4.6.24

Manolo Monereo: propuestas concretas para reconstruir aquí y ahora la izquierda... Las diferencias ideológicas de las diversas izquierdas hoy son demasiado grandes... hay que pasar por un periodo intermedio, tal vez no demasiado largo, donde lo que nos una sea por un lado un programa alternativo a lo existente y por otro lado el intento de construir desde abajo organización, vínculos sociales, insertarse en el conflicto social en cada territorio. Y luego una cosa fundamental, que sin resolverla no hay nada que hacer, la clave de bóveda de la etapa que viene y que estamos viviendo, dramáticamente entre la guerra y la paz, entre el conflicto nuclear, y la crisis ecológica. En esta etapa habrá que partir de un dato esencial: el estado nación... y habrá que situar como tarea prioritaria, una agenda socialista, una agenda democrática socialista... A la extrema derecha le estamos dejando la clase trabajadora, Le estamos dejando España, su cultura y sus valores a las derechas unificadas y nos estamos quedando sin un proyecto alternativo de país... ¿quién podría y cómo convocar esos estados generales de la izquierda? Podría convocarlos una mesa de organizaciones político-sociales, y que esa mesa diseñara una especie de propuesta de mecanismo para la construcción de una democracia social avanzada... esto no es una tarea de la clase política, no es una tarea de cuatro partidos políticos que quedan de una historia más o menos espléndida o más o menos grande. Aquí ahora lo que cabe es la modestia, lo que cabe es el debate político honesto y limpio y lo que cabe es suscitar debate y organización desde abajo... La mesa de partidos debe iniciar el debate, propiciar ese debate y dejar que ese debate se vaya organizando colectivamente y desde abajo a partir de una propuesta alternativa de país

 "(...) Hemos dicho antes que la izquierda estaba aniquilada. ¿Puedes formular aquí y ahora algunas propuestas concretas para reconstruir aquí y ahora la izquierda?

—No es fácil, entre otras cosas porque en política las propuestas no surgen solo de un grupo de intelectuales que en una cafetería o con una conversación, en una revista, hacen propuestas. La política es fuerza, organización, programa, estrategia. La primera cuestión es constatar que estamos en un momento terminal de un tipo de izquierda, de un ciclo político de esa izquierda y que lo primero que hay que hacer es un análisis honesto, riguroso, sincero de cómo hemos llegado hasta esta situación, porque vivimos una paradoja, querido Miguel, la de que por un lado se nos dice que ahora que gobernamos tenemos más poder que nunca, pero a su vez vamos teniendo menos organización, menos estructuras, menos cuadros y menos vínculos sociales organizados, es decir, que teóricamente tenemos mucha influencia, pero cada vez tenemos menos votos y menos organización. 

Y lo que re­sulta dramático es que, como se está tan mal, como se está tan al límite y la situación política es tan dura, tan difícil, la idea es que no se puede dejar de gobernar, porque sin gobernar somos todavía más débiles y todavía tendremos menos futuro. Por lo tanto todo se confía a seguir gobernando, porque fuera del gobierno no solamente hace mucho frío, sino que seríamos casi inútiles. Pero el problema es que conforme más tiempo estemos en el gobierno más inútiles seremos, menos capacidad de respuesta tendremos y menos capacidad de hacer un análisis serio y honesto de la situación por la que pasa la izquierda en el conjunto de la izquierda europea y específicamente del sur de Europa. Eso es lo primero que hay que hacer, un debate serio y honesto.

En segundo lugar hay que plantearse lo que ya he dicho tantas veces que me da un poco de vergüenza repetirlo, pero no se me ocurre otra idea: ir hacia unos estados generales de la izquierda, es decir, ir hacia una asamblea lo más amplia posible, lo más autoorganizada posible, para discutir de una manera abierta y sincera los grandes problemas que tiene el país y ponerse de acuerdo en un programa alternativo. Para mí el problema no es el de una candidatura, no es problema electoral, es un problema de estrategia y de definición política sustancial y es ahí donde yo veo que la izquierda está perdida, no sabe exactamente qué hacer, los cuadros ven cómo progresivamente van perdiendo influencia y peso social y electoral y la tentación de seguir gobernando se convierte casi en la única posibilidad de contar algo en política. Hay que ir a una asamblea, a unos estados generales de la izquierda de los que surja un programa básico….

 —¿Y esperas que de ahí surja una nueva formación política? Ese gato está escaldado…

—Las diferencias ideológicas de las diversas izquierdas hoy son demasiado grandes para pensar en una formación política nueva sin más, hay que pasar por un periodo intermedio largo, tal vez no demasiado largo, donde lo que nos una sea por un lado un programa alternativo a lo existente y por otro lado el intento de construir desde abajo organización, vínculos sociales, insertarse en el conflicto social en cada territorio. Y luego una cosa fundamental, que sin resolverla no hay nada que hacer, la clave de bóveda de la etapa que viene y que estamos viviendo, dramáticamente entre la guerra y la paz, entre el conflicto nuclear, y la crisis ecológica. En esta etapa habrá que partir de un dato esencial: el estado nación. El estado nacional sigue siendo el centro de anudamiento de todas las contradicciones sociales, si no partimos de ese estado nacional, si no partimos de sus realidades, de reforzar y retomar ese estado, si no partimos de la soberanía popular, de la lucha por la independencia nacional, todo está perdido y no encontraremos respuesta a lo que está ocurriendo. Es decir, hace falta reivindicar el estado nacional, partir de que la clave de bóveda en este momento es la contradicción cada vez más fuerte entre la democracia popular, la democracia social y el capitalismo realmente existente y, en tercer lugar, habrá que situar de nuevo como tarea prioritaria en los próximos años una agenda socialista, una agenda democrática socialista.

 —Resumamos.

—Estas son las tres cuestiones que yo considero decisivas: la primera,  retorno, refuerzo del estado nación, lo cual no significa ni autarquía ni repliegue interno, todo lo contrario, sino que implica la lucha por un nuevo internacionalismo; en segundo lugar y muy en serio y de una manera definitiva, la clave hoy no es una contraposición abstracta entre democracia y fascismo, ese no es el problema de hoy, no porque no haya fascismo sino porque lo que está en cuestión es la propia democracia por el predominio de un capitalismo cada vez más depredador, más oligárquico y con mayor capacidad destructiva y hay que entender la necesidad que tienen las poblaciones de protegerse de él; y, en tercer lugar, situar de nuevo una agenda socialista en torno a las grandes reivindicaciones de una democracia social avanzada, de una democracia socialista. Si no partimos de ahí nunca saldremos de este hoyo. Hay un viejo dicho chino que decía que para salir del hoyo lo primero que hay que hacer es dejar de cavar. Y cavar para mí es continuar en este mecanismo que nos ha llevado a la derrota de gobernar con Pedro Sánchez, a caer en una estrategia meramente institucionalista y electoral, a perder vínculos sociales, a perder capacidad organizativa y desmovilizar a una parte cada vez más grande de la sociedad. A la extrema derecha le estamos dejando la clase trabajadora, Le estamos dejando España, su cultura y sus valores a las derechas unificadas y nos estamos quedando sin un proyecto alternativo de país.

 —Y para acabar esta conversación ¿quién podría y cómo convocar esos estados generales de la izquierda que propones?

—Pues existen muchos mecanismos. Podría convocarlos una mesa de organizaciones político-sociales, y que esa mesa diseñara una especie de propuesta de mecanismo para la construcción de una democracia social avanzada, de una democracia socialista y que en ese marco se pueda enhebrar un discurso y una estrategia alternativa. Eso se podría hacer, siempre se ha hecho. La clave no es que cinco o seis organizaciones que un día se dan cuenta que ya no son lo que eran y que están al borde de la desaparición acaben diciendo lo que hay que hacer, sino que hay que establecer una dialéctica entre lo organizado y lo no organizado y propiciar la autoorganización. Es decir, esto no es una tarea de la clase política, no es una tarea de cuatro partidos políticos que quedan de una historia más o menos espléndida o más o menos grande. Aquí ahora lo que cabe es la modestia, lo que cabe es el debate político honesto y limpio y lo que cabe es suscitar debate y organización desde abajo. No basta solo con crear una fórmula más de las muchas que se han creado, un nuevo mecanismo electoral de los muchos que se han creado y se van a crear. Hace falta ir más allá, hace falta organización, hacen falta vínculos sociales, hace falta insertarse en el conflicto territorial y hacen falta programas y estrategias.

Y eso no se resuelve en una mesa de partidos. La mesa de partidos debe iniciar el debate, propiciar ese debate y dejar que ese debate se vaya organizando colectivamente y desde abajo a partir de una propuesta alternativa de país.

 —Bien, dicho queda, veremos si alguien recoge algunas de esas ideas.

—Pues eso espero, y supongo que seguiremos hablando de ello. La izquierda que viene es una izquierda que va a tener que hacerse una autocrítica muy fuerte, y muy pocos de los dirigentes actuales van a continuar, porque van a ser muy duramente criticados. La experiencia del Gobierno con Pedro Sánchez va a ser muy criticada también y, por lo tanto, tenemos que abrirnos a un proceso de autocrítica general y en ese marco situar los elementos de una política alternativa. Trataremos de ayudar en lo que sea."

(Entrevista a  Manolo Monereo,  El Viejo Topo, 01/06/24)

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