"(...) Jair Bolsonaro (...) Sus exabruptos reaccionarios, sexistas, homofóbicos, fascistas y su
apología de la tenebrosa dictadura militar brasileña del 1964 y sus
torturas provocaban generalizada repulsa en la sociedad. Por eso,
durante dos años su intención de voto nunca superó el 15 o 18 por
ciento.
(...) sabemos, como lo afirma una nota reciente de Marcelo Zero, en Brasil,
que la CIA y sus aliados locales han desatado una apabullante avalancha
de “fake news” y noticias difamatorias de los candidatos de la alianza
petista que encontró un terreno fértil en las favelas y barriadas
populares de las grandes ciudades de ese país.
Esos sectores fueron
sacados de la pobreza extrema y empoderados por la gestión de Lula y
Dilma. Pero no fueron educados políticamente ni se favoreció su
organización territorial. Quedaron como masas en disponibilidad, como
dirían los sociólogos de los años sesenta.
Quienes sí los están organizando y concientizando son las iglesias evangélicas con quienes se ha aliado Bolsonaro, promoviendo un discurso conservador duro, hipercrítico del “desorden” causado por la izquierda en Brasil con sus políticas de inclusión social, de género, de respeto a la diversidad, a los LGBTI y su “mano blanda” con la delincuencia, su obsesión por los derechos humanos “sólo para los criminales”.
Quienes sí los están organizando y concientizando son las iglesias evangélicas con quienes se ha aliado Bolsonaro, promoviendo un discurso conservador duro, hipercrítico del “desorden” causado por la izquierda en Brasil con sus políticas de inclusión social, de género, de respeto a la diversidad, a los LGBTI y su “mano blanda” con la delincuencia, su obsesión por los derechos humanos “sólo para los criminales”.
Uno de sus
recursos para atraer a los favelados a la causa de la derecha radical
es mandar supuestos encuestadores para preguntarles si les gustaría que a
su hijo José le cambiaran de nombre y le llamaran María, para exacerbar
la homofobia. La respuesta es unánimemente negativa, e indignada.
La
prédica del ex capitán sintoniza nítidamente con ese conservadurismo
popular hábilmente estimulado por la reacción. En ese clima ideológico
sus escandalosos y violentos disparates, como los de Hitler, decantan
como un razonable sentido común popular y podrían catapultar a un
monstruo como Bolsonaro al Palacio del Planalto que, como dato adicional
habría que recordar que le prometió a Donald Trump autorizar la
instalación de una base militar de EEUU en Alcántara, cosa a la que se
negaron los gobiernos petistas.
Si llegase a triunfar sería el comienzo
de una horrible pesadilla, no sólo para el Brasil sino para toda América
Latina." (Atilio Boron, Página 12 , en Jaque al neoliberalismo, 07/10/18)
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