19.4.24

“En Osakidetza nos la van a dejar morir, vámonos a la privada”... el “cambio cultural” en Osakidetza: ambulancias y PAC sin médicos, ambulatorios cerrados en vacaciones, dilatadas listas de espera con especialistas y unas urgencias hospitalarias permanentemente colapsadas.

"El sábado de la final de la Copa del Rey, Miren —nombre ficticio— tuvo el segundo síncope en tres días. Desde hacía dos semanas vivía en casa de uno de sus hijos, porque desde mediados de marzo comenzó a experimentar un cansancio extremo y, tras los primeros despistes, aparecieron las pérdidas de memoria y los fallos cognitivos. En menos de un mes, Miren pasó de vivir sola, hacer las tareas del hogar, quedar con sus amigas e ir a bailar, a ser una persona dependiente que pensaba que vivía en los años 70.

El día anterior al partido, un día después del primer síncope, la médica de cabecera le colgó el teléfono a su hijo: “Poneos de acuerdo con los síntomas de vuestra madre”, espetó antes de dar por terminada la conversación de la cita telefónica. Hace año y medio, Miren, de 74 años, fue diagnosticada con un tumor benigno en el oído. Tiene que ser tratado con radioterapia, que aún no ha recibido. En respuesta parlamentaria a la representante de EH Bildu Rebeka Ubera, el Departamento de Salud aseguró el pasado 14 de julio que la lista de espera para medicina nuclear en la OSI de Ezkerraldea-Cruces es de 23 días de media.

Desde que Miren empezó con síntomas hace un mes, varios médicos de Osakidetza le dijeron a la familia que podía ser hipotiroidismo, demencia o depresión, entre otras cosas. En Urgencias le miraron el estómago, pero no la cabeza.

Tras el partido del Athletic, vino una ambulancia a casa para atender el segundo síncope. El médico no quiso trasladarla al hospital, alegando que la mujer tenía las constantes vitales estables. Fue el enfermero que, viendo el panorama y constatando los fallos cognitivos, les recomendó a los hijos fiarse de su instinto: “Insistid e insistid, sino no os harán caso”.

En Osakidetza trabajan entre 7.668 y 8.873. Los números varían según la fuente: el Departamento de Salud tira a la baja, el Ministerio de Sanidad, al alta. Según Osakidetza, solo 523 trabajadores compatibilizan su profesión en la sanidad privada, en respuesta parlamentaria al representante de Izquierda Unida Jon Hernández. Pero según la tabla Excel disponible en la web del Departamento de Salud, el número de médicos que trabaja en la privada se eleva a 1.058. Y no están todos, según ha podido comprobar este diario. La opacidad se ha vuelto política habitual dentro del Departamento de Salud, el cual prefiere hablar de un “cambio cultural” en Osakidetza: ambulancias y PAC sin médicos, ambulatorios cerrados en vacaciones, dilatadas listas de espera con especialistas y unas urgencias hospitalarias permanentemente colapsadas.

Miren pasó la noche de la Copa del Rey en casa, pero al día siguiente sus hijos la llevaron al Hospital de Cruces, insistiendo y fiándose de su instinto. La paciente estuvo más de 24 horas en boxes. Uno de sus hijos, desesperado, acabó pronunciando las palabras mágicas: “Nos la van a matar, vámonos a la privada”. No se fueron. Siguieron insistiendo y pidiendo que los médicos miraran el TAC que le habían hecho a su madre el miércoles anterior por el tumor benigno en el oído.

Los neurólogos miraron el TAC. Hasta entonces, nadie había valorado esa prueba reciente. Tras observarla, el lunes, a las 20h, le asignaron cama en planta y diagnóstico: hidrocefalia. El martes, Miren empezó a recibir tratamiento: le sacaron de la cabeza 200 ml de líquido. Los siguientes días, le siguieron drenando cantidades parecidas. Este lunes le quitaron el drenaje. Al aliviar la presión del cerebro, Miren empezó a mejorar rápidamente. Hoy jueves está prevista su operación para colocarle una válvula intracraneal.

Desde que está en planta, su familia asegura que el trato recibido por toda la plantilla, desde médicos a auxiliares de enfermería, es impecable. Hasta que consiguieron el ingreso, fue un calvario.

Más estudiantes (privados)

Medicina es la segunda carrera con la nota de corte más alta en la Universidad del País Vasco, le precede Biología Molecular. El coste de los 60 créditos del primer curso es de 1.135 euros. La supuesta falta de médicos ha sido una de las razones esgrimida por los colegios profesionales y los sucesivos gobiernos para contrarrestar las críticas hacia Osakidetza. El pasado curso, la universidad pública aumentó en 38 las plazas disponibles, pasando a un total de 368. Pero antes, el Departamento de Educación había dado permiso para ofertar Medicina en la universidad privada de Deusto, a 16.848 euros el curso (80 plazas). La carrera consta de seis cursos (101.088 euros, sin repetir asignaturas). La facultad abrió sus puertas en septiembre de 2020, con el IMQ como hospital universitario de referencia.

La semana pasada, a Jokin —nombre ficticio— le asignaron cita con traumatología general para el 30 de enero de 2025. Según la respuesta parlamentaria a Rebeka Ubera, la lista de espera para esta especialidad en la OSI de Donostialdea es de 143 días. Con 49 años y un trabajo activo, Jokin deberá esperar 290 días. Ha reclamado.

Lleva cojeando desde hace dos meses, debido al dolor que le produce una rozadura interna de un trozo de cartílago, según el resultado de la resonancia —realizada en seis semanas, debido a una cancelación—. El tratamiento a su cojera podría requerir, según la valoración de su médica de cabecera, de una intervención quirúrgica de 15 minutos. La artroscopia de rodilla oscila entre los 3.000 y 8.000 euros en la sanidad privada. Hay diez hospitales privados en el País Vasco, seis en Bizkaia, dos en Araba y dos en Gipuzkoa. Disponen de 2.104 camas y 66 quirófanos donde practican el 26% de las cirugías que se hacen en Euskadi, según los últimos datos de ASPE, la patronal de las clínicas privadas, ofrecidos en 2022. Sin contar las clínicas privadas de estética, dermatología, oftalmología y demás especialidades.

¿Cuánto tiempo se puede cojear sin pedir un presupuesto en la privada? ¿Y cuánto tiempo se puede vivir con el cerebro lleno de un líquido que no le corresponde estar ahí? El barómetro vasco, dependiente de Lehendakaritza, cuantifica en un 35% la preocupación social por la sanidad pública. El Deustobarómetro, de la Universidad de Deusto, lo eleva al 41%.

No tener cita hasta 2025 con el especialista —el cirujano requiere de otra cita—, que una médico de cabecera cuelgue el teléfono, que el facultativo de la ambulancia descarte el traslado de una paciente sin diagnóstico al hospital, es decir, la saturación en atención primaria y en urgencias hospitalarias, son consecuencia de la gestión y planificación política del Departamento de Sanidad, no de los propios sanitarios.

Sin embargo, la respuesta a esta situación es desigual. El Sindicato Médico de Euskadi solo ha respaldado dos jornadas de huelga en 2023 contra el desmantelamiento de la sanidad pública. Es el más reacio a la hora de convocar el resto de huelgas sanitarias y del sector público registradas por sindicatos horizontales, y también por el sindicato de enfermeras, Satse. Son los propios centros de salud y las plataformas vecinales en defensa de la sanidad pública quienes organizan concentraciones periódicas en defensa de la sanidad pública, mientras los sindicatos horizontales pelean contra la elevada tasa de temporalidad y las externalizaciones. Mientras, las ambulancias están en huelga indefinida desde el 19 de febrero y las matronas del Hospital de Basurto han denunciado esta semana que el área de partos ha superado los 30º, ante la falta de equipo de aire acondicionado. Las condiciones para parir en un hospital privado son más agradables. Otra cosa son sus equipamientos humanos y técnicos si vienen mal dadas.

Miren tuvo suerte. Llegó a Urgencias con un TAC hecho. Paloma —nombre ficticio— no la tuvo. En mayo de 2022 empezaron las pruebas, y no fue operada hasta octubre de 2023. Un año y cinco meses (515 días, aproximadamente). También hidrocefalia. “Desde mayo que le hacen resonancia hasta noviembre, no le dan cita con neurocirugía para realizar diagnóstico”, explica una de sus hijas. Según la respuesta parlamentaria citada anteriormente, la lista de espera de neurología en la OSI de Basurto son 77 días. Y la de neurocirugía, solo 6 días. Como Miren, Paloma perdió su independencia y tuvo que ser cuidada 24 horas por sus hijas. Desesperadas, pidieron presupuesto a la sanidad privada para colocarle una válvula intracraneal.

Según alerta la asociación Amupheb, “el tratamiento de los pacientes con hidrocefalia salva y mantiene la vida del paciente. Si se deja sin tratar, la hidrocefalia tiene una tasa de mortalidad de entre 50 y el 60% y los que logran sobrevivir tienen importantes secuelas cognitivas con importante discapacidad intelectual, física y neurológica”.                 (Gesamí Forner, El Salto, 18/04/24)

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