"José Luis se ha quedado en el paro y este mes no ha cobrado. Todavía
no ha dejado de pagar su hipoteca, aunque en octubre ya se vio obligado a
retrasar el pago. “Me cobraron 70 euros de gastos. No quiero que me
vuelva a suceder, pero…”, lamenta.
Sabe que si no consigue pronto
trabajo no podrá cumplir con las obligaciones con el banco. Por eso, ha
intentando negociar. “Les pido que me den alguna opción de carencia o
rebajar el importe del recibo. El banco no me dice no directamente (no
sería políticamente correcto con la que está cayendo), pero asegura que
lo van a estudiar y que casi seguro no es viable”, explica.
José Luis está en la primera etapa. Si finalmente no puede hacer
frente a los pagos de su hipoteca, es posible que el banco le
desahucie. (...)
“Mi solución sería que se quedaran con la casa por un precio justo,
acorde al valor de su propia tasación de 2011 o una carencia de dos
años, a ver si entre tanto encontramos trabajo”, explica José Luis, que
tiene 59 años y “43 cotizados a la seguridad social”.
“Jamás he devuelto
un recibo, nunca he tenido un problema económico tan severo. Siempre
hemos vivido de acuerdo a nuestras posibilidades [ahora han vendido el
coche para conseguir un dinero extra], pero cuando falla la fuente de
ingresos… eso es caótico y no se lo deseo a nadie. Es muy triste ver
cómo todo aquello en lo que has fundamentado tu vida se va disipando
segundo a segundo”, lamenta.
No entiende cómo puede estar permitido dejar a alguien sin techo:
“Deberían usar el sentido común. No se puede lanzar a la gente a la
calle sin más y quedarse tan contentos”. ¿Qué se podría hacer entonces?
José Luis lo tiene claro: “Visto lo visto, creo que deberíamos empezar a
declararnos insumisos en cuanto a la banca y los políticos.
Cuando todo
el tsunami de los suicidios, altos directivos de Bankia salieron a la
palestra diciendo: ‘Las soluciones hay que buscarlas antes de empezar a
dejar de pagar, para que no se produzca el desahucio’. ¿Creen que somos
tontos? ¿Quién no quiere ponerse el salvavidas antes? En mi caso, ¿dónde
están esas soluciones para no llegar al desahucio?”
Y añade: “Deberíamos empezar a cambiar la forma en que hemos dejado
entrar la banca en nuestras vidas hasta hacerse imprescindible para
cualquier pequeño movimiento del dinero (tarjetas, recibos, nóminas,
ahorros, etc.), dependemos de su ‘bondad’ hasta para
En una etapa más avanzada del proceso se encuentra Carmen, murciana
de 30 años, viuda desde hace diez y en paro desde 2005. “Cuando falleció
mi marido, me dejó un niño de cuatro meses, además tengo en casa a mi
madre enferma, a mi hermano pequeño y a otro niño de cinco años”,
explica.
Sus ingresos son de 545 euros al mes -la pensión de viudedad- y
tenía que hacer frente a un hipoteca de 350. Ahora, su casa ha sido
subastada y está esperando a que los echen. “Nunca me negué a negociar,
lo intenté. Ponía sobre la mesa todo lo que tenía pero a ellos no les
interesó. Además, me dijeron que no constaba que en diez años hubiese
hecho nada ni me hubiese interesado por la situación”, asegura.
Su situación se agrava porque sus suegros avalaron la hipoteca. “Se
quedan también con su casa, y mi suegro está impedido”, subraya. Carmen
reconoce que no tiene un plan B y que no sabe dónde irán cuando se
produzca el lanzamiento de su vivienda y la tengan que abandonar.
“Al
menos podían acceder a dejarme un alquiler social o la dación en pago, o
al menos a mis suegros, que después de haber perdido a su único hijo no
pierdan también la casa”, indica.
Como José Luis, lamenta el comportamiento de bancos y políticos: “Se
siente una gran indefensión. Parece que en lugar del Gobierno está
gobernando la banca. Me siento traicionada y con miedo de qué va a ser
de mis hijos y de mi hermano sin ayudas y con estas expectativas”.
Lauznete, que vive en un pueblo de Toledo, ya ha pasado por la
situación de Carmen. Vive con su marido y con sus dos hijos menores y en
enero la caja de ahorros les embargó. El lanzamiento fue el 3 de
octubre, pero la asociación Vivienda digna de Toledo y los vecinos la
apoyaron y consiguieron suspender el desahucio y negociar un alquiler
social.
Ahora, siguen viviendo en su casa mientras siguen hablando con la
entidad. Asegura que están negociando un alquiler social de 150 euros
-tienen unos ingresos cercanos a los 400 euros- pero que la caja de
ahorros les ha entregado un borrador en el que no aparecían cláusulas
sociales.
Por eso, solicitaron su modificación y ahora están pendientes
de contestación. “Mi marido está en tratamiento psicológico y tengo
miedo de que haga una locura debido a esta situación. Ver lo que hacen
los políticos solo puede causarme impotencia, pero lucharé por mis
hijos”. (Huffington Post, 02/12/2012)
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