"Dejémoslo claro desde el principio. La especificidad
española era tan evidente que, con mucha frecuencia, no la hemos tenido
en cuenta. Aquí, en nuestro país, era el único lugar –o casi- donde la
izquierda crecía y se desarrollaba. Alcanzar más de un 20% del voto era
una singularidad que tenía que ver con un 15M extremadamente potente y
una conciencia democrática elevada de las nuevas generaciones.
Desde sus
inicios, este movimiento de democratización político social fue
combatido con fiereza y a Unidos Podemos se le ha negado el derecho a
ser una fuerza de gobierno en un país que mutaba para peor.
La naturaleza de Ciudadanos fue conocida y reconocida desde el
principio: una fuerza creada por los poderes fácticos para neutralizar
por el centro a Podemos y complementar al Partido Popular por la
derecha.
La llamada cuestión catalana ha cambiado muchas cosas y ha
lanzado a Ciudadanos como la fuerza que mejor podía interpretar la
reacción nacional-española que el independentismo catalán ha provocado.
Por primera vez, el PP tiene un serio rival en su derecha, Ciudadanos
está imponiendo su agenda política y el PSOE, sin norte y sin impulso,
apenas si es capaz de oponerse a un movimiento que afecta directamente a
su centralidad política. Unidos Podemos ha sufrido un serio desgaste e
intenta recomponerse ante una situación política que cambia
aceleradamente.
Lo he señalado y lo repito: el independentismo catalán
ha obtenido una victoria que puede ser pírrica y ha entrado en un
proceso de desgaste que nadie sabe realmente hacia donde le llevará.
Para decirlo de otra forma, el independentismo ha hecho emerger la otra
Catalunya, ha roto la comunidad y ha hecho emerger en todas partes el
nacionalismo español.
Aquí había que hilar fino también y no equivocarse
demasiado: el nacionalismo español no es mayoritario en el conjunto del
Estado y la mejor prueba de ello es que lo recoge y lo interpreta
Ciudadanos.
La ciudadanía vive su condición de
española con mucha normalidad, razonablemente escéptica ante las grandes
palabras, serenamente orgullosa de los progresos del país y molesta
ante tanta descalificación sobre personas y lugares de las que se
sienten parte.
El desprecio a los sentimientos de las gentes, la
incapacidad para entenderlas y, lo que es peor, su rechazo global, abren
una sima entre intelectuales y sociedad que solo la derecha extrema o
la extrema derecha pueden salvar.
Lo que está en juego es esta
especificidad española, entendida como un movimiento de democratización
general del poder político y económico que, en muchos sentidos, sigue
representando Unidos Podemos.
Las encuestas dicen algo que no deberíamos eludir: el PP y Ciudadanos,
en su competencia y cooperación, se están convirtiendo en la fuerza
mayoritaria y, lo que es más grave, están polarizando a la opinión
pública en torno a ella. ¿Qué es lo que desaparece? La izquierda, es
decir, PSOE y Unidos Podemos como alternativa.
Insisto, se empiezan a
dar las condiciones en España para que ocurra como en otros países
europeos: la única opción política es elegir entre varias derechas y la
desaparición de la socialdemocracia como fuerza de gobierno en el marco
de una involución autoritaria de la sociedad. (...)
En todas partes, el mismo fenómeno: una izquierda sin
proyecto autónomo propio que renuncia a un reformismo real y que, una y
otra vez, acepta el chantaje de una plutocracia que cree llegado su
momento para poner fin a la historia de la otra Europa, la que ha
representado históricamente la izquierda política y social.
El
europeísmo en este caso –es la verdadera orientación- se torna en
norteamericanización, en Estado mínimo, en la producción social de
hombres y mujeres que hacen suyos los postulados neoliberales, que
conviven con ellos y los convierten en el horizonte insuperable de sus
relaciones sociales.
Se podría decir que exagero, que
tiendo al catastrofismo y a una alarma no justificada en la realidad,
pero lo que viene ahora es bastante previsible: una lucha dura – a veces
será durísima- entre Ciudadanos y el PP, un PSOE desnortado que sueña
con reducir política y electoralmente a Unidos Podemos con la esperanza
de convencer a unos y a otros de que la verdadera anomalía es la
existencia de esta organización.
Al final volvemos al principio, la
especificidad de una España marcada por el movimiento de los indignados y
una fuerza alternativa que sigue teniendo grandes dimensiones
electorales, sociales y políticas. Se puede decir que los próximos meses
serán decisivos para las clases populares, para los jóvenes y para
todas las personas que siguen pensando que otra España es posible." (Manuel Monereo, eldiario.es, 21/02/18)
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