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3.9.25

Antón Losada dijo, en 24Horas, que el ataque a una narcolancha venezolana, en aguas internacionales, es el fin del derecho internacional... Trump lo hizo porque quiso hacerlo, sin más... Yo añadiría que es el fin de la que queda del mismo, de los últimos flecos del derecho... Como editorializa La Jornada: Sin importar si se comprueba o desmiente que los tripulantes se dedicaban al trasiego de drogas o que el navío hubiera partido de Venezuela, el hecho es que 11 personas fueron masacradas sin que representaran peligro alguno para el buque estadunidense y sin que se intentara siquiera su captura y presentación ante la justicia, que es lo procedente en un estado de derecho: a los delincuentes se les detiene y se les enjuicia; no se les ejecuta a sangre fría... Hasta los gobernantes latinoamericanos más cercanos al trumpismo deben apreciar que el hemisferio entero queda en riesgo si se naturaliza la idea de que la “guerra contra las drogas” y la etiqueta del “narcoterrorismo” facultan a una potencia extranjera a realizar ejecuciones extrajudiciales

 "La flota naval enviada por Estados Unidos al sur del Caribe para amedrentar a Caracas atacó una embarcación supuestamente dedicada al tráfico de drogas y asesinó a sus 11 tripulantes. El presidente Donald Trump afirmó que el navío había partido de Venezuela y que las víctimas pertenecían al grupo criminal Tren de Aragua, mientras el secretario de Estado, Marco Rubio, habló de una “organización narcoterrorista designada” para justificar la letalidad de la operación. Por su parte, el ministerio de Comunicación e Información venezolano puso en duda la autenticidad de las imágenes difundidas por Washington y señaló como muy probable que hayan sido generadas por aplicaciones de inteligencia artificial.

Sin importar si se comprueba o desmiente que los tripulantes se dedicaban al trasiego de drogas o que el navío hubiera partido de Venezuela, el hecho es que 11 personas fueron masacradas sin que representaran peligro alguno para el buque estadunidense y sin que se intentara siquiera su captura y presentación ante la justicia, que es lo procedente en un estado de derecho: a los delincuentes se les detiene y se les enjuicia; no se les ejecuta a sangre fría. En este sentido, el episodio constituye un inquietante recordatorio de las implicaciones de incluir a cárteles (reales o imaginarios) en la lista de organizaciones terroristas extranjeras elaborada por la dependencia que encabeza Rubio: se trata de una medida que desplaza la cooperación policial hacia lógicas de guerra y habilita el uso de fuerza letal extraterritorial con una laxitud incompatible con el derecho internacional y los derechos humanos. La sustitución del debido proceso por operaciones militares sumarias normaliza el abuso de poder dentro de Estados Unidos y el despliegue de prácticas neocoloniales en el resto del mundo.

Horas antes de que se diera a conocer esta agresión, Trump afirmó que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha rechazado el envío de tropas estadunidenses a territorio mexicano porque está muy asustada por los cárteles, que, sostuvo, dirigen México. Estas aseveraciones son completamente falaces, además de ofensivas y contrarias a la civilidad que debe regir las relaciones internacionales, máxime entre naciones que se dicen aliadas y comparten la mayor relación comercial del planeta. La mejor prueba de su falsedad es que desde hace años el gobierno de México ha hecho mucho más contra el narcotráfico que su par estadunidense: mientras aquí se registran decomisos récord de estupefacientes, precursores para su elaboración y laboratorios criminales, la Casa Blanca facilita el tráfico de armas que mantiene en pie al crimen organizado y profundiza el marco legal que hace de Estados Unidos uno de los mayores centros de lavado de dinero a nivel global, como admiten las propias autoridades financieras de ese país.

Es imperativo condenar en los términos más enérgicos tanto la matanza como la lógica injerencista detrás de ella, así como las declaraciones irresponsables de Trump y sus funcionarios. Corresponde exigir una investigación independiente sobre la masacre, garantías de no repetición y establecer una postura unánime en torno al respeto irrestricto a la soberanía y los derechos humanos en todo operativo de combate a la delincuencia. Hasta los gobernantes latinoamericanos más cercanos al trumpismo deben apreciar que el hemisferio entero queda en riesgo si se naturaliza la idea de que la “guerra contra las drogas” y la etiqueta del “narcoterrorismo” facultan a una potencia extranjera a realizar ejecuciones extrajudiciales.

Por último, vale preguntarse si es pertinente recibir en México a Marco Rubio, un personaje abiertamente comprometido con el derrocamiento de los gobiernos que no se someten a Washington, el racismo, la xenofobia y la violencia de Estado, antivalores que no tienen cabida en nuestro país."

(Editorial La Jornada, 03/09/25) 

 

"Trump eleva la tensión con Venezuela: once muertos en un ataque a una lancha con la excusa de que transportaba droga.

 Nada más regresar a la Casa Blanca, Donald Trump había dejado la puerta entreabierta a una posible acción militar en el extranjero gracias a la recalificación vía orden ejecutiva los cárteles de drogas como grupos terroristas. Ahora, el presidente estadounidense tantea si puede cruzar ese umbral que creó, y lo hace con Venezuela como laboratorio: 11 muertos en un ataque de EEUU contra un barco que salía del país sudamericano y que presuntamente llevaba drogas. Las víctimas, según Trump, pertenecían a la banda criminal El Tren de Aragua, uno de los grupos que el presidente catalogó como banda terrorista en la orden ejecutiva que firmó el pasado 20 de enero. 

México, también en el punto de mira

2.9.25

El despliegue de tropas estadounidenses sobre el terreno en México sería un desastre... La línea roja actual de Sheinbaum, de no permitir que las tropas estadounidenses operen en México, coloca a Estados Unidos en una posición en la que se arriesgaría a entrar en una lucha que no puede ganar de manera realista. Estados Unidos probablemente se limitaría a bombardeos selectivos, pero la reciente desventura en Yemen, donde Estados Unidos intentó debilitar la insurgencia hutí, ilustró las limitaciones y el costo desproporcionado de depender exclusivamente de la superioridad aérea... existen innumerables ejemplos de campos de batalla modernos, como la guerra de Israel en Gaza, que ponen de manifiesto el considerable riesgo de víctimas civiles en las campañas de bombardeo... décadas de migración mexicana ha cambiado el rostro demográfico del suroeste estadounidense, ¿es prudente seguir una estrategia que pueda generar indignación dentro de la comunidad mexicano-americana? No hay que buscar más allá de los recientes disturbios provocados por las deportaciones del ICE, donde los manifestantes incendiaron infraestructuras y ondearon banderas mexicanas (Robert Torres)

 "Según un informe reciente del New York Times, el presidente Trump ha autorizado al Pentágono a usar la fuerza militar contra los cárteles de la droga latinoamericanos. Trump sentó las bases legales para esta directiva poco después de asumir la presidencia para un segundo mandato, cuando emitió una orden que designaba a ciertos cárteles de la droga como terroristas globales. La orden acusaba específicamente a grupos criminales latinoamericanos como el Tren de Aragua y La Mara Salvatrucha (“MS-13”) de amenazar “la estabilidad del orden internacional en el hemisferio occidental”.

Resulta desalentador ver al presidente Trump mostrar una voluntad de renunciar a la diplomacia en favor de un enfoque militarizado que podría violar la soberanía del mayor socio comercial de Estados Unidos. Estados Unidos debe priorizar la diplomacia en la relación bilateral entre Estados Unidos y México en lugar de apresurarse a una desestabilizadora aventura militar con su vecino.

Estados Unidos se encuentra actualmente en una crisis de opioides sintéticos. Una gran cantidad de fentanilo ingresa al país a través de la frontera sur y mata a decenas de miles de estadounidenses cada año. Voces dispares han debatido sobre cómo mitigar el devastador efecto de los opioides sintéticos. El congresista Dan Crenshaw (R-TX) recientemente catalogó la guerra contra las drogas como una "guerra contrainsurgente" y posteriormente pidió el establecimiento de una "Iniciativa de Seguridad Norteamericana", que se basa en su ampliación de 2024 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera que permite a la inteligencia estadounidense vigilar a los afiliados de los cárteles en territorio nacional. El quid de la cuestión del argumento de Crenshaw es que los cárteles mexicanos de la droga ahora se asemejan a una "insurgencia terrorista" y que el Congreso debería armar al ejército mexicano y, con la aprobación de México, desplegar fuerzas estadounidenses junto a sus homólogos mexicanos en México.

Aunque Crenshaw afirma que la actual administración de México es "un socio dispuesto" en los esfuerzos conjuntos para combatir la actividad de los cárteles, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum reiteró recientemente los claros límites de esa cooperación. Sheinbaum aclaró que la colaboración entre Estados Unidos y México continuaría, pero afirmó que "Estados Unidos no vendrá a México con el ejército".

De hecho, la presencia de tropas estadounidenses sobre el terreno, o incluso las operaciones de bombardeo estadounidenses en México, probablemente tendrían consecuencias desastrosas. La línea roja actual de Sheinbaum, de no permitir que las tropas estadounidenses operen en México, coloca a Estados Unidos en una posición en la que se arriesgaría a entrar en una lucha que no puede ganar de manera realista. Estados Unidos probablemente se limitaría a bombardeos selectivos, lo que en sí mismo plantea interrogantes sobre la violación de la soberanía de un país vecino. La reciente desventura en Yemen, donde Estados Unidos intentó debilitar la insurgencia hutí, ilustró las limitaciones y el costo desproporcionado de depender exclusivamente de la superioridad aérea.

Además, existen innumerables ejemplos de campos de batalla modernos, como la guerra de Israel en Gaza, que ponen de manifiesto el considerable riesgo de víctimas civiles en las campañas de bombardeo. Con décadas de migración mexicana, tanto legal como ilegal, a Estados Unidos que ha cambiado el rostro demográfico del suroeste estadounidense, ¿es prudente seguir una estrategia que pueda generar indignación dentro de la comunidad mexicano-americana? No hay que buscar más allá de los recientes disturbios provocados por las deportaciones del ICE, donde los manifestantes incendiaron infraestructuras y ondearon banderas mexicanas.

También hay que considerar las consecuencias estratégicas a largo plazo. México alberga un escepticismo de larga data hacia Estados Unidos, un sentimiento compartido en toda Latinoamérica. Programas estadounidenses como la Operación Cóndor, de la época de la Guerra Fría, en la que gobiernos latinoamericanos utilizaron tecnología de bases de datos informatizadas supuestamente proporcionada por la comunidad de inteligencia estadounidense, causaron alrededor de 60.000 muertes. Iniciativas adicionales de contrainsurgencia lideradas por Estados Unidos podrían dañar aún más la reputación de Estados Unidos en toda la región." 

( ,  FPIF, 28/10/25, traducción Quillbot)

11.8.25

¿Invadirá Estados Unidos a México? ¿Está Trump faroleando? Trump lleva mucho tiempo con la idea de perseguir a los narcotraficantes en México... The New York Times informa que ha firmado una directiva secreta al Pentágono que podría llevar al despliegue de fuerzas aéreas y terrestres estadounidenses en México u otros países... Lo más relevante es la oposición del país objetivo, México en este caso. Su presidenta, Claudia Sheinbaum, es inflexible en este tema. “Estados Unidos no va a venir a México con el ejército.”... El precedente es el envío de tropas estadounidenses en 1989 para arrestar al líder panameño, Manuel Noriega... Es posible que la administración actúe unilateralmente de la misma manera que asesinó al comandante militar iraní, el general de división Qassem Soleimani, en un ataque con dron estadounidense en enero de 2020... Trump puede estar faroleando, pero con sus políticas económicas en serios problemas y el caso Epstein sin resolverse, creo que es totalmente posible que actúe impulsivamente en México (Mel Gurtov)

 "Los límites de la amistad

Donald Trump demuestra una y otra vez a los líderes extranjeros que confiar en las relaciones amistosas carece de sentido. Recientemente, India, Canadá, Ucrania y Brasil descubrieron que, contrariamente a lo esperado, Trump no se deja influir por vínculos históricos ni por intereses comunes a largo plazo. Los tratará como adversarios si ello le reporta una ventaja inmediata. Ahora México se une a la lista.

Trump lleva mucho tiempo con la idea de perseguir a los narcotraficantes en México. The New York Times informa que ha firmado una directiva secreta al Pentágono que podría llevar al despliegue de fuerzas aéreas y terrestres estadounidenses en México u otros países, con el pretexto de combatir el terrorismo, una designación que el Departamento de Estado comenzó a utilizar una vez que Trump asumió el cargo. Como mínimo, la orden de Trump plantea numerosas cuestiones legales, prácticas y de política exterior, tales como la intervención armada en otro país, la falta de autorización o incluso consulta del Congreso, el asesinato de civiles en el extranjero y el uso de las fuerzas armadas en lugar de las agencias de aplicación de la ley para luchar contra el narcotráfico.

Lo más relevante es la oposición del país objetivo, México en este caso. Su presidenta, Claudia Sheinbaum, es inflexible en este tema. “Estados Unidos no va a venir a México con el ejército.” Cooperamos, colaboramos, pero no va a haber una invasión. Eso está descartado, absolutamente descartado”, dijo. Tampoco una invasión estadounidense "forma parte de ningún acuerdo, ni mucho menos", añadió. “Cuando se ha planteado, siempre hemos dicho que no.” En abril rechazó la solicitud de Trump de permitir que las fuerzas estadounidenses ingresaran a México para atacar a los cárteles de la droga. Está claro que Trump no acepta un "no" por respuesta.
Una política agresiva hacia Latinoamérica

El precedente del envío de tropas estadounidenses en 1989 para arrestar al líder panameño, Manuel Noriega, por cargos de narcotráfico, es instructivo. La Asamblea General de las Naciones Unidas condenó la invasión como una “flagrante violación del derecho internacional”. Sin embargo, el ejército estadounidense ha participado en operaciones antidrogas durante años, aunque generalmente en cooperación con gobiernos latinoamericanos, incluido el de México. Ahora, el Secretario de Estado Marco Rubio afirma el derecho de la administración "a utilizar otros elementos del poder estadounidense, las agencias de inteligencia, el Departamento de Defensa, lo que sea, para atacar a estos grupos si tenemos la oportunidad de hacerlo". Aquí no se menciona la participación del Congreso ni la necesidad del consentimiento del país objetivo. Es posible que la administración actúe unilateralmente de la misma manera que asesinó al comandante militar iraní, el general de división Qassem Soleimani, en un ataque con dron estadounidense en enero de 2020.

Es altamente improbable que las oficinas legales del Pentágono intenten frenar tales acciones unilaterales. Las oficinas de los asesores jurídicos y los auditores de justicia se han debilitado tanto bajo el mandato de Trump que es probable que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, que insiste en unas fuerzas armadas más musculosas, ignore las directrices legales.

La muy cuestionable designación de pandillas mexicanas y venezolanas como grupos terroristas se inscribe en una política hacia Latinoamérica que presenta cualquier situación indeseable como una amenaza a la seguridad nacional, justificando así las acciones ilegales de Estados Unidos. Esas acciones incluyen la exigencia de que Brasil abandone el juicio contra el líder golpista Jair Bolsonaro o se enfrente a aranceles del 50%, las deportaciones de presuntos pandilleros a El Salvador sin el debido proceso legal, el embargo en curso contra Cuba y la recompensa de 50 millones de dólares por la captura del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Estas últimas amenazas de invasión revelan una política latinoamericana puramente negativa y agresiva que provocará reacciones airadas en gran parte de la región, donde los temores al Coloso del Norte siguen muy vivos.

 ¿Está Trump faroleando?

Trump puede estar faroleando, pero con sus políticas económicas en serios problemas y el caso Epstein sin resolverse, creo que es totalmente posible que actúe impulsivamente en México. La política de distracción ya está en marcha, sin importar que la cooperación de México en materia de migración y los cárteles de la droga haya sido efectiva. Hasta la directiva de Trump, según se informa, sus funcionarios creían que las relaciones con Estados Unidos estaban mejorando. El embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, dijo en julio que la gran reducción del flujo de drogas y de los cruces fronterizos se debía a "una frontera segura" y a "una mayor colaboración entre Estados Unidos y México".

Esa colaboración desaparecerá con una invasión. “Si Estados Unidos hace esto sin el consentimiento de México, la relación retrocederá cien años”, dijo Todd Robinson, quien fue subsecretario de Estado para asuntos internacionales de narcóticos y aplicación de la ley en la administración Biden. Los mexicanos deberían saber que no pueden confiar en un presidente estadounidense que ignora los hechos y no tiene reparo en cambiar de política de la noche a la mañana." 

(

5.6.25

México celebra elecciones judiciales históricas entre los aullidos de los medios corporativos... Por primera vez, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de elegir directamente a casi 2,700 jueces que formarán la nueva cara del Poder Judicial durante los próximos diez años. Ninguna nación ha llevado a cabo un proceso tan amplio y profundo... La elección de casi 2,700 jueces, desde magistrados locales hasta jueces de la Corte Suprema es histórica no solo para México, sino que también lo convierte en el único país del mundo donde todos los jueces serán elegidos por el pueblo... En los EE. UU. los jueces federales son nominados por el Presidente, y los jueces estatales pueden ser seleccionados a través de elecciones partidistas, elecciones no partidistas o por nombramiento, dependiendo del estado. Imagina lo que estaría pasando en los EE. UU. si los tribunales federales no fueran básicamente un carrusel de nombramientos políticos del presidente... Es difícil imaginar a jueces elegidos popularmente dando básicamente luz verde a la masiva y cruel cantidad de deportaciones ilegales de inmigrantes trabajadores y estudiantes extranjeros, con o sin documentos legales, que actualmente están ocurriendo bajo Trump... Bajo Trump, EE. UU. se está moviendo hacia la centralización del poder en el poder ejecutivo, mientras que su vecino del sur, a pesar de los defectos, va en una dirección opuesta (Alejandra Garcia)

 "Ayer México comenzó un momento sin precedentes en su historia democrática. Por primera vez, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de elegir directamente a casi 2,700 jueces que formarán la nueva cara del Poder Judicial durante los próximos diez años. Ninguna nación ha llevado a cabo un proceso tan amplio y profundo como el que se está llevando a cabo en México en esta ocasión.       

La elección tuvo lugar en las sedes de los 300 consejos distritales del Instituto Nacional Electoral (INE), coordinados por 32 organismos locales o estatales. Desde allí, los votos emitidos en casi 84,000 casillas distribuidas por todo el país, el 78% de ellas ubicadas en lugares públicos como escuelas y oficinas gubernamentales. Carla Humphrey, consejera del INE, destacó la importancia de este proceso:

Estas elecciones son tan cívicas como todas las anteriores.

El mecanismo aprobado para el conteo de votos es sin precedentes en México y se lleva a cabo a través de un sistema que involucra 1,500 grupos de trabajo, compuestos por 12,000 puntos de conteo y escrutinio en todo el país.

La elección fue la más vigilada en la historia electoral de México. Hubo 169,827 observadores electorales acreditados, además de la participación internacional de 375 visitantes de 40 países y 16 organizaciones internacionales que siguen de cerca el proceso.

Este día marca un avance significativo en la participación ciudadana y la transparencia en el sistema judicial mexicano. La elección de casi 2,700 desde magistrados locales hasta jueces de la Corte Suprema es histórica no solo para México, sino que también lo convierte en el único país del mundo donde todos los jueces son elegidos por el pueblo. Este proceso aún está en desarrollo, ya que busca fortalecer la confianza en las instituciones y promover un sistema de justicia más cercano y transparente para todos los mexicanos. La presidenta Claudia Sheinbaum lo definió como parte del proceso para hacer de “México el país más democrático del mundo.”

La participación del domingo fue inferior al 60% habitual en las elecciones presidenciales de México, en parte debido a los llamados a boicot por parte de los partidos de oposición y a los problemas iniciales en el proceso de votación judicial y su novedad en general. Con un 13% de participación de votantes elegibles, los jueces asumirán en septiembre. Sheinbaum se mostró confiada en que se trataba de un paso democrático hacia adelante. "El aforo de ayer en las urnas cumplió con las expectativas", dijo Sheinbaum.

Fue un proceso innovador que generó interés entre los participantes.

"Todo se puede perfeccionar", añadió Sheinbaum, mirando hacia adelante a la segunda ronda de elecciones judiciales en la que se elegirán otros 1,000 jueces. Sacaramos conclusiones de ayer para hacer mejoras para las elecciones judiciales de 2027.

Aullidos de los medios corporativos

Los medios corporativos junto con los partidos de oposición de México han respondido a los esfuerzos electorales judiciales de México atacando las elecciones como un intento de toma de poder antidemocrático y autoritario por parte del partido Morena de Scheinbaum, en lugar de un intento de eliminar la corrupción judicial y hacer que los jueces sean más responsables. La respuesta de NBC fue “Las primeras elecciones judiciales de México marcadas por baja participación, confusión y desilusión”, mientras que el titular principal del New York Times fue “Baja participación en las elecciones judiciales de amplio alcance de México alimenta preocupaciones sobre la legitimidad”, y el Wall Street Journal lo etiquetó directamente como “La farsa de las elecciones judiciales de México”.   

Preguntas fundamentales sobre la composición de las democracias capitalistas

Entonces, ¿por qué lo que hizo México el domingo es un ataque tan grande a la democracia? ¿No tiene sentido que la gente vote sobre alguien que toma decisiones que les afectan directamente, haciéndolo más democrático? El gobierno de los EE. UU., aclamado por algunos como el país más democrático, está compuesto por 3 ramas iguales: la legislativa, la ejecutiva y la judicial. Pero, ¿por qué es que el ejecutivo tiene la potestad de nominar a todos los jueces federales que luego son aprobados por el Senado compuesto principalmente por hombres blancos multimillonarios?

En los EE. UU., los jueces estatales pueden ser seleccionados a través de elecciones partidistas, elecciones no partidistas o por nombramiento, dependiendo del estado y del nivel del tribunal. Los jueces federales, sin embargo, son nominados por el Presidente y confirmados por el Senado.

 Imagina lo que estaría pasando en los EE. UU. si los tribunales federales no fueran básicamente un carrusel de nombramientos políticos del presidente.

A partir del 23 de mayo de 2025, el Senado de los Estados Unidos ha confirmado a 234 jueces federales nominados por Trump: tres jueces asociados de la Corte Suprema de los Estados Unidos, 54 jueces para los tribunales de apelaciones de los Estados Unidos, 174 jueces para los tribunales de distrito de los Estados Unidos, y tres jueces para la Corte de Comercio Internacional de los Estados Unidos. Y hay cinco nominaciones esperando acción del Senado: una para el tribunal de apelaciones y cuatro para los tribunales de distrito.

Es difícil imaginar a jueces elegidos popularmente dando básicamente luz verde a la masiva y cruel cantidad de deportaciones ilegales de inmigrantes trabajadores y estudiantes extranjeros, con o sin documentos legales, que actualmente están ocurriendo bajo Trump.

También es difícil imaginar Roe vs Wade, la histórica ley que otorgó a las mujeres el derecho federal a controlar sus propios cuerpos en lo que respecta a los abortos, que fue anulada en junio de 2022 por la Corte Suprema, si esa corte hubiera sido elegida popularmente.

Bajo Trump, EE. UU. se está moviendo hacia la centralización del poder en el poder ejecutivo, mientras que su vecino del sur, a pesar de los defectos, va en una dirección opuesta." 

(Alejandra Garcia and Bill Hackwell, MRonline, 05/06/25, traducción Quillbot, enlaces en el original) 

4.6.25

La elección de jueces por votación popular que hubo en México el domingo pasado, es algo a lo que debemos prestar muchísima atención. Se trata de un inédito ejercicio de democratización y republicanismo popular... El ámbito judicial suele ser un feudo del poder permanente de las élites... y la democratización desde la perspectiva del republicanismo popular implica distribuir poder... tiene un componente moral que remite a que toda persona goza de las condiciones para participar de las cuestiones públicas... en cambio, bajo la racionalidad neoliberal los asuntos públicos se han privatizado, y el ciudadano medio no tiene ni idea de quiénes son los que realmente deciden y cómo lo hacen... lo que se hizo en México es extraordinario... ahora el ciudadano de a pie sabrá quiénes son y de dónde vienen sus jueces. A la vez que entenderá su voto como algo mucho más allá de votar cada cuatro años: tiene que ver con constituir un pueblo democrático y realmente igualitario (Elvin Calcaño)

Elvin Calcaño @elvin_calcano24

La elección de jueces por votación popular que hubo en México el domingo pasado es algo a lo que debemos prestar muchísima atención. Se trata de un inédito ejercicio de democratización y republicanismo popular. Lo explico en tres puntos: 

1. El ámbito judicial siempre ha sido usado por los sectores conservadores para gobernar sin tener que someterse al rigor del escrutinio popular. En todos nuestros países suele ser, junto a la institución legislativa de los senados, un feudo del poder permanente de las élites. Detrás de ello impera la concepción de república oligárquica del siglo XIV italiano. El poder como un asunto de los pocos que, por nacimiento y abolengo, tendrían la virtud. 

Conforme los procesos de universalización del voto avanzaban las élites buscaron feudos institucionales para garantizar sus privilegios. En ese marco es que el ámbito judicial se fue convirtiendo en el principal instrumento de reproducción de privilegios de clase de tales grupos. De ahí que haya causado tanto estupor, especialmente entre conspicuos conservadores mexicanos, el que la actual mayoría gobernante haya sometido a votación popular la elección de jueces. Lo ven como la pérdida de uno de sus últimos feudos desde donde mandar permanentemente. 

2. La política tiene, por un lado, un componente moral que remite a que toda persona goza de las condiciones para participar de las cuestiones públicas. Y, por otro lado, un componente técnico que atañe a que siempre serán pocos individuos los que tengan los conocimientos específicos para su gestión. Esto lo dijo Robert Dahl, un liberal estadounidense. Pero el liberalismo lo que históricamente hizo fue profundizar ese segundo carácter y limitar cada vez más el primero. 

De ahí las sociedades actuales donde el ciudadano medio no tiene ni idea de quiénes son los que realmente deciden y cómo lo hacen. Bajo la racionalidad neoliberal los asuntos públicos se han privatizado; no en el sentido de que se entreguen bienes colectivos a manos privados. Sino en el sentido de que se gestionan desde una lógica privada. Lo que pasó el domingo en México también implica sustraer, poco a poco, el Estado de esa lógica privatizante. 

3. La democratización desde la perspectiva del republicanismo popular implica distribuir poder. Y, al mismo tiempo, la constitución democrática de un pueblo en el sentido de formas de participación directa del ciudadano común en la toma de decisiones. Lo cual, asimismo, presupone un ciudadano formado/politizado y con ello dotado de las cualidades de la virtud cívica. No obstante, las sociedades actuales han configurado lo contrario: un ciudadano cada vez más ignorante, despolitizado y economicista. Por tanto, desprendido de toda virtud cívica. 

Concluyo: lo que se hizo en México es extraordinario. Implicó un ejercicio en tiempo real de democratización y republicanismo popular. Están politizando las masas a tal nivel que ahora el ciudadano de a pie sabrá quiénes son y de dónde vienen sus jueces. A la vez que entenderá su voto como algo mucho más allá de votar cada cuatro años: tiene que ver con constituir un pueblo democrático y realmente igualitario. Como progresista republicano solo puedo aplaudir lo que hicieron las hermanas y hermanos mexicanos. Aunque como siempre en política, supongo hubo errores y vacíos. Y habrá que ver en lo adelante si llega adonde debe este ejercicio democratizante.

9:46 p. m. · 3 jun. 2025 1.021 Visualizaciones

"El 1 de junio, millones de mexicanos fueron a las urnas para celebrar un día electoral histórico. 

Por primera vez en el país mesoamericano, los jueces fueron elegidos democráticamente. La elección fue posible después de una dura batalla del partido gobernante Morena, que aprobó su tan esperada Reforma Judicial el 11 de septiembre de 2024, cambiando así la Constitución.

Uno de los aspectos centrales de la reforma, promovida por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, es que a partir de ahora, los jueces de todo tipo (incluidos los de los tribunales nacionales de justicia) serán elegidos por voto popular.

En total, se eligieron 2,681 jueces, incluyendo:

Nueve altos jueces de la Corte Suprema de Justicia
Dos altos jueces de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial
15 altos jueces de las cámaras regionales
Cinco jueces del Tribunal Disciplinario Judicial
464 jueces de circuito
386 jueces de distrito

Los candidatos no podían recibir fondos públicos y/o privados para llevar a cabo campañas electorales, en un esfuerzo por eliminar la influencia económica (legal o ilegal) en las elecciones.

Algunos opositores levantaron críticas el día de las elecciones, argumentando que la participación electoral fue muy baja (algo así como el 13% del padrón electoral). Sin embargo, varias personas cercanas a Morena afirman que la baja participación era esperada. Fue una elección de medio término, que generalmente tiene menos participación. Fue no partidista, lo que dificultó que los votantes se basaran en afiliaciones o señales de partido para entender los valores de un candidato. Y fue la primera elección de este tipo en el país, involucrando a miles de candidatos en un proceso que inevitablemente necesitará refinamiento en su implementación y logística.

La participación electoral estuvo a la par con las elecciones de jueces en otros países como Estados Unidos, Japón o Bolivia.

Además, cualquiera que intente equiparar el porcentaje de los votantes con la popularidad de Sheinbaum estaría cometiendo un claro error. Según varias encuestas, la aprobación del presidente es superior al 80%. Sin embargo, la participación del 13% en las elecciones atrajo suficiente atención como para que Sheinbaum saliera y dijera:

"Todo es perfectible, ayer fue la primera elección, se sacarán conclusiones para poder mejorar en 2027." Fue un gran ejercicio, y participaron muchas personas.”

Los nombres de los jueces que ocuparán los asientos del enorme complejo judicial de México aún no han sido anunciados. Sin embargo, algunos periodistas ya han afirmado que los jueces cercanos a Morena ganarán la mayoría de los asientos, especialmente dado que gran parte de la oposición llamó a la abstención en las elecciones.
"Fue un éxito", afirma el presidente

En un mensaje al país, la presidenta progresista de México, Claudia Sheinbaum, declaró que el proceso electoral fue un éxito absoluto: “Casi 13 millones de mexicanos salieron a ejercer –por primera vez en la historia– su derecho a decidir quiénes deberían ser los nuevos altos jueces, magistrados y jueces.” Hoy millones de mexicanos votaron libremente por los nuevos guardianes de la justicia.”

Además, Sheinbaum argumentó que el antiguo modelo judicial tenía fallas muy graves e incluso facilitaba la corrupción: “No debemos olvidar que el actual Poder Judicial, que algunos defienden, ha sido responsable de favorecer a miembros del crimen organizado y de permitir que los delincuentes de cuello blanco se lleven miles de millones de pesos”, dijo. También señaló el nepotismo rampante dentro del sistema, destacando que “la mitad de [los jueces del] Poder Judicial, como lo afirmó su propio presidente, obtuvieron sus puestos por nepotismo.”

Además, enfatizó que, a pesar de las críticas, la reforma no se trata de “consolidar” el control sobre el sistema de justicia mexicano, sino de democratizarlo:

"Si quisiéramos cambiar el Poder Judicial solo para controlarlo, ¿qué sentido tendría celebrar una elección universal?" dijo, destacando la legitimidad del voto popular." 

Pablo Meriguet , Peoples Dispach, 03/06/25, traducción Quillbot)

21.5.25

¿Qué pasaría si drones estadounidenses atacaran México? Trump exigió al gobierno mexicano que atacara a los cabecillas de los cárteles, cuando se lo ordenaran, o de lo contrario se enfrentaría a más ataques con aviones no tripulados. Cuando Sheinbaum se negó, Washington impuso aranceles del 500% a las importaciones mexicanas, sumiendo a México en una recesión y devastando la industria automovilística estadounidense... Ante la firmeza de Sheinbaum, Trump ordenó nuevos ataques con drones en Sinaloa y Michoacán. México respondió expulsando al embajador estadounidense, pero siguió buscando la reconciliación... los cárteles intensificaron los ataques contra los servicios de seguridad mexicanos, asesinando a funcionarios mexicanos y a un ejecutivo estadounidense en México, intensificando la extorsión a empresas de propiedad estadounidense en México y empleando artefactos explosivos y drones contra los envíos hacia el norte procedentes de fábricas estadounidenses en México... la economía mexicana entró en barrena a causa de los aranceles, y el sentimiento antiamericano alcanzó un máximo histórico. Los trabajadores despedidos destrozaron fábricas estadounidenses, y más mexicanos de las zonas rurales recurririeron a los cárteles para obtener servicios básicos si su gobierno no era capaz de ampliar la asistencia social... El embajador chino en México sugirió reducir los aranceles mexicanos a las importaciones chinas... la administración Trump amenazó con cerrar todos los pasos fronterizos, provocando el pánico en los mercados. Sheinbaum contraatacó insinuando que congelaría la cooperación en inmigración. La amenaza de que México abandonara sus políticas migratorias, que interceptaron a 900.000 migrantes el año pasado, llevó a la administración Trump a la mesa de negociaciones en serio... y los cárteles intensificaron la producción de fentanilo en Estados Unidos, pues la demanda -el determinante último del tráfico de drogas- no se vio frenada por los ataques aéreos y las redadas (Harrison Mann, Agencia de Inteligencia de Defensa)

 "El interés del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por golpear a los cárteles mexicanos, descartado durante su primer mandato como una especulación ociosa, es ahora una auténtica opción política debatida en el seno de la Casa Blanca. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, dijo a principios de mayo que había propuesto enviar tropas estadounidenses a México para ayudar a combatir el narcotráfico. (Sheinbaum rechazó la oferta.) Y en medio de la creciente presión sobre México para que permita a Estados Unidos un papel más importante en la lucha contra los cárteles de la droga en el país, la administración Trump está considerando ataques unilaterales con aviones no tripulados, como informó NBC, mientras que la CIA revisa sus autoridades para usar la fuerza letal contra los cárteles, según CNN. La designación en febrero por parte del Departamento de Estado de EE.UU. de varios cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, aunque no proporciona ninguna base legal para operaciones militares, fue aplaudida por Elon Musk, aliado de Trump, como una autorización de facto. Muchos en la Casa Blanca comparten su entusiasmo. ¿Qué podemos esperar si los «halcones de México» se salen con la suya?

 Para responder a esta pregunta, en febrero llevé al Capitolio a ex altos funcionarios de Estados Unidos y México, además de otros expertos regionales, para un ejercicio de simulación patrocinado por el Fondo Educativo Ganar sin Guerra. Asumiendo los papeles de la administración Trump, la administración Sheinbaum, los cárteles mexicanos, la industria y los trabajadores estadounidenses y la sociedad civil mexicana, representaron un escenario apenas ficticio en el que Trump lanza ataques con drones contra los infames cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.

Los ejercicios de mesa -o «wargames»- son una valiosa herramienta de análisis, ya que simulan desde conflictos armados hasta respuestas ante catástrofes o crisis diplomáticas. También son una herramienta de la que a menudo se abusa. Con demasiada frecuencia, los simulacros de guerra ignoran los efectos del conflicto en la población civil, asumen con optimismo que no hay vías para una escalada peligrosa y presentan el conflicto militar como algo sin costes, incruento y aparentemente ganable. Para evitar estos escollos, utilizamos un escenario extraído directamente de las noticias del día; empoderamos a la sociedad civil, a los trabajadores y a las empresas como sus propios equipos; y seguimos de cerca los impactos del conflicto en la población, tanto en México como en Estados Unidos. El resultado fue tan esclarecedor como aterrador.

 El ejercicio reveló que los ataques estadounidenses con aviones no tripulados precipitaron una serie de crisis crecientes. Aunque el ejercicio terminó con la Ciudad de México restableciendo lazos con Washington, la relación bilateral emergió como una sombra de lo que fue: reducida a acuerdos transaccionales, sin confianza, que priorizaban la violencia de alto perfil contra los cárteles mientras fracasaban en frenar de forma sostenible el tráfico de drogas. Aunque el equipo de Trump anunció una victoria, se produjo a expensas de las industrias estadounidenses que dependen del comercio transfronterizo y desató una violencia desbocada en México. No se evaluó el impacto en la cantidad de fentanilo que cruza la frontera, que en el mundo real ya ha estado disminuyendo desde el verano pasado, antes de que Trump o Sheinbaum asumieran el cargo.

El ejercicio comenzó con una respuesta airada pero relativamente conciliadora de la administración Sheinbaum, que congeló la cooperación en materia de seguridad y expulsó a todo el personal militar y policial estadounidense, pero siguió trabajando para restablecer las relaciones al statu quo anterior. No lo consiguieron. Trump exigió al gobierno mexicano que atacara a determinados cabecillas de los cárteles, cuando se lo ordenaran, o de lo contrario se enfrentaría a más ataques con aviones no tripulados. Cuando Sheinbaum se negó, citando el lema «Cooperación, sí, subordinación, no», Washington impuso aranceles del 500% a las importaciones mexicanas, sumiendo a México en una recesión y devastando la industria automovilística estadounidense.

 Ante la firmeza de Sheinbaum, Trump ordenó nuevos ataques con drones en Sinaloa y Michoacán. La Ciudad de México respondió expulsando al embajador estadounidense, pero siguió buscando la reconciliación, proponiendo nuevos acuerdos de cooperación en materia de seguridad con la esperanza de apaciguar a Trump.

Los cárteles, sin embargo, no estaban de humor conciliador. Tras dos rondas de ataques estadounidenses con aviones no tripulados y las conversaciones de seguridad en curso entre Estados Unidos y México, algunos cárteles empezaron a tomarse en serio la retórica de Trump y a temer que Ciudad de México pudiera cooperar con Washington en una campaña militar a gran escala.

Con la esperanza de disuadir a ambos gobiernos, los cárteles arremetieron, intensificando los ataques contra los servicios de seguridad mexicanos, asesinando a funcionarios mexicanos y a un ejecutivo estadounidense en México, intensificando la extorsión a empresas de propiedad estadounidense en México y empleando artefactos explosivos improvisados y drones contra los envíos hacia el norte procedentes de fábricas estadounidenses en México.

Aunque el equipo de Trump temía que los cárteles expandieran su violencia política a Estados Unidos, el equipo de los cárteles llegó a la conclusión de que no valía la pena el riesgo de exponer e interrumpir sus operaciones de drogas allí, que seguían siendo lucrativas a pesar de la presión en México.

 Mientras tanto, la economía mexicana entró en barrena a causa de los aranceles, y el sentimiento antiamericano alcanzó un máximo histórico. Los trabajadores despedidos destrozaron fábricas estadounidenses, y la sociedad civil mexicana advirtió que más mexicanos de las zonas rurales recurrirían a los cárteles para obtener servicios básicos si su gobierno no era capaz de ampliar rápidamente la asistencia social. La escalada de violencia de los cárteles se sumó a la población de desplazados internos de México, que ya se contaba por cientos de miles. Entre la violencia y el agravamiento de la crisis económica, aumentó la emigración a Estados Unidos.

Las empresas estadounidenses y los sindicatos presionaron a Trump para que restableciera el comercio con México, pero su prioridad era la sumisión de Sheinbaum. Mientras los trabajadores de la industria automotriz se manifestaban en los centros industriales de los estados fronterizos y del Cinturón del Óxido, la administración Trump envió al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos a hacer redadas en las manifestaciones, alegando que los manifestantes apoyaban a los cárteles designados terroristas. El ejercicio resultó ser lamentablemente premonitorio, ya que la administración Trump en el mundo real comenzó a detener a manifestantes bajo pretextos similares solo dos semanas después.

Mientras tanto, el conflicto entre Estados Unidos y México no pasó desapercibido en el extranjero. El embajador chino en México sugirió reducir los aranceles mexicanos a las importaciones chinas -que Ciudad de México planteó originalmente en diciembre como gesto de buena voluntad hacia Washington- y establecer un acuerdo de reabastecimiento de combustible para la armada china. La administración Sheinbaum se negó, pero continuó explorando opciones para protegerse de su vecino, que acababa de perder su confianza.

 Frustrada con Sheinbaum, la administración Trump amenazó con cerrar todos los pasos fronterizos, provocando el pánico en los mercados. Sheinbaum contraatacó insinuando que congelaría la cooperación en la aplicación de las leyes de inmigración.

La amenaza de que México abandonara sus políticas migratorias, que interceptaron o detuvieron a más de 900.000 migrantes el año pasado, llevó finalmente a la administración Trump a la mesa de negociaciones en serio. En el mundo real de la Casa Blanca, este riesgo es lo que hizo que el asesor antiinmigración de Trump, Stephen Miller, se mostrara contrario a atacar a los cárteles. En el ejercicio, las dos partes llegaron a una distensión en forma de un nuevo acuerdo de cooperación en materia de seguridad que prometía más redadas de alto perfil. Sin embargo, el nuevo equilibrio era frágil. Las autoridades mexicanas mantuvieron alejados a sus homólogos estadounidenses, impidiendo la cooperación sustantiva necesaria para buscar soluciones a largo plazo al problema de los cárteles, que explotó en los meses siguientes.

 Con sus filas engrosadas por la crisis económica de México, los cárteles lucharon por llenar los vacíos dejados por los ataques estadounidenses y las redadas mexicanas. La posición de guerra de los cárteles contra el gobierno mexicano les impulsó a aumentar las ventas de fentanilo y la extorsión, mientras que las operaciones contra los laboratorios de fentanilo fomentaron la dispersión y la innovación. Los cárteles intensificaron la producción en Estados Unidos, donde los precursores químicos son fáciles de adquirir a través de pequeños paquetes por correo de empresas chinas o indias. La demanda -el determinante último del tráfico de drogas- no se vio frenada por los ataques aéreos y las redadas. En última instancia, no había ninguna razón para concluir que el total de fentanilo producido por los cárteles fuera menor de lo que habría sido si la administración Trump no hubiera desencadenado la caótica cadena de acontecimientos descrita anteriormente.

Entonces, ¿qué podemos concluir de este ejercicio? Aunque no es predictivo, pintó un panorama sombrío de los costos si la administración Trump decide atacar a los cárteles. Aunque los ataques con drones y las redadas debilitaron a algunos cárteles, potenciaron a sus rivales y dividieron a otros grupos en bandas más violentas. Además, este enfoque hizo poco para detener el flujo o la rentabilidad del fentanilo, que persistió mientras hubo demanda.

 En última instancia, las mayores víctimas fueron los mexicanos, que sufrieron una pobreza, una violencia y un desplazamiento elevados. Pero los trabajadores del otro lado de la frontera tampoco se salvaron, ya que los amplios aranceles hicieron subir el desempleo y los precios al consumo, y la «guerra contra los cárteles» se utilizó para justificar violaciones de las libertades civiles.

¿Qué pasará si Trump bombardea México? Nada que te guste, vivas en el lado de la frontera que vivas."

( miembro senior de Ganar Sin Guerra. Es ex oficial del Área Exterior del Ejército de Estados Unidos y analista de inteligencia en la Agencia de Inteligencia de Defensa, Revista de prensa, 21/05/25, fuente  Foreign Policy)

6.5.25

Claudia Sheinbaum rechaza la propuesta del gobierno de Trump: “Nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de EEUU en nuestro territorio”... “Ayer salió en el periódico The Wall Street Journal que el presidente Trump, en una de las llamadas (que tuvimos), me dijo que era importante que entrara el ejército de los Estados Unidos a México para ayudarnos en la lucha contra el narco. Quiero decir que es verdad. En alguna de las llamadas, pero no así como lo mencionan, dijo ‘en qué les podemos ayudar para luchar contra el narcotráfico. Les propongo que entre el ejército de Estados Unidos a ayudarles’. ¿Saben qué le dije? No presidente Trump, el territorio es inviolable, la soberanía es inviolable, la soberanía no se vende. La soberanía se ama y se defiende”... no hace falta, se puede colaborar, podemos trabajar juntos, pero ustedes en su territorio, nosotros en el nuestro. Podemos compartir información, pero nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”. También le comentó: “si nos quiere ayudar, presidente Trump, ayúdenos a que no entren armas de Estados Unidos a México. Y fíjense lo que son las cosas, ayer dio una orden para que hubiera todo lo necesario para que no entren armas de Estados Unidos a nuestro país. Es decir, se puede colaborar, se puede cooperar” (La Jornada)

 "Texcoco, Méx. “Nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”, aseguró la presidenta Claudia Sheinbaum, al admitir que su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, le propuso, en una de las llamadas que sostuvieron que entren militares a México para ayudarle a combatir el narcotráfico.

“Le dije: no presidente, el territorio es inviolable, la soberanía es inviolable, la soberanía no se vende, la soberanía se ama y se defiende”.

Durante la inauguración de una sede la Universidad Benito Juárez en el Lago de Texcoco, la mandaría confirmó que Trump le hizo la propuesta.

“Ayer salió en el periódico The Wall Street Journal que el presidente Trump, en una de las llamadas (que tuvimos), me dijo que era importante que entrara el ejército de los Estados Unidos a México para ayudarnos en la lucha contra el narco. Quiero decir que es verdad.

“En alguna de las llamadas, pero no así como lo mencionan, dijo ‘en qué les podemos ayudar para luchar contra el narcotráfico. Les propongo que entre el ejército de Estados Unidos a ayudarles’. ¿Saben qué le dije? No presidente Trump, el territorio es inviolable, la soberanía es inviolable, la soberanía no se vende. La soberanía se ama y se defiende”.

La Presidenta abundó que “no hace falta, se puede colaborar, podemos trabajar juntos, pero ustedes en su territorio, nosotros en el nuestro. Podemos compartir información, pero nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”.

También le comentó: “si nos quiere ayudar, presidente Trump, ayúdenos a que no entren armas de Estados Unidos a México. Y fíjense lo que son las cosas, ayer dio una orden para que hubiera todo lo necesario para que no entren armas de Estados Unidos a nuestro país. Es decir, se puede colaborar, se puede cooperar”.

Cooperación sí, subordinación no, resaltó la presidenta. “Siempre defensa de la soberanía de México. México es un país libre, independiente y soberano. Eso es lo que quiere el pueblo de México y por eso es lo que defiende siempre la presidenta de la República. Esa la grandeza de México”."

(Alma E. Muñoz, La Jornada, 03/05/25)

 

"Tropas de EU en México: ni ahora, ni nunca.

 La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo confirmó ayer las aseveraciones de The Wall Street Journal en el sentido de que su homólogo Donald Trump ofreció el envío de tropas a nuestro país para ayudar en el combate a los grupos del crimen organizado. De acuerdo con la mandataria, la oferta se dio en el transcurso de una llamada telefónica y fue rechazada de manera tajante por ella, quien recordó a su par que podemos compartir información, pero nunca vamos a aceptar la presencia del ejército de Estados Unidos en nuestro territorio porque el territorio y la soberanía mexicanos son inviolables y no están en venta.

La difusión del intercambio verbal entre la Casa Blanca y Palacio Nacional se da en un contexto en el que el político republicano redobla su apuesta por militarizar el manejo del narcotráfico y transferir a las naciones de origen o tránsito de las drogas toda la responsabilidad por la espeluznante crisis que enfrenta su país en materias de salud pública, mental, desmoronamiento social y farmacodependencia –tanto de sustancias ilícitas como de medicamentos prescritos por la comunidad médica–. En este escenario, los intentos de colocar a las fuerzas armadas estadunidenses en México son la continuación obvia de la declaratoria de los cárteles como organizaciones terroristas, así como de la retórica que busca confundir el trasiego de estupefacientes y la migración irregular para hacerlos pasar como una misma problemática de invasión contra Estados Unidos por parte de criminales extranjeros.

En esta dinámica de simplificar y tergiversar problemas complejos a fin de plantearlos en términos fascistas de amenazas a la seguridad nacional e incluso contra la existencia de su país, la administración de Trump presentó una propuesta de presupuesto que recorta 163 mil millones de dólares (más de tres millones de millones de pesos) a educación, salud y bienestar social, mientras solicita 375 mil millones de dólares adicionales (7.3 millones de millones de pesos, 80 por ciento de todo el presupuesto del gobierno federal mexicano en 2025) para reforzar al aparato de guerra, llenar de soldados la frontera con México y potenciar su campaña de deportaciones. La prevención y el tratamiento de las adicciones no sólo no recibirán un centavo adicional, sino que los raquíticos programas existentes serán prácticamente desmantelados por los recortes a los servicios de salud.

Las autoridades y la sociedad mexicanas deben oponerse con firmeza a toda pretensión de trasladar a nuestro país el obcecamiento del magnate en tratar la crisis de consumo de drogas con acciones hollywoodenses que se han mostrado totalmente inefectivas en el medio siglo transcurrido desde que su antecesor, Richard Nixon, convirtió las drogas en un pretexto para intervenir en América Latina y para criminalizar a sectores de la sociedad estadunidense críticos con su gobierno y con las desigualdades estructurales, que son la verdadera amenaza contra las grandes mayorías en la nación más rica del planeta. Es preciso recordar que los despliegues militares de Estados Unidos para combatir al crimen organizado jamás han reducido el tráfico de estupefacientes, pero sí han disparado la violencia y han propiciado violaciones masivas a los derechos humanos. El caso más claro es el de Afganistán, donde Washington no sólo mandó tropas, sino que mantuvo un régimen colonial por dos décadas: lejos de disminuir, la producción y la exportación de heroína alcanzaron niveles sin precedentes bajo la supervisión del ejército estadunidense.

En resumen, la envenenada oferta de coadyuvar en la lucha contra los cárteles con el envío de soldados debe ser rechazada ahora y siempre porque es una afrenta a la soberanía, porque es una amenaza a la seguridad y la vida de los mexicanos y porque está comprobado que no tiene ninguna eficacia. Cabe congratularse de que la presidenta Sheinbaum así lo entienda y se lo haya hecho saber a Trump, quien puede dilapidar los recursos de su país mientras la ciudadanía se lo permita, pero habrá de entender que México no es terreno para su belicismo efectista."                           (Editorial La Jornada,  04/05/25)

25.4.25

México se está convirtiendo en un faro... hay un tipo de migración, ás silenciosa pero persistente, implica a personas de países ricos que buscan nuevas vidas en otros lugares... Durante décadas, muchos de sus ciudadanos intentaron marcharse de la Ciudad de México... Hoy en día, atrae a millones de visitantes de todo el mundo... Es un vibrante centro cultural global que rivaliza con cualquiera de las grandes capitales europeas. Sus parques y plazas históricos han renacido... Ahora que el gobierno de Trump prácticamente ha sellado los caminos para cruzar esa frontera, muchos migrantes se están estableciendo en Ciudad de México, algunos procedentes de lugares tan lejanos como China... Para otros, especialmente los jóvenes estadounidenses con estudios que se trasladaron a la ciudad, hablaron de una sensación de disminución de las oportunidades en casa y, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, de un sentimiento de alienación política. México, que ofrece la oportunidad de vivir bien por menos dinero bajo el liderazgo de una popular presidenta de izquierda, constituye un grato antídoto contra ambas insatisfacciones... Los recién llegados adinerados del norte no son más fáciles de acomodar. Están reconfigurando la vida económica y cultural, especialmente en las zonas más de moda e históricas de la ciudad, sembrando resentimiento y desgastando el tejido social... En Estados Unidos, los empleos de cuello blanco estarían casi con toda seguridad fuera del alcance de los nuevos migrantes. En Ciudad de México, en cambio, los empresarios están hambrientos de trabajadores... En mis numerosas conversaciones en el país, me quedé con una sensación de impulso y propósito. Por ello, quizá no sea sorprendente que migrantes de naciones ricas y pobres por igual miren a México de nuevo, a pesar de sus retos, y se pregunten si podría ser el lugar para perseguir sus sueños de un futuro diferente (( Lydia Polgreen, The New York Times)

 "Conocemos bien un tipo de migración.

Se trata de millones de personas de países más pobres que viajan sobre todo a países ricos —donde reciben, cada vez más, una acogida hostil— en busca de seguridad y oportunidades. Pero hay otro tipo de migración que sucede alrededor del mundo. Más pequeña, más silenciosa pero persistente, implica a personas de países ricos que buscan nuevas vidas en otros lugares, a veces en otros lugares ricos pero también en países más pobres que tradicionalmente han enviado migrantes en lugar de recibirlos.

Tal vez en ningún lugar del planeta converjan estas dos oleadas migratorias de forma más clara que en Ciudad de México, una vasta aglomeración urbana que se ha transformado en las dos últimas décadas. En otro momento era conocida por registrar delitos violentos o tener una contaminación asfixiante o infraestructuras en mal estado. Durante décadas, muchos de sus ciudadanos intentaron marcharse, formando parte de un enorme flujo migratorio a través de la frontera norte del país con Estados Unidos, una nación que muchos mexicanos veían como un faro de oportunidades.

Hoy en día, la propia Ciudad de México es un faro que atrae a millones de visitantes de todo el mundo. Es un vibrante centro cultural global que rivaliza con cualquiera de las grandes capitales europeas. Sus parques y plazas históricos han renacido. Es un gigante culinario, donde conseguir un sitio en los mejores restaurantes requiere ingenio y ciertas taquerías, algunas de las cuales no eran conocidas, obtienen fama viral impulsada por TikTok.

La economía de la ciudad también ha prosperado, impulsada por el crecimiento de una amplia gama de empresas. Hay fábricas bulliciosas, nuevas empresas de alta tecnología, bancos y compañías de seguros, e incluso una industria global de cine y televisión en rápida expansión, que no solo produce contenidos en español para el público latinoamericano y películas de arte, sino también series de gran presupuesto en plataformas de streaming y anuncios para la Super Bowl.

Esta primavera viajé a Ciudad de México —mi primera visita en más de una década— para ver de cerca estas transformaciones y hablar con los recién llegados atraídos por ella. Para algunos, esta ciudad es un premio de consolación, especialmente para quienes hicieron el peligroso viaje desde tierras lejanas con la esperanza de cruzar a Estados Unidos. Ahora que el gobierno de Trump prácticamente ha sellado los caminos para cruzar esa frontera, muchos migrantes se están estableciendo en Ciudad de México, algunos procedentes de lugares tan lejanos como China incluso la eligen como destino principal. Esperan construir vidas seguras y prósperas allí, aunque solo puedan aferrarse a los bordes de la ciudad.

Para otros, especialmente los jóvenes estadounidenses con estudios que se trasladaron a la ciudad cuando la pandemia los liberó de sus oficinas, la vida en Ciudad de México ofrece la clásica ventaja de la que disfrutan los ciudadanos de países ricos que se trasladan a otros más pobres. Pero los jóvenes estadounidenses con los que hablé también hablaron de una sensación de disminución de las oportunidades en casa y, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, de un sentimiento de alienación política. México, que ofrece la oportunidad de vivir bien por menos dinero bajo el liderazgo de una popular presidenta de izquierda, constituye un grato antídoto contra ambas insatisfacciones.

Para México, un país sin tanta experiencia para acoger a extranjeros en tan grandes cantidades, estas nuevas cohortes suponen un reto. Los recién llegados desde el sur arriban a una nación marcada por una profunda desigualdad y que se enfrenta a un futuro económico incierto a medida que el sistema de comercio mundial se tambalea bajo el régimen arancelario de Trump. Los recién llegados adinerados del norte no son más fáciles de acomodar. Están reconfigurando la vida económica y cultural, especialmente en las zonas más de moda e históricas de la ciudad, sembrando resentimiento y desgastando el tejido social.

Pero el cambio de México, de ser un lugar del que la gente sale a otro en el que se asienta, también presenta una oportunidad. Mientras Estados Unidos se repliega con Trump, México —durante tanto tiempo a la sombra de su vecino— puede beneficiarse, atrayendo gente para impulsar un futuro mejor. Ciudad de México, una megalópolis de unos 22 millones de habitantes, ya es un microcosmos de la forma en que cambia nuestro tumultuoso mundo.

Durante gran parte de la vida de Michelda Supreme, su patria, Haití, ha estado en caída libre: acosada por catástrofes, tanto naturales como provocadas por el hombre. Pero en 2022, los muros del hogar que compartía con sus padres y hermanos en la ciudad costera de Gonaïves empezaron a cerrarse. Bandas fuertemente armadas se disputaban el territorio. Formada como maestra de jardín de infancia, no podía trabajar: ¿qué padre enviaría a un hijo a la calle en medio de un tiroteo abierto? Incluso salir de casa para comprar comida era a menudo demasiado peligroso.

Pasó “como seis meses en la casa sin trabajo, sin salir”, me dijo.

No tuvo más remedio que unirse al vasto éxodo de haitianos que esperaban encontrar seguridad. Tenía una hermana que trabajaba en Chile, destino de muchos haitianos, pero la familia de Supreme la animó a ir a otra parte: al norte, a Estados Unidos. Como millones de personas que han intentado llegar a Estados Unidos cruzando su frontera sur, nunca había pensado realmente en México como algo más que otra vasta extensión que cruzar en el largo y difícil viaje hacia el norte.

Dijo que nunca lo vi como un destino. Lo vio como un “punto de transborde”. Y fue un tránsito difícil, desde Nicaragua a través de Honduras y Guatemala, hasta Tapachula, una ciudad sin ley que se alimenta de la desesperación de los migrantes. Viajó en gran parte a pie, avanzando hacia el norte con una caravana de cientos de centroamericanos, venezolanos y otros haitianos.

Con un dejo de asombro en la voz por haber emprendido semejante odisea, me dijo que era difícil saber cuánto tiempo había caminado ni las rutas que había seguido. Una noche, en algún lugar entre Tapachula y Ciudad de México, se despertó y descubrió que su maleta había desaparecido. Contenía casi todo lo que poseía menos la ropa que llevaba puesta.

Cuando llegó a Ciudad de México, se puso en contacto con un primo lejano que había hecho el mismo viaje. Alquilaba una habitación en un barrio donde muchos haitianos se habían instalado y le ofreció un lugar donde quedarse. La había animado a probar CBP One, la aplicación que el gobierno de Biden utilizaba para permitir a los migrantes solicitar asilo en Estados Unidos mientras esperaban en México. Consiguió una cita y finalmente pudo llegar a Estados Unidos.

Pero Supreme dudó en volver al camino. Ciudad de México puede ser enorme y abrumadora, pero se sorprendió al descubrir que la gente era bastante amable y acogedora. Le resultó fácil aprender español. En un punto público de conexión wifi que solía utilizar para llamar a su familia cuando se sentía sola, una mexicana entabló conversación con ella.

Esta mujer la ayudó a conseguir ropa, la “ayudó con comida”, dijo Supreme. La hizo sentir “más cómoda, más tranquila” en México.“Hay gente buena”. Decidió quedarse.

Ha conseguido encontrar trabajo con la ayuda de Casa Refugiados, una organización que la puso en un programa de formación remunerado. Sin embargo, ahora que el programa ha terminado, ha vuelto a la búsqueda de empleo y vive de sus ahorros. Le gustaría volver a enseñar. No es difícil imaginar a Supreme, con una sonrisa fácil y un rostro enmarcado por rizos ordenados, encantando incluso al grupo más alborotado de niños de kínder. Pero su diploma estaba entre las muchas cosas que perdió cuando le robaron la maleta, y no tiene forma de demostrar sus acreditaciones sin él. Así que intenta ser flexible.

Dijo que está abierta a ver “qué me espera, con paciencia”.

Supreme no es la única que ha elegido a México antes que a su vecino del norte. Bajo el mandato de Trump —quien puso fin a la aplicación CBP One, cerró efectivamente la frontera a los solicitantes de asilo y desató una cruel campaña de deportación—, Estados Unidos se está convirtiendo en algo más sombrío y feo. El atractivo de Ciudad de México, en cambio, no hace más que crecer.

En la larga fila para solicitar asilo en las afueras de la ciudad, conocí a una joven pareja de Cuba que esperaba convertir su frustrado sueño de establecerse en Estados Unidos en una vida en México, utilizando sus títulos en dos industrias en auge, el turismo y la tecnología. En Estados Unidos, los empleos de cuello blanco estarían casi con toda seguridad fuera del alcance de los nuevos migrantes que no hablan inglés, y su formación casi con toda seguridad sería desestimada, como ocurre con tantos migrantes. Las ciudades de Estados Unidos están llenas de migrantes enfermeros, abogados y profesores que acaban trabajando como auxiliares de salud a domicilio, taxistas y obreros de la construcción.

En Ciudad de México, en cambio, los empresarios están hambrientos de trabajadores. Funcionarios de la Agencia de la ONU para los Refugiados en Ciudad de México me dijeron que no pueden satisfacer la demanda de trabajadores con permiso de trabajo. Han colocado a miles de trabajadores, dijeron, como a un farmacéutico congoleño en una importante empresa de atención a la salud y a un migrante haitiano que trabaja en Contramar, uno de los destinos gastronómicos más de moda de la ciudad.

Pero entre muchos migrantes y los puestos de trabajo se interpone el sistema nacional que procesa a los solicitantes de asilo, que está batallando con el rápido aumento de las solicitudes. En 2013, 1295 personas solicitaron asilo; en 2023, la cifra había aumentado a más de 140.000. Aunque el número se redujo casi a la mitad el año pasado, ya que muchos migrantes compitieron por las citas a través de la aplicación de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, sigue desbordando el sistema. Estos cuellos de botella dejan a los migrantes en el limbo, a la espera.

Hasta hace poco, la agencia gubernamental que tramita las solicitudes de asilo tenía su sede en la colonia Juárez, un hermoso barrio histórico cerca del centro de la ciudad. Pero en 2023, cuando el gobierno de Biden endureció el acceso de los migrantes a los procedimientos de asilo, más personas empezaron a solicitar asilo en México. También empezaron a acampar en una de las plazas públicas del barrio, donde vivían en condiciones miserables sin acceso regular a baños ni duchas. Se formó un grupo vecinal para instar al gobierno mexicano a trasladar a los migrantes a otro lugar.

Me reuní con miembros del grupo una tarde en una cafetería a unas cuadras de la plaza, que el gobierno desalojó el pasado junio. Los residentes, que llamaron a su grupo La Calle no es Albergue, dijeron que no se oponían a la migración, pero que querían que el gobierno mexicano cumpliera su compromiso de tratar humanamente a los migrantes.

“No somos xenófobos. No somos racistas”, dijo Emmanuel Ruiz, uno de los líderes del grupo, un abogado que se describió a sí mismo como un “tipo de derecha”. “El problema es que el gobierno no protege los derechos humanos de los migrantes”.

Había formado una inesperada alianza con una de sus vecinas, una escritora autodenominada de izquierda y profesora jubilada, María Natalia Reus Anda.

“La migración es un problema mundial que se origina debido a que las políticas de los países imperialistas no pudieron prever en el futuro el impacto” de sus políticas en otros países, me dijo. “Es como si hubiesen lanzado un bumerán y se regresa”.

Reus Anda ha vivido en la colonia Juárez la mayor parte de su vida, en el Edificio Mascota, un extenso edificio declarado monumento histórico. Fue construido por un comerciante de tabaco francés hacia 1912, y ocupa toda una manzana, con bonitos apartamentos destinados originalmente sobre todo a ejecutivos de la empresa. El complejo se hizo popular entre los artistas de la ciudad, y Reus Anda compró su apartamento hace más de 40 años. Con sus calles privadas bordeadas de árboles y sus ventanales que dan a patios resplandecientes, el complejo, como gran parte del resto del barrio, que se gentrifica con rapidez, es un atractivo para los extranjeros adinerados que quieren vivir en Ciudad de México.

Acompañé a Reus Anda a casa después de la reunión comunitaria y la escuché quejarse de los extranjeros que invadían su barrio. Señaló un ruidoso bar que había sustituido a una tienda de comestibles y declaró que “cuando escucho el español de los jóvenes me dan ganas de besarlos”. Dijo que la gentrificación estaba cambiando su barrio, expulsando a los residentes de toda la vida y a los comercios con alquileres más altos y una clientela local cada vez más escasa.

Muchas personas que conocí en Ciudad de México —periodistas, escritores, artistas, académicos— se quejaron de que se habían visto obligadas a mudarse de los barrios de moda entre los nómadas globales estadounidenses porque los alquileres se habían disparado. En conversaciones con chilangos de clase media y alta, como se llama a los residentes de Ciudad de México, a menudo parecía que los intrusos ricos del norte eran un problema mayor que los pobres procedentes del sur.

En un café elegante a la vuelta de la esquina de la plaza de la colonia Juárez que había albergado un campamento ilegal de migrantes, conocí a uno de esos supuestos intrusos, Chuck Muldoon. No cruzó la frontera sur de México; voló desde California, de donde es originario, inicialmente como turista.

Muldoon se graduó de una universidad de élite en 2019 con un título en lingüística y luego aprendió a programar de forma autodidacta. La lógica de la programación le recordaba a las complicadas estructuras gramaticales latinas que tanto le gustaba descifrar en la universidad. Consiguió un trabajo como programador, pero lo despidieron durante el segundo año de la pandemia. Poco después, un compañero de la universidad de Ciudad de México lo invitó a visitarlo durante unas semanas. Quedó encantado. A finales de 2021, con un nuevo trabajo que le permitía trabajar a distancia, uno de sus nuevos amigos mexicanos le ofreció alquilar una habitación. Aprovechó la oportunidad.

Muldoon se propuso aprender español lo antes posible y ha hecho amigos mexicanos en su mayoría, dijo. Tiene un permiso de residencia válido y paga impuestos por el dinero que gana en México. “Intento vivir de forma ética aquí”, me dijo. Cuando le pregunté por el impacto que los estadounidenses como él estaban teniendo en la cultura y la economía de la ciudad, dijo que intentaba ser consciente de su papel de forastero. “Cuando piensas en la palabra ‘gentrificación’, viene del latín y significa ‘gente’”. Muchos de sus compatriotas en Ciudad de México, dijo, “están dejando la gentrificación en sus propias ciudades”.

Lejos de tener una fortuna, Muldoon fue despedido recientemente de su trabajo tecnológico más reciente. Pero el costo de la vida relativamente bajo de la ciudad hace que no sea un desastre. “Ahora mismo, tengo ahorrado lo suficiente para vivir al menos el resto del año”, dijo. “Aquí, mis gastos son bastante bajos”.

No es solo la vida barata y con estilo lo que mantiene a Muldoon en México. Firmemente opuesto al gobierno de Trump, admira a Claudia Sheinbaum, la presidenta de izquierda de México, y a su partido, Morena. “A pesar de no poder votar en este país, me considero partidario de Morena, de lo que han hecho por el mexicano promedio”, dijo.

“Cada vez que la oigo hablar, como que me gustaría que pudiéramos tener eso”.

Desde que ambos países nacieron, en luchas de las élites colonizadoras por la independencia de las potencias imperialistas europeas con pocas décadas de diferencia, México y Estados Unidos han ofrecido imágenes paralelas de lo que podría ser América. Ambas naciones nacieron en sangrientas conquistas y manchadas por el genocidio y la esclavitud. Pero los fundadores de Estados Unidos se veían a sí mismos como inocentes descubridores de un nuevo mundo, sin la carga del pasado y corriendo hacia un futuro sin límites. Sus documentos fundacionales se basaban en un credo de derechos individuales y libertad, aunque no para las personas esclavizadas.

Los americanos con orígenes peninsulares en el sur del continente, por el contrario, “sabían que América era un continente robado”, como escribe el historiador de Yale Greg Grandin en su nueva historia de las Américas. Las constituciones de las naciones que fundaron reflejaban esta comprensión de su herencia, insistiendo en el bienestar de toda la sociedad, no solo del individuo. “Si no se protegía a ambos”, escribe Grandin, “no se tendría ninguno”.

Ambos han fracasado a la hora de cumplir la promesa de sus ideales fundacionales. Pero hasta hace poco, la historia podría juzgar a Estados Unidos como el claro vencedor de esta apuesta continental. Se convirtió no solo en la nación más rica y poderosa de la tierra, sino también en el destino indiscutible de los migrantes más ambiciosos del mundo. México se ha enfrentado a muchas luchas —delincuencia, pobreza, corrupción, una economía estancada y un larguísimo periodo de gobierno tórpido y unipartidista— que han minado su enorme potencial, incluido el de su pueblo. Durante mucho tiempo, muchos millones de sus ciudadanos han votado con los pies, dirigiéndose al norte en busca de oportunidades.

Pero Estados Unidos, bajo el mandato de Trump, está abandonando antiguas alianzas que le dieron fuerza militar y diplomática, trastocando el sistema de comercio mundial que lo hizo fantásticamente rico y excluyendo a los migrantes que le dieron diversidad e innovación. Trump, al parecer, quiere rebobinar la historia y hacer retroceder a Estados Unidos. México tiene una nueva oportunidad de avanzar.

Sin duda, está plagado de innumerables problemas. Su economía está muy polarizada y es desigual, como si fueran dos Perús con una España sumada, bromeó conmigo el economista Santiago Levy, creando una nación que en el último cuarto de siglo no ha experimentado crecimiento de la productividad. Además, la adopción por Sheinbaum de los desastrosos planes de su predecesor de politizar el poder judicial plantea graves riesgos para el sistema político del país. Y aunque México ha eludido hasta ahora el escenario arancelario más catastrófico, su futuro económico sigue dependiendo de Estados Unidos, destino del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas.

Sin embargo, hay motivos para la esperanza. Sheinbaum no solo ha actuado con rapidez en la búsqueda de acuerdos comerciales con otros socios importantes, sino que también ha respondido a las bravatas de Trump con una mezcla de dureza y moderación, por lo que muchos mexicanos (e incluso del propio Trump) la han elogiado. Su extraordinaria popularidad le da influencia, si decide utilizarla sabiamente, para transformar el país en una potencia económica y en un ejemplo de los valores de bienvenida que Estados Unidos ha abandonado. En mis numerosas conversaciones en el país, me quedé con una sensación de impulso y propósito.

Por ello, quizá no sea sorprendente que migrantes de naciones ricas y pobres por igual miren a México de nuevo, a pesar de sus retos, y se pregunten si podría ser el lugar para perseguir sus sueños de un futuro diferente.

Este ensayo forma parte de La gran migración, una serie de Lydia Polgreen que explora cómo se desplaza la gente por el mundo hoy en día."

( The New York Times, 23/04/25)

20.4.25

¿Claudia Sheinbaum es la anti-Trump? En todo el mundo, el humanismo liberal se tambalea mientras las fuerzas de la crueldad reaccionaria avanzan. Por eso Sheinbaum, quien ha adoptado el lema de López Obrador “Por el bien de todos, primero los pobres”, puede parecer una excepción luminosa al espíritu dominante de machismo autocrático... a veces puede parecer que nuestras únicas opciones son el neoliberalismo o la barbarie. Sheinbaum es una de los pocos líderes mundiales que ofrecen la esperanza de un camino distinto... Sheinbaum se ha ganado elogios generalizados por su hábil manejo de las erráticas amenazas arancelarias de Trump... “Ha sido increíblemente buena administrando el tiempo”... “No sé si ‘triunfo’ es la palabra adecuada, pero es un resultado con el que México puede vivir. Ahora, por supuesto, no sabemos lo que vendrá la próxima semana”... Elon Musk lleva una metafórica motosierra a todo tipo de programas federales, incluidos los que ayudan a los más vulnerables. Sheinbaum, por el contrario, está intentando construir un sistema nacional de cuidados para niños, personas con discapacidad y personas mayores, que alivie la carga del trabajo no remunerado de muchas mujeres mexicanas (Michelle Goldberg, The New York Times)

 "El año pasado fue malo para los partidos políticos en el poder, pues los votantes de todo el mundo se rebelaron contra los representantes del statu quo. Fue un mal año para la izquierda, con la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y el avance del nativismo reaccionario en Europa. Y fue un mal año para las mujeres en la política; como informó la BBC, en el 60 por ciento de los países que celebraron elecciones en 2024, descendió el número de mujeres en las asambleas legislativas.    

Sin embargo, en un país no se cumplieron estas tendencias: México, donde Claudia Sheinbaum, heredera del llamativamente disruptivo líder de izquierda Andrés Manuel López Obrador, ganó la presidencia con una victoria decisiva.

Sheinbaum, científica ambiental y judía laica, es en muchos sentidos la antítesis de los líderes arrogantes que hacen que este momento de la política mundial resulte tan agobiante. No me refiero solo a Trump y Vladimir Putin, sino también a los nuevos tecnocaudillos de América Latina, figuras como el salvadoreño Nayib Bukele y el argentino Javier Milei, que combinan la política de extrema derecha con la actitud posmoderna de los trolls de foros de internet.

En todo el mundo, el humanismo liberal se tambalea mientras las fuerzas de la crueldad reaccionaria avanzan. Por eso Sheinbaum, quien ha adoptado el lema de López Obrador “Por el bien de todos, primero los pobres”, puede parecer una excepción luminosa al espíritu dominante de machismo autocrático.

“Me siento muy orgullosa de ella”, me dijo la semana pasada en Ciudad de México Marta Lamas, profesora de antropología y destacada feminista mexicana, quien conoce a Sheinbaum desde hace años. “Ella es una luz en esta terrible situación a la que nos enfrentamos: Putin, Trump”.

Lamas dijo que había temido una reacción sexista contra Sheinbaum, la primera mujer en la presidencia de México, pero a los seis meses de su mandato no hay señales de ello. Sheinbaum fue elegida con casi el 60 por ciento de los votos. Hoy su índice de aprobación supera el 80 por ciento. La semana pasada, Bukele, a quien le gusta llamarse a sí mismo “dictador más cool del mundo mundial”, preguntó a Grok, el chatbot de inteligencia artificial de Elon Musk, el nombre del líder más popular del planeta, esperando evidentemente que fuera él. Grok respondió: “Sheinbaum”.

Para quienes estamos impregnados de la política identitaria estadounidense, puede resultar difícil comprender cómo una mujer como Sheinbaum llegó a dirigir el undécimo país más poblado del mundo. Sus padres, ambos de familias judías que huyeron de Europa, eran científicos que habían participado activamente en el movimiento estudiantil político de izquierda de la década de 1960. De niña, Sheinbaum se dedicó a bailar ballet, una disciplina que aún se aprecia en su grácil postura y en los numerosos videos de las redes sociales en los que baila danzas folclóricas con sus seguidores. Investigó para su doctorado en ingeniería energética en la UC Berkeley y compartió el Premio Nobel de la Paz de 2007 por su trabajo en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas.

En resumen, forma parte de la intelligentsia cosmopolita típicamente demonizada por los movimientos populistas. Pero, como me dijeron una y otra vez en México, sus antecedentes intelectuales significan poco a la luz de su relación cercana con López Obrador, con quien había trabajado desde que era jefe de gobierno de Ciudad de México, hace 25 años, y cuyo populismo económico le granjeó la devoción duradera de muchos ciudadanos que habían sido ignorados.

Como presidente, López Obrador aumentó el salario mínimo y lo vinculó a la inflación para garantizar que los trabajadores no quedaran rezagados. Echó a andar programas sociales ambiciosos, incluidos estipendios para los jóvenes que realizan formación laboral y, lo que es más importante, transferencias monetarias universales para las personas mayores. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social de México, cinco millones de mexicanos salieron de la pobreza durante los primeros cuatro años de su presidencia. (La pobreza extrema, sin embargo, aumentó en casi medio millón).

En la antesala de las elecciones más recientes, en 2024, una encuesta de Gallup reveló que los mexicanos eran más optimistas sobre la mejora de su nivel de vida que en cualquier otro momento desde que Gallup empezó a realizar encuestas en el país.

Algunos economistas mexicanos consideran insostenible el estado de bienestar ampliado de su país, que Sheinbaum espera que siga creciendo. Señalan que López Obrador no aumentó los impuestos a los ricos para pagarlo, sino que recurrió al gasto deficitario y a severos recortes en otras partes del gobierno. El crecimiento económico general fue lento durante su presidencia, y el sistema de salud se deterioró precipitadamente.

Carlos Heredia, economista mexicano de izquierda y antiguo asesor de López Obrador, critica al expresidente por repartir dinero en lugar de invertir en educación y, sobre todo, en salud. “En lugar de establecer y mejorar un sistema que funcione y que pertenezca a los usuarios”, dijo Heredia, “lo que tenemos es un desastre”.

Pero sean cuales sean los argumentos en contra de las transferencias de dinero como medida política, son una política excelente. El dinero en los bolsillos de la gente es sencillamente más tangible que incluso las mejoras más sabias a los servicios públicos. Francisco Abundis, director de la empresa de investigación de la opinión pública Parametrics, me dijo que al dar dinero a la gente, el gobierno de López Obrador también les dio una medida de autoestima, un sentimiento de ser vistos y valorados por su gobierno. Las personas jubiladas, dijo, ganaron independencia y mejoraron su estatus dentro de sus familias gracias a su capacidad de contribuir.

“Era una cuestión de dignidad, el papel que desempeñan”, dijo. Durante la presidencia de López Obrador, dijo Abundis, aproximadamente uno de cada cuatro adultos mexicanos había recibido ayuda del gobierno, pero ese apoyo también beneficiaba a sus familiares, de modo que el 48 por ciento de las personas que acudieron a las urnas el año pasado dijeron que habían recibido dinero del gobierno.

Los votantes mexicanos, pues, no buscaban un cambio el año pasado. Sin embargo, los presidentes del país solo pueden desempeñar un mandato de seis años. Al no poder contender por la presidencia de nuevo, López Obrador ungió a Sheinbaum, una mujer conocida por su férrea competencia y su lealtad intensa, como su sucesora, y su trayectoria la impulsó al cargo.

No es sorprendente que algunos políticos de izquierda en Estados Unidos se hayan aferrado a Sheinbaum como un singular símbolo de éxito progresista. Su ascenso parece una prueba de que el camino a la victoria consiste en oponerse a las élites económicas arraigadas y ofrecer beneficios materiales concretos a quien tiene dificultades. En otras palabras, es un dato que respalda la política de personas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez.

Cuando hablé con el representante por California Ro Khanna en enero, describió la victoria de Sheinbaum como “un ejemplo de que la política de la clase trabajadora funciona”. En un foro para candidatos de izquierda a la alcaldía de Nueva York celebrado el mes pasado, el socialista democrático y fenómeno de las redes sociales Zohran Mamdani generó entusiasmo cuando prometió tomar “una página del manual de vecinos como Claudia Sheinbaum en México, quien ha demostrado lo que se puede ganar cuando se está dispuesto a luchar”.

Durante el primer mandato de Trump, la joven y liberal primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern fue considerada en ocasiones como la “anti-Trump”. Ahora, dijo Waleed Shahid, estratega demócrata progresista, Sheinbaum ocupa un lugar similar en el imaginario de la izquierda, como una mujer “inteligente, integradora y socialdemócrata” que ofrece una alternativa al gobierno brutal de los oligarcas.

Obviamente, México es diferente de Estados Unidos en demasiados aspectos como para enumerarlos, y sería simplista suponer que lo que funciona en ese país se podría trasladar al norte de la frontera. Pero en Estados Unidos, como en tantos otros lugares, hay una revuelta contra un estilo de política —a menudo abreviado como neoliberalismo— que confiere demasiado poder a los mercados, cediendo la capacidad del gobierno para promover el florecimiento colectivo.

Dado que esta revuelta ha conducido, en Estados Unidos y en otros lugares, a un panorama desagradable, a veces puede parecer que nuestras únicas opciones son el neoliberalismo o la barbarie. Sheinbaum es una de los pocos líderes mundiales que ofrecen la esperanza de un camino distinto.

En el caso de México, se trata de una esperanza frágil; el país tiene una economía endeble y está asediado por la violencia del narcotráfico. Trump ha favorecido la popularidad de Sheinbaum, pero sus políticas aún podrían causar estragos, aunque México se haya librado hasta ahora de lo peor de sus aranceles. Si su presidencia tiene éxito a pesar de todos estos desafíos, será una fuente de inspiración en un mundo cada vez menos inspirador.

Muchos mexicanos progresistas consideran exasperante la romantización extranjera de Sheinbaum, una proyección que dice más de la desesperación estadounidense que de la realidad mexicana. Después de todo, ella es la protegida de López Obrador, quien generalmente ven como un análogo de Trump, no como un antídoto.

“El populismo de izquierda no es una alternativa democrática al populismo de derecha”, dijo Carlos Bravo Regidor, analista político en Ciudad de México. “Sigue siendo autoritario, pero es un autoritarismo más digerible”.

Es importante señalar que López Obrador supervisó un importante retroceso democrático, dirigiendo ataques contra los medios de comunicación, los organismos de control y, más recientemente, contra el poder judicial independiente de México. Era una figura audaz y grandilocuente que se deleitaba insultando a sus enemigos durante sus conferencias de prensa matutinas diarias, o Mañaneras, que incluían un segmento regular llamado “¿Quién es quién en las mentiras?” en el que señalaba a periodistas que no eran amistosos a su gobierno.

Al igual que Trump, López Obrador se veía a sí mismo como la encarnación de la voluntad del pueblo y a sus oponentes, tanto en la política como en la sociedad civil, como fundamentalmente corruptos e ilegítimos. Cuando el conocido periodista Carlos Loret de Mola publicó una investigación sobre el estilo de vida opulento del hijo mayor de López Obrador, el entonces presidente contraatacó y divulgó un gráfico con los supuestos ingresos fastuosos de Loret de Mola. Utilizaba información que, según Loret de Mola, procedía de registros fiscales confidenciales.

El economista Luis de la Calle, exnegociador comercial mexicano, tiene en su oficina una lista de dos páginas escritas a mano de similitudes entre López Obrador y Trump, a quienes describe como “copias calcadas”. Para liberales como él, la gran pregunta sobre Sheinbaum es hasta qué punto seguirá el ejemplo de López Obrador.

“La verdadera prueba para ella”, dijo, “no va a ser en economía y comercio, que son importantes, por supuesto. Veremos si está realmente comprometida con los procesos democráticos y el Estado de derecho, la igualdad ante la ley. Eso es lo que va a definir históricamente su presidencia”.

Pero aunque De la Calle se muestra escéptico respecto a Sheinbaum, reconoce que su carácter es muy distinto del de su mentor político. Es una autodenominada “amante de los datos”, una persona conocida por su atención a los detalles más que por una cruzada ideológica. López Obrador se opuso a “la tiranía de los expertos”, dijo de la Calle. “Ella es una experta”.

El exmarido de Sheinbaum, Carlos Ímaz, ayudó a fundar el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, o PRD, que López Obrador dirigió durante tres años en la década de 1990. Pero Sheinbaum no llegó a conocer a López Obrador sino hasta poco después de que se convirtiera en jefe de gobierno de Ciudad de México en 2000, cuando la nombró jefa de medioambiente, encargada de hacer frente a la notoria contaminación atmosférica de la ciudad.

Impresionado por sus habilidades, la puso al frente de un importante proyecto de infraestructuras: la construcción de un segundo piso en el Periférico, una vía de circunvalación de Ciudad de México. Se convirtió en una de sus aliadas más leales; en 2014, cuando formó su propio partido populista, conocido como Morena, se fue con él. En 2018, el año en que él fue elegido presidente, ella se convirtió en jefa de gobierno de Ciudad de México.

A menudo, durante su campaña presidencial, Sheinbaum dijo que quería construir el “segundo piso” de la revolución política de López Obrador. Sin embargo, muchos se preguntaban si ella podría mantener su ferviente apoyo sin su carisma desbordante. Al inicio de su presidencia, existía la sensación generalizada de que estaba acorralada por la necesidad de mantenerse fiel a él, incluso en áreas en las que se le consideraba débil, como la política de seguridad.

López Obrador era reacio a enfrentarse a los cárteles del narcotráfico, que se han infiltrado profundamente en la política mexicana y que supuestamente habían canalizado dinero a su fallida campaña presidencial de 2006. En una ocasión argumentó que los grupos criminales “respetan” a la ciudadanía, e intentó hacer frente a la epidemia de violencia del narco en el país mediante programas para ofrecer a los posibles reclutas mejores opciones, una política apodada “Abrazos, no balazos”.

Aunque la tasa de homicidios descendió ligeramente hacia el final de su presidencia, siguió siendo excepcionalmente alta, con más de 30.000 asesinatos en 2023. En 2022, Reporteros sin Fronteras declaró que el país era el más mortífero del mundo para los periodistas.

En las encuestas, los mexicanos calificaron mal a López Obrador en materia de seguridad, pero varias personas me dijeron que sus principales seguidores verían como una traición cualquier intento de distanciarse de sus políticas. “La gente adora a López Obrador”, dijo Lamas, profesora de antropología, quien fue asesora de Sheinbaum durante su campaña a la jefatura de gobierno. “Vas a las comunidades rurales y él es Dios. No te vas a pelear con Dios”.

Sin embargo, si al inicio el margen de maniobra de Sheinbaum era algo pequeño, Trump lo ha ampliado. Sheinbaum se ha ganado elogios generalizados, incluso de los críticos de López Obrador, por su hábil manejo de las erráticas amenazas arancelarias de Trump.

Sheinbaum ha halagado a Trump sin parecer complaciente; él la ha llamado “dura” y “mujer maravillosa”. A diferencia de los líderes canadienses, que se han escandalizado por la beligerancia estadounidense y han canalizado la furia de su población, ella ha sido estoica y estratégicamente paciente al anunciar medidas de represalia. Utiliza con frecuencia la expresión “cabeza fría”, y la gente también la utiliza para referirse a ella.

“Ha sido increíblemente buena administrando el tiempo”, dijo Bravo Regidor, el analista político. Trump, señaló, impuso inicialmente aranceles del 25 por ciento a México y Canadá el 4 de marzo. Sheinbaum anunció que tendría una llamada por teléfono con él dos días después y que daría a conocer las contramedidas de México en un mitin luego de dos días. Eso dio tiempo a que aumentara la presión de las industrias estadounidenses afectadas por los aranceles, y el mismo día en que Trump habló con Sheinbaum, declaró que los aranceles se retrasarían.

Aunque Trump pareció reconocer a Sheinbaum el mérito de la medida, no está claro el papel que realmente desempeñó su conversación, ya que Canadá también obtuvo una prórroga. Tampoco se sabe lo que ella podría haber ofrecido a Trump a cambio. Pero al menos en México, parecía que la llamada de Sheinbaum había funcionado muy bien. “No tenía una gran mano, pero la que tenía la jugó bien”, dijo Bravo Regidor.

Desde entonces, Trump ha impuesto aranceles a las exportaciones mexicanas que no están cubiertas por el T-MEC, el tratado comercial que negoció con México y Canadá durante su primer mandato. Aun así, México ha salido mucho mejor parado en sus relaciones económicas con el nuevo gobierno de Trump que muchos otros países. El miércoles, cuando Trump desencadenó una nueva ronda de los llamados aranceles recíprocos, tanto México como Canadá fueron excluidos, para profundo alivio de México. Héctor Cárdenas, presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, predijo celebraciones oficiales, y aunque no había votado por Sheinbaum, pensaba que se las había ganado.

“No sé si ‘triunfo’ es la palabra adecuada, pero es un resultado con el que México puede vivir”, dijo. “Ahora, por supuesto, no sabemos lo que vendrá la próxima semana”.

A Cárdenas también le ha impresionado la forma en que Sheinbaum ha utilizado la presión de Trump en su favor para hacer frente al crimen organizado. Existe un gran temor en México de que Trump pueda atacar unilateralmente a los cárteles de la droga del país, una idea que cada vez está más extendida en los círculos republicanos en Estados Unidos. Trump ya emitió una orden ejecutiva que designa a los cárteles extranjeros como organizaciones terroristas internacionales, y al parecer está considerando declarar el fentanilo “arma de destrucción masiva”.

“Hay más probabilidades de una acción militar estadounidense en México que en ningún otro lugar del hemisferio occidental”, me dijo Brian Finucane, asesor principal del International Crisis Group. Una acción de este tipo prácticamente garantizaría un estallido nacionalista en México, lo que haría imposible que Sheinbaum coopere con Estados Unidos en materia de narcotráfico o migración.

La necesidad de mantener la relación de México con Estados Unidos le ha dado a Sheinbaum el permiso para perseguir a los cárteles sin renegar del enfoque de su predecesor. En diciembre, las autoridades mexicanas incautaron más de una tonelada de fentanilo en el estado de Sinaloa, la mayor redada de este tipo en la historia del país. En febrero, el país envió a Estados Unidos a 29 presuntos narcotraficantes. “Nunca habíamos visto una operación tan abrumadora y diaria contra los cárteles”, declaró a The Associated Press un periodista de Sinaloa.

Queda por ver si el temperamento más tecnocrático de Sheinbaum conducirá a una gobernanza más liberal. Justo antes de dejar el cargo, López Obrador impulsó un cambio constitucional que, entre otras cosas, convertía a los jueces en funcionarios electos, en lugar de designados. Aunque ese cambio fue popular con la ciudadanía, en general, los expertos jurídicos consideraron que la maniobra de López Obrador debilita el Estado de derecho; The Journal of Democracy lo describió como “un último esfuerzo desesperado en su largo plan para socavar la democracia en México”. Despojar a los jueces de su independencia, después de todo, es una estrategia sacada directamente del manual de los líderes autoritarios, que se ha utilizado en países tan diversos como Turquía, Hungría e Israel.

Algunos en México esperaban que Sheinbaum suavizara los cambios judiciales. En cambio, se apresuró a llevarlos a cabo. Lamas cree que Sheinbaum habría preferido ir más despacio en la remodelación del poder judicial, pero que hacerlo era políticamente imposible, ya que era algo muy importante para López Obrador.

“La conozco”, dijo. “Creo que ella quiere una reforma judicial, pero no este año, en este momento con todos los problemas que está enfrentando, problemas económicos, problemas relacionados a Trump. No era el momento de hacerla, pero tenía un compromiso con López Obrador para hacerla ahora”.

Queda abierta la pregunta de si, a medida que Sheinbaum acumule más autoridad política, tendrá el deseo o la voluntad de detener el desmantelamiento de las instituciones mexicanas que podrían ser instancias de rendición de cuentas para ella y para futuros presidentes. En el pasado, Estados Unidos ejerció presión diplomática sobre México para que mantuviera cortes independientes y otras estructuras que sustentan la democracia liberal. Pero la democracia liberal no es, por decirlo matizadamente, una prioridad para el gobierno de Trump.

Y los partidarios de Morena con los que hablé se muestran desdeñosos y un poco desconcertados por las acusaciones de que Sheinbaum está traicionando los principios democráticos. “Es difícil decir que este gobierno y el anterior no son democráticos, teniendo en cuenta la popularidad que tienen”, dijo Vanessa Romero Rocha, abogada e integrante de un comité gubernamental que evalúa a los jueces que se presentan a las elecciones.

Una respuesta fácil es que la democracia significa algo más que elecciones. Pero ese argumento solo es convincente si ya has aceptado que la democracia liberal es un sistema superior, y cada vez está más claro que mucha gente no lo hace. En las elecciones celebradas en todo el mundo, estamos viendo lo poco que les importa a muchos votantes el abstracto procedimentalismo liberal; están felices de ceder poder al poder ejecutivo si creen que mejorará sus vidas.

Esta tendencia me parece trágica, pero no hay indicios de que vaya a invertirse pronto. Dada esta realidad, deberíamos juzgar a los políticos no solo por cómo acumulan poder, sino también por lo que hacen con él.

En Estados Unidos, la autoridad centralizada ha permitido a Elon Musk, inspirado por Milei, llevar una metafórica motosierra a todo tipo de programas federales, incluidos los que ayudan a los más vulnerables. Sheinbaum, por el contrario, está intentando construir un sistema nacional de cuidados para niños, personas con discapacidad y personas mayores, que alivie la carga del trabajo no remunerado de muchas mujeres mexicanas. Los progresistas estadounidenses deberían ser cautos a la hora de proyectar en Sheinbaum su desesperación por una heroína. Pero al menos ahora mismo, su tipo de populismo luce mucho mejor que las alternativas.

El año pasado, Bravo Regidor coescribió un ensayo en The New York Review of Books sobre las “argucias constitucionales y el desprecio por la ley” de López Obrador, en el que advertía que Sheinbaum podría seguir sus pasos. Los temores de Bravo Regidor no se han disipado del todo. Aun así, dice: “Si miras al resto del mundo, no estamos tan mal”."

( , The New York Times, 06/04/25)