"La proximidad temporal de las elecciones municipales y autonómicas ha
hecho que muchas personas se pregunten si sería posible poner en marcha
una política de Trabajo Garantizado (TG) en las administraciones locales
y autonómicas. (...)
Para abordar esta cuestión es importante tener en cuenta que la política económica de Trabajo Garantizado ha sido teorizada para aplicarse desde la administración estatal.
A pesar de que la gestión de los nuevos empleos correría a cargo de las
administraciones locales, está pensado que sea el Estado quien financie
los salarios de los trabajadores garantizados.
Esto es así porque el
Estado es al fin y al cabo el ente administrativo más potente en
términos de captación de recursos fiscales y financieros, de forma que
el gasto dedicado a Trabajo Garantizado puede ser el máximo que
posibilite la riqueza de la economía en cuestión; y también porque
permite compensar algunos desequilibrios económicos que se producen a
nivel regional (algunas regiones son más ricas que otras y por lo tanto
el potencial de sus políticas de gasto difieren entre sí).
Desgraciadamente la legislación española concede márgenes fiscales muy reducidos a las administraciones locales:
desde un ayuntamiento no se pueden crear nuevos impuestos y apenas se
pueden modificar las figuras impositivas existentes. En el caso de las
comunidades autónomas este margen es mayor, porque tienen autoridad para
aprobar nuevos impuestos y modificar sustancialmente los que ya
existen.
No obstante, las posibilidades para aplicar en condiciones
óptimas un Trabajo Garantizado siguen siendo limitadas a nivel
autonómico, especialmente en comparación con el ámbito estatal. (...)
Ahora bien, esto no quiere decir que no existan actualmente fórmulas para incrementar el margen fiscal de los entes locales y autonómicos. La más idónea de todas ellas es la de los créditos fiscales.
Un crédito fiscal es un instrumento que concede el sector público a
una empresa o individuo para que pueda pagar sus impuestos con él.
Por ejemplo, si una empresa tiene que pagar 100 euros en impuestos y
tiene en su poder créditos fiscales por valor de 100 euros o más, podrá
saldar la deuda con Hacienda recurriendo a los créditos fiscales. La
empresa se deshará de créditos fiscales por valor de 100 euros, y al
mismo tiempo eliminará ese compromiso de pago.
Esto es algo que se
utiliza hoy día fundamentalmente para grandes empresas cuando se las
intenta compensar por haber pagado impuestos sobre beneficios siempre
que no puedan aprovecharse de esos beneficios. Un ejemplos típico es el
de una empresa que utiliza parte de sus beneficios para financiar un
plan de pensiones privado a nombre de sus trabajadores: a pesar de pagar
impuestos por esos beneficios, en realidad no es la empresa quien saca
provecho de los mismos.
Frente a esta situación, el Estado le concede créditos fiscales para que pueda pagar menos impuestos en el próximo curso fiscal. (...)
Ahora supongamos que el sector público permite que esos créditos
fiscales sean transferibles entre agentes económicos, que sirvan para
pagar cualquier tipo de impuesto (no sólo el de sociedades) y que parte
del salario de los trabajadores del TG sean pagados con este
instrumento.
Puesto que todos los agentes económicos tienen que pagar
impuestos (IRPF, IVA, Impuestos especiales de tabaco, bebida y
carburantes, IBI, Impuesto de Tracción Mecánica, Impuesto de Sucesiones,
Impuesto de Actividades Económicas, etc), todos tendrían interés en
disponer de créditos fiscales, ya que así podrían saldar sus compromisos
tributarios.
De esta forma, los trabajadores del TG, podrían comprar bienes y servicios utilizando euros pero también utilizando créditos fiscales.
Por ejemplo, un trabajador del TG podría ir a un bar y pagar con
créditos fiscales ya que el dueño del bar tiene que pagar impuestos y
puede hacerlo con ese nuevo instrumento. Pero es que el propietario del
bar también podría pagar a los camareros con esos créditos fiscales, ya
que ellos también tienen que saldar deudas con Hacienda.
El resultado evidente es que, aunque no se hayan creado nuevos euros, sí que hay más “dinero” en circulación. Por lo tanto, la generación de créditos fiscales funciona en la práctica como una creación de dinero aunque no sea creación de euros.
Esto permite a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas
(¡también al Estado!) tener mayor margen de maniobra fiscal y crear más
puestos de trabajo de TG de los que podría crear sin recurrir a los
créditos fiscales.
Este recurso no es nuevo: ha sido utilizado por multitud de gobiernos locales a lo largo y ancho del planeta y en diferentes épocas.
La primera experiencia fue la del ayuntamiento de Wörgl (Austria) en
1932. En los trece meses durante los que se utilizaron créditos
fiscales, el gobierno local pudo incrementar notablemente en un contexto
de intensa recesión económica (Gran Depresión) su gasto público con el
objetivo de impulsar la actividad económica.
El resultado fue un
descenso de la tasa de paro en un 25%. Las siguientes experiencias
relevantes las encontramos en España durante la Guerra Civil, de la mano
de muchos ayuntamientos republicanos, especialmente Alicante, Alcoy,
Pedreguer, Orihuela, Villena y Denia.
Los créditos fiscales fueron
utilizados para poder aplicar política fiscal en unos años en los que la
moneda republicana escaseaba debido al conflicto bélico. Durante la
misma época otros ayuntamientos franceses y alemanes recurrieron a los
créditos fiscales, siempre con el objetivo de incrementar el margen de
la política fiscal.
En años más recientes los créditos fiscales han sido
utilizados en multitud de ocasiones por gobiernos locales de los Estados
Unidos como San Diego, Oakland, San José y Detroit, y con
excelentes resultados a la hora de incrementar la inversión pública en
un periodo de insuficiencia financiera (convencional).
Una fórmula de financiación similar a la de los créditos
fiscales y que también ha sido frecuentemente utilizada es la de la
moneda social. La diferencia más importante que existe entre
las dos alternativas es que los créditos fiscales son creados por los
gobiernos locales y aceptados por ellos para el pago de impuestos,
mientras que las monedas sociales son impulsadas por organizaciones
privadas sin ánimo de lucro y no son aceptadas para el pago de
impuestos.
No obstante, muchas monedas sociales han recibido apoyo
explícito de los ayuntamientos locales y también de muchas entidades
bancarias. Las monedas sociales más importantes son las de Priem am
Chiemsee (Alemania) desde 2003, Bristol (Reino Unido) desde 2012, y
Toulouse (Francia) desde 2011. En el último caso, el ayuntamiento paga
parte de los subsidios de desempleo en moneda social.
La utilización de créditos fiscales (aunque también de monedas
sociales) tiene importantes beneficios que van más allá del aumento del
margen fiscal. La virtud más característica es que todo ese
nuevo dinero creado en forma de créditos fiscales sólo es válido para el
territorio en cuestión.
Por ejemplo, no se pueden utilizar
créditos fiscales de San Diego para comprar productos de Nueva York,
puesto que el neoyorquino no paga sus impuestos en la ciudad
californiana y no tiene ningún interés en obtener créditos fiscales de
San Diego.
En consecuencia, las ventas se producirán localmente, impulsando la actividad económica de la localidad o región correspondiente. Se evita así que ese nuevo dinero creado acabe abandonando el territorio, como ocurre frecuentemente con el dinero oficial. La renta y riqueza derivada del uso de los créditos fiscales se queda en casa.
Por otro lado, esta fórmula de financiación permite que el impulso en
inversión pública no incremente las compras a otras regiones, evitando
así que el saldo comercial empeore. Por último, la propia naturaleza de
los créditos fiscales hace inviable que puedan ser utilizados para las
finanzas especulativas, ya que este tipo de actividades se producen a
nivel global. De esta forma se prioriza la economía real frente a la
economía financiera.
Ventajas y precedentes que son más que suficientes para que
determinadas fuerzas políticas españolas se atrevan en los ámbitos
locales y autonómicos a recurrir a los créditos fiscales para, entre
otras cosas, poner en marcha políticas potentes de Trabajo Garantizado."
(Eduardo Garzón , Artículo publicado originalmente en Andalucesdiario.es el 3 de mayo de 2015, en Saque de esquina, 07/05/2015)
¿No se podrían financiar también con monedas sociales digitales respaldadas por la energía solar?
"Si Grecia, España, o Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar créditos a familias y empresas sin endeudarse en euros. (...)
Una moneda digital respaldada por la energía solar con circulación restringida al mercado español (la europeseta digital solar, por ponerle un nombre), que complemente al euro, no que lo sustituya, solucionaría la financiación de empresas y familias.
No servirá para importar mercancías, ni para gastar en el extranjero. Para eso seguiremos usando el euro. Se utilizaría únicamente para la compra y venta de artículos nacionales.
Será el instrumento que nos saque de la crisis. Porque esta moneda electrónica digital sustentada por la energía solar nos permitiría incrementar la demanda que necesitan las empresas para crear empleo.
Si un banco público, o cooperativo, creado por la Junta de Extremadura o de Andalucía, generase crédito con las europesetas digitales (solares), financiarían sus economías, captarían más impuestos y necesitarían menos euros para hacer frente a la deuda y al gasto.
Cuando la moneda digital solar nos permita pagar a los funcionaros y a los proveedores, sin necesidad de aumentar la deuda en euros, la posición negociadora de la 'troika' se debelitará. Recuperaremos soberanía.
El coste de una moneda electrónica es cero. El otorgamiento de créditos, pues, cercano a cero. (...)
Si nosotros tenemos la capacidad de emitir moneda, dependería también de nosotros su distribución, o sea, el crédito. Para crear un circuito económico independiente.
Con una moneda respaldada al 100% por una unidad de energía equivalente se financiaría la economía real. Un circuito económico que inyecte moneda allí donde hace falta para crear actividad económica, en las pymes, en cooperativas, en los parados, en los desahuciados…
Al ir unida a la emisión de energía, se impediría que las autoridades inundasen el mercado de moneda, lo que la devaluaría.
Todos aquellos que aporten sus instalaciones, su tiempo, su confianza, serían recompensados con crédito y/o trabajo. Se podría levantar un sistema de renta básica de ciudadanía sobre esta moneda. (...)" (artículo completo en: Comentarios de bombero, 28/06/2014)
¿No se podrían financiar también con monedas sociales digitales respaldadas por la energía solar?
"Si Grecia, España, o Andalucía emitiesen una moneda digital, respaldada por la energía solar instalada en sus tejados, alcanzarían la soberanía financiera. La de dar créditos a familias y empresas sin endeudarse en euros. (...)
Una moneda digital respaldada por la energía solar con circulación restringida al mercado español (la europeseta digital solar, por ponerle un nombre), que complemente al euro, no que lo sustituya, solucionaría la financiación de empresas y familias.
No servirá para importar mercancías, ni para gastar en el extranjero. Para eso seguiremos usando el euro. Se utilizaría únicamente para la compra y venta de artículos nacionales.
Será el instrumento que nos saque de la crisis. Porque esta moneda electrónica digital sustentada por la energía solar nos permitiría incrementar la demanda que necesitan las empresas para crear empleo.
Si un banco público, o cooperativo, creado por la Junta de Extremadura o de Andalucía, generase crédito con las europesetas digitales (solares), financiarían sus economías, captarían más impuestos y necesitarían menos euros para hacer frente a la deuda y al gasto.
Cuando la moneda digital solar nos permita pagar a los funcionaros y a los proveedores, sin necesidad de aumentar la deuda en euros, la posición negociadora de la 'troika' se debelitará. Recuperaremos soberanía.
El coste de una moneda electrónica es cero. El otorgamiento de créditos, pues, cercano a cero. (...)
Si nosotros tenemos la capacidad de emitir moneda, dependería también de nosotros su distribución, o sea, el crédito. Para crear un circuito económico independiente.
Con una moneda respaldada al 100% por una unidad de energía equivalente se financiaría la economía real. Un circuito económico que inyecte moneda allí donde hace falta para crear actividad económica, en las pymes, en cooperativas, en los parados, en los desahuciados…
Al ir unida a la emisión de energía, se impediría que las autoridades inundasen el mercado de moneda, lo que la devaluaría.
Todos aquellos que aporten sus instalaciones, su tiempo, su confianza, serían recompensados con crédito y/o trabajo. Se podría levantar un sistema de renta básica de ciudadanía sobre esta moneda. (...)" (artículo completo en: Comentarios de bombero, 28/06/2014)
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