"Están intentando detenernos con el chantaje habitual de diferenciales
en alza, caída de los mercados bursátiles y amenazas europeas", escribió
Matteo Salvini, líder el partido Liga de Italia, en su página de
Facebook. "Esta vez", insistió Salvini, "el cambio está llegando".
Ahora ha formado un nuevo gobierno con el líder del populista Movimiento
Cinco Estrellas, Luigi Di Maio. Y, como sugiere la declaración de
Salvini, la coalición entre M5S y la Liga podría representar un nuevo
movimiento euroescéptico capaz de vengarse de los mercados financieros,
la Unión Europea y los halcones fiscales alemanes.
En verdad, Salvini ya ha declarado el "segundo round" en la batalla más
grande entre el populismo italiano y el establishment europeo. El primer
round terminó en noviembre de 2011, cuando la canciller alemana Angela
Merkel y el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy apelaron a los
temores del mercado financiero para expulsar al ex primer ministro
italiano Silvio Berlusconi del poder.
Y, desde entonces, el
euroescepticismo populista ha ido en aumento, particularmente en Italia,
debido a su posición de primera línea en la crisis de inmigrantes y
refugiados. (...)
Un gobierno italiano que combina dos corrientes muy diferentes de
populismo planteará una amenaza seria para el proyecto europeo, porque
podría conformar el núcleo de una nueva federación de populistas y
euroescépticos que, hasta el momento, han operado de manera separada.
Los euroescépticos ya no estarían fragmentados en diferentes tribus de
políticos anti-inmigrantes en la derecha y políticos anti-austeridad en
la izquierda. (...)
Pero si consiguen gobernar, su programa político podría servir como un patrón para los populistas en toda la UE.
Consideremos,
por ejemplo, la agenda internacional de la Liga, que defiende una
cruzada contra la inmigración y un retorno a valores más tradicionales.
Son las mismas ideas que animan al primer ministro cada vez más
autoritario de Hungría, Viktor Orbán, quien ahora ha entablado una
relación estrecha con Salvini.
Por
su parte, M5S no es insensible a la agenda anti-inmigrantes de la Liga,
y la complementaría reuniendo a los estados miembro del Mediterráneo
detrás de una pancarta anti-austeridad y anti-norte de Europa. Si bien
Francia y España probablemente no se sumarían a la causa, Grecia y otros
países podrían hacerlo, y juntos podrían alterar seriamente la política
de la UE.
Es más, todo esto ocurre a la sombra de las elecciones del año próximo
para el Parlamento Europeo, a las que probablemente se presente una
oleada de partidos populistas en todo el continente. A los populistas
europeos nada les gustaría más que crear un parlamento que se odie a sí m
ismo -en el que una mayoría de eurodiputados se oponga a la existencia
misma de la institución en la que se desempeñan-.
Si esto sucediera,
también tendría implicancias de amplio alcance para la composición de la
Comisión Europea y otros organismos de gobierno de la UE, que
tradicionalmente se han mantenido aislados de las disputas políticas a
nivel nacional. (...)
Macron
y Merkel han prometido presentar un bosquejo de reformas a nivel de la
UE dentro del próximo mes. Una de las ideas más interesantes de las que
se habla es la de una "Europa flexible", que permitiría que una
coalición de estados miembro voluntariosos llevara adelante una
integración más profunda, dejando al mismo tiempo la puerta abierta para
que otros ingresen más adelante.
Si Italia sigue el camino populista,
se autoexcluirá de este grupo central.
El
gran interrogante para esta era de historia europea, entonces, es si
los reformistas tradicionales se impondrán a los populistas. (...)
De
más está decir que éste será un juego que llevará mucho tiempo. El
centro europeo ganó el primer round cuando efectivamente reemplazó a
Berlusconi con Mario Monti, que era muy popular en las capitales
europeas. Y, aun así, el resurgimiento del populismo en Italia sugiere
que tal vez se haya tratado de una victoria pírrica.
Según
un estudio reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, el
respaldo público a la UE decayó más en Italia que en cualquier otro
estado miembro entre 2007 y 2017. No sorprende entonces que Italia haya
pasado rápidamente de tener uno de los gobiernos más pro-UE en el bloque
a ser potencialmente la nueva vanguardia del populismo europeo.(...)" (
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