3.10.18

Monereo: Millones de personas lo han perdido todo y asisten atónitas a la desintegración de sus comunidades sociales. La miseria se extiende cada día y la juventud carece de horizonte. La única alternativa real al populismo de derechas es una síntesis política que anude soberanía, democracia y socialismo como respuesta a los sufrimientos sociales provocados por el neoliberalismo en Europa... y se construirá sobre las cenizas de esta Unión Europea

"(...) Tras casi tres décadas de neoliberalismo, las sociedades están reaccionando en el sentido previsto por Polanyi. Millones de personas lo han perdido todo y asisten atónitas a la desintegración de sus comunidades sociales. La miseria se extiende cada día y la juventud carece de horizonte. 

¿Acaso puede sorprender el auge que el populismo de derechas está experimentando en Europa? ¿Puede extrañar la reaparición de demandas de soberanía, de seguridad, de protección frente a las consecuencias deletéreas del mercado autorregulado? Cada vez más ciudadanos apelan al Estado y reivindican un marco nacional porque saben que es el único en el que pueden intervenir y vencer. 

Tildarlos de “fascistas” es no entender, o no querer entender, la verdadera naturaleza de la Unión Europea, su carácter jerárquico y destructivo, su orientación profundamente antidemocrática.

 La re-nacionalización de la política europea no es un efecto coyuntural de la competencia entre partidos, sino el producto histórico de la globalización capitalista y de la forma específica que ésta ha adoptado en Europa.  (...)

El europeísmo y el globalismo pueden todavía cautivar a las clases medias intelectuales, pero no frenarán el avance del populismo de derechas. Para ello se necesita una nueva síntesis política que sea capaz de interpelar a los estratos populares con ideas fuertes, con pasión e imaginarios radicales.

 La clave es unir un discurso dirigido a las grandes mayorías sociales con un programa orientado a la defensa de la dignidad de las clases populares y trabajadoras: la recuperación de la soberanía como base de la democracia; la reindustrialización de España a partir de la intervención pública en la economía; una política orientada al pleno empleo; y una profunda transformación del Estado en un sentido republicano, federal y democrático.

 Naturalmente, ello exigirá un replanteamiento de las alianzas internacionales y una nueva unión entre los países europeos que respete la soberanía de los Estados: una Europa confederal. De fondo, la posibilidad real de una gran alianza entre las clases trabajadoras, los estratos medios empobrecidos y las pequeñas y medianas empresas golpeadas por la globalización. Si no la construye la izquierda, no lo hará nadie.

El soberanismo ha venido para quedarse. Lo que estamos viendo sólo son los primeros vientos de la tempestad que se avecina. A estas alturas, la única pregunta relevante es quién hegemonizará las fuerzas sociales que ha desencadenado la globalización y que demandan protección, seguridad, identidad. 

La inquietud de las élites neoliberales europeas resulta comprensible: es el correlato lógico de su hostilidad al Estado y a la democracia. Por el contrario, la postura de algunos intelectuales de izquierda es muy difícil de entender. Las personas que nos han criticado estos días soslayan que el control de la soberanía es una condición indispensable de la democracia. 

No parecen comprender el carácter dependiente y subalterno del país en que viven. Rechazan, en fin, cualquier posibilidad de realización histórica concreta de las aspiraciones populares. Hermann Heller escribió algunas páginas luminosas sobre esta contradicción del movimiento socialista.

 La única alternativa real al populismo de derechas es una síntesis política que anude soberanía, democracia y socialismo como respuesta a los sufrimientos sociales provocados por el neoliberalismo. Pero una cosa es segura: el futuro de los pueblos se construirá sobre las cenizas de esta Unión Europea."                                               

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