19.6.18

'Portugal no es Grecia'. Si Grecia iba a ser el ejemplo de lo que sucede cuando no se siguen las normas, Portugal estaba destinado a ser un ejemplo positivo en Europa

"(...) La Unión Europea y Alemania en particular, necesitaban un relato positivo del resultado de las medidas de austeridad. Hubiera sido políticamente desastroso para Merkel - que mantuvo las políticas de dumping salarial y recortes sociales - permitir un escenario en el que la austeridad sólo se pudiera implementar en una situación de crisis social y política extremas o - peor aún - permitir la posibilidad de que un partido de izquierda abandonase la austeridad. 

Los males de Portugal eran la mejor oportunidad para demostrar que la austeridad podía funcionar, si se aplicaba en una situación de baja movilización social y obediencia acrítica a los dictados de la troika.

Portugal pidió un rescate en 2011, un año después de Grecia, y desde el principio, fue tratada como “el buen estudiante.”  [2] “Portugal no es Grecia” se repetía una y otra vez. Y es verdad. Desde finales de 2014 al Banco Central Europeo, a través del Banco de Portugal, se le permitió comprar bonos de deuda pública portuguesa directamente, una forma de flexibilización cuantitativa. 

Esto tuvo dos resultados positivos: bajó las tasas de interés de la deuda, y una parte de las tasas de interés pagadas por el gobierno portugués, por lo tanto, podían ser pagada al Banco de Portugal, volviendo a inyectar así dinero en la economía portuguesa. Las instituciones europeas nunca permitieron que el gobierno de Syriza en Grecia recurriera a la flexibilización cuantitativa.

Más tarde, en 2016, aunque el nivel de déficit estaba por encima del límite impuesto por el pacto fiscal  [3], la Comisión Europea decidió no aplicar sanciones a Portugal y España.

 Fue una decisión política diseñado no sólo para permitir al gobierno portugués cierto margen de maniobra, sino -más importante- para evitar la llegada al gobierno de la izquierda en España en un escenario en el que la austeridad impuesta por Europea amenazaba con agravar la crisis política  [4] .

Por otra parte, en marzo de 2018, el gobierno portugués llegó a un acuerdo con la Comisión Europea para que el dinero gastado en la recapitalización de la banca pública Caixa Geral de Depósitos no se contabilizase en su déficit.

 A pesar de esta decisión, la agencia de estadísticas de la UE Eurostat cifró el déficit portugués en un 3 por ciento, por encima del límite del Tratado presupuestaria y muy por encima del pronosticado 0,9 por ciento del gobierno (lo que hubiera supuesto el nivel de déficit más bajo de su historia). 

Una vez más, la Unión Europea mostró su verdadera cara: juega sus fichas como le convenga, según sus objetivos políticos, mientras que los actores políticos en la periferia están sometidos a las reglas impuestas por el centro.

En este sentido, es justo decir que Portugal no es Grecia. Si Grecia iba a ser el ejemplo de lo que sucede cuando no se siguen las normas, Portugal estaba destinado a ser un ejemplo positivo en Europa.

 Y esta decisión política, que se adoptó en una situación más general de recuperación económica, permitió la aparición de un nuevo “centro-izquierda” en el poder, que no sería la punta de lanza de ninguna resistencia seria a la imposición de las medidas de austeridad. (...)"                 (Catarina Principe  , Sin Permiso, 15/06/2018)

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