"Cuando no hay una política creíble por la que votar, los electores no votan. Esto podría figurar en la lápida de la política, cuya defunción queda ahora certificada por la participación electoral más baja de la historia. El 37,2% del Lacio está apenas medio punto por encima del récord negativo de Emilia Romaña, pero en Lombardía no ha ido mucho mejor: en las dos regiones, las más importantes de Italia, la participación se ha desplomado más de 30 puntos respecto a las últimas elecciones.
Ambos candidatos de derechas han superado el 50% de los votos emitidos. Esto parecería un triunfo, si no fuera porque la formación en su conjunto ha perdido un millón y medio de votos desde la última votación. Así pues, el significado de este resultado sólo puede leerse de una manera: los partidos alternativos a los partidos de derechas han decepcionado tanto a sus antiguos votantes que ni siquiera han obtenido su consentimiento para cerrar el paso a los que antes se consideraban adversarios, pero que ahora evidentemente se agrupan con los demás según el viejo adagio del votante apático "todos son iguales".
Uno parece intuir, sin embargo, que hay algo más que indiferencia hacia lo que antes era su bando político. Probablemente existe esa rabia que hace decir a los abstencionistas: "pase lo que pase, no les votaré más". La rabia de los que se sintieron engañados, de los que recuerdan cómo Maastricht Europa y la moneda única se presentaban como un viaje al país de los Sueños y en cambio después de treinta años se encuentran más pobres, más precarios, con menos garantías y menos perspectivas.
Uno se preguntará: ¿qué tiene que ver esto con un voto administrativo? Tiene que ver con el clima que se ha creado, el que hemos descrito.
Francesco Giavazzi, economista neoliberal y antiguo estrecho colaborador de Mario Draghi, recuerda en el Corriere della sera que esta semana comienzan las negociaciones finales para cambiar las normas europeas suspendidas desde el inicio de la pandemia y que deberían volver a entrar en vigor con el nuevo año. Giavazzi emite un veredicto favorable sobre la propuesta elaborada por la Comisión de Bruselas, que, con toda probabilidad, será aceptada a lo sumo con algunos cambios no sustanciales. Incluso muchos economistas que criticaron las antiguas normas creen que hay una mejora. En opinión de este escritor, es una mejora similar a ahogarse en un lago de 100 metros de profundidad que, después de que un terremoto hiciera subir el fondo, se convirtiera en sólo 20 metros. Puede que sea mejor, pero uno sigue ahogándose.
El hecho es que la lógica no ha cambiado. No es sólo porque nos centremos únicamente en las cuentas públicas mientras ignoramos -al menos en ese ámbito, que pasa a ser central para la gobernanza de la Unión- cuestiones que son al menos tan importantes (o quizá más). Por ejemplo, las cuestiones de competencia fiscal: seguimos tolerando la existencia de "paraísos" incluso dentro de la UE. Por ejemplo, el empleo, cuyo nivel es resultado de las políticas necesarias para "respetar las reglas". Pero, sobre todo, esas normas implican mecanismos que están completamente en manos de los llamados "tecnócratas". A fin de cuentas, es su labor la que traza los límites dentro de los cuales puede moverse la política.
De ello se dio cuenta el Gobierno de derechas, que, aún con las normas en suspenso, tuvo que hacer una ley presupuestaria "como si...". Esto evitó males mayores, como la locura del impuesto único, pero no dejó de ser una prueba del limitado margen en el que puede moverse la política nacional.
Dicho esto, sin embargo, los primeros movimientos del Gobierno de derechas están demostrando que, incluso dentro del limitado margen de maniobra, se pueden hacer cosas buenas y cosas mucho menos buenas. Y de estas últimas, en el último cuarto de siglo, el centro-izquierda ha hecho muchas. Empezando por la adhesión incondicional al Tratado de Maastricht y a la moneda única: por supuesto, no se podía quedar fuera de Europa, pero otros países han utilizado, por ejemplo, las cláusulas de "opting out" para no tragar al menos parte de la medicina. Y luego, las privatizaciones hechas sin criterio, la renuncia a una política industrial, la precarización del trabajo, los mayores poderes a las regiones con una mala reforma constitucional... El centro-izquierda -y el socialdemócrata Partito Democratico (PD) en sus diversas encarnaciones- cuando estaba en el gobierno esta línea la abrazaba con entusiasmo. El renzismo (de Matteo Renzi, antiguo dirigente del PD) fue la culminación de una larga marcha dentro de la cultura dominante. Después (aparte del apéndice Gentiloni -su sucesor al frente del Gobierno-) es como si las cabezas de ese partido se hubieran apagado. Pasar de una crisis a otra sin un análisis del pasado, y la actual carrera por el liderazgo del PD demuestra que no se quiere hacer ese análisis, o no se es capaz de hacerlo. Hemos intentado estimular algunas políticas claras sobre los temas más importantes, pero los candidatos se han cuidado de no responder.
Es inútil hablar de Italia Viva, un pequeño partido de alborotadores que dentro de unos años quizá sirva a algún licenciado en Historia para hacer su tesis. Alternativa al gobierno sigue siendo el Movimiento 5 Estrellas, que tras el abrazo mortal con la Liga y los interludios del gobierno con el PD y el gobierno de Draghi, se ha salvado de la extinción asumiendo la representación de los desposeídos del Sur. Es bueno que alguien lo haga, pero no puede ser suficiente para que el partido logre un consenso mucho mayor que el actual. Incluso ahí falta una política, así como una dirección precisa.
Sorprenderse porque la mayoría ya no acude a las urnas es ignorar este sombrío panorama, del que no hay salida porque los actuales protagonistas no parecen querer salir. Quizá en el futuro, agotados hasta los últimos votantes, se programe a un par de inteligencias artificiales para que se hagan pasar por alternativas y voten en su lugar. La democracia se salvará."
(Carlo Clericetti es un periodista italiano. En el pasado ha dirigido "Affari & Finanza", suplemento semanal publicado por "La Repubblica", Brave New europe, 21/02/23; traducción DEEPL)