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16.9.25

Cómo Estados Unidos podría convertirse en una dictadura... Lo que no se ha visto en EE. UU. en estas ocho décadas de posguerra, es un equilibrio entre la posibilidad de que el gobierno utilice la fuerza militar para tomar el control, y la posibilidad de una propagación de la violencia política entre la ciudadanía bien armada... Estas fuerzas en competencia corren el riesgo de reforzarse mutuamente en una espiral de violencia e intervención estatal... Ahí es donde el asesinato de Kirk deja a Estados Unidos hoy, como un país profundamente dividido políticamente, en el que el uso de la violencia como herramienta política está creciendo... Trump ha estado poniendo a prueba el alcance de sus poderes legales, a la vez que los utiliza para intimidar y socavar toda forma de oposición, tanto política como institucional... La respuesta de Trump y algunos de sus partidarios más cercanos al asesinato de Kirk mostró ese mismo instinto de politización... el Estado de derecho en Estados Unidos podrían desaparecer con una expansión constante del papel del ejército estadounidense y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en la aplicación de la ley... Luego, impulsado por otro episodio trágico como el asesinato de Kirk o una manifestación que se torna violenta, Trump podría declarar una emergencia nacional, en la que suspendería los derechos civiles y declararía la ley marcial... De esta manera, podría posponer las elecciones indefinidamente... En ese momento, la probabilidad de que los críticos comenzaran a ser arrestados por representar una amenaza para la seguridad nacional sería alta... la pregunta crucial será la reacción del ejército estadounidense y de otras fuerzas de seguridad (Bill Emmott, ex editor jefe de The Economist)

 "Si Trump intenta tomar el poder valiéndose de poderes de emergencia y de la ley marcial, la reacción de los militares y de otras fuerzas de seguridad será crucial.

Mientras tratamos de pensar en las posibles consecuencias del asesinato del aliado cercano de Donald Trump, el activista conservador de 31 años Charlie Kirk, debemos tener en cuenta tres hechos.

Una es que Estados Unidos es un país donde hay más armas en manos privadas que habitantes. La segunda es que la violencia política es un fenómeno común. Y la tercera es que Trump y algunos de sus partidarios más leales reaccionaron de inmediato a este terrible asesinato enfatizando y explotando la división política del país en lugar de apelar a la unidad.

En Europa, cuando pensamos en los Estados Unidos de Trump, nos preocupamos principalmente por el daño que ha causado a la relación transatlántica, a nuestros exportadores y a las perspectivas de poner fin a la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, lo que este trágico episodio nos dice es que también debemos preocuparnos por la estabilidad de la democracia estadounidense, una democracia que en el pasado ha servido como un faro de libertad también en Europa, a pesar de sus numerosos defectos.

Ni la dictadura ni la guerra civil son inevitables. Estados Unidos ha demostrado en el pasado su resiliencia ante la violencia. Su democracia sobrevivió a la década de 1960, cuando fueron asesinados el presidente John F. Kennedy y su hermano Robert Kennedy, así como el activista por los derechos civiles Martin Luther King.

Y sobrevivió a la década de 1970, cuando manifestantes contra la guerra de Vietnam fueron asesinados a tiros por la Guardia Nacional en la Universidad Estatal de Kent, en Ohio, y cuando cuatro años más tarde el presidente Richard Nixon tuvo que dimitir por el allanamiento de Watergate contra sus oponentes políticos que él había autorizado.

El ataque a Estados Unidos hace 24 años, el 11 de septiembre de 2001, en el que terroristas de Al Qaeda mataron a casi 3.000 personas, unió a un país que, menos de un año antes, había estado profundamente dividido por una elección presidencial que tuvo que ser resuelta por una Corte Suprema políticamente partidista.

Lo que no se ha visto, sin embargo, en estas ocho décadas de posguerra es un equilibrio aparentemente equilibrado entre la posibilidad de que el gobierno utilice la fuerza militar para tomar el control y la posibilidad de una propagación de la violencia política entre la ciudadanía bien armada.

Ahí es donde el asesinato de Kirk deja a Estados Unidos hoy, como un país profundamente dividido políticamente, en el que el uso de la violencia como herramienta política está creciendo y en el que el instinto de la administración Trump de usar esa violencia como pretexto para extender su propio poder también es claramente fuerte.

Estas fuerzas en competencia corren el riesgo de reforzarse mutuamente en una espiral de violencia e intervención estatal.

La preocupación de que Trump y sus partidarios exploten cualquier espiral de violencia comienza con el hecho de que ya ha estado utilizando a la Guardia Nacional y a una agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ampliada y fortalecida, un organismo que nació gracias a los ataques del 11 de septiembre, para realizar arrestos, encarcelar personas y organizar deportaciones.

Se ha centrado en ciudades y estados gobernados por el Partido Demócrata, sus supuestos oponentes y sus críticos más acérrimos. En sus primeros ocho meses en el cargo, Trump ha estado poniendo a prueba el alcance de sus poderes legales, a la vez que los utiliza para intimidar y socavar toda forma de oposición, tanto política como institucional.

La respuesta de Trump y algunos de sus partidarios más cercanos al asesinato de Kirk mostró ese mismo instinto de politización.

Él y sus partidarios condenaron la violencia política, pero la lista de ejemplos que citaron excluyó deliberadamente ejemplos recientes de violencia contra demócratas. Estos incluyen una agresión contra el esposo de Nancy Pelosi en 2022, cuando ella era presidenta de la Cámara de Representantes; el asesinato a principios de este año de una legisladora estatal de Minnesota y su esposo; y un incendio provocado contra la casa del gobernador demócrata de Pensilvania, Josh Shapiro.

La violencia que él y sus partidarios, incluyendo a Elon Musk, decidieron condenar fue violencia de lo que él llamó "la izquierda radical", y no toda violencia política. [Cabe destacar que Tyler Robinson, el sospechoso ahora detenido, proviene de una familia republicana, aunque no ha declarado ninguna afiliación política].

El novelista estadounidense Ernest Hemingway hizo que uno de sus personajes en  Fiesta respondiera  a una pregunta sobre cómo se declaró en bancarrota con una respuesta memorable: «De dos maneras. Gradualmente, luego repentinamente». Con esa frase, Hemingway también podría haber estado escribiendo el guion de cómo la democracia y el Estado de derecho en Estados Unidos podrían desaparecer.

Esto podría comenzar con la violencia política de baja intensidad en su país natal, sobre la que ha advertido mi  colega de La Stampa  , Alan Friedman, y que coincide con una expansión constante del papel del ejército estadounidense y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en la aplicación de la ley. La adopción por parte de Trump de una política tribal en lugar de buscar la unidad nacional corre el riesgo de provocar un tribalismo similar en la izquierda y un uso recíproco de la violencia por parte de ambos bandos. [Nótese  la petición de Tom Friedman  a Trump de que sea unificador en lugar de divisor].

Luego, impulsado por otro episodio trágico como el asesinato de Kirk o una manifestación que se torna violenta, Trump podría declarar una emergencia nacional, en la que suspendería los derechos civiles y declararía la ley marcial.

De esta manera, podría posponer las elecciones indefinidamente, desafiando a su Partido Republicano en el Congreso o a sus oponentes del Partido Demócrata a desafiarlo. En ese momento, la probabilidad de que los críticos comenzaran a ser arrestados por representar una amenaza para la seguridad nacional sería alta.

Si intenta utilizar los poderes de emergencia y la ley marcial, la pregunta crucial será la reacción del ejército estadounidense y de otras fuerzas de seguridad.

El juicio celebrado la semana pasada en Brasil contra Jair Bolsonaro, amigo de Trump, en el que el presidente derrocado en las elecciones de 2022 fue condenado a 27 años de prisión por planear un golpe de estado, demostró el papel crucial que desempeñaron allí las fuerzas armadas brasileñas. Algunos generales conspiraron con Bolsonaro y también fueron declarados culpables. Sin embargo, los principales comandantes del ejército y la fuerza aérea se negaron a unirse a la conspiración. De haberlo hecho, Brasil volvería a ser una dictadura militar, como lo fue entre 1964 y 1985.

Trump ha criticado duramente a los jueces brasileños por su veredicto contra Bolsonaro. Probablemente, se imagina encontrándose en la misma situación que su amigo. O se imagina aprendiendo de los errores de Bolsonaro y logrando su propio golpe, gradualmente, y luego repentinamente."

(Bill Emmott , ex editor jefe de The Economist,, Other news, 15/09/25, fuente Asia Times )

Economía de EE.UU.: la estanflación ya es más que un soplo pasajero... el crecimiento económico está cayendo hacia lo que algunos analistas llaman «velocidad de estancamiento», un ritmo por debajo del cual la economía entra en recesión... El crecimiento del empleo se está desacelerando rápidamente y el desempleo está aumentando gradualmente... la represión migratoria no ha creado un mercado laboral más favorable para los componentes más vulnerables de la fuerza laboral estadounidense... El crecimiento del empleo en EE. UU. se ha desacelerado a un ritmo no visto en más de 60 años, fuera de los períodos recesivos. El crecimiento del empleo se está desacelerando, no por la debilidad de la demanda, sino porque el crecimiento de la oferta se está agotando a medida que disminuye la inmigración, la industria manufacturera permanece en recesión y las agencias gubernamentales y la fuerza laboral se ven diezmadas por Trump... El crecimiento del empleo en EE. UU. se ha desacelerado a un ritmo no visto en más de 60 años, fuera de los períodos recesivos. El crecimiento del empleo se está desacelerando, no por la debilidad de la demanda, sino porque el crecimiento de la oferta se está agotando a medida que disminuye la inmigración, la industria manufacturera permanece en recesión y las agencias gubernamentales y la fuerza laboral se ven diezmadas por Trump... Menos trabajadores productivos implican menos crecimiento. Y la Reserva Federal no puede hacer nada al respecto... Dado que el arancel efectivo sobre las importaciones es ahora de alrededor del 18% (frente a alrededor del 4% antes de que Trump comenzara), eso puede llevar la inflación de EE.UU. hasta el 4,5-5%... Así que las fuerzas que impulsan la estanflación se están fortaleciendo. Sin embargo, eso no significa que la economía estadounidense se esté dirigiendo inminentemente hacia una recesión total... eso depende de si la rentabilidad y los beneficios empresariales se mantienen o disminuyen. Hasta el momento, no ha habido caída, pero las señales de descenso se están haciendo visibles (Michael Roberts)

 "La economía estadounidense presenta una brecha cada vez mayor: entre el aumento de la inflación, por un lado, y el empleo, por el otro. Según la teoría keynesiana dominante, esto no debería ocurrir. Esto se debe a que un mercado laboral debilitado debería provocar una caída de los aumentos salariales y de la demanda de los consumidores, y la inflación de precios disminuirá. La experiencia de las economías de la década de 1970 refutó esta teoría, supuestamente sustentada por la llamada curva de Phillips (es decir, una disyuntiva entre el aumento de precios y el desempleo). La inflación estalló mientras el desempleo se disparaba. La década de 2010, posterior a la Gran Recesión, volvió a refutar la teoría, cuando la inflación en las principales economías se redujo a casi cero y las tasas de desempleo alcanzaron mínimos históricos. En el período posterior a la COVID-19, de 2021 a 2024, las tasas de inflación aumentaron drásticamente, pero las tasas de desempleo se mantuvieron bajas. 

¿Por qué se equivocó la teoría keynesiana? Porque asume que es la demanda agregada la que impulsa el gasto y los precios. Si la demanda supera la oferta, los precios subirán. Sin embargo, en cada uno de estos períodos, las décadas de 1970 y 2010, fue la oferta la que impulsó la economía, no la demanda agregada. En la década de 1970, el crecimiento económico se desaceleró al desplomarse la rentabilidad del capital y el crecimiento de la inversión, y posteriormente los productores de petróleo restringieron el suministro de energía y los precios del crudo se dispararon. En la década de 2010, el crecimiento económico se ralentizó, las tasas de inflación bajaron, pero el desempleo no aumentó. En la década de 2020, la crisis pospandémica provocó un colapso de las cadenas de suministro globales, un aumento del precio de la energía y una reducción de la mano de obra cualificada. Fue un problema de oferta.

La teoría monetarista también fue expuesta en estos períodos. Los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal bajo Ben Bernanke, discípulo del archimonetarista Milton Friedman, quien sostenía que la inflación era esencialmente un fenómeno monetario (es decir, que la oferta monetaria impulsaba los precios), asumieron que la respuesta a la Gran Recesión de 2008-9 era recortar las tasas de interés e impulsar la oferta monetaria mediante lo que se denominó flexibilización cuantitativa (QE), es decir, la Fed «imprime» dinero y compra bonos gubernamentales y corporativos a los bancos, lo que a su vez se esperaba que aumentara los préstamos (oferta monetaria) a empresas y hogares para gastar. Pero eso no sucedió. La economía real permaneció en depresión y todas las inyecciones de dinero simplemente impulsaron los precios de los activos financieros. Los precios de las acciones y los bonos se dispararon. Una vez más, el monetarismo ignoró los verdaderos impulsores del crecimiento económico, el gasto y la inversión: la rentabilidad del capital, es decir, el lado de la oferta.

En una publicación de febrero pasado, sugerí que la economía estadounidense presentaba indicios de estanflación. La estanflación se produce cuando la producción nacional y el empleo se estancan o aumentan muy lentamente, mientras que la inflación de precios continúa aumentando e incluso acelerándose. La economía estadounidense se ha desacelerado claramente. Las tasas de crecimiento trimestrales han sido erráticas, principalmente debido a las fuertes fluctuaciones en las importaciones, que se dispararon a principios de año cuando las empresas intentaron adelantarse a los aumentos arancelarios de Trump, y posteriormente el crecimiento del PIB real se desaceleró a medida que los aranceles comenzaron a afectar componentes de importación necesarios para la industria. Sin embargo, el primer semestre del año muestra una clara desaceleración con Trump.

De hecho, el crecimiento económico está cayendo hacia lo que algunos analistas llaman «velocidad de estancamiento», un ritmo por debajo del cual la economía entra en recesión (una caída total del PIB). La economía estadounidense aún no está en recesión porque las ganancias del sector corporativo estadounidense siguen aumentando y el auge de la inversión en inteligencia artificial sigue impulsando sectores clave de la economía. Pero la estanflación es ahora más que un simple soplo en el aire económico, como lo fue a principios de 2025.

Tomemos como ejemplo los empleos. El crecimiento del empleo se está desacelerando rápidamente y el desempleo está aumentando gradualmente.

En agosto, los empleos netos aumentaron en sólo 22.000, mientras que en junio se revisó a la baja a una caída de 13.000.

La economía de Trump argumentó que los aranceles generarían empleos en la industria manufacturera y que los recortes de personal federal liberarían trabajadores para ellos. Imposible. El sector manufacturero perdió empleos casi tan rápido como la fuerza laboral federal (-12 mil frente a -15 mil). El crecimiento del empleo se está desacelerando en casi todos los sectores.

La pérdida de empleos es particularmente grave para los hombres. Se han perdido 56.000 empleos en los últimos cuatro meses. La razón principal es que el ataque de Trump a la inmigración ha provocado una caída significativa de la fuerza laboral. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) está realizando arrestos y deportaciones masivas, pero el número de trabajadores nacidos en el extranjero en Estados Unidos ya se estaba reduciendo tras años de rápido crecimiento. Los trabajadores nativos no se han beneficiado de esto: el desempleo allí se encuentra en su nivel más alto desde el fin de la pandemia. El aumento del desempleo juvenil y de la población negra (actualmente en un 7,5%, el más alto desde octubre de 2021) sugiere que la represión migratoria no ha creado un mercado laboral más favorable para los componentes más vulnerables de la fuerza laboral estadounidense.

Trump despidió al director de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) después de que esta registrara una cifra muy débil de crecimiento del empleo. Sin embargo, desde entonces, las revisiones anuales de las cifras de empleo han reducido el crecimiento del empleo en 911.000 puestos en el año hasta marzo de 2025. Despedir al mensajero no cambia el mensaje. El crecimiento del empleo en EE. UU. se ha desacelerado a un ritmo no visto en más de 60 años, fuera de los períodos recesivos. El crecimiento del empleo se está desacelerando, no por la debilidad de la demanda, sino porque el crecimiento de la oferta se está agotando a medida que disminuye la inmigración, la industria manufacturera permanece en recesión y las agencias gubernamentales y la fuerza laboral se ven diezmadas por Trump.

El problema fundamental es que la falta de demanda no es el factor limitante en la industria manufacturera estadounidense; es la fuerza laboral. El número de trabajadores capaces y dispuestos a trabajar en una fábrica está disminuyendo. Casi 400.000 puestos de trabajo en el sector manufacturero están actualmente vacantes, según la Oficina de Estadísticas Laborales .

Menos trabajadores productivos implican menos crecimiento. Y la Reserva Federal no puede hacer nada al respecto, ni recortando los tipos de interés ni recurriendo a más inyecciones monetarias (flexibilización cuantitativa). Incluso si Trump se saliera con la suya, despidiera a algunos miembros de la junta directiva de la Reserva Federal, tomara el control de la entidad y aplicara fuertes reducciones a su tipo de interés oficial, solo alimentaría aún más el auge especulativo en el mercado bursátil, con escaso impacto en los sectores productivos de la economía.

La junta actual de la Reserva Federal se muestra reacia a recortar los tipos de interés por temor a que la inflación se acelere. Esta ya está en alza. La última tasa general de inflación de los precios al consumidor se aceleró hasta el 2,9 % interanual en agosto de 2025, muy por encima del objetivo de inflación de la Reserva Federal del 2 % anual. La Reserva Federal suele seguir la denominada tasa de inflación del gasto de consumo personal (PCE). Esta siempre es bastante inferior al aumento medio de los precios de los bienes de consumo en los hogares estadounidenses. Sin embargo, incluso el PCE se mantiene por encima del objetivo de la Reserva Federal del 2,6 % interanual. La tasa de inflación subyacente (que excluye los precios de la energía y los alimentos) se mantiene firmemente estancada en el 3,1 % interanual.

Nuevamente, este aumento de la inflación no se debe a una mayor demanda de bienes y servicios que supere la oferta, sino a una desaceleración de la producción y al aumento de los costos dentro de la producción, particularmente en servicios como los servicios públicos, los seguros de salud, etc. 

Los funcionarios de Trump argumentan que los aranceles no tienen ningún impacto en la inflación. Pero si eso fuera cierto, significaría que el «shock de oferta» en los precios ya se estaba produciendo. Es cierto que, hasta ahora, el impacto de los aranceles ha sido limitado. Esto se debe a que, en cuanto Trump inició sus rabietas arancelarias, los importadores estadounidenses se apresuraron a maximizar sus existencias y anticiparse a las subidas arancelarias. Por eso, las importaciones estadounidenses se dispararon en el primer semestre de 2025 y el déficit comercial estadounidense empeoró drásticamente.

Además, algunos exportadores extranjeros a EE. UU. redujeron sus precios para absorber el impacto de los aranceles en los precios de importación. Sin embargo, las subidas arancelarias eventualmente se reflejarán en los precios al consumidor. Según un análisis de Goldman Sachs, ya se ha trasladado a los consumidores aproximadamente el 22 % de los costos arancelarios. GS estima que esta cifra eventualmente aumentará al 67 %. 

Dado que el arancel efectivo sobre las importaciones es ahora de alrededor del 18% (frente a alrededor del 4% antes de que Trump comenzara) y las importaciones representan alrededor del 14% del PIB de EE.UU., entonces eso solo puede significar un aumento adicional de alrededor de 1,5 puntos porcentuales en la tasa de inflación durante los próximos 12 meses, llevando la inflación de EE.UU. hasta el 4,5-5%.

Es este posible aumento de la inflación lo que preocupa a los inversores en bonos gubernamentales en los mercados financieros. Solicitarán mayores rendimientos para compensar la reducción de la rentabilidad real derivada de una mayor inflación. Por lo tanto, cabe esperar que los rendimientos de los bonos gubernamentales estadounidenses a largo plazo aumenten incluso si la Reserva Federal recorta los tipos de interés a corto plazo.

Así que las fuerzas que impulsan la estanflación se están fortaleciendo. Sin embargo, eso no significa que la economía estadounidense se esté dirigiendo inminentemente hacia una recesión total. Una recesión es cuando la producción total cae (los economistas convencionales prefieren llamar a una caída en la producción total durante dos trimestres consecutivos, una «recesión técnica»).  La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) rastrea las recesiones y aplica una amplia gama de indicadores para «pronosticar» una recesión. Pero el juicio de la NBER siempre es retrospectivo (es decir, después de que la recesión ha terminado). Hasta ahora, la NBER no ha pronosticado una recesión. Hay otros modelos de pronóstico que intentan rastrear la tasa de expansión en la economía estadounidense. El modelo Atlanta Fed GDP Now es popular. Actualmente pronostica que el PIB real de EE. UU. aumentará un 3,1% a una tasa anualizada para el tercer trimestre de este año, aunque tenga en cuenta que el consenso de todos los principales pronosticadores es de alrededor del 1,3%.

La Reserva Federal de Nueva York también cuenta con un modelo de pronóstico. El pronóstico del personal de la Reserva Federal de Nueva York para el tercer trimestre de 2025 se sitúa actualmente en el 2,1 %. Se trata de una tasa anualizada, que no es lo mismo que la tasa trimestral ni la interanual. Sin embargo, hasta el momento, independientemente de la medida o el modelo, se espera que la economía estadounidense se haya expandido de junio a septiembre de este año, aunque a un ritmo más lento.

Otros y yo hemos demostrado que una caída solo se produce cuando la inversión empresarial se contrae drásticamente, y esta solo ocurre si las ganancias comienzan a disminuir.  Hasta ahora, la inversión empresarial se mantiene positiva, en torno al 4% anual.

Sin embargo, gran parte de este crecimiento de la inversión empresarial se concentra en el gasto en IA de alta tecnología para centros de datos y otras infraestructuras, debido al supuesto auge de la IA. Desde 2019, la inversión empresarial en este sector ha aumentado casi un 50%, mientras que el resto de la inversión corporativa estadounidense ha disminuido un 7%. El impacto de la inversión en IA de alta tecnología ha incrementado ligeramente la tasa de crecimiento de la productividad laboral, pero aún se encuentra por debajo de la tasa de las décadas de 1990 y 2000. Si el auge de la inversión en IA flaquea, la inversión empresarial se desplomará.

En cuanto a las ganancias, las empresas estadounidenses han tenido un rendimiento mucho mejor que en cualquier otro lugar. Desde el pico previo a la crisis financiera mundial, las ganancias corporativas estadounidenses han aumentado un 166%, superando ampliamente a las de otras regiones. En cambio, la eurozona apenas ha registrado cambios, con ganancias corporativas que solo han aumentado un 8%.

Y la rentabilidad del capital estadounidense ha mejorado desde el fin de la crisis pandémica en 2020. Según los cálculos de Brian Green, la tasa de beneficio corporativo antes de impuestos sobre el capital en Estados Unidos se encuentra en un nivel más alto que en 2006.

Mi propio cálculo de la tasa de ganancia de Estados Unidos desde el final de la Gran Recesión y después de la pandemia de COVID es similar.

Las ganancias corporativas siguen creciendo. Los ingresos operativos de las empresas del S&P 500 (excluyendo las financieras) crecieron un 9% en el último trimestre, en comparación con el año anterior. Sin embargo, esta cifra incluye las enormes ganancias de las llamadas Siete Magníficas empresas de alta tecnología. Si se excluyen, el crecimiento de las ganancias del resto de las empresas no financieras ni energéticas se sitúa en torno al 4-5% y se está desacelerando. El crecimiento de las ganancias de estas empresas se ve frenado por el aumento de los costos de producción. Esto se intensificará a medida que los aranceles a las importaciones impulsen el aumento de los precios de los componentes y las materias primas.

Además, los precios del crudo han estado cayendo, lo que está reduciendo las ganancias del sector energético estadounidense. Se prevé que el gasto de capital en la producción mundial de petróleo y gas disminuya un 4,3%, la primera caída anual de la inversión desde 2020. Las empresas energéticas están eliminando empleos, recortando costos y reduciendo las inversiones al ritmo más rápido desde la crisis pandémica. La industria estadounidense del gas de esquisto se ha visto especialmente afectada.

Trump y el equipo MAGA afirman que los aranceles generarán una cantidad tan grande de ingresos fiscales (1,8 billones de dólares) y nuevas inversiones empresariales (entre 3 y 5 billones de dólares adicionales) que la economía experimentará un auge (un 4 % el próximo año, según afirman) y que esto generará cientos de miles de nuevos empleos. Sin embargo, no hay pruebas que respalden estas afirmaciones.

Los ingresos arancelarios reales ascienden a unos 134 000 millones de dólares hasta agosto de 2025. Mientras tanto, el déficit presupuestario del gobierno federal no muestra indicios de contracción; al contrario, la Ley de la Gran y Hermosa Ley de Trump, aprobada en julio, prometía recortes del déficit, pero las proyecciones actuales muestran déficits persistentes.   La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) proyecta que el déficit presupuestario federal en el año fiscal 2025 será de 1,9 billones de dólares. Los ingresos arancelarios proyectados para este año representan una proporción ínfima de los ingresos del gobierno federal: tan solo el 2,4 %. 

Y durante los próximos años de la administración Trump, las reducciones de impuestos corporativos y del impuesto sobre la renta para quienes más ganan reducirán los ingresos potenciales mucho más de lo que aumentarán los aranceles. De hecho, estas reducciones de impuestos constituirán la mayor transferencia de ingresos realizada por un gobierno de los pobres a los ricos en una sola ley en la historia.

Los ingresos arancelarios no reducirán el déficit anual del gobierno federal, que actualmente supera el 5,5 % del PIB (aunque se desacelera ligeramente). De hecho, se proyecta que el déficit anual aumente al 5,9 % del PIB en los próximos diez años, y que la ratio de deuda pública/PIB se acerque al 125 % del PIB. El aumento de la ratio de deuda pública es otra preocupación para los inversores en bonos del Estado y, por lo tanto, impulsará al alza los rendimientos de los bonos, independientemente de las medidas que tome la Reserva Federal para reducir los tipos de interés a corto plazo.

Los hogares estadounidenses están sintiendo la presión. La confianza del consumidor en la economía ha caído a uno de sus niveles más bajos en las encuestas de este siglo, en línea con los niveles de la Gran Crisis Financiera y la recesión de la década de 1980.

Y los sectores más débiles del sector empresarial están en apuros. Se han registrado 446 quiebras corporativas en lo que va de año, la mayor cantidad en 15 años.

Comencé esta publicación argumentando que la economía estadounidense está entrando en un período de «estanflación», es decir, un aumento de la inflación y del desempleo. La estanflación demuestra que tanto la teoría keynesiana como la monetarista de la inflación son falsas. Esto significa que cualquier decisión de la Reserva Federal sobre los tipos de interés o las inyecciones monetarias tendrá poco o ningún efecto sobre la inflación o el empleo, los supuestos objetivos del banco central. 

Que la inflación y el desempleo disminuyan o no dependerá de si el PIB real y el crecimiento de la productividad en EE. UU. se reactivan. Esto depende de si la inversión empresarial continúa creciendo. Y, en última instancia, de si la rentabilidad y los beneficios empresariales se mantienen o disminuyen. Hasta el momento, no ha habido caída, pero las señales de descenso se están haciendo visibles." 

(Michael Roberts, Gaceta Crítica, 15/09/25, fuente 

La Comisión de Investigación de la ONU concluye que Israel comete genocidio en Gaza: “Los Estados deben actuar para pararlo”... En su informe, de 72 páginas, destaca la existencia de cuatro de los cinco criterios de genocidio: “asesinatos, causar daños corporales y mentales graves, infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción y la imposición de medidas destinadas a impedir nacimientos”... Esos crímenes son características propias del genocidio y fueron cometidos por las autoridades y las fuerzas de seguridad israelíes “con la intención específica de destruir, total o parcialmente, a los palestinos en Gaza”... La Comisión Independiente de la ONU enumera los ataques contra civiles, personas y bienes protegidos, la imposición deliberada de condiciones de vida que provocaron muertes, el maltrato severo contra detenidos palestinos, torturas, violaciones y agresiones sexuales, desplazamientos forzosos, destrucción ambiental, de infraestructuras y de tierras esenciales, bloqueo de ayuda necesaria, violencia reproductiva, ataques directos contra niños o negación de atención médica. Los investigadores también han constatado que la hambruna ha sido utilizada como arma... Los investigadores resaltan que, en julio de 2025, el 46% de las víctimas mortales palestinas eran mujeres y niños, y que el 83% eran civiles. También señala la destrucción sistemática de hogares, escuelas, mezquitas, iglesias y sitios culturales como muestra de “intención de borrar la identidad y cultura palestina”... En sus descripciones dedica otro apartado a la violencia sexual y de género perpetrada por fuerzas israelíes, “no solo como castigo individual sino como parte de un patrón de castigo colectivo para fracturar, humillar y subyugar a toda la población palestina”... La Comisión denuncia asesinatos de niños por francotiradores y drones israelíes, incluso mientras portaban banderas blancas (Olga Rodríguez, eldiario.es)

 "La Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas ha concluido que “Israel ha cometido genocidio contra los palestinos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023”.

Cuatro actos de genocidio

En su informe, de 72 páginas, destaca la existencia de cuatro de los cinco criterios de genocidio: “asesinatos, causar daños corporales y mentales graves, infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción y la imposición de medidas destinadas a impedir nacimientos”.

Esos crímenes son características propias del genocidio y fueron cometidos por las autoridades y las fuerzas de seguridad israelíes “con la intención específica de destruir, total o parcialmente, a los palestinos en Gaza”.

Estas conclusiones se suman a otras emitidas este año o en 2024, como las de la relatora de la ONU, que en marzo de 2024 ya emitió un informe denunciando la existencia de un genocidio en curso, o las del Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio. Además, este verano la máxima autoridad académica en el tema, la International Association of Genocide Scholars, también se pronunció de forma similar, al igual que lo habían hecho antes organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o B'Tselem. El de hoy es un pronunciamiento importante en el seno de la ONU.

La Comisión Independiente de la ONU enumera los ataques contra civiles, personas y bienes protegidos, la imposición deliberada de condiciones de vida que provocaron muertes, el maltrato severo contra detenidos palestinos, torturas, violaciones y agresiones sexuales, desplazamientos forzosos, destrucción ambiental, de infraestructuras y de tierras esenciales, bloqueo de ayuda necesaria, violencia reproductiva, ataques directos contra niños o negación de atención médica.

Los investigadores también han constatado que la hambruna ha sido utilizada como arma. Entre las “medidas destinadas a impedir nacimientos dentro del grupo”, mencionan el ataque israelí contra la clínica de fertilidad Al-Basma, la más grande de Gaza, donde destruyó aproximadamente 4.000 embriones y 1.000 muestras de esperma y óvulos no fecundados.

Las conclusiones “se basan en pruebas extensas de asesinatos sistemáticos y sin precedentes”. Incluyen como pruebas de incitación a la comisión de genocidio declaraciones del presidente israelí, Isaac Herzog -recibido hace una semana por el primer ministro británico, en Londres- del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y del exministro de Defensa de Israel, Yoav Galant. El informe recuerda que “no ha habido rendición de cuentas”.

También explica que los líderes políticos y militares israelíes son agentes del Estado de Israel y, como tal, sus actos son atribuibles al Estado de Israel. “Por lo tanto, Israel, como Estado, es responsable de la comisión del genocidio, de no haberlo prevenido y de no haberlo castigado”, subraya.

La responsabilidad de los Estados

La Comisión de Investigación Independiente de la ONU afirma que todos los Estados tiene un deber jurídico inmediato, en virtud de la Convención sobre el Genocidio, de emplear todos los medios disponibles para “prevenir y castigar” el crimen de genocidio. Es decir, deben adoptar “todas las medidas” posibles. “El incumplimiento conlleva consecuencias legales y morales”, advierte.

El informe recuerda que “el deber de prevenir un genocidio es universal e inmediato” y subraya que “la credibilidad de la comunidad internacional depende de una acción urgente”.

Ante ello, enumera una serie de medidas de obligado cumplimiento por los Estados, a los que pide “emplear todos los medios” disponibles para prevenir la comisión de genocidio en Gaza y “cesar la transferencia de armamento, equipos, incluido combustible para aviones, a Israel o a terceros Estados donde exista sospecha de su uso en operaciones militares que hayan implicado o puedan implicar genocidio”.

Además, solicita a los países que se aseguren de que las personas y corporaciones bajo su jurisdicción no participen en el genocidio, ni lo apoyen o inciten, y que investiguen y procesen a quienes puedan estar implicados en él. También pide que faciliten investigaciones y procesos internos, y que adopten medidas -incluidas sanciones- contra el Estado de Israel y contra individuos o corporaciones “involucrados en la comisión de genocidio o en su facilitación”.

Patrones de conducta

Los crímenes mencionados son “constataciones sobre la intención específica de destruir, en todo o en parte, al grupo palestino en Gaza” de forma intencional. El patrón de conducta, en sí mismo, también demuestra la intención genocida. Los investigadores resaltan que, en julio de 2025, el 46% de las víctimas mortales palestinas eran mujeres y niños, y que el 83% eran civiles. También señala la destrucción sistemática de hogares, escuelas, mezquitas, iglesias y sitios culturales como muestra de “intención de borrar la identidad y cultura palestina”.

Además, denuncia que “Israel era consciente del profundo sufrimiento causado al pueblo palestino y no tomó ninguna medida para aliviarlo”. Con ello “ha desobedecido flagrantemente tres órdenes de medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia e ignorado múltiples advertencias creíbles, alegando falsamente que tales informes eran mentiras”.

La Comisión recalca que las autoridades israelíes sabían que los palestinos estaban atrapados en Gaza y no podían huir, y “siguieron asegurándose de que no pudieran escapar de la violencia y la eventual destrucción”.

Por lo demás, destaca que Israel ha implementado “una política concertada para destruir el sistema de salud de Gaza, atacando instalaciones y unidades médicas, matando, hiriendo, arrestando, deteniendo, maltratando y torturando a personal sanitario desde octubre de 2023”. Al mismo tiempo, “bloqueó equipos médicos, suministros y medicinas, e impidió la salida de palestinos necesitados de atención”.

En sus descripciones dedica otro apartado a la violencia sexual y de género perpetrada por fuerzas israelíes contra palestinos en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, incluyendo violación, tortura sexualizada y otras formas de violencia sexual, “no solo como castigo individual sino como parte de un patrón de castigo colectivo para fracturar, humillar y subyugar a toda la población palestina”.

En cuanto al daño intencionado a los niños, enumera ataques deliberados y directos de varias maneras, incluso durante evacuaciones, en refugios y en puntos de distribución de alimentos. La Comisión denuncia asesinatos de niños por francotiradores y drones israelíes, incluso mientras portaban banderas blancas.

En su presentación, los investigadores destacan la importancia de estas conclusiones, “sólidas y autorizadas” y recuerdan que el genocidio “está ocurriendo ahora”, “se está desarrollando en tiempo real”. Por ello, “el deber legal, moral y político de los Estados es claro”.

“El mundo debe actuar ahora para detener las matanzas, proteger al pueblo palestino y cumplir con sus obligaciones de prevenir y castigar el crimen de genocidio”, remata la Comisión de Investigación Independiente de la ONU.

En marzo de 2024 la relatora de Naciones Unidas para Palestina, Francesca Albanese, ya desarrolló una detallada investigación, con base jurídica, en la que expuso la existencia de indicios de genocidio, bajo el título “Anatomía de un genocidio”. Desde entonces, los más de 50 relatores de la ONU, la máxima autoridad académica sobre genocidio -International Association of Genocide Scholars-, expertos a nivel individual y organizaciones como Amnistía Internacional, B'Tselem o Human Rights Watch han concluido en sus investigaciones que Israel lleva a cabo un genocidio en Gaza. 

Además, en tres órdenes provisionales emitidas hace más de un año -la primera de ellas, en enero de 2024- la Corte Internacional de Justicia ya indicó que era “plausible” que Israel estuviera cometiendo un genocidio en Gaza. No hubo reacción ante las advertencias y el genocidio continuó, hasta hoy.

Ya es oficial, estamos en guerra con Rusia... a nivel de declaraciones y drones con despiste, al menos... ¿Llegaremos a la fase de los 'ultimatums'?... Diego Fusaro: Con esta declaración, el Kremlin certifica lo que, en el fondo, ya sabíamos desde 2022, cuando estalló la horrible guerra de Ucrania... la lucha programada entre Occidente, o más bien, el Occidente liberal-atlantista, y la Rusia de Putin... La declaración del Kremlin nos enfrenta a una evidencia difícilmente negable: Estamos a todos los efectos en guerra con la Rusia de Putin, y es bajo esta clave hermenéutica que hay que entender el plan manicomial de Rearm Europe y la ansiedad belicista de toda Europa... En este contexto literalmente explosivo, Europa corre el riesgo de hacer el papel del vaso de barro manzoniano en medio de vasos que no son de barro, resultando el eslabón más débil y la realidad más fácilmente sacrificable por Washington en nombre de su interés imperialista tendente a la dominación del mundo entero... Esto nos permite reiterar, una vez más, que nuestro enemigo actualmente no está en Moscú ni en Pekín, sino en Washington y Bruselas

 "En las últimas horas, el Kremlin declaró textualmente que "la OTAN ya está de hecho en guerra con Rusia". La noticia fue publicada por todos los periódicos nacionales y europeos más leídos y, sobre todo, más vendidos. Con esta declaración, el Kremlin certifica lo que, en el fondo, ya sabíamos desde 2022, cuando estalló la horrible guerra de Ucrania: guerra que, contrariamente a la narrativa dominante, no es el conflicto entre Rusia y Ucrania, sino la lucha programada entre Occidente, o más bien, el Occidente liberal-atlantista, y la Rusia de Putin, culpable, a los ojos de Washington, de no genuflexionarse dócilmente ante el nuevo orden mundial americanocéntrico. 

La Ucrania del bufón de Kiev, el actor de la OTAN Zelensky, solo cumple la función de ariete del imperialismo de barras y estrellas. La guerra, además, no nace en 2022, cuando en realidad solo se manifiesta en su forma más virulenta: El conflicto toma forma desde los años noventa, cuando, tras la deshonrosa desaparición de la Unión Soviética, la OTAN y Occidente comienzan a expandirse indebidamente en los espacios postsoviéticos y a cercar a Rusia, con la clara intención de normalizarla en un sentido liberal y atlantista. La declaración del Kremlin nos enfrenta a una evidencia difícilmente negable: Estamos a todos los efectos en guerra con la Rusia de Putin, y es bajo esta clave hermenéutica que hay que entender el plan manicomial de Rearm Europe y la ansiedad belicista de toda Europa, que finge que es Rusia quien quiere agredirla, cuando en realidad es la propia Europa, sierva tonta de Washington, la que empuja por todos los medios hacia el conflicto con Putin. En este contexto literalmente explosivo, Europa corre el riesgo de hacer el papel del vaso de barro manzoniano en medio de vasos que no son de barro, resultando el eslabón más débil y la realidad más fácilmente sacrificable por Washington en nombre de su interés imperialista tendente a la dominación del mundo entero, según la figura que hemos calificado como anglobalización. Esto nos permite reiterar, una vez más, que nuestro enemigo actualmente no está en Moscú ni en Pekín, sino en Washington y Bruselas."

Diego Fusaro , blog, 16/09/25, traducción Quillbot)

Así arruinan las derechas un modélico Estado de bienestar... De todos los países de la Eurozona, Finlandia ha sido el que más ha elevado su deuda pública desde el año 2019. Es la historia de siempre y está más que estudiada: la austeridad sólo empeora la actividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos... dicho modelo social está siendo salvajemente destrozado por las políticas de austeridad que lleva años aplicando el gobierno de coalición formado por conservadores y ultraderechistas. Unas políticas que están siendo espoleadas por la propia Comisión Europea... se prevé que las reformas lleven a 100.000 personas por debajo del umbral de la pobreza, con cierre de hospitales y centros de salud... están recortando en todo menos en el gasto militar... Toda esta austeridad no ha hecho sino empeorar todavía más la actividad económica, y el déficit público vuelve a aparecer... El único motivo por el que la aplican es porque reduce lo público y da alas a lo privado, logrando una redistribución de la renta y de la riqueza más favorable a las minorías privilegiadas. Eso es lo único que persigue la ultraderecha y los economistas liberales, que desgraciadamente están arruinando uno de los mejores modelos que existían de Estado del Bienestar (Eduardo Garzón)

 "De todos los países de la Eurozona, Finlandia ha sido el que más ha elevado su deuda pública desde el año 2019. Es la historia de siempre y está más que estudiada: la austeridad sólo empeora la actividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos

Finlandia siempre ha sido un ejemplo de país con un Estado del bienestar muy potente, llegando a servir de inspiración a multitud de partidos socialdemócratas europeos. Sin embargo, en la actualidad dicho modelo social está siendo salvajemente destrozado por las políticas de austeridad que lleva años aplicando el gobierno de coalición formado por conservadores y ultraderechistas. Unas políticas que están siendo espoleadas por la propia Comisión Europea y que tratan de dar respuesta a una crisis económica que generó la ruptura comercial con Rusia, un país del que era tremendamente dependiente.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 supuso un punto de inflexión para toda Europa, pero especialmente para Finlandia, un país pequeño que siempre ha tenido intensos lazos comerciales y económicos con el gigante euroasiático, especialmente en materia energética. De hecho, justo antes de la invasión, el 80% de todo el petróleo crudo y el 75% de todo el gas natural que importaba Finlandia provenía de Rusia. En el caso del carbón, el combustible nuclear y la madera, las proporciones eran del 52%, 35% y 25%, respectivamente. Es más, incluso el 51% de la electricidad neta provenía del país vecino. No hace falta ser economista para saber cuán graves pueden ser las consecuencias de interrumpir súbitamente buena parte del comercio, justo tal y como ocurrió tras la invasión de Ucrania, un fenómeno que desde el Estado finlandés denominaron “Russit” (haciendo alusión al “Brexit”). Las exportaciones y las importaciones a y desde Rusia se hundieron de golpe, alcanzando unos niveles ínfimos que no se registraban desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

Los hidrocarburos baratos que antes provenían de Rusia tuvieron que ser sustituidos por otros más caros provenientes de otras regiones, como ocurrió con el gas natural licuado de Estados Unidos (el gran ganador de este suceso). Y no sólo más caros, sino también más volátiles, pues los contratos que antes firmaba Finlandia con la empresa rusa Gazprom eran a medio plazo y otorgaban estabilidad y cierta protección frente a la especulación financiera sobre este tipo de productos energéticos. Las consecuencias económicas no se hicieron esperar. El PIB, que venía recuperándose tras superar lo peor de la pandemia, volvió a caer en 2022 y desde entonces mantuvo una tendencia negativa, que sería agravada por las políticas del próximo gobierno como veremos enseguida. La tasa de desempleo, que también se estaba recuperando en 2021 tras el batacazo de la pandemia, se disparó tras el Russit y no ha hecho otra cosa que crecer a ritmos acelerados.

Algo parecido ocurrió con la tasa de pobreza, que aunque siga siendo relativamente baja (del 12,5%), viene aumentando desde el 11% que llegó a tener antes de la invasión rusa de Ucrania.

Cuando una economía entra en recesión, como le ocurrió a Finlandia a partir de 2022, suelen ocurrir dos cosas. La primera es que la indignación que siente una ciudadanía que pierde calidad de vida se puede traducir en el apoyo electoral a cualquier opción política que prometa resolver los problemas económicos, por muy disparatadas y reaccionarias que sean sus propuestas. La segunda es que las cuentas públicas se deterioran, porque, por un lado, la recaudación impositiva desciende al haber menos actividad económica, mientras que, por otro lado, el gasto en prestaciones por desempleo y otras ayudas sociales aumentan.

Justamente esas dos cosas ocurrieron en Finlandia, generando un cóctel explosivo. Lo primero que hizo el gobierno de coalición formado por conservadores y ultraderechistas a mitad de 2023 fue aplicar un duro recorte en las cuentas públicas con el objetivo de reducir el déficit y la deuda, todo ello con el beneplácito de la Comisión Europea, que estaba a punto de reactivar las reglas fiscales que habían sido suspendidas durante la pandemia. Se trataba, obviamente, de una receta inadecuada y de un mal diagnóstico: el déficit público no se debía a una mala gestión del presupuesto, sino a la crisis económica originada por el Russit.

Entre las medidas aplicadas para recortar las cuentas públicas destacan una fuerte elevación del IVA desde el 21 al 25,5%, un aumento de las cotizaciones sociales a la Seguridad Social por enfermedad, un recorte en las prestaciones sociales y una mayor restricción en el acceso a los servicios de salud y asistencia social (el coste en atención primaria ha aumentado un 22,5% y en atención especializada un 45% en sólo un año). Además, el gobierno finlandés está presionando a los organismos públicos autónomos responsables de la organización de los servicios sanitarios, sociales y de emergencia para que eliminen un déficit de 2.700 millones de euros, lo que se ha traducido ya en cierre de hospitales y centros de salud. Según estimaciones del Ministerio de Asuntos Sociales y Salud, se prevé que las reformas lleven a 100.000 personas por debajo del umbral de la pobreza. Y, a pesar de ello, el gobierno está preparando nuevos recortes a la seguridad social.

Ahora bien, están recortando en todo menos en el gasto militar: Finlandia ha pasado de tener en 2019 un gasto militar próximo al 1,5% sobre el PIB, a tenerlo en 2024 de casi el 2,5%. Este es el programa típico de la ultraderecha: recortar en lo social y en lo sanitario y reforzar lo militar.

Toda esta austeridad no ha hecho sino empeorar todavía más la actividad económica, como veníamos señalando antes. El indicador del PIB per cápita lo revela claramente: hubo un punto de inflexión tras los recortes aplicados en 2023, que han aumentado la brecha que hay entre Finlandia y el resto de países europeos, que no están gobernados por la ultraderecha ni están aplicando fuertes recortes en el presupuesto.

Lo peor de todo es que estos ajustes ni siquiera le están sirviendo para mejorar las cuentas públicas, porque, como es ya bien sabido, la austeridad empeora la economía y el déficit público vuelve a aparecer. De hecho, de todos los países de la Eurozona, Finlandia ha sido el que más ha elevado su deuda pública desde el año 2019. Es la historia de siempre y está más que estudiada: la austeridad sólo empeora la actividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos. El único motivo por el que la aplican es porque reduce lo público y da alas a lo privado, logrando una redistribución de la renta y de la riqueza más favorable a las minorías privilegiadas. Eso es lo único que persigue la ultraderecha y los economistas liberales, que desgraciadamente están arruinando uno de los mejores modelos que existían de Estado del Bienestar."

(Eduardo Garzón, eldiario.es, 13/09/25) 

15.9.25

Por su falta de libertades individuales, a mí tampoco me parece deseable su modelo, pero China ha ganado la partida... así que, ¿por qué imitar su modelo? El objeto de la economía sea que el mayor número posible de gente viva de la mejor manera posible, y la variante capitalista china es muy superior a la del mundo occidental, tomado Estados Unidos de América (EUA) como ejemplo comparativo, en el que su pilar fundamental es el neoliberalismo, en el que la desigualdad es benéfica y que, por tanto, conviene impulsar la acumulación de capital por los más ricos sin que importe la situación de los demás... su culminación es el el modelo capitalista ruso, diseñado y construido desde sus orígenes por los neoliberales más fanáticos de occidente, y como en éste, los más turbios negocios particulares guían hoy la política de los Estados de Occidente... bajo el capitalismo la desigualdad tiende a ser extrema y creciente... En el tercio menos rico de cada población el capital personal de los chinos, en dólares y en paridad de poder de compra, es muy superior al de los estadounidenses.... El éxito de China se caracteriza por un lado, evitando que los desfavorecidos de abajo quedasen descolgados y, por otro, vigilando y controlando a las élites en la cúspide para evitar previsibles desmanes. En Rusia y Occidente la gran mayoría ha visto descender su estatus durante décadas y grandes porciones de la población han quedado en la ruina. En China, la inmensa mayoría de su población ha experimentado un continuado proceso de prosperidad... El neoliberalismo es un zombi peligroso que debiera ser enterrado cuanto antes para volver a poner en el centro la lucha contra la desigualdad. A ese fin, no es necesario, afortunadamente, establecer una férrea dictadura bajo un partido único como en China, sino simplemente aplicar políticas que eviten los abusos de las élites económicas y redistribuir los frutos de la actividad económica aplicando progresividad fiscal. Políticas que Occidente puso ya en práctica en tiempos mejores (Luis Molina Temboury)

 "A quienes no soportan el modelo chino debo anticipar que, por su falta de libertades individuales, a mí tampoco me parece deseable, pero como esto es buen espacio para el análisis económico paso a demostrar con datos lo sugerido en el título.

Consideraciones previas

Más allá de confusas definiciones, parece de pura lógica que el objeto de la economía sea que el mayor número posible de gente viva de la mejor manera posible. O sea que, aunque un tipo sea capaz de enviar cohetes a Marte, es necesario medir el bienestar material de todos y cada uno de sus compatriotas, no vaya a ser que en paralelo a su hazaña existan multitudes pasando penurias.

En segundo lugar, hay que aceptar el capitalismo. No es, desde luego, el mejor sistema económico posible, pero, salvado el inclasificable y poco envidiable modelo de Corea del Norte, capitalismo es lo que hay. La posibilidad de sustituir el capitalismo por un sistema alternativo no es objeto de lo que se explica aquí, sino un análisis de la realidad en que nos encontramos.

En tercer lugar, es importante tener en cuenta que no hay dos capitalismos iguales, y que sus variantes marcan la diferencia en el bienestar de la población de cada Estado. Rusia, China o Venezuela siguen hoy modelos tan capitalistas como el de Estados Unidos, o el de Suecia, que se explicaba aquí. Que en China el Partido Comunista dirija y controle su capitalismo no significa en absoluto que China tenga un sistema comunista. Lo que se intenta demostrar es que, en sus resultados medibles, la variante capitalista china es muy superior a la del mundo occidental, tomado Estados Unidos de América (EUA) como ejemplo comparativo.

Y, por último, hay que recordar brevemente el estado evolutivo del capitalismo por bloques, que comentaba en este otro artículo. Desde la irrupción del neoliberalismo capitalista en los años ochenta del siglo XX, todos los países de occidente se han ido sumando con más o menos intensidad a esa corriente ideológica, que propugna el mínimo Estado a través del libre comercio, la desregulación financiera, la desaparición de los sindicatos, la privatización de los servicios de salud, educación y protección social y de las empresas estratégicas.

El pilar fundamental del neoliberalismo es que la desigualdad es benéfica y que, por tanto, conviene impulsar la acumulación de capital por los más ricos sin que importe la situación de los demás, que teóricamente (mágicamente, más bien) se verán favorecidos por esa dinámica. Cuando alguna receta secundaria, como el libre comercio, contradice esa consigna principal se abandona sin reparo para practicar lo contrario, como estamos viendo ahora con los aranceles de Trump, que pretenden compensar las bajadas de impuestos a los ricos recaudando sobre el consumo a riesgo de proscritas subidas de precios. En Europa vivimos una situación similar con la política de austeridad, cuando se aplicaron estrictas regulaciones para que el pueblo llano pagase la deuda por la falta de regulación financiera que había provocado la crisis del 2008. Se pueden encontrar infinitos ejemplos, con los servicios de salud, educación, empresas estratégicas, servicios de emergencia, modelo energético, negocios de la guerra, política de salarios y fiscal… en los que la agenda neoliberal antepone la acumulación de capital hacia la cúspide al bienestar de la mayoría de la población y a cualquier otra consideración de sus propios postulados.

El problema principal del neoliberalismo es que su culminación no es el paraíso libertario que venden Trump o Milei, sino el modelo capitalista ruso, diseñado y construido desde sus orígenes por los neoliberales más fanáticos de occidente. Algunos economistas advertíamos hace largos años de esa indeseable estación de destino, pero a la vista del derrumbe político y moral de occidente, materializado en el genocidio sobre el pueblo palestino, la profecía resultaba optimista. Como ha denunciado la ONU, los más turbios negocios particulares guían hoy la política de los Estados de Occidente.

Enterrar el neoliberalismo es ya cuestión de emergencia, pero el hundimiento del capitalismo occidental poco tiene que ver con el pujante y exitoso capitalismo chino, como vemos a continuación.

Cómo medir el éxito o fracaso económico

Hay un medidor privilegiado del éxito o fracaso de la economía de los ciudadanos en el medio y largo plazo: la desigualdad patrimonial.

El patrimonio no son ingresos o rentas, sino capital o riqueza personal: lo que se tiene una vez descontado lo que se debe. O sea, que si alguien posee una vivienda hipotecada y quiere calcular su riqueza personal tendrá que descontar al valor de mercado de su vivienda lo que todavía le resta por pagar. La suma de las propiedades, descontadas las deudas, representa no solo el estatus actual sino también la historia pasada, pues el capital personal no puede tener su origen más que en ingresos, del salario, de una herencia o de cualquier otra fuente, que han sido ahorrados o acumulados en el tiempo hasta un momento concreto.

Y la forma mejor de medir el reparto del capital personal o patrimonio es a través de cuantiles, un método que consiste en ordenar primero la población por la variable que se quiere observar, en este caso la riqueza o patrimonio, para comparar porciones iguales. Por ejemplo, si las porciones son deciles, podremos comparar la riqueza del diez por ciento de la población que menos tiene, que sería el decil 1, con la del decil 10, el diez por ciento que más tiene, o con el resto de deciles intermedios.

Más preciso es observar la riqueza por centiles, dividida la población en cien partes iguales, pues la acumulación de riqueza bajo el capitalismo tiende a un modelo exponencial que sólo se puede empezar a intuir observando la riqueza del uno por ciento más rico, que abre una sima con el resto de porcentajes. Como se advertía aquí, la desigualdad sigue creciendo cuando se escala hacia arriba, por lo que es importante observar las particiones dentro del uno por ciento en tantos por mil, decenas de mil o centenas de mil de la población. Esas particiones no son relevantes por abajo (la pobreza es muy democrática), pero lo son donde se encuentran las élites económicas.

Compararemos, por tanto, la distribución de la riqueza o patrimonio mediante cuantiles y promedios en China y EUA tomando como fuente estadística los datos del World Inequality Database (WID), que, como se explicaba en el artículo referido anteriormente, es un recurso fiable. Los datos están en dólares USA (se han convertido los yuanes) y en paridad de poder adquisitivo. Ajustado, por tanto, el tipo de cambio con la cantidad de bienes que se puede comprar en cada país. Recordar primero que, aunque la desigualdad de EUA es superior a la de la UE e inferior a la de Rusia, destacado farolillo rojo, todos estos países se han incorporado antes o después al neoliberalismo, y todos ellos han seguido una dinámica similar: la acumulación desorbitada de las élites de arriba y el descuelgue del progreso de la mayoría.

La situación actual tras la incorporación de China al capitalismo

En el gráfico G.1 se representa el patrimonio promedio de los estadounidenses y los chinos en 1995 -con EUA ya entregado al neoliberalismo y China a su peculiar transformación capitalista- en comparación con 2023, el último año con datos disponibles.

En G.1 se observa el enorme éxito del desarrollo capitalista de China, cuya riqueza de los adultos per cápita en 1995 era 19,7 veces inferior a la de los estadounidenses y en 2023 solo 3,2 veces inferior. Los chinos han pasado de ser irrelevantes en la escena económica mundial a convertirse de largo en la primera potencia. Lo veremos después con datos ajustados a la población.

Pero, como los promedios pueden no ser significativos cuando el reparto es muy desigual, lo que ocurre en ambos casos, es preciso investigar la distribución de la riqueza por centiles, para lo que se han elaborado los gráficos G.2 y G.3.

En G.2 se visualiza el reparto del esfuerzo que el conjunto de los estadounidenses ha volcado en la actividad económica, ya sea cargando en un almacén, enseñando a niños en una escuela o invirtiendo en derivados financieros. También está contabilizado el producto de toda su historia anterior, por la revalorización aguda de una modesta vivienda, el fruto de una suculenta herencia o por una ruina sobrevenida. El gráfico es, por tanto, muy significativo del bienestar individual de los estadounidenses.

Para comparar con el reparto de la riqueza en China se ha elaborado G.3, convertidos los yuanes a dólares teniendo en cuenta el poder adquisitivo (en paridad de poder de compra), de la mejor manera comparable posible.

De G.3 se deduce que la riqueza en China sigue un reparto similar al de EUA, lo que confirma un modelo capitalista en ambos países. Bajo el modelo capitalista ruso la desigualdad es mucho mayor que el promedio y en el japonés bastante inferior, pero en todos los países capitalistas la riqueza se despega exagerada hacia arriba en el último centil.

La magnitud de la desigualdad por arriba en ambos gráficos hace muy difícil apreciar lo que ocurre en los dos tercios de abajo de cada población, lo que se consigue ampliando los gráficos y observando sus partes. Para ello, en G.4 a G.6 se representan los datos combinados de G.1 y G.2 bajo un eje de la misma magnitud y dividida la población en tres porciones de treinta y tres centiles cada una, dejando el peculiar uno por ciento aparte. El análisis ampliado de esta pequeña y última porción se hace porque, como se ha comentado, demostró Piketty y se observa en los datos de todos los Estados, bajo el capitalismo la desigualdad tiende a ser extrema y creciente.

Cómo están los ciudadanos de China y de EE. UU. divididos por tercios de población

En G.4 se observa la precaria situación en que se encuentra el tercio menos rico de la población de EUA. La mitad de ellos tiene patrimonio negativo, más deudas que propiedades. En China, sin embargo, ese primer tercio de la población está invariablemente mejor que sus homólogos de EUA. Solo en el primer uno por ciento de los más endeudados, ambas cifras se acercan, con un patrimonio negativo de 48.000$ entre el uno por ciento más pobre de los estadounidenses y -42.000$ en esa misma porción de los chinos; pero en todos los demás porcentajes los chinos están mucho mejor que los estadounidenses, cuya riqueza no comienza a ser positiva hasta el centil 18 de su población.

Comparativamente no hay color. Entre el tercio menos rico de cada población el capital personal de los chinos, en dólares y en paridad de poder de compra, es muy superior al de los estadounidenses.

Sobre el segundo tercio de población, entre los centiles 34 y 66, representado en G.5, la situación es muy diferente. A partir del centil 40 los estadounidenses poseen más patrimonio que los chinos, y la diferencia se abre hacia arriba. Los estadounidenses del centil 66 tienen en promedio 222.000 dólares, frente a los 74.000 de los chinos en ese mismo centil.

Esa ventaja de los estadounidenses se acentúa en el último tercio de la población, como se observa en G.6. Por ejemplo, en el centil 80, el valor promedio del patrimonio de los estadounidenses es 509.000 dólares, mientras que el de los chinos en ese mismo centil es 126.000 dólares, cuatro veces menos. Sin embargo, conforme se avanza en este tramo hacia arriba la diferencia relativa se acorta, lo que significa que los chinos mejor situados van ganando posiciones respecto a los estadounidenses a lo largo del tiempo (recuérdese que la riqueza o patrimonio son rentas netas acumuladas en el tiempo).

La situación del uno por ciento más rico y de la cúspide más arriba

En G.7 se observa que cada uno de los estadounidenses del uno por ciento más rico posee en promedio 17,1 millones de dólares frente a los 4,7 millones de dólares equivalentes en paridad de poder de compra de esa misma porción de los chinos. A diferencia de lo que ocurría con el 33% menos rico de cada país, donde los chinos están mucho mejor situados, queda clara la ventaja de ser rico en EUA respecto a China.

El gráfico G.7 presenta también datos de porciones más pequeñas de la población dentro del uno por ciento más rico. Por ejemplo, entre el uno por mil más rico de cada población los estadounidenses poseen en promedio aproximadamente 91 millones de dólares frente a los 26 millones de los chinos.

Y en lo más alto de la cúspide que se pueda conocer con los datos del WID, el uno por cien mil más rico, cada uno de los chinos posee, en promedio, cerca de mil millones de dólares equivalentes (939. 179.007 $), cuando los estadounidenses en esa porción poseen casi dos mil quinientos millones de dólares en promedio, 2,7 veces más.

Sin embargo, también se aprecia en G.7 que cuanto más se escala hacia la cúspide de la riqueza la diferencia relativa entre los ricos de ambos países se va acortando. Tal vez de ahí derive el nerviosismo de la élite estadounidense en el poder político, que tiene declarada una “guerra” a China en la que los estadounidenses de abajo y el conjunto de los chinos tendría poco interés, porque solo tienen que perder. Volveremos sobre este punto al comentar el gráfico G.9 y en las reflexiones finales.

El poder del capital de los ciudadanos de EEUU y de China

Hasta aquí hemos venido valorando posiciones relativas de la riqueza de los ciudadanos de China y de EEUU calculados sobre determinados porcentajes de cada población, pero hay que tener en cuenta el tamaño de cada población para apreciar su verdadero poder conjunto.

En el año 2023, al que se refieren los datos, los chinos multiplicaban por 4,2 a los estadounidenses (1.410 millones de chinos frente a 337 millones de estadounidenses). Como los datos del WID de los gráficos anteriores se refieren a la población de adultos (la riqueza conjunta de los hogares se ha repartido solo entre los miembros adultos de cada hogar) para el cálculo global hay que tener en cuenta que la proporción de adultos en China es superior a la de EUA: en el año 2023 los chinos adultos eran 4,4 veces más que los estadounidenses adultos (974 millones frente a 219). Con este segundo multiplicador no estaríamos infravalorando la riqueza promedio de los chinos adultos.

Haciendo los cálculos pertinentes se observa en G.8 que China supera ya holgadamente a EUA. Según datos del FMI, el PIB en dólares y en paridad de poder de compra de China ascendía en 2023 a 32,9 billones de dólares, siendo el de EE. UU entonces 26,9 billones. En términos de poder adquisitivo y de producción, por tanto, el “sorpaso” ya se había producido.

Pero lo significativo bajo el capitalismo, más que las rentas anuales o el PIB (ingresos o gastos), es el capital, esto es, la parte de los ingresos que no se ha debido gastar, que son propiedades ahorradas acumuladas y disponibles para invertir o disfrutar. Y aquí, la ventaja de China es muy superior. En conjunto y en todos los niveles sociales, como se observa en G.8.

La riqueza, capital personal o patrimonio de China en 2023, en paridad de poder de compra, era cerca de un 40% superior a la de EEUU (150,2 Bn$ vs. 107,8 Bn$).  Y si se observa el reparto entre la mayoría de abajo, la diferencia es abismal.

El primer 33% de la población china (los que menos tienen) posee en conjunto 3,6 billones de dólares en paridad de poder de compra. Esa misma porción de la población estadounidense suma deudas por valor de 650.000 millones de dólares.

Entre el siguiente 33% de la población según su riqueza (el tramo intermedio, todos ellos ya con propiedades positivas), la diferencia es enorme en su valor absoluto. Los chinos de ese estatus poseen propiedades por 15,2 billones de dólares frente a los 6,7 billones de los estadounidenses.

En el tercer 33% antes del privilegiado 1%, lo que sería la clase media y alta, la diferencia se acorta (86 billones de dólares frente a 64,2), pero en todas las porciones hacia arriba, los ciudadanos más influyentes para imponer sus políticas, los chinos vuelven a aumentar su ventaja, como se observa en G.9.

El uno por cien mil de los ciudadanos adultos de EEUU (los más ricos) en 2023 sumaba 5,5 billones de dólares, cuando en China poseía 9,1 billones, una cifra un 65% superior. Claro está que ese colectivo estadounidense eran solo 2.190 personas frente a 9.740 chinos, pero también hay que considerar que los primeros son un colectivo en feroz competencia por llegar a ser el más rico entre los ricos y los segundos están bajo la batuta vigilante y amenazante del Gobierno chino.

Resumen

El desarrollo económico mundial en los últimos cuarenta años tiene dos rasgos principales: el éxito apabullante de China, convertida hoy de largo en primera potencia mundial, y el declive continuado del mundo neoliberal, con Rusia en vanguardia, por delante de Estados Unidos y el resto de Occidente, todos ellos en suicida expedición a un cantado y estrepitoso fracaso por la cuestión irresuelta de la desigualdad extrema y creciente capitalista.

El hundimiento del modelo occidental se exterioriza hoy en la dificultad de frenar el cambio climático, la pobreza y precariedad de amplias capas de la población, el resurgir del supremacismo y la extrema derecha, el rearme y la verosimilitud de una guerra nuclear o el desprecio a los derechos humanos, encarnado todo ello, de momento, en el genocidio sobre el pueblo palestino, planificado y ejecutado por Israel y las élites occidentales a la vista de todos como cruel ejemplo del mundo que viene.

El éxito de China se caracteriza por haber sabido embridar la tendencia intrínseca del capitalismo hacia la desigualdad extrema y creciente actuando en dos frentes. Por un lado, evitando que los desfavorecidos de abajo quedasen descolgados y, por otro, vigilando y controlando a las élites en la cúspide para evitar previsibles desmanes.

En Rusia y Occidente la gran mayoría ha visto descender su estatus durante décadas y grandes porciones de la población han quedado en la ruina. En China, la inmensa mayoría de su población ha experimentado un continuado proceso de prosperidad.

Corolario

El neoliberalismo es un zombi peligroso que debiera ser enterrado cuanto antes para volver a poner en el centro la lucha contra la desigualdad. A ese fin, no es necesario, afortunadamente, establecer una férrea dictadura bajo un partido único como en China, sino simplemente aplicar políticas que eviten los abusos de las élites económicas y redistribuir los frutos de la actividad económica aplicando progresividad fiscal. Políticas que Occidente puso ya en práctica en tiempos mejores, cuando las patrañas ideológicas del neoliberalismo no habían hecho todavía su irrupción." 

( , Economistas frente a la crisis, 05/09/25, gráficos en el original)

España está a punto de alcanzar —por primera vez en su historia— los 50 millones de habitantes... no por tener más hijos, sino por incorporar a más personas nacidas fuera de nuestras fronteras... un flujo migratorio que se ha convertido en los últimos 25 años en una necesidad estructural para sostener nuestra economía, nuestro Estado del bienestar y nuestra cohesión social... detrás del número hay un reto: cómo convertir esta nueva realidad demográfica en una oportunidad de progreso, inclusión y sostenibilidad... diez millones de personas nacidas en el extranjero —de los que 2,6 millones han adquirido la nacionalidad española— residen hoy en España... cuando desaparezca la actual generación de los baby boomers, la mía, cerca del 40% de los residentes habrán nacido fuera del país. Afortunadamente. Si no fuese así, el invierno demográfico, compartido con otros países europeos, nos devolvería a ese país de menos de 35 millones de habitantes, insostenible... Necesitamos incorporar, formar y retener talento diverso, adaptarnos a nuevas realidades culturales y sociales, y aumentar la productividad para compensar el envejecimiento de la fuerza de trabajo... la demografía deja de ser una variable pasiva para convertirse en un factor activo que condiciona el modelo de país... La planificación demográfica debe ser una política de Estado. No basta con reaccionar ante los datos; hay que anticiparse a las tendencias. Hay que diseñar ciudades que respondan a las nuevas formas de vida, sistemas educativos que preparen para una sociedad más diversa, modelos de atención que respondan al envejecimiento, y políticas migratorias que no solo regulen, sino que integren. Gobernar la demografía es gobernar el país. Alcanzar los 50 millones de habitantes no es un punto de llegada, sino un punto de partida. Es el umbral de una nueva etapa en la historia demográfica de España, marcada por la diversidad, la longevidad, la movilidad y la transformación de los vínculos sociales (Daniel Manzano)

 "Cincuenta millones. Un número redondo, simbólico, aparentemente triunfal. España está a punto de alcanzar —por primera vez en su historia— los 50 millones de habitantes. Pero este hito demográfico, antes que ser una señal de vigor poblacional es el reflejo de una transformación profunda, compleja y estructural. Estamos creciendo, también económicamente, más que los países de nuestro entorno en estos últimos años; pero, sobre todo, nos estamos transformando a mayor velocidad. 

La cifra encierra una aparente paradoja: llegamos a los 50 millones no por tener más hijos, sino por incorporar a más personas nacidas fuera de nuestras fronteras. Es el resultado de flujos migratorios que, más allá de una tendencia, se han convertido en los últimos 25 años en una necesidad estructural para sostener nuestra economía, nuestro Estado del bienestar y nuestra cohesión social. En un país con una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo, y al tiempo con una de las poblaciones más longeva y cada vez más envejecida, tal crecimiento, siendo síntoma de vitalidad económica, plantea sobre todo un mundo diferente al del crecimiento orgánico tradicional de la población española de décadas anteriores.

Este nuevo país que emerge —más diverso, más urbano, más fragmentado en hogares pequeños— exige una mirada distinta. Porque detrás del número hay un reto: cómo convertir esta nueva realidad demográfica en una oportunidad de progreso, inclusión y sostenibilidad. Y cómo evitar, como señalaba en otro artículo en estas mismas páginas hace un año, que la demografía nos siga atropellando.

La natalidad en España continúa en niveles históricamente bajos. La tasa de fecundidad apenas supera 1,1 de hijos por mujer, muy lejos del umbral de reemplazo generacional. De hecho, nuestro crecimiento vegetativo es negativo desde hace ya casi una década, y la única razón por la que la población total aumenta y no disminuye es la inmigración. Cerca de diez millones de personas nacidas en el extranjero —de los que 2,6 millones han adquirido la nacionalidad española— residen hoy en España. Más del 80% han venido a nuestro país en los últimos 25 años, y su peso relativo no deja de crecer. Tanto que, según las últimas proyecciones del INE, cuando desaparezca la actual generación de los baby boomers, la mía, cerca del 40% de los residentes habrán nacido fuera del país. Afortunadamente. Si no fuese así, el invierno demográfico —compartido con otros países europeos, y no sólo— nos devolvería a ese país de menos de 35 millones de habitantes —insostenible en ese futuro por la estructura de edades— que vio nacer a dicha generación hace más de medio siglo. Este dato, por sí solo, revela la magnitud del cambio que estamos viviendo.

Efectivamente, no se trata solo de cuántos somos, sino de cómo somos. La estructura por edades se está “desequilibrando” rápidamente. La proporción de personas mayores aumenta, mientras que la base joven se estrecha. La ratio de dependencia —el número de personas inactivas por cada persona activa— se aproxima a niveles que ponen en tensión el sistema de pensiones, la sanidad y los cuidados. En este contexto, el mercado laboral se convierte en un espacio clave de integración y sostenibilidad. Necesitamos incorporar, formar y retener talento diverso, adaptarnos a nuevas realidades culturales y sociales, y aumentar la productividad para compensar el envejecimiento de la fuerza de trabajo. También para aumentar una renta per cápita que no acaba de despegar en este nuevo marco.

Los hogares también están cambiando. Como decía, cada vez son más pequeños, más urbanos, más solitarios. Más de la mitad de los hogares españoles están formados por una o dos personas, y en apenas una década serán dos de cada tres. Y al mismo tiempo, se intensifica la concentración territorial en grandes polos urbanos, mientras muchas zonas rurales y periféricas sufren una regresión poblacional que amenaza, si no condena, su viabilidad. Este fenómeno tiene implicaciones profundas en el modelo de vivienda, en la planificación urbana, en la prestación de servicios públicos. La demanda de vivienda accesible, bien localizada y adaptada a nuevas formas de convivencia se convierte en una prioridad estructural.

La diversidad cultural, lingüística y generacional que acompaña este crecimiento poblacional plantea nuevos desafíos de cohesión social. La integración no puede ser solo una cuestión administrativa; debe ser una política activa, transversal, que abarque la educación, el empleo, la sanidad, la participación ciudadana. La convivencia en una sociedad más plural exige diálogo, reconocimiento mutuo y políticas que fomenten el sentido de pertenencia. Porque el riesgo no está en ser diversos, sino en no saber gestionar esa diversidad.

En este contexto, la demografía deja de ser una variable pasiva para convertirse en un factor activo que condiciona el modelo de país. Alcanzar los 50 millones debe ser una oportunidad para repensar nuestras políticas públicas, nuestras prioridades estratégicas, nuestra visión de futuro. No podemos permitirnos que este crecimiento sea desordenado, desigual o insostenible. Necesitamos una estrategia demográfica que no solo gestione el presente, sino que diseñe el futuro y permita restañar la brecha de productividad frente a los países de nuestro entorno, nuestro histórico talón de Aquiles. Una estrategia que articule vivienda, educación, sanidad, integración y sostenibilidad territorial.

La planificación demográfica debe ser una política de Estado. No basta con reaccionar ante los datos; hay que anticiparse a las tendencias. Hay que diseñar ciudades que respondan a las nuevas formas de vida, sistemas educativos que preparen para una sociedad más diversa, modelos de atención que respondan al envejecimiento, y políticas migratorias que no solo regulen, sino que integren. Gobernar la demografía es gobernar el país.

Alcanzar los 50 millones de habitantes no es un punto de llegada, sino un punto de partida. Es el umbral de una nueva etapa en la historia demográfica de España, marcada por la diversidad, la longevidad, la movilidad y la transformación de los vínculos sociales. Pero también por la urgencia de adaptar nuestras estructuras, nuestras políticas y nuestras mentalidades a una realidad que ya está aquí.

La demografía, además de números, es una cuestión de equilibrios, de cohesión, de sostenibilidad. Realmente es el telón de fondo sobre el que se proyectan los grandes desafíos del país: el modelo productivo, el sistema de pensiones, la vivienda, la educación, la sanidad, la integración. Y es el espejo en el que se reflejan nuestras decisiones colectivas, nuestras prioridades, pero también nuestras omisiones.

Si no gobernamos la demografía, será la demografía quien nos gobierne. Y lo hará con la misma o más velocidad con la que ha cambiado en los últimos años. Por eso, alcanzar los 50 millones debe ser una llamada a la acción: para planificar, para integrar, para innovar. Y para ser un país más consciente de su diversidad." 

(Daniel Manzano , El País, 14/09/25)

Gaza es donde el genocidio se encuentra con el capitalismo.... El estado de ocupación israelí ha convertido su guerra contra los palestinos en una industria de asesinatos privatizada. Con los sistemas de IA decidiendo quién vive y quién muere, la línea entre el mando militar y el algoritmo corporativo prácticamente ha desaparecido. La infraestructura misma de la ocupación israelí, desde la vigilancia hasta el asesinato, ha sido externalizada, optimizada y vendida... los sectores armamentístico y tecnológico de Israel son indistinguibles. El software de vigilancia, las listas de objetivos impulsadas por IA y los sistemas de selección de objetivos automatizados se empaquetan junto con rifles y drones. La guerra se ha convertido en un campo de pruebas para la innovación tecnológica, transformando Gaza en un laboratorio donde se perfecciona el genocidio privatizado. Esta fusión ha permitido a Tel Aviv industrializar su ocupación... Gaza es donde empresas tecnológicas, mercenarios y gigantes de la consultoría orquestan la vigilancia, el desplazamiento y la muerte masiva con fines de lucro... Donde el genocidio ya está probado en combate, y listo para el mercado. Gaza se ha convertido en el escaparate de Tel Aviv para el exterminio privatizado, donde empresas tecnológicas, mercenarios y contratistas de ayuda colaboran en un modelo escalable de genocidio industrial, que se vende a aliados de todo el mundo (Aymun Moosavi)

 "El estado de ocupación israelí ha convertido su guerra contra los palestinos en una industria de asesinatos privatizada. Gaza es donde empresas tecnológicas, mercenarios y gigantes de la consultoría orquestan la vigilancia, el desplazamiento y la muerte masiva con fines de lucro. Además de ser una guerra colonial, también es un prototipo para la exportación global del exterminio a escala industrial, reempaquetado como innovación en seguridad. Este modelo, basado en datos y orientado al beneficio, que hoy se está probando en Palestina, se implementará en otros lugares mañana. Una creciente lista de empresas privadas opera ahora como la mano invisible del genocidio. Sus servicios abarcan desde la identificación de objetivos para ataques aéreos hasta la provocación de hambrunas y la facilitación del desplazamiento masivo de personas.

Gaza es donde el genocidio se encuentra con el capitalismo.

Desde principios de la década de 2000, las empresas militares privadas (EMP) se han integrado profundamente en la economía de la guerra. Empresas como Blackwater (ahora Academi) y Dyncorp International marcaron un cambio crucial, asumiendo roles que tradicionalmente desempeñaban los ejércitos nacionales.

Inicialmente centradas en la seguridad y la logística en Irak y Afganistán, estas empresas han expandido sus operaciones, proporcionando apoyo de combate y actuando como actores clave en zonas de guerra de todo el mundo, incluyendo partes de África, Yemen y Haití. La ironía es evidente: los EAU se han convertido en un nuevo centro para estas empresas militares privadas, que encuentran refugio en el estado del Golfo, donde los mercenarios reciben privilegios especiales de las autoridades locales.

Las empresas privadas evolucionaron de contratistas remotos a agentes activos de guerra, operando con impunidad. Esto sentó las bases para el modelo actual, donde el personal no militar influye en los resultados políticos sin límites ni regulación. Otra capa de apoyo proviene de organizaciones privadas sin fines de lucro. Un informe reciente de Drop Site News revela cómo organizaciones estadounidenses como American Friends of Judea and Samaria (AFJS) y Friends of Israel aprovechan su estatus de exención fiscal 501(c)(3) para canalizar donaciones directamente a operaciones militares y asentamientos israelíes. Estos grupos suministran equipo como drones térmicos, cascos, chalecos y botiquines de primeros auxilios a unidades como la Brigada de Paracaidistas 646, incluso dentro de Gaza. Más allá de la logística, respaldan proyectos de colonización, presionan por la anexión de la Cisjordania ocupada, llevan a cabo campañas educativas que promueven la soberanía israelí y apoyan las acciones militares en Líbano contra Hezbolá.

El surgimiento de la inteligencia artificial (IA) amplió el alcance de los actores bélicos aceptables, abriendo nuevas y lucrativas oportunidades en la vigilancia y la recopilación de información. Israel ha adoptado este modelo, pero lo ha aplicado con una precisión escalofriante. Su unidad de élite 8200, el cerebro digital del estado ocupante, ha fusionado la vigilancia militar con la tecnología corporativa para crear el primer genocidio asistido por IA del mundo. Herramientas como Lavender y The Gospel ahora analizan las comunicaciones palestinas, utilizando el reconocimiento de dialectos y los metadatos para generar automáticamente listas de objetivos para eliminar.

Estas herramientas, centradas principalmente en los dialectos árabes, fueron diseñadas para monitorear a los palestinos y a otras poblaciones de habla árabe. Según informes, empresas como Palantir, Google, Meta y Microsoft Azure han facilitado estos proyectos, ayudando en el desarrollo de Lavender y otros sistemas de vigilancia. Los estados del Golfo, particularmente Arabia Saudita, invierten en empresas tecnológicas de vigilancia global que alimentan la maquinaria del genocidio.

Con los sistemas de IA decidiendo quién vive y quién muere, la línea entre el mando militar y el algoritmo corporativo prácticamente ha desaparecido. La infraestructura misma de la ocupación israelí, desde la vigilancia hasta el asesinato, ha sido externalizada, optimizada y vendida.

Desde armas probadas en batalla hasta el apartheid algorítmico.

La economía de Israel se basa en el capitalismo militarizado. Sus ventas de armas, que solo este año ascienden a 14.800 millones de dólares, se sustentan en una estrategia de marketing tan cínica como efectiva: "probadas en combate" contra los palestinos. Un ejemplo destacado es el armamento de Smartshooter, una empresa israelí, que el ejército británico ha estado adquiriendo desde junio de 2023 en un acuerdo por valor de 4,6 millones de libras (5,7 millones de dólares). La tecnología de Smartshooter ha sido utilizada por la unidad de élite Maglan y la Brigada Golani del ejército de ocupación durante el asalto a Gaza.

El periodista Antony Loewenstein fue citado por Declassified diciendo:

“Smartshooter es solo una de las muchas empresas israelíes que prueban equipos en territorio palestino ocupado.” Es un negocio altamente lucrativo y la matanza en Gaza no está frenando el comercio. En todo caso, está aumentando debido a que muchas naciones se sienten atraídas por el modelo israelí de subyugación y control".

 Hoy en día, los sectores armamentístico y tecnológico de Israel son indistinguibles. El software de vigilancia, las listas de objetivos impulsadas por IA y los sistemas de selección de objetivos automatizados se empaquetan junto con rifles y drones. La guerra se ha convertido en un campo de pruebas para la innovación tecnológica, transformando Gaza en un laboratorio donde se perfecciona el genocidio privatizado. Esta fusión ha permitido a Tel Aviv industrializar su ocupación, creando un sistema modular de subyugación que puede exportarse a nivel mundial. Lo que comenzó como la militarización de la tecnología se ha convertido en algo mucho más peligroso: la tecnologización del genocidio.

McGenocidio

El modelo de genocidio de Israel tiene compradores internacionales. Un titular reciente en Haaretz, “Por qué el futuro de la defensa israelí reside en la India”, destacó los beneficios mutuos de la asociación de defensa entre Israel e India. Para Tel Aviv, esto reduce la dependencia de Occidente, mientras que India gana cierta influencia estratégica en Asia Occidental. Entre 2001 y 2021, la India importó tecnología de defensa israelí por valor de 4.200 millones de dólares, incluyendo drones avanzados y componentes militares.

Más recientemente, Europa se convirtió en el mayor comprador de armas de Israel, representando hasta el 54 por ciento de las exportaciones totales en 2024. Tras el Brexit y la imprevisibilidad de la administración del presidente estadounidense Donald Trump, Gran Bretaña, en particular, ha reforzado su coordinación defensiva con Israel en un intento por reposicionarse como un actor clave y relevante en un orden multipolar. Según informes, Londres está preparando un acuerdo de 2.690 millones de dólares con Elbit Systems, el mayor fabricante de armas de Israel, para entrenar anualmente a 60.000 soldados británicos.

Esta relación se profundizó a principios de este año cuando se reveló que una academia militar británica estaba entrenando a soldados del ejército de ocupación, muchos de los cuales han sido implicados en crímenes de guerra durante los conflictos de Gaza y Líbano. Esa misma empresa, Elbit, proporciona el 85 por ciento de los drones del ejército de ocupación y ha sido objeto de repetidos ataques por parte de la organización proscrita Palestine Action por su participación directa en crímenes de guerra. Londres no solo ha protegido a la empresa, sino que también ha intensificado las operaciones conjuntas.

Gran Bretaña también produce el 15 por ciento de todos los componentes del avión de combate F-35. Estos aviones de combate se han utilizado implacablemente en el genocidio de Gaza, y sin embargo, su fabricación continúa, amparada por los tribunales británicos a pesar de las protestas. Lejos de la neutralidad, Gran Bretaña es parte interesada en la infraestructura genocida de Tel Aviv. La industria armamentística se ha convertido en un negocio global que entrelaza la defensa, la tecnología y la opresión sistémica. El modelo de genocidio de Israel, que se beneficia directamente de esta confluencia, se ha extendido más allá de sus fronteras, con socios internacionales cómplices de su éxito.

Convertir la ayuda en arma, rediseñar Gaza

Los contratistas privados están ahora integrados en todos los niveles de la maquinaria bélica israelí, incluyendo su cínica manipulación de la ayuda humanitaria. La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), supuestamente creada para facilitar la ayuda, ha sido denunciada por colusión con las fuerzas de ocupación, almacenamiento de información de inteligencia y despliegue de empresas de seguridad privada sin credenciales humanitarias. El papel de las empresas privadas va mucho más allá de la asistencia remota en materia de vigilancia, infiltrándose en los mecanismos de la ayuda humanitaria. El GHF ha sido repetidamente criticado por violar los principios fundamentales de la entrega de ayuda, como la imparcialidad y la independencia. Se ha descubierto que dispara contra multitudes, almacena información de inteligencia y colabora con las autoridades israelíes, al tiempo que subcontrata empresas de seguridad privada como Safe Reach Solutions (SRS) y UG Solutions (UGS), dos empresas de seguridad privada dirigidas por personal sin experiencia humanitaria. Recientemente se ha descubierto que UGS reclutó miembros de una conocida banda de moteros antiislámica de Estados Unidos. En total, 2.465 palestinos han muerto y más de 17.948 han resultado heridos mientras esperaban ayuda humanitaria en Gaza, según el Ministerio de Salud de Gaza.

El problema clave radica en que las empresas privadas no están sujetas a los mismos estándares éticos que las organizaciones humanitarias tradicionales. Esta falta de regulación les permite funcionar como extensiones de la ocupación, promoviendo los objetivos de Israel bajo el pretexto de ayuda con poca o ninguna rendición de cuentas. Por lo tanto, la ayuda privatizada no es un detalle secundario, sino un componente central del modelo de genocidio de Israel, que transforma la ayuda humanitaria en otra herramienta de ocupación.

 Tierra arrasada

El plan de "Riviera de Gaza" del presidente estadounidense Donald Trump y la visión de expulsión masiva del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu dependen ambos de una completa reinterpretación de Gaza. El plan de Trump para la posguerra requiere una población dispuesta a convertirse en súbditos de un centro económico, mientras que Netanyahu prevé una tierra limpia de palestinos, sobre la cual pueda erigir nuevos asentamientos ilegales. A diferencia del modelo imperial, el modelo genocida requiere la eliminación de una población, ya que es más fácil —y más eficiente— eliminar una población que someterla. Esto hace que la privatización de Gaza en la posguerra no sea solo una opción, sino una necesidad.

Según el Financial Times (FT), Boston Consulting Group (BCG), la consultora estadounidense parcialmente responsable del establecimiento del GHF, recibió el encargo de estimar el coste del traslado de la población de Gaza como parte de un plan de reconstrucción postbélica más amplio. Los informes también señalan una mayor dependencia de mercenarios estadounidenses para gestionar el entorno posterior a la guerra y controlar el movimiento de armas, mostrando cómo tanto el modelo imperial como el modelo genocida de Israel dependen el uno del otro para mantenerse.

La ayuda humanitaria ha sido fundamental para hacer realidad esta visión. Los cuatro puntos de "distribución de ayuda", descritos por funcionarios de la ONU como "trampas mortales", se han convertido en zonas militarizadas, empujando a los palestinos a enclaves aún más pequeños en el sur de Gaza, contribuyendo directamente al objetivo de desplazamiento de Israel. Este no es el futuro de la guerra. Es el presente. Y se está construyendo, probando y vendiendo en Gaza." 

(Aymun Moosavi ,  The Cradle, 12/09/25, traducción Quillbot, enlaces en el original)