"i Ólafur Hauksson fue nombrado fiscal
fue porque ninguno de los 330.000 islandeses restantes quería el cargo.
En 2008, ese puesto de nueva creación desde el que se debía perseguir a
los responsables de una crisis que había golpeado al país con inusitada
fuerza quedó vacante.
Un año después, este antiguo comisario de policía
de un pequeño pueblo, sin conocimientos financieros previos, se
presentó voluntario para ese trabajo. Al hacerse con él, aterrizó en una
oficina que, según sus palabras, no tenía “ni ordenadores, ni teléfonos
ni nada”.
“Tuvimos que empezar de cero en algo que no sonaba demasiado
atractivo”, asegura desde Reikiavik, al otro lado de la línea de
teléfono. Desde ese pequeño despacho que no interesaba a nadie y desde
un cargo en el que nadie parecía confiar, Hauksson ha logrado en la
última década la condena de 38 banqueros –entre ellos, los más
importantes del país-, con penas que en total superan los 100 años. Su
equipo de un puñado de colabores fue creciendo hasta superar el centenar
en el momento álgido de las investigaciones.
Para rastrear años de abusos y malas conductas, los correos
electrónicos de los investigados se convirtieron en el instrumento más
valioso. “Eran una gran prueba, porque se generaban en tiempo real, no
es como un testigo que habla años después de que ocurran los delitos.
Con estos emails, pudimos reconstruir prácticamente todo lo ocurrido en los años de la burbuja financiera”, dice con un indisimulado orgullo.
(...) solo Islandia, donde la banca creció hasta convertirse en un cáncer
hipertrofiado, ha ido de forma sistemática a por los peces gordos. Los
tres principales ejecutivos de los tres grandes bancos existentes hasta
la crisis (Kaupthing, Glitnir y Landsbanki) han acabado condenados.
La situación en EE UU es radicalmente distinta. Según un artículo del Financial Times de hace un año, 324 profesionales –banqueros de pequeñas entidades, brokers,
asesores inmobiliarios…- han sido condenados por delitos relacionados
con la crisis financiera. ¿Y en este grupo cuántos consejeros delegados
de Wall Street había? Cero. En el país de Lehman Brothers, no ha caído
ni uno solo de los grandes señores de las finanzas. (...)
En Islandia, la historia de avaricia y malas prácticas bancarias que derivó en el crash
de 2008 quedó simbolizada en un nombre: Hreidar Már Sigurdsson. El que
fuera número uno entre 2003 y 2008 de Kaupthing, entonces la mayor
entidad financiera del país, fue condenado junto con otros compañeros
por manipulación de mercado.
Pocas semanas antes del colapso del banco,
dieron una falsa sensación de seguridad al anunciar la entrada en el
capital de un potente inversor catarí. El problema es que esa inyección
monetaria se había hecho a través de un préstamo ilegal concedido por el
propio grupo. Fue sentenciado a siete años de prisión, la condena más
dura de todos los encausados por Hauksson.
Encerrado en la prisión de Kviabryggja, al oeste de la isla, junto a
otros compañeros de fechorías financieras y 19 reclusos comunes, ninguno
con delitos de sangre, Sigurdsson pasaba los días mirando Internet,
yendo al gimnasio u ocupándose de la lavandería del centro
penitenciario, según informó Bloomberg en 2016.
Los datos sobre los condenados escasean. El fiscal Hauksson dice que
la mayoría –si no todos- de los que entraron en prisión ya la han
abandonado. Pero añade que no dispone de más información, ya que esta
depende de la administración penal, no de la suya.
Más suerte han tenido los responsables públicos de la crisis. Pese a
algunas informaciones que presentaban a Islandia como el país que había
encarcelado a banqueros y políticos, estos últimos han pasado de
puntillas. Es cierto que un tribunal especial halló culpable a Geir H
Haarde, primer ministro entre 2006 y 2009, de no abordar los problemas
que afrontaban los bancos islandeses.
Pero también lo es que no cumplió
la sentencia y que al poco tiempo fue enviado como embajador de su país
en Washington, destino en el que hoy continúa. “No parece un castigo muy
duro”, deja caer el fiscal con ironía.
Una década después de la crisis que colocó a esta remota isla en los informativos de medio mundo, la economía islandesa se ha recuperado.
Tras una profunda reestructuración del el sector financiero, el PIB ha
crecido con fuerza en los últimos tiempos, favorecido por un boom
del turismo que el año pasado llevó a 2,2 millones de personas a una
isla con una población inferior a la de la provincia de Burgos. (...)" (Luis Doncel, El País, 09/09/18)
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