"En el vídeo Mi opinión como negro sobre el "racista" Bolsonaro
el youtuber Thiago Fonseca declara su voto para Jair Bolsonaro. Empuña
un vaso con el rostro de un superhéroe y un logo de Coca-Cola. Señala un
agujero en el vaso. Y lanza su metáfora: "Brasil es un vaso agujereado.
El agujero representa la corrupción". Thiago coloca agua. Mientras el
agua se escapa, arremete contra los políticos que "no tapan el agujero".
Bolsonaro, dice, no sabe mucho de economía, pero es el mejor candidato:
"No soporta la corrupción y no es corrupto". El otro gran asunto del
vídeo es la violencia. Thiago, como Bolsonaro, defiende la pose de armas
contra "los bandidos". En pocos días, el vídeo obtuvo más de un millón y
medio de visitas.
El apoyo de un youtuber negro a un candidato que afirmó que los portugueses no pisaron África y que eran los negros quienes entregaban a los esclavos visibiliza la complejidad del fenómeno Bolsonaro. (...)
El apoyo de un youtuber negro a un candidato que afirmó que los portugueses no pisaron África y que eran los negros quienes entregaban a los esclavos visibiliza la complejidad del fenómeno Bolsonaro. (...)
Si los primeros estudios revelaban que el perfil de su votante encajaba con un "hombre blanco, de clase media, con estudios superiores y de las regiones sur y sudeste del país", desde que Bolsonaro sufrió un ataque con un cuchillo en medio de un acto electoral,
el bolsonarismo se dispara. Y la complejidad de la base electoral de un
candidato que la izquierda define como fascista crece.
Mientras la
derecha tradicional no despega, aparecen bolsonaristas improbables, como
militantes LGTB
o mujeres, atacados constantemente por un candidato que elogia el
armamento de la población civil, la familia tradicional y las Fuerzas
Armadas.
La derecha tradicional, hundida
Nexo Jornal realizó una infografía
sobre el perfil de los votantes de cada candidato usando los datos de
Datafolha. El correspondiente al electorado de Bolsonaro revelaba cinco
bastiones fuertes (y cinco pistas).
El primero es el núcleo duro
del bolsonarismo: clases ricas, con estudios, mayoritariamente hombres,
del sur del país.
El segundo grupo, los menores de 34 años, supone el
60% de sus votantes.
El tercero: el estado de Río de Janeiro, metáfora
de un territorio asolado por la violencia urbana y de las periferias
brasileñas en general.
El cuarto: la clase media baja (entre 2 y 5
salarios mínimos).
El quinto: los evangelistas, que representan el 30%
de la población brasileña.
La fortaleza de Bolsonaro entre las clases pudientes no se explicaría sin el hundimiento del Partido de la Social Democracia Brasileira (PSDB), la derecha tradicional. Bolsonaro empezó a crecer en 2016, cuando la operación Lava Jato vinculó a la corrupción al entonces candidato del PSDB, Aécio Neves. La Lava Jato acabó con la carrera presidencial de Aécio y lastró a Geraldo Alckmin, el actual candidato tucano.
La fortaleza de Bolsonaro entre las clases pudientes no se explicaría sin el hundimiento del Partido de la Social Democracia Brasileira (PSDB), la derecha tradicional. Bolsonaro empezó a crecer en 2016, cuando la operación Lava Jato vinculó a la corrupción al entonces candidato del PSDB, Aécio Neves. La Lava Jato acabó con la carrera presidencial de Aécio y lastró a Geraldo Alckmin, el actual candidato tucano.
Alckmin, que plantó cara a Lula en las elecciones presidenciales
de 2006 con un 45% de apoyo, no llega al 10%. La élite y muchos
militantes del PSDB han pasado a votar a Bolsonaro, como revela el
reportaje Sin élite, sin (casi) nada
de la Revista Piaui: "No adelanta criticar a los petistas si tu
candidato está envuelto en investigaciones", asegura en dicho reportaje
Thiago Campina, un militante histórico del PSDB. (...)
"El extremismo en Europa y Estados Unidos se construye con la idea del
enemigo externo. En Brasil, el enemigo es interno. Puede ser el enemigo
clásico, joven, negro, pobre de periferia. O la figura de la izquierda.
Hay un anti izquierdismo muy fuerte, contra los profesores y el PT",
aseguró en una entrevista reciente a Carta Capital la politóloga Esther Solano, autora del libro El odio como política.
Tras el hundimiento de la derecha tradicional, el apoyo de parte del poder judicial, del Ejército y de un nuevo pelotón de "empresarios anticomunistas" como Luciano Hang que hacen campañas burlando la ley electoral catapultan el fenómeno Bolsonaro.
Tras el hundimiento de la derecha tradicional, el apoyo de parte del poder judicial, del Ejército y de un nuevo pelotón de "empresarios anticomunistas" como Luciano Hang que hacen campañas burlando la ley electoral catapultan el fenómeno Bolsonaro.
Hartazgo de la violencia
El youtuber Thiago Fonseca, justificando la mano dura que Bolsonaro pide
contra "los bandidos", prueba que la violencia y la inseguridad se han
convertido en asuntos claves del momento. Los estudios de la socióloga
Rosa Pinheiro Machado en regiones periféricas de Porto Alegre apuntan a
que parte de la población de los territorios dominados por el tráfico de
drogas apoya a Bolsonaro. También muchos de los que sufren la violencia
policial. "Las personas están pidiendo orden, en el sentido de
normalidad, después de cinco años de caos", afirma Rosana Pinheiro-Machado.
"En zonas que sufren violencia policial hay una nítida ausencia del Estado como poder que efectiva las garantías constitucionales y los derechos fundamentales. Mucha gente se desilusionó con la izquierda. En ese vacío, llegan los oportunistas", asegura a eldiario.es la carioca Marcela Canavarro, investigadora de la Universidade do Porto. Bolsonaro aprieta las teclas apropiadas. Frente al miedo, seguridad policial. Frente al caos, familia tradicional.
Falta una variable importante en la irregular ecuación bolsonarista: la antipolítica, clave para el masivo apoyo del candidato entre la juventud. El voto a Bolsonaro, en palabras de Esther Solano, refleja frustración y cansancio: "Representa la antipolítica, transformando ese malestar en capital electoral. Esta extrema derecha salió del armario y puede hacer circular libremente su odio”.
Bolsonaro, fabricando declaraciones explosivas contra el sistema, exprimiendo el discurso populista, refuerza la imagen de candidato espontáneo y auténtico. "Es capaz de llegar a personas vinculadas a la iglesia, al 'joven trabajador' de Uber o al adolescente", según Rosana Pinheiro Machado. Da igual que sea un falso outsider (lleva décadas en la política y está rodeado de corrupción, como apunta Greg News), porque el bolsonarismo se ha expandido a todo el país. Transversalmente, atravesando todas las clases sociales, todas las razas, todas las religiones, sobre un océano de fake news." (Bernardo Gutiérrez, El Diario , en Jaque al neoliberalismo, 08/10/18)
"En zonas que sufren violencia policial hay una nítida ausencia del Estado como poder que efectiva las garantías constitucionales y los derechos fundamentales. Mucha gente se desilusionó con la izquierda. En ese vacío, llegan los oportunistas", asegura a eldiario.es la carioca Marcela Canavarro, investigadora de la Universidade do Porto. Bolsonaro aprieta las teclas apropiadas. Frente al miedo, seguridad policial. Frente al caos, familia tradicional.
Falta una variable importante en la irregular ecuación bolsonarista: la antipolítica, clave para el masivo apoyo del candidato entre la juventud. El voto a Bolsonaro, en palabras de Esther Solano, refleja frustración y cansancio: "Representa la antipolítica, transformando ese malestar en capital electoral. Esta extrema derecha salió del armario y puede hacer circular libremente su odio”.
Bolsonaro, fabricando declaraciones explosivas contra el sistema, exprimiendo el discurso populista, refuerza la imagen de candidato espontáneo y auténtico. "Es capaz de llegar a personas vinculadas a la iglesia, al 'joven trabajador' de Uber o al adolescente", según Rosana Pinheiro Machado. Da igual que sea un falso outsider (lleva décadas en la política y está rodeado de corrupción, como apunta Greg News), porque el bolsonarismo se ha expandido a todo el país. Transversalmente, atravesando todas las clases sociales, todas las razas, todas las religiones, sobre un océano de fake news." (Bernardo Gutiérrez, El Diario , en Jaque al neoliberalismo, 08/10/18)
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