"(...) España ya está en plena desaceleración.
Tal vez nunca aceleró. Los datos macro a veces no muestran
adecuadamente lo que está pasando. Por lo menos si no los descuartizas y
los repasas en detalle. Creábamos empleo pero era un empleo de guardería.
Un empleo que, como se ha visto a finales de agosto, dependía de un
sector que como se resfríe vamos a pasar la madre de todas las gripes.
Depender del turismo tiene su cosa. Y es que la propia OCDE avisa que la
actividad nacional se deteriora más que en el resto de países. La
pérdida de velocidad de la economía europea, de la que España parecía
estar exenta, ya nos arrastra también.
El bajón de la actividad en el
mes de julio en España fue mayor que en sus parientes de la UE. El
gobierno sigue considerando que vamos a crecer al 2,7% aunque ya hay
quienes advierten que esa cifra podría verse recortada en una o dos
décimas.
Esto es muy destacable. En el caso de España, crecer al 2,7% o
al 2,5% representa estar en zona de creación de empleo o todo lo
contrario. Sabemos que nuestro país es incapaz de crear empleo neto por
debajo del 2,4% de crecimiento. Ni tan siquiera empleo precario. No
hablemos de empleo de alto valor.
Seguimos sin estrategia
real hacía donde dirigir nuestro modelo productivo. Mantenemos la
inercia de lo que siempre nos ha ido bien. Incluso de lo que nos dio el
mayor de los sustos. España estimula la economía vinculada al turismo y
al sector inmobiliario, lo hace por falta de acción política y por un
factor cultural y social.
Pero la menor actividad de Europa será el
detonante de una recesión inminente, ya que el 70% de nuestras
exportaciones se dirigen a los países de nuestro entorno. Las muestras
son pura estadística, pero vale la pena abordarlas en su conjunto: la
demanda exterior ya restó 0,2 puntos al crecimiento del PIB anual en el
segundo trimestre. Entre abril y junio, las ventas al exterior menguaron
un 1% frente a los tres meses anteriores.
El consumo pasó de crecer un
0,7% en el primer trimestre al 0,2% en el segundo. El paro registró su
peor agosto desde 2011. Es decir, los vientos favorables que llegaban de
Europa con su recuperación, ahora es viento en contra. Lo jodido es que
España no se preparó durante la bonanza de principios de este siglo, no
supo abordar correctamente la crisis, no ha sabido estructurar un nuevo
modelo de crecimiento aprovechando estos últimos años de recuperación y
no está en la mejor condición para enfrentarse ahora a una mala racha
en la economía global.
No se han hecho los deberes y no hay intención de
hacerlos visto lo visto. Hay temas más importantes parece ser.
Para
que no me llamen catastrofista, eso ya lo sufrí hace más de una década,
diré que una desaceleración no es algo de lo que preocuparse. Lo grave
es cuando se ignora (...)
Nos dirán que la desaceleración no es para asustarse. Probablemente
no, pero los indicadores que la explican si son destacables. Las ventas
minoristas disminuyeron en julio, el indicador de sentimiento económico
que retrocedió al peor nivel desde abril de 2017, las ventas en grandes
empresas y el índice de producción industrial perdieron impulso en
junio, el mismo mes que se amplió el déficit comercial, la constitución
de hipotecas y la cifra de negocios empresarial se desaceleraron en
junio, las salidas netas de capital fueron por valor de 11.127 millones,
muy superior a la de mayo en que salieron 884 millones.
Y, por si fuera poco, tenemos el asunto del turismo
como decía antes. La caída del número de visitantes se achaca a
diversos motivos: recuperación del sector en el entorno mediterráneo, el
mundial u otros. Son ciertos.
Como también que asegurar que los
turistas gastan más y con ello se compensa la caída bruta de unidades es
hacerse trampas al no contemplar la propia inflación que maquilla
resultados cuando nos interesa. El problema no es ese, el verdadero
asunto es que pocos ven el aviso que supone que el turismo tenga
momentos mejores o peores dependiendo de factores externos.
La
economía española tiene una dependencia de este sector cercana al 15% y
posiblemente si aplicamos factores secundarios un poco más. El empleo
vinculado roza el 17% directo. Ojo a esto. Da bastante igual si la caída
depende de Turquía o de la lluvia. El problema es que dependemos de su
crecimiento. Si este motor se detiene no hay sustituto. Ya pasó con el
sector inmobiliario, se detuvo y el motor que debía sustituirlo, la
industria, no estaba engrasado.
Ahora ¿qué motor tenemos listo?
Deberíamos correr para preparar uno que tenga que ver con un nuevo
mundo, el que gira ahí afuera y el que a muchos de sus señorías les va a
explotar en las narices. Lo chungo es que a nosotros también nos va a
manchar.
Por eso, si tienes una empresa, si eres un directivo con
responsabilidades, déjate de titulares, de lecturas ajenas a la realidad
que se muestran por todas partes, y ponte en marcha, transforma tu empresa, fórmate y construye tu futuro. El tiempo vuela." (Marc Vidal, 14/09/18)
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