"El país de los bares y los chiringuitos ha superado a la economía de la tecnología y los robots. Esto, que podría parecer una auténtica fantasía, es una auténtica realidad si se atiende a los datos de PIB per cápita que publica el Fondo Monetario Internacional (FMI) en cada revisión de sus previsiones. Más allá de lo gracioso y anecdótico de la comparación, lo cierto es que destapa o revela un cambio mucho más grande en la economía a nivel global. La creciente preferencia de los consumidores en buena parte del mundo por los servicios está generando este tipo de situaciones en las que economías muy intensivas en capital, tecnología e inversión (Japón, Corea del Sur o Alemania) parecen languidecer, frente a países donde los servicios (que otrora fueron tildados de gran lastre para la economía) representan una mayor parte del PIB. De este modo, lo que en 2012 parecía imposible, en 2024 ha sido posible.
Al igual que en el sorpasso de España a Corea del Sur, gran parte de este movimiento está relacionado con el malísimo comportamiento de la economía nipón en la última década. Japón parece encontrarse inmerso en una suerte de letargo del que es incapaz de salir. Al nulo crecimiento económico, además, ahora se le suma la subida de la inflación y las turbulencias en un mercado de deuda que durante años parecía ser el ejemplo de cómo un país podía tener una deuda casi infinita sin sobresaltos. Esa misma deuda, el envejecimiento de la población, un tejido productivo controlado por conglomerados gigantes y la ralentización del comercio internacional de bienes están siendo la tormenta perfecta que sacude la economía de Japón.
Mientras tanto, España, una economía muy intensiva en servicios, ha logrado crecer con cierta intensidad en los últimos años. El mal hacer de Japón y el buen rendimiento de la economía de España han obrado este 'milagro'. En 2012, la diferencia de PIB per cápita entre ambos países era de 21.000 dólares, una brecha que parecía insalvable. Doce años después, España tiene un PIB per cápita a precios corrientes que supera los 35.000 dólares, mientras que en Japón el mismo indicador es de 33.000 dólares.
Este sorpasso revela un cambio importante en la economía global que se viene produciendo desde hace tiempo, pero que probablemente se ha intensificado en los últimos años, generando una especie de crisis en los países puramente industriales (crisis que se ha intensificado también porque China hace prácticamente lo mismo pero a 'mitad' de precio). Las mercancías ya no están de moda. Ahora la economía son servicios. Buena prueba de ello son los datos que aporta la World Trade Organization "la contribución de los servicios a las economías de todo el mundo ha aumentado notablemente con el tiempo. La participación del sector servicios en el PIB mundial pasó del 53% al 67% entre 1970 y la actualidad". En países como España el peso llega hasta el 70%.
El boom de los servicios y las 'experiencias'
Los patrones de consumo de la sociedad y los países cambian con el tiempo modificando la economía e incluso los flujos migratorios. En la actualidad, las sociedades desarrolladas parecen mostrar una mayor preferencia por le consumo de experiencias o servicios (hostelería, restaurantes, hoteles...) que por los bienes. De una forma sencilla y llana: un británico o un estadounidense parecen estar dispuestos a pagar más (de forma generalizada) por ver una puesta de sol en el techo de un hotel en el centro de Madrid que por una Tablet o una videoconsola. Esta transformación de las preferencias de consumo parece haber beneficiado sobremanera a economías como la de España (también otras del sur de Europa), frente a las economías que estaban más especializadas en la producción de bienes, como pueden ser Japón, Corea del Sur o Alemania, en el caso de Europa. Esta 'relevancia' de los servicios también ha permitido que España vuelva a entrar en el 'top 12' de las mayores economías del mundo este mismo año.
Con todo, en los últimos años España se ha situado a la cabeza del crecimiento de los países avanzados, mientras que Japón, con una economía muy intensiva en producción de bienes (tecnología, coches...) está sufriendo una profundización de la crisis que ya llevaba años azotando al país. Japón estaba destinado a convertirse en el gran rival de EEUU en los años 80. Pero el estallido de una enorme burbuja inmobiliaria a finales de los 80 truncó la trayectoria del país. No solo eso, se calcula que Japón ha perdido en los últimos 15 años unos 5 millones de habitantes. Mientras tanto, el tejido productivo sigue controlado por unos cuantos gigantes que parecen controlar de forma férrea los salarios (una suerte de monopsonio ampliado), algo que había sido positivo durante años para controlar la inflación, pero ya ni eso. Los precios están empezando a subir con intensidad en Japón, mientras que en España comienzan a estabilizarse en la zona del 2%.
La distancia entre España y Japón
De este modo, hoy, la situación entre ambos países a nivel macro es totalmente opuesta. La economía de España lidera el crecimiento en la zona euro, la población se expande gracias a la inmigración (ya somos casi 50 millones de habitantes), se genera empleo, el sector del turismo pasa un momento histórico e incluso la productividad ha dado un pequeño empujón en 2024. Con todo, el año pasado España ya logró ejecutar el sorpasso a Japón. La economía española creció un intenso 3,2%, con un aumento del PIB per cápita de más del 2%, gracias a una fortísima creación de empleo y una leve mejora de la productividad.
Pese a todo, cabe destacar que el crecimiento de España se debe en gran parte al aumento de ocupados que vienen de fuera. Esto sin duda es una buena noticia que incrementa el PIB agregado y también el PIB per cápita (aumentan las personas que están produciendo en una economía y al repartir esa producción la estadística dice que cada ciudadano toca a una tarta mayor), pero no señala necesariamente que la prosperidad y la renta de los que ya estaban en España trabajando esté mejorando realmente. Aun así, esta tendencia parece de lejos más positiva que la de Japón, un país que pierde población y ocupados.
Por el contrario, la economía de Japón quedó casi congelada. En un entorno crecientemente proteccionista y con una población muy envejecida (que apenas tolera la inmigración), el producto interior bruto (PIB) se expandió un 0,1% en 2024 en Japón, muy por debajo del 1,5% del año anterior. Con la productividad estancada, unos niveles de deuda pública que superan el 200% del PIB y la población más envejecida del mundo (una creciente falta de mano de obra), parece complicado que Japón dé la vuelta a esta situación.
De hecho, aunque las previsiones para España tampoco son brillantes, se prevé que el PIB per cápita de España se mantenga por delante del de Japón en todo el horizonte temporal de la previsión, que llega hasta el año 2030. Para ese comienzo de década, el PIB per cápita de España superará los 42.000 dólares, mientras que el de Japón se mantendrá en la zona los 41.000 dólares. El sorpasso podría haber llegado para quedarse."
( Vicente Nieves , dlEconomista.es, 02/07/25)
" España supera a tres países en PIB y vuelve al top 12 de la economía global con sorpresa incluida.
La economía de España se encuentra en un momento dulce. Nadie puede asegurar que este ciclo vaya a extenderse mucho más, ni que el crecimiento extensivo que está detrás de estos números brillantes vaya a mejorar de forma sustancial la vida de los españoles, pero lo cierto es que los fríos datos 'macro' son casi sobresalientes. El crecimiento del PIB del año 2024 y las buenas previsiones para este año han llevado a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) vuelva a situar a España entre las doce economías más grandes del mundo por PIB, después de varios años ocupando la decimoquinta plaza. El fuerte aumento de la población y la fuerza laboral, el boom del turismo, los fondos europeos y el pequeño despertar de la productividad en 2024 están detrás de este salto que se va a materializar este 2025, año en el que el crecimiento va a seguir siendo robusto. Además, para sorpresa positiva, según el FMI, España conservará esta posición durante todo el horizonte de la proyección.
España ha escalado tres puestos en un ranking que solo habla de tamaño, no de calidad. Tener el PIB muy grande puede ofrecer una visión de la relevancia de esa economía a nivel global, aunque diga muy poco de la calidad de vida de las personas de ese país. Para analizar la calidad de vida de los ciudadanos resultan más fiables otros indicadores con el PIB per cápita (dividir el PIB entre los habitantes) o el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que realiza la ONU cada año. Pese a todo, el crecimiento de la economía de España está siendo sorprendentemente positivo, lo que ha llevado a que la economía de España cope titulares positivos en la prensa internacional y se convierta en los últimos años en la locomotora de la zona euro.
Según los datos publicados por el FMI en sus últimas previsiones, en 2023, el PIB agregado de España sumaba 1,62 billones de dólares corrientes y ocupaba el puesto decimoquinto de la clasificación global de PIB, a más de 100.000 millones de distancia de México, Australia y casi 200.000 millones respecto a Corea del Sur. En cuestión de dos años, España va a recuperar todo el terreno perdido e incluso se va a poner por delante para auparse a la decimosegunda posición de la economía global. El FMI espera que el PIB nominal de España alcance los 1,8 billones de dólares este año, superando levemente a todos sus perseguidores y realizando este triple sorpasso, donde sorprende sobre todo el adelantamiento a México (con una demografía favorable y el pleno desarrollo, aunque sufriendo un bache en su economía). Pero aquí no acaban las sorpresas.
Lo que es aún más sorprendente, España se mantendrá en esta posición durante todo el horizonte de la proyección, que llega hasta el año 2030. Este vaticinio está basado en una demografía expansiva. El FMI calcula que la población española crecerá en 3 millones de habitantes entre 2024 (49 millones de habitantes) y 2030 (se superarán los 52 millones de habitantes). El aumento de la población (producto de la inmigración) incrementará la fuerza laboral de España. Ceteris paribus (se sigue creando empleo y la productividad sigue siendo positiva), el PIB aumentará con intensidad los próximos años, manteniendo a España por delante de Australia, México y Corea del Sur. El propio FMI vaticina que la renta per cápita de los españoles aumentará desde los 36.000 dólares actuales hasta los 42.300 de 2030, un aumento que parece muy optimista, pero que de cumplirse ayudará a la economía de España a conservar esa decimosegunda posición global.
Volviendo a los datos presentes que han dado lugar a este sorpasso, el propio FMI explicaba en su última revisión de la economía española que el crecimiento se mantendría sólido a corto plazo. La tasa de crecimiento será del 2,5% en 2025. Esto junto a un 2024 excepcional ha dado como resultado este sorpasso inesperado, puesto que la tendencia era justamente la opuesta en los años anterior. España llegó a ser la octava potencia del mundo allá por 2007, pero desde entonces, la economía nacional no ha parado de perder relevación en el contexto global como consecuencia de una productividad estancada y una demografía que ha lastrado la producción hasta los últimos años. Precisamente la recuperación de este último factor gracias a la inmigración está permitiendo este despertar de los indicadores 'macro' de España.
Tras años de estancamiento demográfico, la población ha aumentado en casi un millón de habitantes entre 2022 y 2024 (lo hará en otros tres millones hasta 2030). Con todo, la economía española cerró 2024 con un desempeño notablemente positivo, consolidándose como uno de los motores del crecimiento en Europa. El PIB se expandió un 3,2% durante el ejercicio, muy por encima de la media europea y de las previsiones iniciales. Este crecimiento vino impulsado, en primer lugar, por el vigor del consumo de los hogares, favorecido no solo por el dinamismo del mercado laboral, sino también por el aumento de la población. A ello se sumó el sólido comportamiento del consumo público, que ya acumula un crecimiento del 18,2% respecto a 2019, frente al 6,8% que ha crecido el PIB en el mismo periodo.
No todo es el aumento de la población
Uno de los elementos más destacados del año fue el extraordinario impulso de las exportaciones de servicios turísticos, que alcanzaron su mayor tasa de crecimiento de toda la serie histórica si se excluyen los años de recuperación pospandémica. También contribuyó al avance económico, el buen comportamiento de las exportaciones de servicios no turísticos, así como la moderación en el crecimiento de las importaciones, lo que mejoró el saldo exterior. No obstante, algunos indicadores mostraron un tono más débil, como la inversión en bienes de equipo, que sigue sin recuperar el pulso tras la pandemia, y las exportaciones de bienes, que no lograron remontar a lo largo del año.
En términos de renta, los hogares españoles vieron aumentar sus ingresos un 8,7% en 2024, apoyados en una subida del 5% del salario medio, el crecimiento del empleo y el aumento de rentas de inversión y prestaciones sociales. Sin embargo, su gasto en consumo creció a un ritmo menor, lo que permitió mantener una elevada tasa de ahorro, situada en el 13,6% de la renta disponible. En el ámbito fiscal, las Administraciones Públicas cerraron el ejercicio con un déficit del 2,8% del PIB si se excluyen los gastos extraordinarios derivados de la DANA de Valencia (3,15% con ellos).
Con todo, la economía de España a niveles agregados y 'macro' está presentando un comportamiento notable. El fuerte crecimiento de los últimos años ha sido fundamental para evitar que la economía de la zona euro entrase en recesión o quedase aún más estancada. La fortísima creación de empleo (780.000 puestos nuevos en 2023 y casi 500.00 en 2024) se han convertido en el motor de crecimiento del PIB, lo que algunos economistas catalogan incluso como un 'ciclo propio' del país que parece convertir a España, por ahora, en un fortín de crecimiento en medio de la mediocridad europea."
(Vicente Nieves , elEconomista.es, 14/05/25
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