28.4.17

Llamar a la nuestra una sólida recuperación cuando todavía no somos capaces de generar el mismo PIB que generábamos en 2008 me parece, cuanto menos, sorprendente

"(...) ¿Cuáles son los datos que ponen en cuestión la confianza, tanto de la OCDE como del Fondo Monetario Internacional, en la solidez de nuestra recuperación? 

En primer lugar, el empleo. Las afiliaciones a la Seguridad Social, después de un magnifico 2016, aún se encuentran casi dos millones de afiliados por debajo de lo que reflejaban en 2007. Es decir, casi un decenio después del inicio de la crisis, todavía no hemos conseguido generar el mismo número de empleos que antes de la crisis. 

Me sorprende que Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, se haya olvidado de este dato a la hora de ensalzar nuestra recuperación. No creo que sea de recibo alabar nuestra recuperación cuando no hemos sido capaces de recuperar el nivel de empleo que teníamos antes de la crisis.

 En segundo lugar, el PIB. No será hasta este 2017 que ahora vivimos cuando alcancemos el nivel de PIB que teníamos en 2008. ¿Qué quiere decir esto? Que todavía hoy somos más pobres de lo que éramos en 2008. Llamar a la nuestra una sólida recuperación cuando todavía no somos capaces de generar el mismo PIB que generábamos en 2008 me parece, cuanto menos, sorprendente.

 En tercer lugar, los salarios. A pesar de que el PIB en 2016 es aún más bajo de lo que lo era en 2008, el porcentaje del mismo que se dedica a los salarios es también menor ¿Qué significa esto? Que las rentas salariales son mucho más bajas de lo que lo eran antes de la crisis

 Algo que es de esperar, dado que el número de afiliados a la Seguridad Social ha disminuido notablemente. Lo que es más sorprendente es que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, haya omitido este detalle a la hora de ensalzar con tanto énfasis nuestra recuperación.

 En cuarto lugar, me gustaría mencionar nuestro nivel de deuda pública. Si algo caracterizaba la salud de la economía española antes de la crisis, era el extremadamente bajo nivel de deuda pública. La consolidación fiscal iniciada en 1996 estaba dando sus frutos en 2008, y las administraciones públicas se caracterizaban por un nivel de deuda cercano al 40% del PIB; de los menores de los países de la zona euro.

A fecha de hoy, las mismas administraciones públicas tienen un nivel de deuda cercano al 100% del PIB; de los mayores de los países de la Eurozona. Ese colchón de deuda fue uno de los sostenes de nuestra economía en aquellos, por suerte ya lejanos, largos días del verano de 2012.

¿Que pasaría hoy en día si tuviésemos que enfrentarnos a una crisis de deuda pública como la de aquellos días con los niveles de deuda pública que hoy tenemos? ¿Alguien puede asegurarnos que los siempre recurrentes problemas de Grecia no nos volverán a afectar?

Conclusión: que siempre es bueno dar un espaldarazo de confianza a una economía y una sociedad que ha sufrido tanto como la nuestra. Es comprensible, y hasta cierto punto natural, que tanto la OCDE como el Fondo Monetario Internacional lo hagan. Y también es cierto que hay muchas cosas que han mejorado; sobre todo en el sector exterior.

 Pero hay que tener cuidado con el triunfalismo. Por un lado ni el empleo, ni el PIB, ni lo salarios se encuentran a niveles de antes de la crisis y, por otro, nuestra crisis fiscal no se ha solucionado, ni tiene pinta de poder solucionarse en el corto plazo.

No existe voluntad política para dotar de más ingresos a las administraciones públicas y, a pesar del buen trabajo realizado por el lado de la contención del gasto, sin más ingresos será difícil reducir e incluso controlar nuestro nivel de deuda (...)"            (Juan Rubio-Ramírez y Manu García, Nada es gratis, 25/04/17)

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