6.7.24

El sistema político francés ha saltado por los aires. Sí, otra vez. Y sí, como en tantos otros países europeos últimamente. Y, de nuevo, vemos cómo en sus ruinas crecen tanto fuerzas políticas autoritarias y xenófobas como novedosas o renovadas agrupaciones que ocupan los vacíos que deja el interregno entre lo viejo moribundo y lo nuevo en gestación... este domingo veremos si los electores de centroderecha y derecha votarán a candidatos de izquierdas... Macron ha venido a representar un tipo de figura política vacía... La emergencia de la figura bonapartista de Macron y la creación de En Marche (posteriormente Renaissance), un partido-empresa a su imagen y semejanza, sigue un modelo proveniente del mundo de la gestión empresarial y percibido, precisamente, como un garante del (des)orden neoliberal. En resumen: una suerte de outsider para mantener el statu quo... Macron se sumó a una tendencia global de emergencia de caudillos neoliberales autoritarios que, procedentes del mundo empresarial/finanzas, han dejado de confiar en los políticos profesionales para encabezar ellos mismos sus intereses como élite desde la primera línea de la política (Miguel Urbán)

 "(...) La emergencia de la figura bonapartista de Emmanuel Macron y la creación de En Marche (posteriormente Renaissance), un partido-empresa a su imagen y semejanza, fue un intento de reagrupar al extremo centro político para ahuyentar los fantasmas de una victoria ultraderechista  y combatir el agotamiento del régimen gaullista de la V República. En este sentido, Macron ha venido a representar un tipo de figura política vacía, estandarte de una salida del bloque de poder a su propia crisis de representación y a la corrupción de los grandes partidos. Un modelo de político proveniente del mundo de la gestión empresarial y percibido, precisamente, como un gestor de la difusa “sociedad civil” pero garante del (des)orden neoliberal. En resumen: una suerte de outsider para mantener el statu quo

De hecho, Macron se suma a una tendencia global de emergencia de caudillos neoliberales autoritarios que, procedentes del mundo empresarial/finanzas, han dejado de confiar en los políticos profesionales para encabezar ellos mismos sus intereses como élite desde la primera línea de la política.

Ha construido su figura y su acción política desde la premisa del combate contra la “decadencia” de Francia, una decadencia motivada por su rechazo a someterse a la “modernidad” de las reformas neoliberales. Una particular y refinada traducción del eslogan Trumpista “Make America Great Again”, pero en francés y utilizando la palabra “renacimiento”.

El auge del macronismo a partir de su victoria en las presidenciales del 2017 supuso el declive del todopoderoso Partido Socialista francés que, sumido en diversas crisis, ha encadenado los peores resultados de su historia hasta estas últimas elecciones europeas, en las que parece haber recuperado cierto espacio electoral; perdiendo, eso sí, la hegemonía del campo político de la izquierda francesa en favor de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Ambas organizaciones, conjuntamente con los Verdes, el Partido Comunista y el Nuevo Partido Anticapitalista han conformado el Nuevo Frente Popular, emulando la coalición de izquierdas antifascistas que gobernó Francia de 1936 a 1938. Y han conseguido convertirse en la segunda fuerza de las elecciones legislativas con el 28% de los votos, mejorando en algo más de dos puntos porcentuales los resultados obtenidos por la anterior coalición que presentaron en 2022, bajo el nombre de Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES). Han superado la candidatura del presidente Emmanuel Macron, Ensemble, que ha pasado de ser la fuerza con más representantes en la Asamblea Nacional a la tercera fuerza en esta primera vuelta con el 20% de los votos.

El sistema político francés ha saltado por los aires. Sí, otra vez. Y sí, como en tantos otros países europeos últimamente. Y, de nuevo, vemos cómo en sus ruinas crecen tanto fuerzas políticas autoritarias y xenófobas como novedosas o renovadas agrupaciones que ocupan los vacíos que deja el interregno entre lo viejo moribundo y lo nuevo en gestación. Estos resultados nos presentan un escenario inédito en la Quinta República: los dos principales partidos en la primera vuelta no han gobernado en Francia en las últimas ocho décadas. Además, por primera vez, un partido de ultraderecha puede conseguir ser la primera fuerza e incluso alcanzar la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. (...)

La irrupción de Francia Insumisa (FI) ha conseguido romper esta tendencia que se circunscribía a tener que elegir entre derecha neoliberal o extrema derecha, permitiendo a la izquierda disputar el marco de impugnación al RN al aparecer como un voto útil contra el extremo centro que representa Macron. De hecho, en las elecciones legislativas de 2022, la FI consiguió  aunar a casi todo el conjunto de la izquierda francesa en una única candidatura, la NUPES, para intentar disputar la victoria a Macron. NUPES alcanzó un buen número de segundas vueltas y se enfrentó a muchas candidaturas de la ultraderecha. Pero, en esa ocasión, el llamado “frente republicano” no funcionó: la derecha y el macronismo se negaron a cerrar filas contra el RN, lo cual posibilitó la elección de un buen número de diputados ultraderechistas. Hasta ahora, el frente republicano ha funcionado cuando ha consistido en retirar las candidaturas de izquierdas para apoyar a los candidatos de derechas para que no gobernara la extrema derecha.  

Este próximo domingo volveremos a tener la oportunidad de comprobar si esta fórmula funciona cuando los electores de centroderecha y derecha tienen que votar a candidatos de izquierdas. Los antecedentes de las pasadas legislativas del 2022 y las declaraciones de algunos representantes del macronismo en contra de apoyar a los candidatos de la FI no nos hacen ser muy optimistas en este sentido. Al menos servirá para quitar todas las caretas del establishment francés y su extremo centro, demostrando que siempre preferirán a una racista autoritaria que cuestione la democracia antes que a una candidatura que cuestione sus privilegios de clase. (...)

Que los mismos dirigentes de la derecha y del macronismo, así como su propio electorado, prefieran mayoritariamente una candidatura de RN antes que de FI, expresa muy bien no solo el giro hacia la derecha del conjunto del arco político francés – derecha, derecha radical y ultraderecha suman el 70% de los votos en la primera vuelta de las elecciones legislativas–, sino que también es una muestra de la crisis política de la pata conservadora del régimen de la V República, Les Républicains. Algo que se escenificó en la propuesta de su presidente, Éric Ciotti, de llevar a cabo un acuerdo de “unión de derechas” para presentar candidaturas conjuntas con el RN en estas legislativas. De hecho, las disputas internas, acrecentadas por la propuesta de Ciotti, han abocado al partido a una escisión, a la irrelevancia electoral o incluso a su desaparición. Unas disputas que llegaron a tomar un cariz grotesco y muestran la profunda crisis de Les Républicains. Cuando el buró político del partido destituyó a su presidente, este anunció un recurso ante la justicia y se encerró en su despacho para evitar abandonar la sede oficial. (...)

La posibilidad de la victoria de Le Pen y Jordan Bardella no responde a una fiebre pasajera, sino a la transformación de largo aliento que se lleva gestando en la sociedad y la política francesa: RN no es tanto una anomalía, como el producto de la crisis de régimen que vive el país. La ultraderecha ya no solo representa la herencia tradicional del colaboracionismo sino que también ha crecido bajo el autoritarismo del que el gaullismo impregnó la política de la V República, y que el mismo Mitterrand llegó a calificar como golpe de Estado permanente. Porque, más allá de si Bardella consigue o no los números para ser primer ministro, lo que está fuera de toda duda es que Rassemblement National es, en este momento, el principal partido de Francia. Y que la posibilidad de que Le Pen alcance la presidencia francesa en 2027 parece cada vez más clara. (...)"                    (Miguel Urbán, CTXT, 02/07/24)

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