"El
7 de septiembre, el partido de extrema derecha Vox llenó la arena de
Vistalegre en España con diez mil nostálgicos del régimen de Franco,
neofascistas, extremistas católicos y reaccionarios de todo tipo. (...)
Vox quería presumir de ser el antagonista natural de la nueva izquierda que surgió del movimiento anti-austeridad 15M. Y lo consiguió. (...)
El evento en Vistalegre marca un punto de inflexión en la política española: el surgimiento de una nueva extrema derecha, en un país considerado una excepción a la amenaza fascista global. (...)
Las ideas de Vox se unen a la ola reaccionaria que se extiende por todo el mundo. Expresa un poderoso odio contra las tradiciones de la izquierda; su
anticomunismo ("contra los rojos") se traduce en ataques contra la
amenaza fantástica del "marxismo cultural". Sus militantes afirman que
este último ha colonizado las mentes de los ciudadanos, amenazando así
los valores que sustentan la cohesión de España.Uno
de los principales objetivos de la furia de Vox es el movimiento
feminista y LGBTQ, al que acusa de organizar el lavado de cerebro en las
salas de conferencias y en los medios de comunicación, supuestamente
hegemonizados por la política de identidad.
Afirmando
su propia fe "políticamente incorrecta" y siendo víctima de la "censura
progresta", Vox se pinta en los colores del blanco trabajador que obedientemente se levanta a trabajar todas las mañanas, y quien, ya
sea jefe o trabajador, se ve a sí mismo amenazado por hordas de migrantes que venían a robarle su trabajo. (...)
Sin embargo, Vox mantiene los rasgos fundamentales del conservadurismo español. La tradición fascista española nunca se ha permitido demasiados matices "revolucionarios". (...)
Otra matriz ideológica que establece una relación familiar entre Vox y esta tradición nacional-reaccionaria es su defensa de una herencia de hispanidad ("hispanidad"). (...) funciona como una versión en español de Donald Trump "Make America Great Again", aunque con una base material mucho menor en las realidades actuales. (...)
Lo que sí sabemos con certeza es que aún es demasiado pronto para decir cómo se desarrollará el fenómeno Vox. Los encuestadores aún le dan puntajes relativamente bajos (los que le dan los porcentajes más altos lo califican con el 5 por ciento de los votos). (...)
El
padrino de este mundo es el ex primer ministro José María Aznar, un
admirador cercano de George W. Bush, a quien acompañó en la aventura
cargada de muerte en Irak. Aznar
y todo el sector neoconservador que representa han pasado años viviendo
separados de la línea política, amargados por el liderazgo del PP bajo
el primer ministro Mariano Rajoy (...)
Pero Vox no se ha detenido en la construcción de legitimidad entre los círculos influyentes de la derecha. También ha comenzado a desplegar una estrategia de acumulación de activistas, tratando de penetrar en los distritos de la clase trabajadora aumentando el miedo a la inmigración y la oposición a las políticas de la izquierda.
Por
ejemplo, en Usera, uno de los distritos de clase más trabajadora de
Madrid, Vox ha utilizado tácticas muy agresivas, preparando las
reuniones en el ayuntamiento [de la izquierda] y atacando de manera
especialmente virulenta al concejal de distrito Rommy Arce, que es La primera mujer migrante en convertirse en concejala en la capital española.La
movilización activa del resentimiento contra lo que Vox considera
intolerable (una mujer marxista, feminista, migrante y con antecedentes
de clase trabajadora) recordará muchas de las viejas tácticas de la
extrema derecha europea, que movilizaron a las capas de clase media en
distritos pobres (...)
Según los encuestadores, sus votantes son hombres blancos de altos ingresos; todavía no ha logrado penetrar en los electorados de clase trabajadora, migrante o femenina.
(...) el
avance de Vox ha provocado una radicalización de la derecha tanto del
Partido Popular como de Ciudadanos, que han entrado en una competencia
en espiral para promover medidas autoritarias contra los migrantes, el
feminismo, las organizaciones de trabajadores y los independentistas
catalanes.Hasta hace poco, España había sido uno de los pocos países europeos que la nueva extrema derecha aún no había alcanzado. Pero el avance de Vox marca el final de la llamada excepción española. El
descontento con el sistema se había expresado a través del movimiento
de austeridad 15M, Podemos y la política local progresista. Pero
esta nueva izquierda optó por una estrategia de moderación, ya que
buscaba un pacto gubernamental con la socialdemocracia, una elección que
recuerda el fallido experimento del Partido Comunista Francés en el
gobierno liderado por los socialistas de François Mitterand.Con
la izquierda política agotada y sin ideas que van más allá de la
gestión del sistema (a pesar de la existencia de un poderoso movimiento
feminista y un movimiento dinámico por el derecho a la vivienda, así
como las luchas incipientes de los trabajadores), la extrema derecha
representada por Vox tratar de posicionarse como una alternativa reaccionaria al sistema político existente.
No todo está perdido: las fuerzas también existen para prevenir el crecimiento del monstruo fascista global, y para evitar un desastre como el que nuestros hermanos y hermanas han sufrido en Brasil y los Estados Unidos. Pero no podemos negar que este monstruo efectivamente ha llegado a España." (Brais Fernandez, Jacobin, 18/11/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario