"Será necesario que pase mucho tiempo para que la imagen de la nube de furgones policiales a las puertas del Deutsche Bank en Fráncfort se difumine
de la memoria financiera de los alemanes. Hasta 170 agentes buscaron en
una aparatosa operación durante dos días pruebas en un supuesto delito
de lavado de dinero en paraísos fiscales hace tres semanas. (...)
El gran banco europeo encadena desde hace años escándalos financieros,
que han minado su credibilidad y su rentabilidad. La nueva dirección
del banco apura una reestructuración con la que aspira a desmarcarse de
un pasado plagado de multas y de desmesuradas ambiciones expansionistas,
que marcaron el inicio de su declive.
Sin dejar de ser una banco
global, quieren poner ahora el foco en Europa e inclinar la balanza
hacia banca tradicional. Mientras, en Berlín las especulaciones sobre
una posible fusión con el otro gran banco, el Commerzbank cobran
creciente intensidad.
Este penúltimo escándalo, el de los furgones a las puertas de la entidad, está relacionado con los llamados Papeles de Panamá.
Las autoridades alemanas sospechan de que al menos dos empleados del
banco no alertaron de operaciones de lavado de dinero en paraísos
fiscales pese a tener conocimiento. Las operaciones las llevó a cabo una
supuesta subsidiaria en las islas Vírgenes, que gestionó al menos 311
millones de 900 clientes.
Este caso se solapa con el del Danske Bank.
En esta ocasión, el Deutsche Bank actúo como corresponsal de una filial
estonia del danés, que presuntamente canalizó hasta 150.000 millones de
dólares bajo sospecha, procedentes de clientes rusos y de países de la
antigua unión Soviética. El banco alega que no era su responsabilidad
vetar a los clientes de Danske y que se desvinculó de la entidad en
2015.
Son solo los dos ejemplos más recientes, porque el
nombre del banco alemán aparece con insistente frecuencia cuando salen a
la luz nuevos escándalos financieros. La empresa ha pagado en la última
década 17.000 millones de euros en multas y acuerdos judiciales.
El año
pasado por ejemplo, las autoridades financieras de EE UU y Reino Unido
multaron al banco con 553,5 millones de euros por no haber detectado e
impedido el lavado de 10.000 millones de euros procedentes de Rusia.
El Deutsche Bank suspendió además el pasado verano
los test de estrés de la Reserva Federal estadounidense, que mostró
preocupación por las debilidades de la entidad en relación con su
“capacidad y control de datos que respaldan su proceso de planificación
de capital, así como sus enfoques utilizados para pronosticar los
ingresos y las pérdidas bajo estrés”.
Nicolas Veron, investigador del Instituto Peterson
para la Economía Internacional, cree que “es evidente que los sucesivos
equipos de dirección han cometido muchos errores estratégicos y eso se
nota en el precio de las acciones”. Pero a la vez piensa que “los
accionistas ven al Deutsche Bank como un banco con muchos problemas,
pero que no es insalvable. Es un banco que todavía tiene un valor en
bolsa”. (...)
Pero el precio de las acciones sigue a la baja y pese a la esperanza que
inyectan sus directivos, el banco no consigue superar el descalabro y
la herencia de la crisis financiera que estalló hace ya diez años. El
Deutsche Bank se había empeñado entonces en emular a los grandes bancos
de inversión de Wall Street de la mano del polémico Josef Ackermann y
lo consiguió. Pero su prometedor futuro se vio truncado por la crisis
financiera, que castigó al banco por su implicación en el manejo de
productos tóxicos.
Aquellas ambiciones trasatlánticas marcaron el inicio
de la desgracia del gigante financiero, cuyas ensoñaciones como banco
de inversión global nunca terminaron de cuajar en tierras del
capitalismo renano. Frente a la banca tradicional alemana, más centrada
en la banca minorista, el Deutsche Bank quiso convertirse en el gran
banco de inversión global y esa estrategia le ha reportado en los
últimos años pérdidas y multas multimillonarias. (...)
De momento, los mercados no han mostrado excesiva confianza en la
reestructuración. Este año, el banco ha registrado una caída de casi el
50% del valor de sus acciones y algo menos de dos tercios en los últimos
tres años. “Eso indica también que los analistas financieros son
también escépticos respecto a una posible fusión con Commerzbank”,
interpreta Angelo Baglioni, economista de la Universidad Católica del
Sacro Cuore de Milán.
Una fusión con un banco minorista permitiría
sinergias, es decir, abaratar costes, pero Baglioni sin embargo no cree
que “una fusión de dos bancos débiles vaya a solucionar los problemas de
falta de controles internos”, que han lastrado al banco alemán.
Commerzbank tampoco atraviesa un gran momento y se encuentra inmerso en
su propio proceso de reducción de costes y registra asimismo, una caída
del precio de las acciones. (...)
Hay “un montón de indicios” de que algunos directivos discutieron “los
riesgos de reputación” de la participación de Deutsche Bank en un
esquema de intercambio de dividendos en la mayor investigación de fraude
desde la posguerra de Alemania, concluye una auditoría interna a la que
tuvo acceso Reuters.
Según este informe, Deutsche Bank emitió
certificados de impuestos y otorgó préstamos a clientes para permitirles
participar en el esquema para reclamar reembolsos de impuestos. La
fiscalía alemana dice que engañaron al Gobierno al simular que las
acciones tenían múltiples dueños el día de pago de dividendos para
obtener créditos fiscales. Las autoridades dicen que el fraude, bautizado como cum-ex, involucra a otros bancos." (Ana Carbajosa, El País, 31/12/18)
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