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8.3.25

“Sin las mujeres, el barrio se pararía”... Komando G, colectivo feminista del Polígono Sur de Sevilla: Una de las cosas positivas que tiene el barrio es, que aunque movimiento ciudadano no está en sus mejores momentos, sí se mantiene un movimiento, que fundamentalmente lo mantienen mujeres, y es una de las fórmulas participando en asociaciones, grupos que que les van ayudan a relacionarse con otras personas, a tomar conciencia de la realidad... Son espacios que dan libertad, unión, compartir entre todas, son importantes, generan confianza, espacios de compartir y sobretodo reflexionar sin sentirse juzgada sobre temas como el de la violencia machista, los embarazos tempranos, los matrimonios que son tabú, son temas muy delicados de trabajar y de hablar abiertamente y de entonces aquí se puede... Hay mujeres que tienen el valor de entregar lo que son a los demás, que se implican y que viviendo en el barrio han sabido labrarse un futuro.

"El Polígono Sur es una de las zonas más marginalizadas por las instituciones sevillanas, compuesta por seis barriadas que anualmente encabezan los rankings de pobreza de todo el Estado. En 2024, el INE cifró la renta per cápita media de la zona en 5.816 euros.

Un espacio donde las políticas del Ayuntamiento enquistan el empobrecimiento a través de la falta de inversión en infraestructura y promesas por cumplir, como la de la aplicación de un plan integral para abordar las problemáticas que ahogan al barrio. A principios de 2025, el consistorio sevillano quitó las líneas de autobuses 30, 31 y 32, actualmente han vuelto con incidencias, una decisión que puede suponer un mayor aislamiento para la población.

En torno al Polígono Sur circulan en el imaginario colectivo una serie de ideas preconcebidas que vinculan al vecindario a la suciedad, la delincuencia y la violencia. Entre todas esas imágenes, además, sobresale en el día a día la de las mujeres que habitan el barrio, trabajan, cuidan a los suyos y a los de alrededor, se preocupan, resisten y comparten más allá del estereotipo.

Inma, Eli, Sole, María Luisa y Nuria son algunas de las mujeres que forman parte del Komando G, una red feminista del Polígono Sur en la que participan vecinas y mujeres representantes de entidades sociales que busca ser un espacio de cuidados y reivindicación para todas las mujeres del Polígono Sur bajo el lema “komandamos, konstruimos y kooperamos”.

¿Cómo surge Komando G y por qué?
Surge de la Mesa de Igualdad que coordinaba la Administración pública con las entidades sociales que había aquí en en el barrio, surge de la necesidad de incorporar la perspectiva y las miradas de las vecinas del barrio, cosa que desde la Mesa de Igualdad no nos permitía porque es personal técnico. Surge también de la necesidad de salir a la calle, de visibilizar la problemática de estas vecinas aquí en el barrio.

¿Por qué creéis que es esencial contar con la visión de las mujeres del barrio?

Las mujeres en el Polígono Sur está igual de marcada que en el resto de lugares por el machismo imperante en esta sociedad patriarcal, pero aquí hay una serie de circunstancias que agravan la situación, el tema de que las niñas abandonan la escuela a los 14 años, los embarazos tempranos, los matrimonios siendo aún una chiquilla.

El tema del acceso al trabajo por las condiciones de trabajo que se tienen son siempre muy precarias. También los roles que se llevan a cabo en la familia, pues son roles también marcadamente discriminatorios. La mujer es la que cuida de la casa,de la economía, cuidar a los ancianos, cuidar de los niños, etc. Entonces nos parece que son circunstancias sobre las que tenemos que ir trabajando y dando pasitos, empezando con el tema de la educación, de cómo conseguir que las niñas, las jóvenes sigan estudiando, se sigan formando para poder tener un futuro más en libertad. A esto se nos suma que las mujeres vamos a pedir trabajo y por decir que vienes del polígono sur no te lo dan.

¿Y qué qué herramientas utilizáis para enfrentar esta problemática?

Trabajamos sobre todo con campañas de concienciación y con distintas actividades para que las vecinas del barrio tomen conciencia. Por ejemplo hicimos una liguilla femenina para concienciar a través del deporte, o batucadas, marchas por el barrio. Llevamos un par de años trabajando en coordinación con la Coordinadora de Educación aquí del polígono para que podamos encaminar todo este trabajo en la misma línea, todos los centros educativos y el Komando G.

Hay una serie de ideas preconcebidas y de estereotipos en torno a los vecinos y las vecinas del Polígono Sur, y quería preguntaros: ¿cómo afecta especialmente todo estereotipo a las mujeres, a sus vidas y a sus posibilidades de futuro y a su día a día también dentro del barrio?
Nos afecta en todos los sentidos, porque si no te dan trabajo fuera y el único trabajo que hay aquí es limpiar casas por diez euros, mal remunerado. Es el círculo de la pobreza, el estigma hace que no puedas salir de este círculo de la pobreza porque ya no te da posibilidades. Hay proyectos de inserción laboral que lo intentan pero cuando acaban te vuelves al barrio y no hay otra salida. Además, la falta de infraestructuras complica las cosas.

¿Cómo creéis que se pueden romper esas ideas preconcebidas?

Una de las cosas positivas que tiene el barrio es, que aunque movimiento ciudadano no está en sus mejores momentos, sí se mantiene un movimiento, que fundamentalmente lo mantienen mujeres, y es una de las fórmulas participando en asociaciones, grupos que que les van ayudan a relacionarse con otras personas, a tomar conciencia de la realidad. Yo creo que la mejor fórmula para luchar contra esto es la organización.

Y las políticas de marginalización junto a la falta de infraestructuras, ¿qué impacto tienen?

Aquí en el barrio una cosa que se ha dicho desde hace ya 20 años que llevaba el comisionado es que hay una necesidad de un plan integral, es decir, que no se puede que cada administración vaya por su camino haciendo puntás, porque una puntá por aquí y otra por allí y el trapo sigue roto, no se termina de coser. Es muy importante el tema de la seguridad, hay que ir rompiendo con los cánones de delincuencia que hay. Hay personas trabajadoras que el único delito que han cometido es ser pobres.

También el empleo para los jóvenes, creo que se tendría que hacer más para que las jóvenes pudieran empezar a trabajar desde que terminan el instituto y se les pudiera abrir a otra vida.

¿Qué creéis que aportan los espacios de mujeres al barrio?

Son espacios que dan libertad, unión, compartir entre todas, son importantes, generan confianza, espacios de compartir y sobretodo reflexionar sin sentirse juzgada sobre temas como el de la violencia machista, los embarazos tempranos, los matrimonios que son tabú, son temas muy delicados de trabajar y de hablar abiertamente y de entonces aquí se puede.

¿Cuáles son las mujeres que os inspiran, vuestras referentes?

Muchas mujeres que han hecho por el barrio y que llevan muchos años aquí trabajando por el barrio, ya sea en entidades, con su trabajo fuera de casa o como vecinas o en alguna asociación de mujeres, como ama de casa o cuidadora. Hay mujeres que tienen el valor de entregar lo que son a los demás, que se implican y que viviendo en el barrio han sabido labrarse un futuro.

En muchas ocasiones creemos que el feminismo tiene que ser cuestión de grandes hitos, pero realmente en cualquier barrio las mujeres están realizando actos de resistencia frente al machismo y la desigualdad. ¿Cuáles son los que pasan día a día en el Polígono Sur?
Las mujeres han tomado las riendas del protagonismo social en el barrio, son las mujeres las que están implicadas en la asociación de vecinos, en las cuestiones de salud, de educación tú vas a los colegios y las que están son las madres con las niñas apoyando yendo a las excursiones. Están implicadas en todo, el problema es el rol y la carga de trabajos y cuidados que tienen.

Es una inspiración las mujeres mayores del barrio, cómo han ido descubriendo lo que ellas vivieron y que hoy en día expresan que no volverían a repetir y como ahora mismo son mucho más libres y disfrutan por ejemplo de su sexualidad y de su tiempo libre. Después de haber pasado por mucho ahora disfrutan, hablan, van a los talleres y comparten sus experiencias. Como dice la pancarta que hemos hecho sin mujeres el Polígono Sur se para."

4.4.24

¿Qué hacer con la vivienda? La oferta que hace falta es de vivienda pública y protegida de calidad; la demanda que necesitamos es para vivir... Hacen falta más viviendas, pero viviendas que estén protegidas de los precios de mercado... Tener un parque de vivienda mayoritariamente privado implica que las familias destinan un alto porcentaje de sus ingresos al pago de la vivienda... A la sociedad le cuesta en baja emancipación, en tener menos dinero en el bolsillo, en lastre productivo, en estancamiento vital, en no poder tener hijos... la sociedad gana cuando el acceso a la vivienda es un acceso no mediado por la lógica del mercado: se gana en libertad, tranquilidad y salud mental, en más dinero en el bolsillo, en ahorro de gasto público... En materia de vivienda protegida se tienen que impulsar las asociaciones de lucro limitado que, a cambio de proveer vivienda, reciban ayuda de las instituciones (fiscales, créditos blandos, suelo, asesoría) para que la promoción sea viable. Estas asociaciones están obligadas a reinvertir sus beneficios en mantener los inmuebles y en seguir aumentando el parque de vivienda asequible (Jorge Moruno)

 "El modelo de vivienda es siempre una operación de Estado. Históricamente en España, a diferencia de otros países europeos, se ha orientado la intervención del Estado para impulsar la vivienda de mercado en régimen de propiedad. El peso de la propiedad, aunque ha descendido, es de los más altos de Europa, solo por detrás de países como Rumania y muy por encima de países como Alemania, Austria o Francia. El subdesarrollo de las políticas de bienestar asociadas a la vivienda, junto con un modelo productivo intensivo en sectores que generan mucha precariedad, son efecto y causa de nuestro modelo de vivienda. Un modelo que genera una profecía autocumplida cuando, de facto, alquilar se convierte en tirar el dinero y hacerse mayor sin una vivienda en propiedad aumenta la vulnerabilidad. Sin embargo, que la riqueza de los españoles esté mayoritariamente invertida en ladrillo nos hace ser un país más pobre, salvo que pensemos que por tener un porcentaje más alto de propietarios el ciudadano medio español es más rico que el ciudadano medio austríaco.  

El principal problema de la vivienda es aquello vivido como algo evidente y que ni se piensa ni se problematiza: que la garantía de un derecho fundamental como la vivienda sea principalmente proveída por el mercado y sea guiada por la rentabilidad. ¿Pensamos así la sanidad? ¿Alguien se imagina que el acceso a la sanidad se fundamente y dependa de que unos se lucren con el trabajo de otros? El Estado debe cambiar su política de vivienda para garantizar la seguridad residencial y facilitar la transición a un modelo económico más productivo. Para ello, el Estado debe dejar de hacer lo que ha venido haciendo hasta ahora, a saber, debe dejar de orientar su política y su intervención en promover la vivienda de mercado: deducción por compra, ausencia de leyes de vivienda y mucha liberalización de suelo, vivienda protegida que puede descalificarse, venta de suelo público, enajenación de vivienda pública, avales a la compra y un largo etcétera de políticas que buscan perpetuar la vivienda como bien de mercado en detrimento de la vivienda como un derecho. Donde la vivienda es más un derecho que un bien de mercado, funciona mejor.

Un modelo en el que no hay otra alternativa que la vivienda de mercado es un modelo totalmente disfuncional y por eso es urgente aumentar considerablemente la oferta (pública y social) y también regular el precio de mercado. Se trata de hacer realidad la libertad de elección, porque lo que no funciona y no ha funcionado en ningún sitio es imponer un modelo que obliga a la gente a tener que elegir entre quedarse en casa de los padres, dejarse el sueldo en un alquiler o, si tiene suerte, hipotecarse con el banco durante 30 años. Lo importante es garantizar la seguridad residencial frente al poder del banco y la amenaza de no poder pagar la hipoteca, o de tener que vivir de un alquiler, a precio y condiciones de mercado, que es una fuente de incertidumbre e inestabilidad.

El modelo de vivienda de mercado es un modelo diseñado por el Estado centrado en blindar el negocio privado, que tiene un enorme coste social, económico y supone un lastre para el conjunto del modelo productivo. Y, al contrario, la vivienda segura y asequible es un elemento fundamental para el desarrollo vital, social y económico de un país. Lo importante nunca es fijarse en las medidas de manera aislada, ni en el coste de una política sin tener en cuenta la secuencia entera de impactos, sean estos negativos o positivos. Por ejemplo, es bueno generar deuda para invertir en vivienda pública porque tiene un retorno social y económico, y no tiene sentido endeudarse para pagar gastos corrientes mientras se indulta fiscalmente a los más ricos.

La política de vivienda no es únicamente una cuestión de cantidad, es sobre todo una cuestión de modelo y de definición política del objetivo a lograr. Si lo que se pretende es garantizar la accesibilidad, la asequibilidad y la seguridad residencial, hay que impulsar la vivienda protegida, la vivienda pública, regular (bien) los precios del alquiler privado y ofrecer ayudas en los casos necesarios. La oferta que hace falta es de vivienda pública y protegida de calidad; la demanda que necesitamos es para vivir. Suele decirse: “Hay que sacar más viviendas al mercado”, cuando lo que hace falta es sacar más viviendas del mercado. Hacen falta más viviendas, por supuesto, pero viviendas que estén protegidas de los precios de mercado.

El principal proveedor de vivienda no tiene que ser el mercado, sino operadores sociales que promuevan tanto la vivienda pública y la vivienda protegida como las impulsadas por asociaciones de lucro limitado, lo que en inglés se denomina Housing associations, o las empresas públicas o mixtas de vivienda. Luego, quien quiera y pueda, que compre vivienda de mercado, pero no se puede forzar a la población a tener que comprar o alquilar en el mercado para acceder a una vivienda, y las instituciones tienen la obligación de ofrecer otras alternativas. Tener un parque de vivienda mayoritariamente privado implica que las familias destinan un alto porcentaje de sus ingresos al pago de la vivienda. A la sociedad le cuesta mucho mantener este modelo de vivienda. Le cuesta en baja emancipación, en tener menos dinero en el bolsillo, en lastre productivo, en estancamiento vital, en términos ecológicos, en gasto sanitario, en bonificaciones, en no poder tener hijos, en estrés y salud mental, etc. Y, al revés, la sociedad gana cuando el acceso a la vivienda es mayoritariamente un acceso no mediado por la lógica del mercado: se gana en libertad, tranquilidad y salud mental, seguridad residencial, en más dinero en el bolsillo, en ahorro de gasto público y en mejorar el modo productivo.

En materia de vivienda protegida se tienen que impulsar las asociaciones de lucro limitado que, a cambio de proveer vivienda, reciban ayuda de las instituciones (fiscales, créditos blandos, suelo, asesoría) para que la promoción sea viable. Estas asociaciones están obligadas a reinvertir sus beneficios en mantener los inmuebles y en seguir aumentando el parque de vivienda asequible. Un modelo de vivienda protegida que tienda a la universalidad al que puedan acceder amplios rangos de renta, que sea autofinanciable a través de la financiación cruzada, donde los inquilinos que más tienen más aportan. Un estudio realizado para Canadá indica que el incremento de la vivienda protegida también afecta a la productividad y la economía: “incrementar la vivienda pública y asequible al 7% del total para 2030: aumenta la productividad entre un 5,7% y un 9,3% y tiene un impacto positivo para la economía de entre 67 y 136 billones de dólares.” En otra investigación realizada en el Reino Unido se estima que la construcción de 90.000 viviendas sociales obtendría un retorno económico de 50.000 millones de libras.

En materia de vivienda pública es de sobra conocido que España se encuentra a la cola de Europa. El Gobierno de España, en la parte que le toca porque recordemos que las competencias en vivienda son de las CCAA, ha anunciado su intención de incrementar el parque público de vivienda hasta el 20% del total. Desgraciadamente, ese propósito no cuenta ni con plazos ni con presupuesto: España debería invertir el 1%-2% del PIB en vivienda durante décadas para alcanzar ese propósito.

En un modelo de vivienda donde el acceso no depende del mercado, no solo hay más seguridad residencial y tranquilidad, sino que también es más eficaz. ¿Cómo empezar a transitar hacia ese cambio partiendo de la realidad concreta de nuestro actual modelo? Con normas, presupuesto e instrumentos. Hay que pensar las políticas de vivienda de manera integral y en conjunto, no de manera aislada, acorde a un objetivo que siempre es fruto de una posición política. Hay que hacer muchas cosas al mismo tiempo. 

Normas que, al igual que en el resto de Europa, doten de instrumentos a las instituciones para regular precios, movilizar vivienda vacía, reservar suelo, frenar operaciones especulativas y un largo etcétera de acciones. Presupuesto creciente y sostenido en el tiempo que se invierta en aumentar el parque público y el parque asequible de vivienda. Instrumentos que, más allá del presupuesto, permitan ampliar ese parque de vivienda, ya sea creando operadores que orienten la inversión privada, ya sea creando un banco público de inversión similar al Kreditanstalt für Wiederaufbau (KfW) alemán, a través del cual obtener financiación y canalizar los recursos necesarios para costear el parque público de vivienda. Otro instrumento fundamental pasa por dotar de reconocimiento a la sociedad civil organizada a través de los sindicatos de inquilinos.

Se trata, en definitiva, de buscar por todos los medios recursos y de contar con las leyes que permitan operar y aumentar la oferta de vivienda protegida del mercado. ¿Y cómo se aumenta ese parque de vivienda? Por todas las vías, esto es, comprando mucha vivienda privada, rehabilitando vivienda, movilizando la vivienda vacía y construyendo vivienda nueva. Tenemos que iniciar, de una vez por todas, la transición más importante, necesaria, urgente y estructural que exige nuestro país: la de la vivienda. Tenemos que ser capaces de jugar en la liga de los mejores modelos de vivienda del mundo y que la gente pueda elegir libremente cómo vivir. Para que eso sea real, tienen que existir diferentes opciones donde poder decidir y abandonar el actual “vive como puedas” para abrazar el “vive como quieras”. 

(Jorge Moruno es sociólogo por la UCM y diputado de Más Madrid. InfoLibre, 02/04/24)

14.7.23

La profunda fractura territorial que se está cimentando entre lo urbano y lo rural... Las dos grandes transformaciones por las que está pasando el mundo son la tecnología y la sostenibilidad ambiental. Y ambas cuestiones son percibidas de forma distinta en el mundo urbano y el mundo rural. Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la España menos poblada percibe que su papel va a ser secundario. Actividades como la caza, la ganadería o la agricultura están siendo puestas en cuestión, contribuyendo a una mayor despoblación de esta parte del territorio... Hay una agenda política y un electorado progresista que difiere en las grandes ciudades respecto del resto del país. Esto está condicionado por las bases de apoyo y por la agenda programática. De cómo demos respuesta a esta fractura, depende mucho el futuro de la izquierda

 "(...) hay dos izquierdas que están pasando desapercibidas y que no sólo fueron relevantes en las elecciones del 28 de mayo, sino que además pueden marcar el devenir de los progresistas en España. Me estoy refiriendo a la profunda factura territorial que se está cimentando dentro de la izquierda: la urbana y la rural.

 En los 50 municipios de mayor población de nuestro país tenemos al 35% de los españoles y en los 8.043 restantes está el 65% de la población. Muy pocas ciudades concentran a más de un tercio de toda la ciudadanía. El pasado 28 de mayo, el PSOE obtuvo un 25,7% de apoyo en estas 50 ciudades, mientras que en el resto de España su porcentaje de voto fue ligeramente superior: un 29,1%. En cambio, las diferentes marcas que adoptó todo lo que está a su izquierda, mostraron una fractura territorial mayor. En la España profundamente urbana, esta izquierda alcanzó el 14% de los votos, mientras que en el resto del país el porcentaje de apoyo fue del 4,3%. Es decir, casi 10 puntos de diferencia.

No es la primera vez que observamos esta brecha territorial. Usando como referencia estas 50 ciudades, en 2019 pasó algo parecido. El PSOE consiguió cinco puntos más de apoyo en la España menos poblada, mientras que en las marcas a la izquierda del PSOE la diferencia fue de un 18,1% es las ciudades más pobladas frente a un 10,4% en el resto del país (casi ocho puntos de diferencia). Pero, quizás, la fractura más llamativa fue en 2015. Entonces, el Partido Socialista sumó el 20% de los votos en las 50 ciudades más pobladas, frente al 27,2% en el resto del país (7,2 puntos de diferencia). Las marcas a la izquierda del PSOE lograron superarlo en la España más urbana, 25% de los votos, frente a la España menos poblada, donde consiguieron casi 15 puntos menos de apoyo.

¿Pero siempre fue así? En 2007, antes de la Gran Recesión y el 15-M, la izquierda no mostraba tal fractura. En las elecciones municipales de ese año, el Partido Socialista obtuvo el mismo porcentaje de votos en las dos Españas que acabamos de describir: el 34%. Y lo que había a su izquierda (Izquierda Unida, Iniciativa per Catalunya, el Bloc…), lograron también el mismo porcentaje de apoyos en las 50 grandes ciudades y en el resto de las poblaciones: el 7%.

Hay dos posibles argumentos para lo que está sucediendo. Por el lado de la sociedad, estamos asistiendo a una crisis política de la que no acabamos de salir. Desde la Gran Recesión, la gente está muy interesada por la política, pero siente un gran desapego hacia ella. La ciudadanía padece una profunda desafección hacia los actores políticos: no comparten ni el fondo ni las formas. De hecho, rechaza la polarización en la que vive el país. Además, sienten que no son representados de forma correcta. En otras palabras, lo que caracterizó al 15-M sigue de alguna forma entre nosotros, especialmente en las grandes ciudades, que es donde surgió este movimiento de protesta.

Por el lado de los partidos de izquierdas, existe un problema de agenda. Las dos grandes transformaciones por las que está pasando el mundo son la tecnología y la sostenibilidad ambiental. Y ambas cuestiones son percibidas de forma distinta en el mundo urbano y el mundo rural. Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la España menos poblada percibe que su papel va a ser secundario. Actividades como la caza, la ganadería o la agricultura están siendo puestas en cuestión, contribuyendo a una mayor despoblación de esta parte del territorio. Además, lo único que parece atribuirse a la España rural es la de generadores de energía renovable, actividad que generan riqueza, pero pocos empleos.

 En el desafío tecnológico pasa algo parecido. Nuestros hábitos de consumo cambian y, además, en las pequeñas poblaciones no existen las mismas posibilidades que en el mundo urbano. Por lo tanto, actividades como el comercio local están en riesgo. Pero esto afecta mucho más a las pequeñas poblaciones que a las grandes ciudades. Una tienda o un bar, si cierra en un pueblo, tiene un mayor impacto social y económico que si lo hace en una gran ciudad.

En definitiva, los progresistas parecen fragmentarse territorialmente: urbano y rural. Hay una agenda política y un electorado progresista que difiere en las grandes ciudades respecto del resto del país. Esto está condicionado por las bases de apoyo y por la agenda programática. De cómo demos respuesta a esta fractura, depende mucho el futuro de la izquierda."           (Ignacio Urquizu , El País, 13/07/23)

28.10.19

Por qué las ciudades ricas (París, Hong-Kong, Santiago de Chile) se rebelan... y Estados Unidos, sin duda, verá más explosiones sociales en el futuro...

"Tres de las ciudades más prósperas del mundo han estallado en protestas y disturbios este año.  

París ha enfrentado olas de protestas y disturbios desde noviembre de 2018, poco después de que el presidente francés, Emmanuel Macron, aumentara los impuestos al combustible.  

Hong Kong ha estado convulsionada desde marzo, después de que su jefa ejecutiva, Carrie Lam, propusiera una ley que permite la extradición a China continental. 

Y Santiago estalló en disturbios este mes después de que el presidente Sebastián Piñera ordenara un incremento en los precios del metro. Cada protesta tiene sus factores locales distintivos, pero, en conjunto, cuentan una historia más amplia de lo que puede suceder cuando una sensación de injustica se combina con una percepción generalizada de baja movilidad social.  

 Según la métrica tradicional de PIB per capita, las tres ciudades son ejemplos de éxito económico.(...)

 En el Informe Global de Competitividad 2019 publicado por el Foro Económico Mundial, Hong Kong ocupa el tercer puesto, Francia el 15 y Chile el 33 (el mejor en América Latina por un amplio margen).  Sin embargo, si bien estos países son bastante ricos y competitivos según los estándares convencionales, sus poblaciones están disconformes con aspectos esenciales de sus vidas. Según el Informe sobre la Felicidad Mundial 2019, los ciudadanos de Hong Kong, Francia y Chile sienten que sus vidas están considerablemente estancadas. (...)

Mientras que Hong Kong se ubica en el noveno lugar a nivel global en PIB per capita, ocupa un puesto muy inferior, el número 66, en términos de percepción pública de la libertad personal para elegir un camino en la vida. La misma discrepancia es evidente en Francia (puesto número 25 en PIB per capita, pero 69 en libertad de elección) y Chile (48 y 98, respectivamente).  (...)

En los tres países, los jóvenes de las urbes que no nacieron en un contexto próspero están desesperanzados ante las opciones que se les presentan para encontrar una vivienda asequible y un trabajo decente. En Hong Kong, los precios de la propiedad en relación a los salarios promedio están entre los más altos del mundo. Chile tiene la mayor desigualdad de ingresos en la OCDE, el club de los países de altos ingresos. En Francia, los hijos de las familias de elite tienen amplias ventajas en el curso de su vida.  (...)

Hong Kong, Francia y Chile no son los únicos que enfrentan una crisis de movilidad social y reclamos por la desigualdad. Estados Unidos está experimentando tasas de suicidio en alza y otras señales de tensión social, como los asesinatos masivos, en un momento de desigualdad sin precedentes y de un colapso de la confianza pública en el gobierno. Estados Unidos, sin duda, verá más explosiones sociales en el futuro si seguimos sin cambios en materia política y económica.

Si pretendemos prevenir este desenlace, debemos aprender algunas lecciones de los tres casos recientes. Las protestas tomaron por sorpresa a los tres gobiernos que, al haber perdido el contacto con el sentimiento popular, no lograron anticipar que una acción política aparentemente modesta (el proyecto de ley de extradición de Hong Kong, el aumento del impuesto al combustible de Francia y precios más elevados del metro en Chile) desataría una explosión social masiva.  Quizá más importante, y menos sorprendente, sea el hecho de que las mediciones económicas de bienestar tradicionales son totalmente insuficientes para medir los verdaderos sentimientos de la población. (...)

 A toda sociedad le conviene tomar el pulso de su población y prestarles mucha atención a las causas de infelicidad y desconfianza social. El crecimiento económico sin justicia y sustentabilidad ambiental es una receta para el desorden, no para el bienestar. (...)"             (

24.10.14

El servicio de mediación vecinal de Cornellà frena 160 desahucios

"La mediación con las entidades bancarias y con los privados es la herramienta básica para intentar poner freno a la sangría de familias afectadas que pierden su vivienda por los efectos d ela crisis. Ya son muchos los ayuntamientos catalanes que han desarrollado equipos propios para esta labor. 

En el caso de Cornellà (Baix Llobregat) parte del servicio lo realiza la Federación de Asociaciones de Vecinos de Cornellà (Favco), gracias a un acuerdo con el Consistorio. De los 357 desahucios que se han evitado en dos años en el municipio, 160 han sido gracias a la Oficina de Mediación Hipotecaria de Favco.

“Las siete asociaciones de vecinos del municipio empezamos a ver cómo nos llegaban más personas afectadas por los desahucios y los productos bancarios tóxicos como las preferentes. El volumen de peticiones nos hizo que centralizáramos las peticiones en la federación”, explica Miriam Rovira, de atención social de Favco. En 2011, el Ayuntamiento decidió que los vecinos se encargaran de prestar esas asesorías legales.

“Aquí hay una gran tradición de trabajo comunitario”, argumenta Montserrat Pérez, teniente de alcalde del área de política social. El servicio de mediación se ha complementado con las ayudas del propio Ayuntamiento, que ha logrado frenar 197 desahucios, la mayoría gracias a ayudas para pagar el alquiler. En total, en el 59% de los casos atendidos se ha podido frenar el lanzamiento.

“Antes la gente venía cuando tenía la orden de desahucio, ahora acuden cuando llevan poco tiempo de impagos de sus cuotas. Eso nos permite tener más margen de maniobra”, agrega Rovira. “Ahora hay más diálogo con los bancos”, agrega Pérez. El municipio calcula que hay 41 pisos vacíos de siete entidades bancarias diferentes, pero no ha multado ninguno todavía.

El año pasado, en toda Cataluña, Cáritas frenó 600 desahucios gracias a su servicio de mediación. El Servicio de asesoramiento sobre la deuda hipotecaria de la Generalitat logró 637 acuerdos. En el primer trimestre de este año, en Cataluña se realizaron 4.276 desahucios, más de la mitad por impago de alquiler."          (    El País,   Barcelona 23 OCT 2014)

30.3.09

La explosión de las ciudades-dormitorio

""Cada vez más, en las ciudades dormitorio, la gente toma las armas". Así se expresó el 17 de marzo un responsable de la Información General (el servicio de información de la policía). Y añadió: "Es preocupante; quiere decir que se ha superado una barrera psicológica". La situación es delicada y todo hace pensar que sólo puede empeorar. (...)

El aumento de la violencia tiene causas complejas. Primero se debe al odio difuso que albergan estos jóvenes contra las fuerzas de seguridad, con frecuencia acusadas de practicar detenciones por el color de piel y de cometer errores mortales sin verdaderas sanciones por parte de las autoridades. También es el resultado, más pernicioso, de guerras de intereses organizadas por bandas de delincuentes, traficantes de droga, que quieren controlar con las armas sus territorios y aterrorizar a la policía. (...)

Pero la razón de fondo es todavía más grave: es el rechazo por parte del Estado de afrontar la cuestión de la integración social.

En 2005, los jóvenes pedían reconocimiento social, trabajo e integrarse. Hoy, el resultado es inquietante. Reina el mismo desamparo en estos barrios, la misma desesperación, la misma ira contra un sistema que se percibe como profundamente injusto, contra un poder político acusado de demagogo y manipulador. " (SAMI NAÏR: Barrios sin ciudadanía. El País, ed. Galicia, , 21/03/2009, p. )