""Cada vez más, en las ciudades dormitorio, la gente toma las armas". Así se expresó el 17 de marzo un responsable de la Información General (el servicio de información de la policía). Y añadió: "Es preocupante; quiere decir que se ha superado una barrera psicológica". La situación es delicada y todo hace pensar que sólo puede empeorar. (...)
El aumento de la violencia tiene causas complejas. Primero se debe al odio difuso que albergan estos jóvenes contra las fuerzas de seguridad, con frecuencia acusadas de practicar detenciones por el color de piel y de cometer errores mortales sin verdaderas sanciones por parte de las autoridades. También es el resultado, más pernicioso, de guerras de intereses organizadas por bandas de delincuentes, traficantes de droga, que quieren controlar con las armas sus territorios y aterrorizar a la policía. (...)
Pero la razón de fondo es todavía más grave: es el rechazo por parte del Estado de afrontar la cuestión de la integración social.
En 2005, los jóvenes pedían reconocimiento social, trabajo e integrarse. Hoy, el resultado es inquietante. Reina el mismo desamparo en estos barrios, la misma desesperación, la misma ira contra un sistema que se percibe como profundamente injusto, contra un poder político acusado de demagogo y manipulador. " (SAMI NAÏR: Barrios sin ciudadanía. El País, ed. Galicia, , 21/03/2009, p. )
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