente o más listo y con más
experiencia bancaria que otros imputados?” A lo que el aludido responde
con una media verónica: “Yo me considero inocente y lo voy a defender y
lo voy a pelear hasta el final”.
Es Francisco Granados, es Luis
Bárcenas, cuya fortuna en Suiza procede de las venturosas inversiones
que durante años realizó en Bolsa; es Rodrigo Rato, rico de familia como
buen Rato Figaredo de las Asturias de Oviedo que es, también experto en
inversiones finas y otras hierbas; es Pujol & family, cuyo dinero
procede de la herencia del abuelo, luego provechosamente invertida por
el primogénito, Jordi Pujol Ferrusola…
Es una larga lista, propia de una
Justicia que no funciona, que permite a nuestros chorizos de cuello
blanco hacerse el siguiente planteamiento de vida en caso de ser
descubiertos con las manos en la masa: se trata de aguantar unos pocos
años en la cárcel, para poder después disfrutar cómodamente del dinero
previsoramente puesto a buen recaudo.
Porque aquí nadie devuelve lo
robado. Un país donde los chorizos no se avergüenzan de sus fechorías y,
antes al contrario, se exhiben a cuerpo gentil por las radios y los
platós de televisión, es un país enfermo, que ha hecho almoneda de toda
esa serie de valores sobre los que se asienta la libertad y la
prosperidad de una nación. Y de suicidarse, ni hablamos." (
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