"(...) Los más mayores, según se ha podido ver en alguno de estos reportajes de
color para llenar el triste fin de semana informativo, hablan de su
tema. El monotema del momento. El agujero en la hucha de las pensiones.
El miedo a no cobrar la paga extra de las Navidades de 2017 ante la
sequía (alrededor de 14.000 millones) del Fondo de Reserva. No teman los
pensionistas de hoy.
Seguirán cobrando su pensión en 2017, 2018, 2019…
Los nubarrones se ciernen sobre los pensionistas del futuro. Aquellos
instalados ahora en las décadas de los 30, 40 y 50 años que no tienen
detrás una explosión demográfica para sostener ni de lejos sus futuras
pensiones. Con más pensionistas que trabajadores, el problema de
insostenibilidad es incuestionable, en un par de décadas.
Cuando las generaciones nacidas entre 1960 y 1980, mucho
más numerosas que sus antecesoras y sus predecesoras, comenzaron a
trabajar, la enorme recaudación supuso una tentación irresistible para los políticos,
¿para qué guardar los cuantiosos recursos de esa etapa de abundancia si
podían utilizarlos para favorecer a amigos y comprar voluntades y
votos? Se permitieron, por ejemplo, otorgar demasiadas jubilaciones
anticipadas en favor de colectivos muy influyentes.
Les importó un bledo
el peligro que acechaba en el futuro. Según su miope visión, treinta y
cinco años eran comparables al lapso que media entre el Jurásico y el
Cretácico: una eternidad. Así pues, se dedicaron con gran entusiasmo a generar déficits públicos en lugar de superávits. Carpe diem, y el que venga detrás, que arree.
Ahora
ya ha llegado el momento de arrear. El agua empieza a llegar al cuello
de la camisa. Los derroteros por los que caminan las reuniones del Pacto
de Toledo no dibujan demasiada esperanza. (...)
Dentro de un par de décadas, España vomitará una generación de mayores casi indigentes,
de los que nadie querrá o podrá hacerse cargo. Nuestros jubilados ya no
serán esa proverbial salvaguardia en las grandes recesiones sino una
carga adicional. Un problema de dimensiones bíblicas si no se aborda con
seriedad y generosidad en el presente.
Quienes
participan en la actual ronda del Pacto de Toledo tuercen el gesto ante
la pregunta. ¿Se solucionará el problema de financiación de las
pensiones? Todos ellos hablan de una reforma global pero temen que las
conclusiones de los encuentros acaben convertidos en un sumatorio de
parches para ajustar las cuentas de la Seguridad Social en el corto
plazo.
Pan para hoy… La sostenibilidad de las pensiones no es solo (que
también) un problema de ingresos, sino también de modelo del estado del
bienestar. En un país sometido a la dieta del déficit por Bruselas, y
con la deuda desbocada por encima del 100% del PIB, el sistema es
insuficiente para vivir como nuevos ricos. (...)
Ya no hay dinero para una parada del AVE en Otero de
Sanabria y su población de 26 vecinos. Como tampoco debió haberse
gastado presupuesto en muchas otras paradas de alta velocidad que no
llegan siquiera a la mitad de la mitad de viajeros que mueven a diario
un gran número de paradas de metro en Madrid o Barcelona. El mal está ya
hecho con el camino salpicado de estaciones y aeropuertos fantasmas, o
autopistas sin coches, mausoleos en la mayoría de los casos del cacique
político de turno.
Por las cañerías de obras
faraónicas se ha perdido mucho dinero, infraestructuras que no han
contribuido al crecimiento económico porque ni son punto estratégico
para el turismo ni se han concebido para el desarrollo de una industria
de progreso. Necesitamos infraestructuras modernas pero de un tamaño
razonable. Salpicar la piel de toro de trenes de alta velocidad es un
despropósito cuando apenas la línea Madrid-Barcelona, la que llena
vagones del AVE a diario, es autosuficiente financieramente. (...)
Una sociedad madura que está preparada para enfrentarse
al doloroso contenido de la ‘carta naranja’, el famoso ‘papelito’ que el
Gobierno prometió enviar en la pasada legislatura para informar sobre
la pensión futura de cada ciudadano. La medida se abortó porque “a mucha
gente le salía una pensión de cero euros”, como me reconocía esta
semana alguien que participó del proyecto de la carta naranja.Siempre
el cortoplacismo.
Una información hurtada por el Gobierno de Rajoy a
los mayores de 50 años por motivos electorales. Con el Fondo de Reserva a
punto de desempolvar telarañas, no estaría de más que todos
recibiéramos en nuestro buzón la ‘carta naranja’ para poder tomar las
decisiones que cada uno estime oportuna. (...)
La necesidad de un nuevo contrato social en el que discriminemos lo
importante de lo realmente necesario. ¿Queremos un país alicatado de red
de AVE o con pensiones sostenibles? A todos nos toca responder a la
pregunta." (Miguel Alba, Vox Populi, 05/12/16)
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