15.6.24

Estaban Hernández: La intrahistoria de la dimisión de Yolanda Díaz: por qué se ha marchado (a medias)... Díaz entendió que era el momento de organizar una formación diferente, organizada alrededor de un núcleo de personas con ideas y visión de futuro, y mucho menos sujeta a los equilibrios a los que obligaban los partidos. Díaz buscaba un Movimiento Sumar mucho más que una coalición encabezada por ella... El momento era complicado, no solo por la oposición de Podemos, y por el difícil encaje del partido de Iglesias en Sumar, sino por la negativa del resto de organizaciones. Sumar debía ser poco más que una coalición electoral, y no el proyecto personal de Yolanda Díaz... Díaz, en la semana previa al 9-J, ya había decidido dimitir como coordinadora... lo más relevante del comunicado de Sumar no son las personas elegidas, sino las intenciones anunciadas en el texto. En él aparece repetidamente la expresión ‘Movimiento Sumar’... El mandato recibido por la Coordinadora colegiada incluye el impulso y la actualización del Proyecto País, la búsqueda de apoyos en la sociedad civil y una acción que garantice el protagonismo de las personas que conformen el Movimiento Sumar... se pretende hacerlo en los mismos términos que la vicepresidenta segunda tenía en mente

 "La obsesión de la izquierda a la izquierda del PSOE, en al menos los últimos ocho años, ha sido la organización. Desde que Errejón intentó dar un golpe de Estado a Iglesias aprovechando la estancia de este en el Europarlamento, la cuestión interna ha sido clave para entender el devenir de ese espacio. Este error no solo ha generado múltiples enfrentamientos, a menudo airados y aireados, sino que ha provocado que las cuestiones programáticas, el tipo de oferta que proponían a los ciudadanos, haya quedado relegada a un lugar secundario. En esa priorización del control, en esas peleas por el territorio, las ideas han sido con frecuencia las sacrificadas.

La campaña de las europeas y los cambios vividos en Sumar tras el mal resultado electoral no han sido una excepción a esta dinámica. Y no podía ser de otra manera, en la medida en que todos esos asuntos estuvieron presentes desde el principio, con la pugna entre Iglesias y Díaz, entre Podemos y Sumar. Todo aquel ruido, sin embargo, que se saldó con la salida de los de Belarra de la formación, ocultó en buena medida otros choques de fondo que estaban presentes en el mismo espacio.

Sumar nació como una necesidad para articular electoralmente a las fuerzas a la izquierda del PSOE, ya que el sistema electoral penaliza la dispersión, pero también como producto del capital simbólico de su líder, la ministra de Trabajo, que estaba en un momento dulce en la aceptación popular. En el periodo previo a la formalización de la coalición, en el que ya se había anunciado que la candidata sería Díaz, la ministra funcionó como paraguas de todas las esperanzas. Unos valoraban su perfil gestor, más centrado en las medidas concretas que en la confrontación de Iglesias, otros confiaban en la conformación de un espacio laborista, otros veían en ella a una persona que apostaría por los derechos LGTBI y por la reconversión verde y otros la percibían como la mejor solución de urgencia. En todo caso, había consenso.

Díaz, con ese capital, entendió que era el momento de organizar una formación diferente, organizada alrededor de un núcleo de personas con ideas y visión de futuro, y mucho menos sujeta a los equilibrios a los que obligaban los partidos. Díaz buscaba un Movimiento Sumar mucho más que una coalición encabezada por ella. No quería ser la cara visible de un proyecto dirigido por los líderes de las formaciones que integraban Sumar, sino que aspiraba a conformar un proyecto propio, rodeada de un núcleo de personas cuyo conocimiento y criterio valoraba.

Díaz no quería ser la cara visible de un proyecto dirigido por los partidos que formaban Sumar: aspiraba a poner en marcha uno propio

El momento era complicado, no solo por la oposición de Podemos, y por el difícil encaje del partido de Iglesias en Sumar, sino por la negativa del resto de organizaciones. Sumar debía ser poco más que una coalición electoral, y no el proyecto personal de Yolanda Díaz. Esa confrontación ha sido el núcleo del pulso continuo sobre el que Sumar se ha construido.

Díaz se veía con las manos demasiado atadas para desarrollar esa idea. Anunció la creación de un proyecto de país, pero fue demorando su desarrollo, en parte por las necesidades del ciclo electoral, en parte por indecisión, y en parte por la ausencia de una dirección clara, lo que generó desánimo entre quienes se habían acercado al partido. Finalmente, pospuso el lanzamiento de ese proyecto, que llevaría el nombre de Movimiento Sumar, para después de una serie larga de elecciones.

La derrota

Los comicios gallegos, vascos y catalanes fueron mal o muy mal. Y así se llegó a las europeas. La confección de la lista de candidatos fue una piedra en el zapato que acentuó las disensiones dentro del espacio. La candidata elegida no gustó a nadie, los resquemores por colocar a Compromís en el número tres fueron notables, IU se sintió maltratada por el cuarto puesto y Más Madrid envió al quinto a una joven desconocida, Andere Nieva, dado que nadie se quería quemar en una posición en la que no se contaba apenas con opciones.

Díaz, en la semana previa al 9-J, ya había decidido dimitir como coordinadora

La campaña fue mala en todos los sentidos, también porque nadie quiso hacer campaña más allá de los actos electorales en los que participaban la cúpula de Sumar y los candidatos. IU se movilizó en Andalucía para intentar salvar el cuarto eurodiputado, Más Madrid tampoco apoyó a su candidata y, cuando lo hizo, fue por fuera de Sumar. Compromís hizo campaña por Compromís y los comunes cada vez cuentan menos. Hubo ciudades en las que los carteles de Sumar que se pegaron fueron uno o ninguno. Era evidente, días antes de las elecciones, que los resultados no iban a ser buenos.

Díaz, en la semana previa al 9-J, había decidido dimitir como coordinadora. Fuentes del partido aseguran que el propósito era hacerlo la semana posterior a las elecciones, pero que los malos resultados y las críticas de los partidos del espacio, que llegaron al minuto siguiente, aceleraron el proceso. El día siguiente al 9-J compareció para anunciar su renuncia.

Ahora se puede decir: Movimiento Sumar

El pasado jueves, Sumar nombró una coordinadora integrada por dos personas de la organización, Lara Hernández, muy afín a Díaz, y Txema Guijarro, secretario general del grupo parlamentario, y otras dos sin aspiraciones de liderar el espacio, Elizabeth Duval y Rosa Martínez. Yolanda Díaz conserva sus cargos institucionales, así como la coordinación de la acción de gobierno.

El reparto de funciones es significativo, en la medida en que permite a Díaz centrarse en la tarea política, de cara al Gobierno y en el ministerio, mientras que la Coordinadora debe ocuparse de los asuntos internos y de las relaciones con los partidos del espacio. Díaz puede dedicarse a gobernar, como otros ministros, caso de Urtasun o de Bustinduy, que no querían jugar papel alguno en la Coordinadora.

Díaz, para evitar un desenlace indeseado, dejó la coordinación. Mientras tanto, los suyos siguen aspirando a construir una fuerza propia

Sin embargo, lo más relevante del comunicado de Sumar no son las personas elegidas, sino las intenciones anunciadas en el texto. En él aparece repetidamente la expresión ‘Movimiento Sumar’, algo que el año pasado era desaconsejado internamente; animaban a que se utilizase Sumar a secas. El matiz simbólico tiene su importancia, en la medida en que expresa la voluntad de construir ese espacio propio al margen de los partidos que era objeto de disputa antes de las elecciones, y en que señala que se pretende hacerlo en los mismos términos que la vicepresidenta segunda tenía en mente. El mandato recibido por la Coordinadora colegiada incluye el impulso y la actualización del Proyecto País, la búsqueda de apoyos en la sociedad civil y una acción que garantice el protagonismo de las personas que conformen el Movimiento Sumar.

El problema al que se enfrentaba Díaz, y esto explica en gran medida su dimisión, era doble. Para construir la clase de movimiento que deseaba necesitaba o bien aumentar su capital simbólico o conseguir unos buenos resultados electorales. En ambos casos, su liderazgo se afirmaría y podría torcer la voluntad de los partidos a la hora de imponer sus condiciones. Como nada de eso ha ocurrido, se encontró de frente con la realidad: con el documento organizativo suscrito, no tenía fuerza interna para supeditar a las distintas formaciones a su proyecto; más al contrario, los partidos aprovecharían para convertirla en la gestora de decisiones ajenas.

Díaz, para evitar ese desenlace, dejó la coordinación. Pero, mientras tanto, los suyos siguen aspirando a construir una fuerza interna que permita girar los partidos hacia sus posiciones, de modo que Sumar se convierta en el Movimiento Sumar. Este mandato es el que recoge la Coordinadora colegiada.

Lo irresuelto

Esta posición, sin embargo, deja varios problemas irresueltos, cuya solución se pospone. La intención evidente, expresada por Más Madrid desde el mismo momento de las elecciones, es que Sumar abandone ese propósito de convertirse en un primus inter pares. No quieren un rey que imponga condiciones a los barones territoriales.

En segunda instancia, está el problema de la electoralmente demandada reunión de las izquierdas en un solo espacio. Más Madrid es muy insistente en este extremo, pero en sentido contrario a lo que suele escucharse: la unidad de la izquierda es un fetiche que debe ser abandonado.

Más Madrid es muy hostil a cualquier reunión con Podemos, pero tampoco ve con buenos ojos a IU. La unidad de la izquierda resta

Mientras fuentes de Sumar insisten en que se ha reorganizado el espacio por arriba "para poder articular ahora todo el espacio de izquierdas", y señalan que el hecho de que esta crisis haya tenido lugar ahora en lugar de antes de las generales "es una buena noticia", porque dará tiempo a la recomposición, en Más Madrid apuestan por que Sumar sea un lugar de reunión de fuerzas existentes en momentos puntuales. Pero van más allá. No se trata únicamente de que Más Madrid sea muy hostil a cualquier reunión con Podemos, que por supuesto, sino que tampoco ve con buenos ojos a IU: piensan que les restan electoralmente más de lo que aportan, y que la unidad de la izquierda es en muchas ocasiones un problema en lugar de una solución. El encaje de perspectivas tan diferentes, con una IU que aspira a tener un papel mucho más relevante en Sumar, va a ser muy complicado.

En tercer lugar, está la cuestión del liderazgo. La Coordinadora colegiada tiene el mandato de trabajar para el futuro, y ahora es sencillo, en la medida en que nadie quiere postularse para un cargo que genera muchos más inconvenientes que ventajas. Pero en algún momento habrá que resolver la cuestión de quién encabeza el espacio. Mientras tanto, Díaz se ha replegado en la acción institucional, donde espera volver a ganar capital simbólico, haciendo valer su tarea como ministra y vicepresidenta, y lo mismo ocurre con el resto de los ministros del espacio. Los partidos tampoco pueden ofrecer candidatos potentes. A medida que se vaya avanzando en el nuevo camino, la pregunta sobre quién encabezará el espacio volverá a ser fuente de tensiones, y más contando con que Díaz no ha dicho la última palabra al respecto.

Lo que viene

De fondo está Podemos, el factor disruptor, que carece de fuerza por sí mismo para liderar algo más que su nicho, pero cuyo potencial para romper el brazo de los partidos competidores es curiosamente grande. La campaña de las europeas de Montero, centrada en las guerras, tenía un objetivo táctico: atraer a votantes de IU descontentos con la posición de Sumar hacia su espacio. Pero también insinuar a cuadros de Izquierda Unida que estarían mucho mejor conformando una alianza con ellos que yendo de la mano con los de Díaz.

Y, más allá, está el incontrolable (para Sumar) factor tiempo. Si hubiera un adelanto de las elecciones generales, todas las estrategias saltarían por los aires, y el espacio de la izquierda tendrá que resolver corriendo todos los problemas pendientes. Pero si no lo hay, las siguientes serán las andaluzas, un territorio donde IU tiene presencia, y donde Maíllo jugará un papel protagonista.

En definitiva, el pulso interno sigue bien vivo y no se agota con el paso al lado de Díaz. Sin embargo, todo este recorrido impide en ocasiones que el foco se ponga en algo evidente. Desde las izquierdas, que han estado sumidas en las peleas por la organización y por los nombres desde hace mucho tiempo, el descenso electoral se explica por el problema irresuelto de cómo estructurarse, y se confía en que, si se logra poner orden, todo se encauce de nuevo. Pero el descenso electoral también puede estar causado por la ausencia de un programa atractivo y por la falta de sintonía con los potenciales electores, y este asunto no es contemplado ni por unos ni por otros."                 (Esteban Hernández , El Confidencial, 15/06/24)

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