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Detrás de la Gran Recesión, del caos financiero, de la caída de la
productividad, de la desigualdad, del recurso interminable a la
deuda, del actual Totalitarismo Invertido, se encuentra el
capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton
Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse
sin reglamentación. Hete aquí el quid de la cuestión.
No
contentos con ello, para rematar la faena y ante la brutal crisis del
sistema capitalista que se nos avecina -Raghuram Rajan y Ray
Dalio, por poner dos ejemplos, ya han avisado y lo detallan
sucintamente en sus conferencias- las élites, aquellas que pretenden
conservar lo obtenido tras sus fechorías, urgen derribar el segundo
elemento clave del consenso surgido en las democracias occidentales
tras la II Guerra Mundial.
Nos
referimos al maltrecho Estado Social y de Derecho recogido en las
constituciones de los países democráticos, y cuyo punto de partida
es la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Lo que
nos jugamos en los próximos años va más allá de temas meramente
sociales y económicos, que también. Tiene que ver con la libertad.
Nuestras libertades, frente a la acumulación del 1% más rico. Como
me explicó hace años un lector de este blog, nos acercamos a los
Juegos del Hambre.
Vox, sin complejos
En
nuestro país el último ejemplo es el programa económico de Vox.
Éste es acorde con su concepción de la sociedad. He de reconocerles
una virtud. A diferencia de sus correligionarios del PP y de Cs, no
mienten, y dicen aquello que realmente quieren aplicar. Además,
frente a los exabruptos de Casado, Rivera y compañía,
sus principales líderes mantienen un discurso formalmente calmado y
educado.
No
tienen por qué ocultarse, ni disimular. Por eso Vox
va a devorar electoralmente a PP y Cs. La caricatura de Casado es un
anticipo; y el nacionalismo de Rivera, incompatible con el
liberalismo clásico, otro.
Porque
Vox, al igual que Bolsonaro en Brasil, o el propio Trump
en los Estados Unidos, son neoliberales en stricto sensu, que no
liberales. Mientras que sus propuestas suponen un retroceso en
términos de libertades y derechos civiles, su programa económico
lleva a niveles extremos la protección de los que más tienen.
Reducen
el estado a la policía, ejercito, cárceles y jueces. Esta doctrina
liberal extrema se entremezcla con teorías que arrojan sobre las
leyes de la naturaleza la responsabilidad de la miseria de las clases
trabajadoras, y fomentan una profunda indiferencia y culpabilidad
hacia sus padecimientos.
Supone
consolidar una combinación de políticas económicas, sociales,
educativas… claramente regresivas, ineficaces e injustas, pero que
empezaron a ser desplegadas en las últimas tres décadas por el
establishment político y económico, y vociferadas como verdades
absolutas por su aparato mediático. Ambas concepciones,
Neoliberalismo y liberalismo, no son equivalentes, aunque la deriva
de muchos liberales, social-liberales e incluso socialdemócratas
acabe en una confusión de confusiones.
El fracaso liberal de Ciudadanos
No
me voy a entretener ni un segundo en comentar los exabruptos de
Casado y su partido. No merece la pena. Pero sí me gustaría
detenerme en Ciudadanos
y Rivera,
porque lo que nos jugamos va en serio y no entiendo a estas alturas
su posicionamiento. Hace unos meses, el ensayista Ignacio
Sánchez Cuenca
en una pieza exquisita, El
imposible liberalismo en España,
publicada en La
Vanguardia,
puso de manifiesto el fracaso patrio de cualquier intento de crear un
partido liberal.
Su
argumento era contundente: “la exaltación de la nación española,
así como la defensa de un modelo territorial centralista y
uniformizador, se llevó por delante el credo liberal…”. Los
partidos liberales deberían tener en el centro de su acción
política, la defensa de las libertades y derechos civiles, aspectos
en los que sin duda deben encontrarse con la izquierda radical.
Pero
al final, y muy especialmente por la acción de Vox, su “liberalismo”
se diluye y se concentra exclusivamente en la defensa del liberalismo
económico, donde los de Cs a estas alturas son unos aprendices de
brujo al lado de la propuesta de Vox. (...)
Podemos, la socialdemocracia y la necesidad de ser valientes
La
socialdemocracia europea continental, no así la estadounidense o
británica, está completamente desnortada. La clase trabajadora de
Alemania, Austria o Dinamarca no se olvida de la profunda traición
de sus partidos socialdemócratas. Los “mini-jobs” de Gerard
Schoerder, con sus míseros salarios, ya alcanzan al 25% de la
población teutona, cuando en principio iban a ser temporales. En
Austria y Dinamarca, más de los mismo.
En
este contexto, ¿cuál debe ser la propuesta de la izquierda? ¡Ya
está hecha! Lo hemos comentado los últimos meses, incluso en 2016
desde estas líneas la detallamos en cuatro blogs. Su nombre es la
Teoría
Monetaria Moderna. Todo lo demás, parches.
Bernie
Sanders y, sobretodo, Ocasio Cortez, sí que han hecho los
deberes, de una manera exquisita y sin tapujos, de enfrentamiento
directo contra la doctrina Neoliberal, pero con propuestas emanadas
desde las bases, y sustentadas en datos, hechos, teorías ciertas, no
vaguedades, ni humo. Para ello han contado además con el apoyo del
think tank heterodoxo más importante del mundo, “The Levy Economic
Institute”.
Por
eso, los economistas ortodoxos, frustrados por su incapacidad para
intimidar a los nuevos políticos electos progresistas
estadounidenses -congresistas, senadores y gobernadores-, lanzaron un
ataque coordinado (Paul Krugman, Kenneth Rogoff, Oliver Blanchard,
Lawrence Summers, De Long…) contra la Teoría Monetaria Moderna
(TMM).
Pero,
paradojas de la vida, a fecha de hoy, la única alternativa que tiene
el capitalismo para evitar la rebelión de las masas, que detallan
Raghumar Rajan y Ray Dalio, es adoptar la TMM.
La alternativa, la distopía que nos ofrecen las derechas patrias,
donde los más débiles serán ignorados todavía más que
ahora." (Juan
Laborda, Vox Populi, 16/04/19)
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