"(...) La policía más eficaz, informada y preparada del mundo puede ser
impotente a la hora de evitar un atentado indiscriminado del carácter
del atentado de Barcelona. Pero una vez constatada su impotencia no la
celebra.
Los mossos no pueden celebrar su desconocimiento absoluto de
las actividades del grupo desarticulado, que se prolongaron, parece,
cerca de un año. No pueden celebrar tampoco la ejecución de un atentado
tan técnicamente rudimentario en el espacio más transitado de Barcelona y
que el atentado finalizara no por su drástica intervención sino por
voluntad del propio terrorista.
No pueden celebrar tampoco que el
terrorista huyera de la ciudad. No pueden celebrar la fragilidad de sus
controles viarios. No pueden celebrar que la muerte de los islamistas de
Alcanar se debiera a una explosión fortuita que tardaron en vincular
más tiempo del conveniente con planes terroristas. No pueden celebrar
que el visionado de la muerte del quinto terrorista de Cambrils deje
sombras, incluso moralmente desagradables, sobre la profesionalidad del
dispositivo de captura.
No pueden celebrar la muerte en un viñedo del
autor del atropello mortal: no solo porque las muertes no se celebran,
sino porque era más valioso vivo y la policía no ha explicado aún por
qué fue imprescindible matarlo. Como no ha explicado tampoco los
detalles de la acción, técnicamente impresionante por lo que parece, del
policía que liquidó a cuatro terroristas en Cambrils." (Arcadi Espada, El Mundo, 22/08/17)
"(...) la actuación de la policía catalana antes, durante y después
de la matanza. Como de costumbre, la máquina de propaganda nacionalista
trató de hacer de la mediocre actuación de su policía una celebración
apasionada. Se comprende porque va a ser esa policía la que, en primera
instancia, reciba la orden de detener a los sediciosos.
Después de dos
semanas el gobierno nacionalista sigue sin ofrecer un relato completo y
ordenado de los hechos, algo que tampoco ha sido capaz de exigir una
oposición vacua, pusilánime y dominguera. Sin embargo le bastaron unas
pocas horas para organizar un capítulo más de posverdad. Durante unos
días lograron imponerlo con la colaboración habitual de los tontos y de
los útiles. Y también de los sexualmente seducidos por la pistola del
policía Trapero.
Pero ha acabado fracasando. Como de
costumbre, no por un camino edificante. Por lo que se refiere al
supuesto aviso de la CIA, y solo a eso, la razón está de parte del
gobierno desleal. Pero en el tumulto, sus mentiras previas, sus errores
de gestión flagrantes y su inmoralidad acreditada han acabado
emergiendo. La inédita frustración nacionalista ha provocado una
reacción interesante y el hundimiento definitivo en el barro trumpiano.
Esta deriva del nacionalpopulismo no debe sorprender. Así acaban todas
las cosas infectadas de nuestro mundo. Trump llegó al poder mediante
mentiras y la única verdad de la xenofobia. Trump ha destruido al
Partido Republicano. Trump está fuera de la razón, del orden, de la
ética y de cualquier belleza. Trump pudre lo que toca su oro falso. Y
Trump azuza cada noche a la jauría contra la prensa.
Ahora
ha empezado a imitarlo el nacionalismo. No contra esta prensa
extramuros en la que te escribo con una punta de orgullo que pasará
pronto, sino contra la que fue también su prensa necesaria y
copartícipe. La del editorial conjunto y la equidistancia." (Arcadi Espada, 03/08/17)
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