En los últimos años se viene alertando
sobre la existencia de un proceso de envejecimiento de la población. Por
una parte, la población de habitantes en edad de jubilarse está
aumentando así como el tiempo de vida en esta fase de su ciclo vital; y,
por otra parte, la tasa de natalidad es muy baja, lo cual, redunda en
una disminución de la población activa (la población en edad de
trabajar).
De una forma más técnica lo que está
ocurriendo es que nuestra pirámide poblacional se está ensanchando por
la parte superior (número de personas en edad de jubilización) y
estrechando por la parte inferior (número de personas en edad de
trabajar). Y, visto de esta manera, cual si de ratoncitos se tratase,
estamos a punto de morder “el queso de la trampa”. El planteamiento es
el siguiente, ver aquí:
«De manera simplificada, para que el
sistema público de pensiones sea sostenible debe haber más trabajadores
activos que número de pensionistas, es decir, que la continuidad del
sistema tiene una fuerte dependencia de la pirámide poblacional».
Y, es así como se termina concluyendo que nos enfrentamos ante un “problema técnico” que debemos afrontar ya, para poder prever y diseñar una solución a tiempo – no vaya a ser que nos “pille el toro”.
Desenmascarando la trampa de una forma muy sencilla (para que nos entendamos)
Si observamos la tasa de variación del PIB
(lo ideal sería observar la del PIB real); pero, me vale con el PIB
nominal para esta entrada del blog. Podemos apreciar que la tasa de
variación (salvo en épocas de crisis) siempre ha sido positiva.
¿Qué quiere decir esto? Imaginemos que
el PIB es una tarta que producimos entre toda la población activa dentro
del país. Pues esto quiere decir que cada año somos capaces de producir
una tarta más grande. El que cada año seamos capaces de producir más se
debe a la productividad laboral.
Y, ¿qué quiere decir esto?
Sencillamente, quiere decir que a día de hoy, es muy posible que 1
trabajador/a sea capaz de sacar adelante la misma cantidad de trabajo
que -40 o 50 años atrás- sacaban adelante 20 trabajadores/as, quizá más.
En otras palabras, si tenemos en cuenta
el aumento del producto social consecuencia del aumento de la
productividad, todo hace pensar que el pago de las pensiones es
sostenible si vamos siendo conscientes de que hay que detraer
-progresivamente- una parte del aumento de la producto social para
destinarlo al pago de las pensiones. (...)
El aumento del producto social que realizamos anualmente se debe
distribuir, grosso modo, entre dos bloques: (i) el bloque del capital
(beneficios); y, (ii) el bloque del trabajo (salarios).
Es por ello, que
la solución que se proponga para atender el problema demográfico que
afecta a las pensiones favorecerá a uno de los bloques para perjudicar
al otro; y, esto ya no es un problema técnico, es un problema ideológico
que pone de manifiesto un interés de clase." (Alberto Ruiz Villanueva, Economía crítica y crítica de la economía, 08/05/18)
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