Por encima de todo, la experiencia de Canadá parece corroborar la opinión de aquellos que dicen que la forma de hacer que la banca sea segura es hacerla aburrida, es decir, limitar la medida en que los bancos pueden asumir riesgos. EE UU solía tener un sistema bancario aburrido, pero la liberalización de la era Reagan hizo las cosas peligrosamente interesantes. Canadá, por el contrario, ha mantenido un tedio feliz.
Más concretamente, Canadá ha sido mucho más estricto a la hora de limitar el apalancamiento de los bancos, el grado en que pueden depender de fondos prestados. También ha limitado el proceso de titulización, por el que los bancos empaquetan y revenden derechos sobre sus préstamos pendientes; un proceso que se suponía que ayudaba a los bancos a reducir el riesgo repartiéndolo, pero que, en la práctica, ha resultado ser un modo de que los bancos hagan apuestas aún mayores con el dinero de otra gente.
No cabe duda de que en los últimos años estas restricciones han supuesto menos oportunidades para que a los banqueros se les ocurriesen ideas brillantes que habrían estado a su alcance si Canadá hubiese imitado el fervor liberalizador de EE UU. Pero resulta que eso ha acabado siendo bueno." (PAUL KRUGMAN: Bueno y aburrido. El País, Negocios, 07/02/2010, p. 8)
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