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3.6.25

Tenía ganas de leer algo así: Nuevo récords de empleo... El mercado laboral superó un nuevo techo en mayo, con un nuevo máximo histórico de 21,8 millones de personas trabajando afiliadas a la Seguridad Social... Además, el paro registrado descendió por fin, por primera vez en 17 años, de los 2,5 millones de personas desempleadas, cifra que no se franqueaba desde 2008. No son los únicos hitos: en mayo se superaron por primera vez los 3,4 millones de autónomos, los 10,3 millones de mujeres afiliadas a la Seguridad Social y los tres millones de trabajadores extranjeros

 "Nuevo mes de récords de empleo. El mercado laboral superó un nuevo techo en mayo, con un nuevo máximo histórico de 21,8 millones de personas trabajando afiliadas de media a la Seguridad Social. Además, el paro registrado descendió por fin de una importante barrera por primera vez en 17 años, los 2,5 millones de personas desempleadas, cifra que no se franqueaba desde 2008. No son los únicos hitos: en mayo se superaron por primera vez los 3,4 millones de autónomos, los 10,3 millones de mujeres afiliadas a la Seguridad Social y los tres millones de trabajadores extranjeros.

Los datos publicados este martes por el Ministerio de la Seguridad Social y el de Trabajo dan cuenta de un mayo favorable para el empleo y de caída del paro, como suele ser habitual en un mes en el que empiezan a elevarse las temperaturas camino del verano (este año en exceso) y que alienta las contrataciones, sobre todo en el sector de la hostelería.

El nuevo récord de empleo se sitúa en concreto en los 21.784.375 personas afiliadas de media a la Seguridad Social, tras sumar cerca de 196.000 trabajadores en el mes de mayo, un registro algo más bajo que el que se suele dar en este mes.

El empleo creció sobre todo en la hostelería, con 78.500 trabajadores más (asalariados y autónomos), seguido de los 22.000 puestos de trabajo creados en las actividades administrativas y servicios auxiliares.

En el último año la Seguridad Social ha sumado 462.500 trabajadores, lo que mantiene un ritmo elevado de creación de puestos de trabajo, en el 2,2%, ligeramente inferior al registrado en abril. Si se atiende a las cifras desestacionalizadas, que marginan los vaivenes propios de la estacionalidad y el calendario, el empleo creció en 20.800 trabajadores, un dato bastante más bajo del registrado en abril, de 70.000 personas. 

El paro baja por fin de los 2,5 millones de personas

Por la parte del paro registrado, las personas desempleadas apuntadas a las oficinas públicas de empleo, se logra franquear una barrera por primera vez en 17 años: los 2,5 millones de personas en paro. Un dato que no se alcanzada desde 2008, en el inicio de la crisis financiera, y que aún no se había logrado reducir casi dos décadas después.

En concreto, el paro se situó en las 2.454.883 personas, tras descender en 57.800 desempleados en el mes de mayo respecto a abril (-2,3%), un dato muy similar al del año pasado.

En el último año, el desempleo se ha reducido en casi 153.000 personas, con un ritmo de caída del 5,9%, superior al del año pasado por estas fechas. El paro es uno de los retos más acuciantes de nuestro mercado laboral ya que, aunque se ha reducido mucho desde el pico de los cinco millones (seis millones según la EPA) alcanzados en la Gran Recesión, aún es muy elevado, alcanzando al 12% de la población activa.

El Ministerio de Trabajo destaca que el paro desciende en todos los grandes sectores económicos en el mes de mayo. Disminuyó en Servicios en 42.930 personas (-2,36%), en Construcción en 5.562 personas (-2,99%), en Industria en 4.574 personas (-2,35%) y en Agricultura en 2.259 (-2,77%). También el colectivo sin empleo anterior, que registró 2.510 personas en paro menos (-1,07%).

Por edades, el departamento de Yolanda Díaz subraya que el desempleo de los jóvenes menores de 25 años descendió en mayo en 6.426 personas (-3,62%) respecto al mes anterior. “El total es 171.003, la cifra más baja de la serie histórica en este colectivo”, apuntan en Trabajo.

Más de tres millones de trabajadores extranjeros

El empleo en España está creciendo y el paro se está reduciendo a la vez que el mercado laboral se hace más ancho, en el que crece la población dispuesta a trabajar, de la mano sobre todo del auge de población extranjera, que este mes de mayo alcanzó su propio récord, de más de tres millones de personas trabajando afiliadas a la Seguridad Social.

En estos momentos, el Gobierno se está planteando una regularización de migrantes en situación irregular, una demanda popular que había llegado al Parlamento en forma de Iniciativa Legislativa Popular (ILP) y que apoyan desde los sindicatos mayoritarios.

Además, en el Gobierno destacan que las cifras récord de empleo se están logrando a la vez que se ha atacado uno de los problemas estructurales de España en las últimas décadas: el elevado y abusivo trabajo temporal. Desde el arranque de la reforma laboral, que empezó a reducir esta lacra, “hay más de cuatro millones de trabajadores más con contrato indefinido”, destacan en la Seguridad Social.

La tasa de empleo temporal, sobre el total de asalariados, se mantiene en el mínimo histórico del 11,9%. “En la actualidad, se roza los 15,2 millones de ocupados con contrato indefinido (15.199.364), de los que más de 9,9 millones trabajan a tiempo completo. El número de fijos-discontinuos, sin embargo, se estabiliza y representa, tan solo, el 6,3% del total”, indican en el departamento de Elma Saiz. "

(Laura Olías / Raúl Sánchez , eldiario.es, 03/06/25)

26.3.25

Gaza: un territorio arrasado por Israel sostenido por mujeres... Doctoras, trabajadoras humanitarias o periodistas de la Franja de Gaza describen los retos que enfrentaron en 15 meses de guerra: lidiar con jornadas extenuantes de trabajo y la supervivencia de sus familias, la falta de agua y saneamiento, la proliferación de enfermedades o la amenaza constante de la muerte (Ana Garralda)

 "Doctoras, trabajadoras humanitarias o periodistas de la Franja de Gaza describen los retos que enfrentaron en 15 meses de guerra: lidiar con jornadas extenuantes de trabajo y la supervivencia de sus familias, la falta de agua y saneamiento, la proliferación de enfermedades o la amenaza constante de la muerte.

La voz grave, a veces rota, de Ruba Alkurd, una doctora de 34 años de la organización Médicos sin Fronteras (MSF), bien podría ser la de una mujer mucho mayor que ella. Su imagen muestra a una profesional joven, también madre, pero el sufrimiento que desprenden sus palabras, recogidas en audios enviados durante meses desde la Franja de Gaza, encajaría más con alguien que le dobla la edad, que ha visto demasiado y, con frecuencia, para mal. “Escucho esos audios y me devuelven al infierno”, relata desde el apartamento en las afueras de El Cairo donde hoy reside junto a sus tres hijos: Amín, de nueve años, Jannah, de siete, y Reem, de cuatro.

A la ciudad llegó de urgencia el pasado mayo desde el paso fronterizo de Rafah (entre Gaza y Egipto) donde, después de dos meses de alto el fuego, vuelven a verse tanques israelíes tras la ruptura en la madrugada del 11 de marzo de la última tregua acordada entre Israel y Hamás (en 72 horas de ofensiva israelí al menos 506 palestinos murieron en los bombardeos —más de 130 de ellos eran niños, según UNICEF— y otros 909 resultaron heridos).  

El ejército hebreo también había clausurado pocas horas antes el lado palestino del cruce al iniciar su ofensiva sobre el que entonces era el único rincón de la Franja donde sus tropas aún no habían entrado por tierra. Allí, entre 1,5 millones de personas desplazadas —más de la mitad de la población de Gaza—, hacinadas en condiciones infrahumanas en tiendas, refugios o edificios destruidos, los militares israelíes pensaban encontrar al centenar de rehenes que en ese momento seguían en la Franja (hoy son 59, 24 de los cuales se cree que siguen vivos). 

Como el resto, Ruba y su familia también malvivían, pero a ellos no les quedaba tiempo. Semanas antes, un colega oftalmólogo le dijo que si no operaban pronto el ojo izquierdo de Amín, el hijo mayor, afectado por una lesión anterior, perdería la visión por completo. “La última cirugía se complicó con un glaucoma, le aumentó la presión del ojo y con ocho años le salieron cataratas”, apunta. “Pasé días buscando unas gotas que debía echarle y a un cirujano que pudiera volver a intervenirle, pero no los encontré. El dolor aumentaba y yo no tenía nada que darle a mi hijo. A veces, ni agua”, prosigue la doctora.

Sin apenas comida, agua, ni productos de higiene

Según datos de enero de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), casi la mitad de los gazatíes (y cerca de la totalidad en los 11 meses posteriores al 7 de octubre) disponen hoy de menos de 15 litros de agua diarios, la cantidad mínima recomendada por la ONU por persona y día para beber, cocinar y mantener la higiene personal. “Cuando olía a la gente me sentía devastada”, explica Alkurd. “Sabía que no era por voluntad propia, sino porque no había con qué lavarse, ni jabón, ni ropa limpia que ponerse”, añade. 

La falta de productos de higiene y la proliferación de piojos, sarna y otras infecciones bacterianas —propiciada por la destrucción total o parcial del 80% de la infraestructura de agua y saneamiento de Gaza, incluidas las seis principales plantas de tratamiento de aguas residuales— llevaron a la doctora y a muchas de sus colegas médicas a adoptar medidas para no enfermar. “Nos cortamos el pelo casi al cero. No había agua para mantenerlo limpio, ni hidratado. Se nos caía a diario, como a tanta gente desnutrida. La comida no era la adecuada y no había ni vitaminas, ni minerales”, explica. De acuerdo con los últimos datos de la OCHA, casi el 100% de las mujeres embarazadas y lactantes de Gaza no tienen satisfechas sus necesidades alimenticias y entre el 10% y el 20% están desnutridas. El 86% de la población (1,84 millones de personas) tampoco, incluidos los 4.646 niños (672 de ellos con desnutrición aguda grave) que fueron inscritos en programas de tratamiento de la desnutrición desde que entró en vigor el alto el fuego —el 19 de enero— hasta el 15 de marzo. 

En este contexto, Ruba y Mohamed, su marido, médico de 37 años y uno de los pocos cirujanos vasculares que quedan en Gaza, tomaron la decisión más difícil: cuando fuera posible, ella y sus hijos saldrían de Gaza para operar a Amín, aunque eso implicase que él no pudiera acompañarles. Comenzada la guerra, Israel no permitió salir a los hombres si no portaban otra nacionalidad. La única forma de intentarlo era por la frontera con Egipto, pagando a las mafias 5.000 dólares y lo peor, esperar un mes. “Imagínese la decisión”, afirma Ruba. “Como mujer sentía que abandonaba a mi marido, como médico, a mi gente, pero como madre debía pensar en mis hijos. No tuvimos otra opción”, alega. 

Hoy, desde El Cairo, donde Amín pudo ser finalmente operado (recuperó el 80% de la visión del ojo), Ruba reza para que termine la guerra, reabran el paso de Rafah y pueda reunirse con su marido. Al ser palestinos de Gaza tampoco pueden registrarse en Egipto, por lo que ni a ella se le permite trabajar, ni a sus dos hijos en edad escolar (Amín y Jannah) inscribirse en un colegio. “Les enseño yo desde casa”, comenta. “Nos conectamos a diario con una plataforma de clases online que lanzó el ministerio de Educación [de la Autoridad Nacional Palestina] para niños gazatíes. Al menos podrán tener sus certificados escolares”, indica. 

Por el momento, viven con lo justo. Desde que Ruba abandonase Gaza, la organización para la que trabaja, MSF, instó a los empleados locales que salieron de la Franja a coger un permiso retribuido de seis meses, seguido de otro no remunerado por la misma duración. “Ahora dependemos de lo que nos envía Mohamed. Si no vuelvo antes de julio, incluso aunque no abran la frontera, perderé mi contrato con la organización”, lamenta.

A pesar de todo, la gazatí es consciente de su suerte. Primero, porque en El Cairo disponen de agua, comida, electricidad “y hasta de una lavadora”, destaca. “Ahora sé que tener una es un lujo cuando durante meses y tras jornadas maratonianas de trabajo tenía que lavar a mano y con agua fría toda nuestra ropa. Me salieron ampollas muy dolorosas. Me daba alergia el único detergente que había”, añade.

Por otro lado, en su casa cairota ella y los suyos, por fin, duermen por la noche. Ya no están aterrorizados por el zumbido permanente de los drones israelíes o el estruendo de los constantes bombardeos. Tampoco escuchan a las ratas. “De madrugada, en la habitación donde vivíamos, se podía oír ese gras, gras que hacían cuando rondaban nuestras bolsas. No podía dejar nada fuera. A veces pensaba que si me dormía vendrían y nos comerían vivos. Pensará que suena a broma, pero no lo es”, cuenta. 

La palestina opina que la proliferación de estos roedores no solo se debe al descomunal volumen de basura acumulada en Gaza o a la destrucción de sus sistemas de saneamiento y depuración, sino también a los miles de cadáveres (más de 9.000, según la ONU) que aún permanecen bajo los 40 millones de toneladas de escombros que se amontonan en la Franja, según estimaciones de Naciones Unidas. Retirarlos, dicen sus expertos, llevará más de una década. 

Salir del trabajo y encontrarte sin casa

“En mis 25 años de servicio en Gaza y después de una Intifada y tres guerras (2008-2009, 2012 y 2014) nunca vi tanta muerte y destrucción”, afirma Maha Mahmoud Wafi, técnica de emergencias médicas, de 44 años, desde el Centro de Ambulancias que la Media Luna Roja Palestina (PRCS, por sus siglas en inglés) tiene en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza. Tampoco antes, dice esta sanitaria y madre de seis hijos, había tenido que evacuar su casa, “el único remanso de tranquilidad que conocía”, ni verla totalmente destruida.

Ese fue “el primero de los dos peores días” de la vida de Wafi. Una mañana, mientras trasladaba heridos al Hospital Nasser (el más importante de Jan Yunis) uno de sus hijos la llamó para decirle que los israelíes acababan de avisarles que evacuaran de inmediato la vivienda familiar porque iban a bombardear la zona. “La impotencia fue horrible”, cuenta. “Yo en el trabajo y sin poder comunicarme en condiciones con mis hijos (por el bloqueo intermitente impuesto entonces por Israel) y sin saber si estaban bien”. El segundo peor día, continúa Maha, también la encontró trabajando en una de las ambulancias. Su hermano contactó con la central y pidió que le comunicaran que soldados israelíes acababan de llevarse detenido a su marido. “La angustia de no saber dónde estaba ni por cuántos días o si estaba bien o mal fue terrible”, asevera.

“Gracias a Dios hoy todos estamos bien”, continúa. Durante unos segundos, Maha esboza una tímida sonrisa en su rostro agotado. La realidad, sin embargo, no da tregua. Hoy, una vez termine su jornada laboral, ya no podrá descansar en su casa de Jan Yunis, su “pequeño paraíso” ahora en ruinas (como el 92% de las viviendas de Gaza, según datos de la OCHA). Esta vez, al salir, regresará al oeste de la ciudad, pero a una tienda de campaña en una zona gris y devastada, cubierta por enormes nubes de polvo y rodeada de lagos pestilentes de aguas residuales que no pueden ser tratadas porque ni funcionan las estaciones de bombeo, ni las plantas de tratamiento. 

La suspensión israelí de toda la ayuda humanitaria y comercial desde el 2 de marzo y el cierre de los cruces de mercancías ha empeorado aún más la grave crisis energética de Gaza, con un aumento de los precios del diésel de hasta un 105% y del gas de cocina de hasta un 200%, en comparación con febrero, lo que limita significativamente el acceso a combustible esencial en medio de un continuo apagón eléctrico. 

Hasta entonces, en el Centro de Ambulancias de Jan Yunis, Maha y el resto de paramédicos seguirán lidiando con sus otros frentes: la falta de medicamentos y suministros esenciales o la puesta a punto de las maltrechas ambulancias donde, en 15 meses de guerra, se dejaron la vida 19 de sus compañeros (según Naciones Unidas, 1.060 médicos y trabajadores sanitarios han fallecido en la Franja desde el 7 octubre de 2023).

A este respecto, y antes de finalizar la entrevista, la palestina subraya el valor “extraordinario” de sus compañeros de trabajo, en especial de sus colegas mujeres. “Todas, sin excepción, merecen el mayor de los respetos”, afirma. “A pesar de las enormes dificultades que enfrentan (el riesgo diario durante los traslados; jornadas extenuantes de trabajo o salir de casa sin saber si los hijos estarán a salvo) siguen luchando y con el compromiso que siempre nos guía: brindar ayuda humanitaria y servir a los demás”, alaba.

Informar, a pesar de todo

Guiadas por esa vocación de servicio, Maha Hussaini, de 33 años y Haula al-Jalidi, de 35, decidieron, a muy temprana edad, que querían ser periodistas. “Si creces en una Gaza bajo bloqueo —impuesto por Israel y Egipto en el año 2007— y sufres los estragos de tres guerras, informar ya no es solo una vocación. Para mí es un deber para con mi gente, sobre todo si no hay nadie más (desde octubre de 2023, Israel y Egipto prohíben la entrada de prensa extranjera a Gaza) que lo cuente”, dice taxativa Hussaini, colaboradora de los medios digitales Middle East Eye y The New Humanitarian o de plataformas como la Red Marie Colvin de Mujeres Periodistas. Un trabajo informativo enfocado en Derechos Humanos por el que el año pasado fue galardonada con el Premio al Coraje en Periodismo, otorgado por la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF), con sede en Washington. 

“Mi caso, quizá, es más naíf”, cuenta Haula al-Jalidi. “Siendo pequeña ya soñaba con ser periodista para hablar de la belleza y la historia de Palestina, pero lamentablemente de lo único que hablo ahora es de su destrucción y muerte”, ironiza la reportera, que charla con elDiario.es desde El Cairo, donde trabaja como corresponsal para las cadenas de televisión Al Arabiya y Al Hadath.

Al igual que hiciera la doctora Ruba, ella y su marido, Baher, fiscal de carrera ahora desempleado, decidieron abandonar Gaza cuando Israel anunció el comienzo de su ofensiva sobre Rafah, la ciudad donde ellos también habían sido desplazados junto a sus cuatro hijos (el mayor, de 13 años y el menor, de seis) y donde pudieron ser acogidos por los abuelos paternos. 

Previamente Haula y Baher, huyendo de los bombardeos, se habían visto obligados a trasladarles dos veces más, la primera en la ciudad de Gaza y a la semana de empezar la guerra. “Yo hacía la última conexión telefónica del día cuando Baher, nervioso, me empezó a hacer señales”, cuenta. “Había recibido un mensaje diciendo que iban a atacar el barrio y que teníamos que evacuar”. Aturdida, despidió el directo y como pudieron reunieron “la vida que una familia puede empaquetar en 20 minutos”. Tras esa noche, ni ella ni su marido volvieron a ver más el hogar que durante una década construyeron con tanto mimo. “Lloré mucho un día y después otro, pero después pensé en cuánta gente estaba igual o peor y decidí seguir adelante”, relata.

Apoyada por Baher, su “columna vertebral”, Haula trabajó a destajo los meses posteriores. Mientras, sus hijos, que fueron trasladados un total de cuatro veces dependiendo de lo cerca que estaban del lugar donde caían las bombas, quedaron al cuidado de varios familiares. “No había otra opción. Yo podía hacer hasta 18 directos al día, entre las 8:00 y las 16:00 horas, y después continuar en casa con conexiones telefónicas hasta las 22:00”, cuenta la palestina.

Su base de operaciones o “segundo hogar”, al igual que para decenas de periodistas gazatíes, era el complejo del hospital Al-Aqsa, en Deir el Balah, uno de los pocos lugares de la Franja donde había electricidad, funcionaba Internet y reporteros como ella podían realizar conexiones o cargar teléfonos, portátiles y demás aparatos electrónicos. Allí, entre colegas, personas desplazadas y la llegada constante de heridos, Haula y Baher pasaban la mayor parte del tiempo.

También lo hacía Maha Hussaini, quien solía trasladarse hasta allí desde uno de los abarrotados refugios de Deir el Balah donde residía junto a su familia, a la vez varias veces desplazada, hasta el inicio de la efímera tregua. “A pesar de las enormes dificultades, todos hemos trabajado desde el primer día”, asegura la informadora. “Incluso cuando Israel cortó el suministro de electricidad y combustible o destruyó casi todas telecomunicaciones, los periodistas de Gaza nos las arreglamos para contar lo que las voces silenciadas de nuestros colegas no podían narrar”.

Vivir con la muerte cerca

Hussaini se refiere a los 166 periodistas y trabajadores de medios que, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en sus siglas en inglés) han sido asesinados en Gaza desde el 7 de octubre de 2023. Desde entonces, el total de muertos palestinos supera los 49.600 (más de la mitad son mujeres y niños) y el de heridos se acerca a los 112.000; en Israel, los fallecidos son 1.200 (de los que alrededor 800 eran civiles) y los heridos son más de 14.900.

“Muchos de los reporteros asesinados eran buenos colegas con los que trabajé”, dice Maha. “Por eso su ausencia me motiva a seguir, para contar lo que ellos no pueden”, añade. Según Hussaini, los informadores han sido uno de los objetivos de Israel durante esta guerra. Hoy asegura despertarse cada mañana tratando de aceptar la idea de que “quizá este día pueda ser el último” o pueda ser “el siguiente blanco de Israel”.

Un temor con el que Maha, sin hijos a su cargo o compromisos familiares, estaba dispuesta a lidiar, pero que motivó la salida de Haula y su familia de la Franja. “La situación era extremadamente peligrosa para todos”, explica. “También conocía a muchos de los compañeros asesinados. De verdad sentías que la muerte estaba cerca, pero a mí lo que más miedo me daba era que alguno de mis hijos pudiera enfermar y no disponer de hospitales con medios donde poderle curar”, apunta. 

A la capital de Egipto llegaron ella y su familia el año pasado gracias a las gestiones y la cobertura económica del grupo Al Arabiya, para el que sigue trabajando como corresponsal, lo que le permite seguir sosteniendo a su familia. A Gaza, por ahora, no sabe si volverán, pero lo que sí tiene claro es la noticia que, en directo y llegado el momento, le gustaría dar: “Hoy, Palestina, ha dejado de estar ocupada. Todos aquellos que se marcharon ya pueden volver y reconstruir sus casas. Pueden regresar”.                (Ana Garralda , eldiario.es, 24/03/25)

10.3.25

Carta a una mujer de clase obrera... Nuestras madres no son nuestras madres, son el sostén de la vida de la clase obrera... Una de las mujeres que hacen posible que el capitalismo sea eficiente porque son las encargadas de que el mundo funcione con una masa ingente de trabajo no remunerado imprescindible para que el sistema tenga la más mínima oportunidad de ser efectivo. No se llama trabajo esclavo, pero se le parece... Nadie en mi familia podría haber sido lo que es sin el trabajo de mi madre, de cualquier mujer de clase obrera de cualquier familia española, de cualquier mujer de clase obrera que tuvo como apellido ser madre, pero que ha sido más que ese apellido, que son mucho más y cuya identidad es más valiosa que la que se les reconoce socialmente por haber parido y criado a unos hijos... Somos lo que somos, hemos estudiado lo que hemos estudiado, hemos trabajado lo que hemos trabajado, porque teníamos a una trabajadora a tiempo completo esperando en casa haciendo todo aquello que creíamos que no llevaba tiempo, que no era un trabajo, que era simplemente su obligación como madre, esposa y mujer... nunca nos paramos a reflexionar sobre el enorme esfuerzo que supone el trabajo doméstico... No nos hemos disculpado por no haber sabido ver, hasta que ha sido muy tarde, el enorme sacrificio que han hecho para hacernos a los demás la vida más fácil... El esfuerzo y carga mental que ha tenido que soportar durante toda su vida le ha provocado un desgaste en salud psicológica que nunca pudo aliviar con terapias porque ni había dinero, ni se consideraba que esa tristeza y pesadumbre de la monotonía, de la falta de motivación y de que nadie valorara el ingente trabajo que hacía era consustancial a su condición de madre... Esta es una carta de agradecimiento a mi madre por el trabajo de toda una vida. Pero también al trabajo de todas las mujeres de clase trabajadora, que, madres o no, han cuidado de cualquier persona a su cargo (o al de sus vecinas o al de sus compañeras de trabajo) y han posibilitado que si este sistema funciona un poco, por poco que sea, es gracias a haberlas explotado de manera inmisericorde (Antonio Maestre)

 "Mi madre no es mi madre, mi madre, y la tuya, son las mujeres sobre las que hemos levantado nuestro futuro, la economía y la prosperidad. Su identidad no se define por haber parido. Nuestras madres no son nuestras madres, son el sostén de la vida de la clase obrera

Mi madre tiene las palmas suaves con los pliegues ajados. Las huellas dactilares se le han borrado. Siempre he creído que se le han quedado lijadas por la abrasión de la lejía y el salfumán que usó toda su vida como trabajadora del hogar, a veces, pocas, remuneradas en casas ajenas, las más, casi todas, como cuidadora de sus hijos y de su marido en la casa propia. Ahora la cuida él a ella, con mucho cariño y abnegación, porque la abrasión que le ha dejado las palmas sin fricción le ha quemado también un pulmón y lleva dentro de sí una enfermedad laboral que jamás será reconocida. Ella no ha fumado en la vida, su nódulo le brotó de aspirar durante cincuenta años productos de limpieza y mierda ajena. Ha trabajado toda la vida sin siquiera tener derecho a una pensión no contributiva y encima ese trabajo no remunerado la ha enfermado con severa gravedad. La pensión es de mi padre, pero sin el trabajo de mi madre nunca hubiera tenido la posibilidad de ganar esa pensión. Mi madre, antes que mi madre, es una mujer de clase obrera, una mujer trabajadora. Una de las mujeres que hacen posible que el capitalismo sea eficiente porque son las encargadas de que el mundo funcione con una masa ingente de trabajo no remunerado imprescindible para que el sistema tenga la más mínima oportunidad de ser efectivo. No se llama trabajo esclavo, pero se le parece.

Nadie en mi familia podría haber sido lo que es sin el trabajo de mi madre, de cualquier mujer de clase obrera de cualquier familia española, de cualquier mujer de clase obrera que tuvo como apellido ser madre, pero que ha sido más que ese apellido, que son mucho más y cuya identidad es más valiosa que la que se les reconoce socialmente por haber parido y criado a unos hijos. El bienestar de la sociedad descansa sobre los hombros de millones de mujeres de clase obrera que habiendo sido madres o no han dedicado su existencia al cuidado del prójimo. Somos lo que somos, hemos estudiado lo que hemos estudiado, hemos trabajado lo que hemos trabajado, porque teníamos a una trabajadora a tiempo completo esperando en casa haciendo todo aquello que creíamos que no llevaba tiempo, que no era un trabajo, que era simplemente su obligación como madre, esposa y mujer. O un regalo, porque nos querían mucho. Puede que ahora no pienses así, algunos todavía lo hacen, pero todos hemos pasado por esos momentos en que nunca nos paramos a reflexionar sobre el enorme esfuerzo que supone el trabajo doméstico. Seguramente porque no lo hacemos nunca.

Las mujeres de clase obrera que han desempeñado su trabajo como cuidadoras no solo han tenido que soportar el desdén y la invisibilización, sino que se han visto sometidas a la violencia patriarcal, a la sexual y a la simbólica. Pregunten a sus madres, a sus hermanas, a sus abuelas, a sus parejas o a sus compañeras de trabajo o militancia, todas ellas tienen una historia de violencia que narrar de mayor o menor intensidad, todas han tenido que cuidar, ninguna ha tenido el reconocimiento social, personal o familiar que merecen. No nos hemos disculpado por no haber sabido ver, hasta que ha sido muy tarde, el enorme sacrificio que han hecho para hacernos a los demás la vida más fácil.

Mi madre es la mía, pero la tuya no es diferente. Las madres de clase obrera son el pilar fundamental de la clase trabajadora y el sistema de producción capitalista hasta el punto de sostener nuestro bienestar emocional y psicológico. Su vinculación con nuestro cuidado es de tal dimensión que he llegado a subrogar mis recuerdos de infancia a sus relatos, todo lo que creo recordar de cuando era niño está basado en lo que mi madre me contaba que hacía. Se sabe mejor mi vida que yo mismo, de manera literal. El esfuerzo y carga mental que ha tenido que soportar durante toda su vida le ha provocado un desgaste en salud psicológica que nunca pudo aliviar con terapias porque ni había dinero, ni se consideraba que esa tristeza y pesadumbre de la monotonía, de la falta de motivación y de que nadie valorara el ingente trabajo que hacía era consustancial a su condición de madre. Ese “indefinible malestar”, del que hablaba Martín Gaite en Desde la ventana recogiendo las palabras de Betty Friedan. Que ser ama de casa era una suerte, que estar siempre en el hogar era cómodo, que cuidar, limpiar y cocinar era su papel y desde luego no un trabajo digno de tal consideración. Ahora tampoco hay dinero para terapia para las mujeres trabajadoras que cuidan y trabajan en casa. Ahora tampoco hay dinero ni tiempo para las obreras que cuidan y trabajan fuera de casa y dentro de ella. La terapia se sustituye por ansiolíticos y antidepresivos cuando hay cita en el centro de salud. Es la manera de tener a ese ejército laboral anestesiado y callado.

Esta es una carta de agradecimiento a mi madre por el trabajo de toda una vida. Pero también al trabajo de todas las mujeres de clase trabajadora, que, madres o no, han cuidado de cualquier persona a su cargo (o al de sus vecinas o al de sus compañeras de trabajo) y han posibilitado que si este sistema funciona un poco, por poco que sea, es gracias a haberlas explotado de manera inmisericorde. Nunca jamás se podrá devolver todo lo que las mujeres de clase obrera que se han matado, a veces de manera literal, haciendo su trabajo no remunerado han hecho. Lo mínimo es el reconocimiento, pero eso no basta. El trabajo se paga. Mi madre no es mi madre, mi madre, y la tuya, son las mujeres sobre las que hemos levantado nuestro futuro, la economía y la prosperidad. Su identidad no se define por haber parido. Nuestras madres no son nuestras madres, son el sostén de la vida de la clase obrera."           (Antonio Maestre, eldiario.es, 09/03/25)

9.3.25

Cuando las mujeres iraníes quemaron sus hiyabs en señal de protesta, recibieron un amplio apoyo occidental. Cuando las mujeres ucranianas tomaron las armas, fueron aclamadas como símbolos de resistencia. Pero cuando las mujeres palestinas excavan entre los escombros para sacar los cuerpos de sus hijos de las ruinas de sus hogares, se encuentran con el silencio o, peor aún, con la sospecha... Una y otra vez, vemos el mismo patrón: la indignación feminista es condicional, el activismo es selectivo y la solidaridad se reserva para aquellos cuyas luchas no desafían el poder occidental... Esta misma narrativa de la mujer morena indefensa que necesita salvadores blancos se ha utilizado para justificar intervenciones militares occidentales aún más recientes, desde Afganistán hasta Irak. Hoy en día, vemos el mismo guion también en Palestina... Occidente presenta a las mujeres palestinas como víctimas, pero no de las bombas, el desplazamiento o el hambre. No, el verdadero problema, nos dicen, son los hombres palestinos... hay que salvar a las mujeres palestinas de su propia cultura, de su propio pueblo, mientras se ignora o se desestima su sufrimiento real bajo la ocupación. La matanza sistemática de mujeres y niños se trata como una desafortunada nota al pie del conflicto, en lugar de su atrocidad central. Vemos el mismo patrón una y otra vez... Esto no es solidaridad. Es complicidad envuelta en retórica feminista, ¿quién se beneficiará realmente del Día Internacional de la Mujer este año? ¿Serán las mujeres cuya opresión encaja perfectamente en las narrativas feministas occidentales, o serán las mujeres que han sido silenciadas, borradas y deshumanizadas, aquellas para quienes «acelerar la acción» ha significado 17 meses de genocidio y 76 años de violencia colonial? En cuanto a mí, me uno hoy a la marcha del movimiento feminista. Marcharé por todas las mujeres palestinas que no solo luchan por ser escuchadas, sino que han sido tan brutalmente deshumanizadas que su sufrimiento en medio de un genocidio se transmite en directo a ojos ciegos y oídos sordos (Maryam Aldossari)

 "Cada 8 de marzo, el mundo se inunda de campañas brillantes que nos instan a «acelerar la acción» e «inspirar la inclusión». El Día Internacional de la Mujer se ha convertido en un espectáculo pulido y amigable con las relaciones públicas en el que los patrocinadores corporativos predican el empoderamiento mientras que las mujeres que más necesitan solidaridad se quedan solas.

Solo puedo esperar que el llamamiento de este año a «acelerar la acción» signifique acción para todas las mujeres, no solo para aquellas que encajan perfectamente en el feminismo corporativo, el activismo mediático y las historias de éxito de la élite.

Pero si la historia sirve de guía, la única acción que se acelerará es la de calificar al feminismo como un producto comercializable, mientras que las mujeres que sufren la guerra, la ocupación y la violencia sistémica se enfrentan a la aniquilación.

Año tras año, el Día Internacional de la Mujer se celebra como un momento global de solidaridad, pero sus prioridades están cuidadosamente seleccionadas. El establishment feminista se moviliza en favor de causas que son aceptables, mediáticas y políticamente convenientes, en las que las luchas de las mujeres pueden enmarcarse como historias de éxito individual, no como injusticias sistémicas.

Cuando las mujeres iraníes quemaron sus hiyabs en señal de protesta, recibieron un amplio apoyo occidental. Cuando las mujeres ucranianas tomaron las armas, fueron aclamadas como símbolos de resistencia. Pero cuando las mujeres palestinas excavan entre los escombros para sacar los cuerpos de sus hijos de las ruinas de sus hogares, se encuentran con el silencio o, peor aún, con la sospecha. Las mismas instituciones feministas que se movilizan contra la «violencia contra las mujeres» luchan incluso por pronunciar las palabras «Gaza» o «genocidio».

En el Reino Unido, en el período previo al Día Internacional de la Mujer de este año, un diputado y organizaciones feministas han organizado un acto sobre «Dar voz a las mujeres silenciadas en Afganistán», en el que participaron feministas que llevaban meses pidiendo el boicot al equipo de críquet afgano. Porque, por supuesto, así es como se enfrenta a los talibanes: asegurándose de que no puedan jugar un partido de críquet.

Esto es lo que se considera solidaridad internacional: gestos simbólicos que no hacen nada por las mujeres que sufren bajo regímenes opresivos, pero que hacen que los políticos occidentales se sientan moralmente superiores.

Permítanme ser clara: las mujeres afganas merecen toda la solidaridad y el apoyo posibles. Su lucha contra un régimen opresivo es real, urgente y devastadora, y sí, lo que están soportando es un apartheid de género.

Pero reconocer su sufrimiento no excusa la hipocresía de quienes esgrimen el feminismo como herramienta política, mostrando su apoyo a las mujeres afganas mientras guardan silencio ante las mujeres palestinas que mueren de hambre, son bombardeadas y brutalizadas ante nuestros ojos.

El ascenso de los talibanes no fue un acto de la naturaleza, sino un producto directo de la intervención del Reino Unido y Estados Unidos. Después de 20 años de ocupación, después de devolver a las mujeres afganas a los mismos hombres a los que Occidente armó y habilitó en su día, estas mismas voces lloran ahora por su destino.

¿Dónde estaban estas mujeres diputadas, feministas destacadas y organizaciones feministas convencionales cuando las mujeres palestinas embarazadas daban a luz en las calles de Gaza porque los hospitales habían sido bombardeados? ¿Dónde estaba la protesta cuando los francotiradores israelíes atacaron a mujeres periodistas, como Shireen Abu Akleh? ¿Dónde estaban los boicots cuando las niñas palestinas eran sacadas de los escombros de sus casas, asesinadas por bombas fabricadas en Estados Unidos?

Una y otra vez, vemos el mismo patrón: la indignación feminista es condicional, el activismo es selectivo y la solidaridad se reserva para aquellos cuyas luchas no desafían el poder occidental. Las mujeres afganas merecen apoyo. Pero también las mujeres palestinas, sudanesas y yemeníes. En cambio, su sufrimiento se enfrenta al silencio, la sospecha o la eliminación total.

El Día Internacional de la Mujer, que en su día fue un llamamiento radical a la igualdad, se ha convertido en un espectáculo vacío, en el que las organizaciones feministas y los políticos eligen qué mujeres merecen justicia y qué mujeres pueden ser sacrificadas en aras de los intereses occidentales.

Durante mucho tiempo, el feminismo ha sido utilizado por los poderosos como una herramienta para justificar el imperio, la guerra y la ocupación, todo ello con el pretexto de «salvar a las mujeres». Durante la Guerra de Independencia de Argelia, los franceses lanzaron una campaña para «liberar» a las mujeres argelinas del velo, haciendo desfilar a mujeres sin velo en ceremonias de propaganda y, al mismo tiempo, maltratándolas y violándolas en centros de detención.

Los franceses, por supuesto, nunca se preocuparon por la igualdad de género en Argelia; restringieron fácilmente la educación y el empleo de las mujeres argelinas. Sus acciones, bajo el pretexto de ayudar a las mujeres, tenían que ver con la dominación.

Esta misma narrativa de la mujer morena indefensa que necesita salvadores blancos se ha utilizado para justificar intervenciones militares occidentales aún más recientes, desde Afganistán hasta Irak. Hoy en día, vemos el mismo guion también en Palestina.

Occidente presenta a las mujeres palestinas como víctimas, pero no de las bombas, el desplazamiento o el hambre. No, el verdadero problema, nos dicen, son los hombres palestinos. Los funcionarios israelíes y sus aliados occidentales repiten el mismo tropo orientalista: hay que salvar a las mujeres palestinas de su propia cultura, de su propio pueblo, mientras se ignora o se desestima su sufrimiento real bajo la ocupación.

La matanza sistemática de mujeres y niños se trata como una desafortunada nota al pie del conflicto, en lugar de su atrocidad central. Vemos el mismo patrón una y otra vez: preocupación por los derechos de las mujeres solo cuando sirve a una agenda política, silencio cuando esos derechos son aplastados bajo el peso de los ataques aéreos y la ocupación militar respaldados por Occidente. Esto no es solidaridad. Es complicidad envuelta en retórica feminista.

Entonces, ¿quién se beneficiará realmente del Día Internacional de la Mujer este año?¿Serán las mujeres cuya opresión encaja perfectamente en las narrativas feministas occidentales, permitiendo que los políticos, las organizaciones feministas y los principales grupos de defensa de la mujer se deleiten en su resplandor autocomplaciente? ¿O serán las mujeres que han sido silenciadas, borradas y deshumanizadas, aquellas para quienes «acelerar la acción» ha significado 17 meses de genocidio y 76 años de violencia colonial?

¿Es esto solo otro ejercicio de «sentirse bien», en el que puede afirmar que apoya a las mujeres de todo el mundo sin enfrentarse al hecho de que su feminismo tiene límites? Porque si realmente se trata de acelerar la acción, entonces, después de 17 meses de bombardeos, hambrunas y desplazamientos, deberíamos escuchar por fin cómo defiende a las mujeres palestinas.

Pero ya sabemos cómo va esto. Se pronunciarán los discursos, los hashtags serán tendencia, se celebrarán los paneles de debate, pero las mujeres de Gaza seguirán sepultadas bajo los escombros, su sufrimiento demasiado políticamente inconveniente para mencionarlo.

En cuanto a mí, me uno hoy a la marcha del movimiento feminista, pero seamos claros, nuestras agendas no son las mismas. Marcharé por todas las mujeres palestinas que no solo luchan por ser escuchadas, sino que han sido tan brutalmente deshumanizadas que su sufrimiento en medio de un genocidio se transmite en directo a ojos ciegos y oídos sordos.

Yo, junto con innumerables mujeres que se niegan a permanecer en silencio, pensaré en cada madre que acuna el cuerpo sin vida de su hijo, en cada hija obligada a convertirse en cuidadora de la noche a la mañana, en cada hermana que busca entre los escombros con sus propias manos. Y nosotras, mujeres que creemos en la solidaridad feminista real y rechazamos la indignación selectiva, no solo «esperaremos» que esta llamada a la acción signifique algo; nos aseguraremos de que lo haga.

Nos aseguraremos de que se escuchen las voces palestinas.Nos aseguraremos de boicotear a quienes se benefician de la opresión palestina. Nos aseguraremos de desafiar a todas las plataformas y a todas las feministas que normalizan el sufrimiento palestino, haciéndolas responsables de su complicidad.

A nuestras hermanas palestinas: Sentimos su dolor. Hemos llevado su lucha en nuestros corazones durante los últimos 17 meses, y sabemos que su lucha no comenzó ahí: han sido 76 años de desafío, de supervivencia, de negarse a desaparecer.

Y sepa esto: el próximo año, el 8 de marzo, no solo lloraremos su sufrimiento, sino que celebraremos su victoria. No su supuesta «liberación» de sus propios hombres, como les gusta decir a las feministas occidentales, sino su liberación de la ocupación colonial de los colonos. Las escuchamos. Las vemos. Y no descansaremos hasta que el mundo entero también lo haga."

( Maryam Aldossari , Investigadora de la desigualdad de género en Oriente Medio, Un. Londres, AlJazeera, 08/03/25, traducción DEEPL)

22.2.24

Caso Alves: la justicia asume el consentimiento La Audiencia de Barcelona condena a cuatro años y seis meses de prisión al futbolista por violar a una joven en los baños de una discoteca. La sentencia reconoce el marco feminista del ‘solo sí es sí’... una mujer joven, que se hallaba feliz y voluntariamente de fiesta en el reservado de una discoteca en compañía de un futbolista millonario, famoso, con admiradores en todo el planeta, casado y además mucho mayor que ella, ha sido creída por la justicia al relatar que este la condujo hasta un baño donde la violó, la abofeteó y la insultó, pese a que no hubo testigos de la agresión... Algo está cambiando, al fin... muchas reacciones furibundas exigen más años de condena... se nos olvida que hace muy poquitos años la mujer agredida ni siquiera se hubiera atrevido a denunciar, que la discoteca no habría contando con ningún protocolo para atenderla (como de hecho sí ocurrió) y que la sociedad –los medios de comunicación, los tertulianos, los forofos futboleros– no la hubiera creído con casi total seguridad

 "El tribunal de la sección 21 de la Audiencia de Barcelona, compuesto por tres magistrados (una mujer y dos hombres), ha emitido esta mañana una sentencia –en la que la palabra ‘consentimiento’ aparece en 27 ocasiones–, por la que condena a cuatro años y seis meses de prisión al futbolista Dani Alves tras agredir sexualmente a una joven en los baños de una discoteca el pasado 30 de diciembre de 2022. La sentencia no es firme y Alves ya ha anunciado que recurrirá. 

Dicho de otra manera: una mujer joven, que se hallaba feliz y voluntariamente de fiesta en el reservado de una discoteca en compañía de un futbolista millonario, famoso, con admiradores en todo el planeta, casado y además mucho mayor que ella, ha sido creída por la justicia al relatar que este la condujo hasta un baño donde la violó, la abofeteó y la insultó, pese a que no hubo testigos de la agresión. 

La víctima, que en los últimos meses ha sido blanco de una lamentable campaña de acoso orquestada por la madre del futbolista, trató de renunciar inicialmente a la indemnización que le correspondía, probablemente asustada ante la posibilidad de que se creyera que su relato estaba motivado por intenciones espurias. Un tiempo después reconoció que la agresión le había producido secuelas psicológicas graves e iba a necesitar el dinero para poder acceder a un tratamiento reparador. Si hubiera sido atropellada en un paso de peatones nadie habría pensado que tenía que renunciar a la indemnización –que a menudo es además insuficiente para cubrir los costes del tratamiento de las secuelas– para ser creída en su relato. 

En cualquier caso, no ha sido necesario que la joven haya renunciado a sus derechos legítimos. Algo está cambiando, al fin. La justicia –habitualmente ideada e impartida por hombres y mujeres privilegiados, machistas, profundamente sesgados y anquilosados en ideas rancias– empieza a entender cómo funciona el consentimiento. Y este no es, en absoluto, un logro menor. 

Queda mucho camino por recorrer, pero todo apunta a que, gracias al feminismo, por fin estamos caminando en la dirección correcta

Venimos de un paradigma punitivista descaradamente tramposo que exige a las mujeres una conducta de víctimas perfectas y una capacidad probatoria rayana en lo imposible, puesto que hablamos de crímenes y delitos que suelen producirse en la intimidad. Ese mismo marco punitivista acusa después a las mujeres de hundirles la vida a los hombres a los que denuncian, responsabilizándolas a ella de las condenas draconianas que impone la justicia cuando no le queda más remedio. Frente a ese sinsentido, emerge un nuevo planteamiento basado en el consentimiento, en el que ni las víctimas son perfectas, ni los agresores monstruos irrecuperables, sino solo mujeres que piden ser respetadas cuando dicen ‘no’ y hombres que han de responder por sus actos. 

Todavía queda mucho camino por recorrer. En caliente, y con la sentencia recién salida del horno, muchas reacciones furibundas exigen más años de condena, o aseguran que el futbolista ha comprado parcialmente su libertad al disponer de dinero para indemnizar a su víctima. 

Aunque así fuera, se nos olvida que hace muy poquitos años la mujer agredida ni siquiera se hubiera atrevido a denunciar, que la discoteca no habría contando con ningún protocolo para atenderla (como de hecho sí ocurrió) y que la sociedad –los medios de comunicación, los tertulianos, los forofos futboleros– no la hubiera creído con casi total seguridad. Se nos olvida que en caso de haber acudido a la justicia se habría visto cuestionada hasta la náusea y obligada a demostrar heridas físicas y psicológicas de toda índole. Tal vez habría sufrido, como sufrió la víctima de La Manada, que un detective la espiara durante meses para decidir si su vida se estaba tambaleando lo suficiente. Tal vez el juez le habría preguntado, como ocurrió durante el juicio por el asesinato de Nagore Laffage, si era muy ligona y solía subir alegremente al piso de alguien que acababa de conocer. Su vida –sus parejas, su profesión, sus ligues anteriores, sus noches de fiesta– habrían sido expuesta con crueldad y usados como arma contra ella. Queda mucho camino por recorrer, sí, pero todo apunta a que, gracias al feminismo, por fin estamos caminando en la dirección correcta. "               (Adriana T.  , CTXT, 22/02/2024)

26.10.23

Enric Juliana: El Partido de la Ira parece retroceder en las últimas elecciones democráticas... esta semana arranca con el frenazo del iracundo Javier Milei... El pasado mes de julio, la consigna ‘¡Que te vote Txapote!’ malogró en España una mayoría del Partido Popular y Vox... En Polonia ha ganado un político europeísta, denigrado hasta la extenuación por el poderoso aparato de propaganda del partido ultranacionalista Ley y Justicia... España, Polonia y Argentina. Estamos hablando de realidades políticas muy diversas, que tienen, eso sí, un punto en común: Vox, la extrema derecha... Vox es el nexo de unión de esos tres escenarios que nos están intentando contar algo sobre la política contemporánea... la frenaron en España los catalanes y las mujeres... en Polonia han sido los jóvenes, y también las mujeres... y en Argentina, el peronismo y las mujeres... Están surgiendo verdaderos profesionales de la ira y está emergiendo también el voto corrector de muchas mujeres, que saben, como los antiguos griegos, que un exceso de ira puede traer desgracias

 "El Partido de la Ira parece retroceder en las últimas elecciones democráticas. Si hace ocho días, los ultras perdían las elecciones legislativas en Polonia, esta semana arranca con el frenazo del iracundo Javier Milei en la primera vuelta de las elecciones argentinas.

El pasado mes de julio, la consigna ‘¡Que te vote Txapote!’ malogró en España una mayoría del Partido Popular y Vox, que Alberto Núñez Feijóo creía tener asegurada leyendo las encuestas de Narciso Michavila. En Polonia ha ganado la ‘encarnación del mal’, Donald Tusk, un veterano político europeísta, denigrado hasta la extenuación por el poderoso aparato de propaganda del partido ultranacionalista Ley y Justicia, fuerza gobernante durante los últimos ocho años. Y en Argentina, el candidato peronista Sergio Massa ha dado la sorpresa al vencer la primera vuelta de las elecciones presidenciales con un sorprendente 36%, cuando todo el mundo ya lo daba por desahuciado ante el poderoso empuje mediático del candidato de las greñas y la motosierrra. 

España, Polonia y Argentina. Estamos hablando de realidades políticas muy diversas, que obligan a la cautela antes de establecer un patrón. Tienen, eso sí, un punto en común: Vox. La extrema derecha española, aliada con el PP en múltiples autonomías y ayuntamientos, comparte grupo con Ley y Justicia en el Parlamento Europeo y saludó alborozadamente la irrupción de Milei en la campaña argentina. Vox es el nexo de unión de esos tres escenarios que nos están intentando contar algo sobre la política contemporánea. Ayer mismo, tras conocer los resultados de la primera vuelta argentina, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, manifestó también su apoyo al hombre de la motosierra.

En España fueron los catalanes y las mujeres quienes modificaron la inclinación de la balanza en las elecciones generales de julio. En Polonia han sido los jóvenes, y también las mujeres, quienes más han contribuido a la existencia de una mayoría alternativa, puesto que la coalición europeísta de Tusk puede sumar con los centristas de la Tercera Vía y la plataforma Izquierda y Democracia. Al igual que en España, las encuestas se equivocaron en Polonia. Sin embargo, Tusk tardará meses en poder gobernar. El proceso será lento. Ley y Justicia no abandonará el poder fácilmente.

Y en Argentina se han vuelto a equivocar los sondeos. En este caso, también han errado los medios de comunicación de más de medio mundo. Los medios, unos más que otros, han hinchado el fenómeno Milei, ante la magnitud de su audiencia en las redes sociales y su capacidad de movilización en la campaña. Un espectáculo televisivo. Un auténtico fenómeno de masas, espoleado por la fenomenología digital, puesto que todos los personajes extremos y disruptivos acaban siendo muy atractivos en la lucha por el clic. Un candidato aparentemente aburrido, ministro de Economía en un país que se halla al borde de la suspensión de pagos, con una inflación del 120%, no genera mucha audiencia digital; un tipo greñudo que grita como un poseso en los mítines, armado con una motosierra, sí. Espectáculo y sorpresa. El día de las elecciones gana el candidato aparentemente aburrido y la motosierra se detiene.

¿Qué ha pasado? Un amigo de Buenos Aires me escribía ayer por la mañana el siguiente mensaje: “El peronismo vuelve a ser el dique de contención de la ofensiva ultra. Sé que desde Europa el peronismo es muchas veces incomprensible, pero en general es un movimiento de mayorías”.

La habilidad política del peronismo y el voto de las mujeres han dejado al iracundo Milei en segunda posición. Sergio Massa ha sabido aparecer como el candidato de la cordura ante el brutalismo libertario. Milei promete privatizarlo todo y a su vez plantea un programa de ruda disciplina social: reivindicación de la dictadura argentina, más policía y menos derechos para las mujeres, empezando por la prohibición del aborto. Por el momento, Milei sólo ha servido para hundir a la candidata del establishment conservador. Esperemos a ver cómo se plantea la segunda vuelta.

Datos de contexto que merece la pena tener en cuenta: Milei propone la dolarización de la economía argentina en plena guerra comercial entre Estados Unidos y China. Argentina tiene importantes reservas de gas natural y litio, materias primas fundamentales en la actual fase de transición energética en el mundo. Asesores del expresidente brasileño Jaïr Bolsonaro intervienen en la campaña del hombre de la motosierra y esa pista brasileña posiblemente nos conduzca a Steve Bannon, el estratega que lanzó la primera campaña electoral de Donald Trump y que le asesoró durante su primer año en la Casa Blanca. Bannon lleva años intentando construir una internacional de la extrema derecha del siglo XXI, un nuevo banco mundial de la ira.

‘Ira y tiempo’ (Siruela, 2006). Este es el título de un libro del filósofo alemán Peter Sloterdijk, por el que siento verdadera devoción. Nada más empezar, el profesor de Karlsruhe con bigotes de vikingo nos recuerda que en el principio fue la ira. “En el inicio de la primera frase de la tradición europea, en el verso introductor de 'La Ilíada', aparece, de manera fatal y solemne, la palabra ira: “La ira canta, oh diosa, del Pelida Aquiles…” Sostiene Sloterdijk que la Internacional Comunista logró constituirse durante más de veinte años (1919-1943) en el Banco Mundial de la Ira. Los trabajadores que se sentían injustamente explotados y los desposeídos de todos los países del mundo depositaban su ira en ese banco, que lo administraba mediante una continua elaboración de estrategias a escala planetaria: en unos casos acelerando algunos movimientos revolucionarios, en otros, frenándolos para ganar tiempo.

Con el ascenso de Stalin, la Unión Soviética se convirtió en depositaria casi exclusiva de los intereses de ese banco mundial de la ira. La prioridad de los partidos comunistas de todo el mundo pasó a ser la consolidación de la URSS. A medida que esa prioridad se fue acentuando y deformando, la banca residenciada en Moscú perdió depósitos, primero después de la ocupación de Hungría (1956), y después con la sórdida invasión de Checoslovaquia (1968). En los años sesenta, compitiendo con los soviéticos, los jóvenes guardias rojos de la China de Mao intentaron poner en marcha otra banca mundial de la ira, que tuvo notable éxito en ciudades como París: los mismos universitarios que denunciaban la disciplina de sus padres burgueses, aceptaban la exaltada uniformidad agraria del presidente Mao. Francia fabrica grandes piezas teatrales.

No hay, por el momento, un nuevo banco mundial de la ira, aunque la extrema derecha parece querer constituirlo. Hay cajas de ahorro de la ira y émulos del Conde de Montecristo que predican la venganza, previa acumulación de capital. El multimillonario Trump sería uno de ellos. “En la situación globalizada -concluye el filósofo alemán- ya no es posible ninguna política de la equiparación del sufrimiento al por mayor que se construya sobre las reservas de injusticias pasadas que se presenten como redentoras del mundo”.

Ahora es el tiempo de los estallidos de ira en forma de géiser. Bufidos que pueden ser abrasadores: hacia la derecha o hacia la izquierda. La ira por los crímenes de Hamas en Israel. La ira por la brutal respuesta de Netanyahu. La ira Milei. La motosierra que se encasquilla. La ira que genera clics y las encuestas que se equivocan. La ira que quisiera capitalizar en España Isabel Díaz Ayuso si un día logra ver cumplido su sueño: liderar una candidatura a la presidencia del Gobierno. Están surgiendo verdaderos profesionales de la ira y está emergiendo también el voto corrector de muchas mujeres, que saben, como los antiguos griegos, que un exceso de ira puede traer desgracias.

El PP y los polacos

El Partido Popular español tiene algún problema con los polacos. Con los de aquí y con los de allí. Una semana después de conocerse los resultados electorales en Polonia es significativo que en las cuentas de Twitter (ahora X) de sus principales dirigentes y en la cuenta del propio partido, no aparezca ningún mensaje de felicitación a Donald Tusk, indudable ganador político de las elecciones legislativas del 15 de octubre y principal figura del Partido Popular Europeo en el Este de Europa. 

Sólo el portavoz Borja Sémper, preguntado insistentemente por los periodistas el lunes de la semana pasada, esbozó una cierta felicitación. Después, el silencio.

La posible formación de un gobierno más europeísta en Polonia es una noticia de primera magnitud para la Unión Europea en la actual coyuntura internacional y debería interesar a un partido que se define como “moderado, autonomista y europeísta”, según palabras de Alberto Núñez Feijóo en el debate de su fallida investidura. Tusk pertenece al PPE. He ahí otro motivo de orgullo. Unos buenos resultados del PPE en Alemania y Polonia en las elecciones europeas de junio del 2024 pueden dar a los populares una posición muy sólida en el Parlamento Europeo.

¿Por qué ese silencio? Tusk, seguramente el menos conservador de los dirigentes del PPE, criticó en su día los acuerdos del PP español con Vox. Hay otro motivo: la Plataforma Cívica de Tusk fue la segunda formación más votada –no la primera- y aspira, legítimamente, a gobernar con el apoyo de la izquierda. En Polonia no gobernará el más votado."

(Enric Juliana, La Vanguardia, 24/10/23)

5.9.23

El Caso Rubiales ha sacado a la luz lo mejor y lo peor de la sociedad española... Las “chicas” son la nueva vanguardia revolucionaria del país... Esas 81 jugadoras que firmaron el manifiesto titulado ‘Se Acabó’ son ya un símbolo del fútbol femenino y de la lucha feminista mundial... junto con las miles de ciudadanas anónimas que tomaron al asalto las redes sociales explicando por qué era intolerable el comportamiento machista de Rubiales... junto con periodistas deportivas que sin sucumbir a la inicial presión ambiental del histerismo de la prensa nacionalmadridista (con Inda, La Sexta, la Cope, Antena 3, Ayuso y El Mundo blanqueando al acosador), dieron un sonoro repaso a sus viejunos colegas masculinos (los Castaño, Pedrerol, Manu Sánchez, Lama y otros mandarines de la audiencia basura futbolera), al informar de que Rubiales y Vilda trataron de obligar en el avión de vuelta a Jenni Hermoso para que absolviera al presidente con un vídeo, terminando de perfilar la imagen de los dirigentes federativos. No cabe duda de que el movimiento ‘Se Acabó’, el debate sobre el consentimiento y el ‘sólo sí es sí’ han ganado el partido y la batalla cultural. Jenni Hermoso y sus compañeras han contado con el cariño y la solidaridad de una parte enorme de la sociedad española... Pero como todo movimiento transformador, han chocado contra un muro muy poderoso, el Sistema Florentino, el de los dos grandes clubes-Estado, el Real Madrid y el FC Barcelona... su silencio inicial y el cinismo final ayudaron a que Rubiales respondiera revictimizando a Jenni Hermoso y apareciera en la Asamblea de la RFEF convertido en el remedo de un concejal cualquiera de Vox al tercer gin tonic... se comprende que el mutismo haya sido la reacción casi unánime entre los profesionales del fútbol masculino, salvo honrosas excepciones... tenemos un país lleno de mujeres (y cada vez más hombres) concienciadas, valientes y modernas. Para conseguir sus objetivos, van a tener que luchar contra una pequeña minoría mafiosa, formada por apenas 40 o 50 personas, con mucho poder, influencia y dinero

 "El Caso Rubiales ha sacado a la luz lo mejor y lo peor de la sociedad española. Lo mejor ha sido la rebelión sin fisuras de las campeonas del Mundo entrenadas hasta ahora por Jorge Vilda, palmero de confianza de Luis Rubiales. Las “chicas”, como las llaman todavía algunos machirulos irredentos, son la nueva vanguardia revolucionaria del país: las 23 futbolistas que fueron al Mundial haciendo de tripas corazón porque sabían que son tan buenas que podían ganarlo; y, por supuesto, también las que tuvieron el coraje de no acudir a la cita, sabiendo que se podían perder el mayor éxito deportivo de sus carreras. Esas 81 jugadoras que firmaron el manifiesto titulado ‘Se Acabó’ son ya un símbolo del fútbol femenino y de la lucha feminista mundial, a la manera (espero me disculpen la licencia de  compararlas con señores) en que Jesse Owens en los Juegos de Berlín, 1938, y Bob Beamon, John Carlos y otros atletas del Black Power, en México, 1970, se consagraron como los mejores atletas y los más valientes luchadores contra el fascismo y por los derechos civiles. 

Después de Jenni Hermoso, Alexia Putellas, Aitana Bonmatí (impresionante su discurso ante la UEFA) y todas las demás, las grandes protagonistas han sido las miles de ciudadanas anónimas, curtidas entre la indignación de ‘La Manada’ que acabaría impulsando la Ley del ‘sí es sí’; unos minutos después de la agresión de Rubiales, tomaron al asalto las redes sociales explicando con meridiana claridad y sencillez por qué era intolerable el comportamiento machista del máximo representante del fútbol español. 

En tercer lugar, ha contribuido mucho al nuevo sentido común expresado por la ciudadanía estos días, la reacción de algunas periodistas deportivas que comprendieron que la obscena exhibición de abuso de poder, acoso sexual y laboral del presidente de la Federación era una noticia de la mayor importancia, tanto como el propio título mundial. Sin sucumbir a la inicial presión ambiental ejercida por el histerismo macho de la prensa nacionalmadridista (con Inda, La Sexta, la Cope, Antena 3, Isabel-Díaz Ayuso y El Mundo ejerciendo como primeros blanqueadores del acosador), esas periodistas especializadas en fútbol femenino –mención especial para el medio digital Relevo (Vocento), que comparado con el As y el Marca parecía The New York Times– dieron un sonoro repaso a sus viejunos colegas masculinos (los Castaño, Pedrerol, Manu Sánchez, Lama y otros mandarines de la audiencia basura futbolera). 

Al informar de que Rubiales y Vilda trataron de obligar en el avión de vuelta a Jenni Hermoso para que absolviera al presidente con un vídeo, esas periodistas terminaron de perfilar la imagen de los dirigentes federativos como unos machistas y acosadores de manual.

Cuando se cumplen dos semanas de la final, no cabe duda de que el movimiento ‘Se Acabó’, el debate sobre el consentimiento y el ‘sólo sí es sí’ –que tantos ataques le han valido a la vetada y vilipendiada ministra Irene Montero– han ganado el partido y la batalla cultural. Jenni Hermoso y sus compañeras han contado con el cariño y la solidaridad de una parte enorme de la sociedad española y de los medios serios. [Modestia aparte, esta revista fue el primer medio que pidió al ministro Iceta que exigiera la inmediata dimisión de Rubiales, a través de nuestra cuenta de Twitter, la misma noche del partido]. 

Pero como todo movimiento revolucionario y transformador, las peticiones de depuración de responsabilidades y de cambios estructurales lanzadas por las futbolistas, por la sociedad civil, y con la boca más pequeña por el Gobierno, han chocado contra un muro muy poderoso, transversal y refractario al cambio. 

Es el Sistema Fútbol, o el Sistema Florentino, que baila desde hace décadas al son que marcan los dos grandes clubes-Estado, el Real Madrid (101 títulos) y el FC Barcelona (99). Entre ambos han ganado 22 ligas de las últimas 27 (ver gráfico), copan el 70% de los ingresos por televisión y mantienen una enorme influencia (más el Madrid que el Barcelona) tanto en la Liga de Javier Tebas como en la RFEF de Rubiales. 

La reacción oficial de los dos clubes ante el escándalo no pudo ser más tardía, ni más tibia. En medio del clamor, el Barça emitió un comunicado bochornoso cuatro días después de la final, y el Madrid lanzó una calculada nota de apoyo al CSD, después de la comparecencia pública de Rubiales, redactada con todo cuidado para quedar bien, pero sin censurar el comportamiento del presidente, ni denunciar el machismo, ni entrar en el fondo del asunto: “Nuestro club apoya con total rotundidad la decisión puesta en marcha por el presidente del CSD, Víctor Francos, que elevará de inmediato el caso al TAD”, afirmaba la nota. 

El silencio inicial y el cinismo final de las dos marcas deportivas principales del país ayudaron sin duda a que Rubiales, del que se dice que es socialista por ser hijo de un alcalde motrileño del PSOE, se encastillara en el trono, respondiera revictimizando a Jenni Hermoso y apareciera en la Asamblea de la RFEF convertido en el remedo de un concejal cualquiera de Vox al tercer gin tonic. 

Desde la tribuna de la Federación, tras haber filtrado la noche anterior que dimitiría, Rubiales adoptó el papel de macho alfa trilero, clientelar y corrupto, y trató de politizar el asunto y de ganarse a los medios cargando contra los líderes de Podemos, los primeros en señalar su inaceptable comportamiento, y de Sumar, la fuerza que más presionaba para que dimitiera. Ahí se mostró cómo es en realidad, según han ido contando después su tío y distintas excolaboradoras. 

Para tratar de dar la vuelta al caso disfrazándose como víctima de una cacería, la puesta en escena fue preparada con todo cuidado. Rubiales sentó a los entrenadores y cuerpos técnicos en primera fila y a sus tres hijas un poco más atrás. Jorge Vilda y Luis de la Fuente (el seleccionador masculino) fueron los más entusiastas. Pero, curiosamente, las escasas peticiones de despido del seleccionador de los chicos han quedado en nada. De la Fuente pidió perdón como el rey anterior ante los medios leales al Sistema, que se cuidaron mucho de apretarle porque saben demasiado bien que Florentino Pérez lo eligió para el cargo tras cesar a Luis Enrique. 

Rubiales se rodeó también de los árbitros favoritos del poder, con el jefe del Comité arbitral (Medina Cantalejo, esposo por cierto de la presidenta arbitral de la Liga femenina) liderando la cuadrilla. Antes de la Asamblea, Rubiales ya había reestructurado la Federación para que todo quedara bien atado. Cesó a todos los vicepresidentes salvo a uno, de su máxima confianza: Pedro Rocha, que se convirtió a la fuerza en el sucesor designado. 

La estrategia defensiva fue decidida por el equipo de asesores de Rubiales. Uno de ellos es Andreu Camps, secretario general de la RFEF, que envió un escrito oficial a la UEFA el mismo día de la Asamblea pidiendo que amenazara al Gobierno con dejar fuera de las competiciones europeas a los equipos españoles si no dejaba de “interferir”. 

La segunda y quizá la más importante asesora de Rubiales es una mujer muy cercana a Florentino Pérez. Se trata de la veterana periodista Marisa González, que fue jefa de prensa de los presidentes de la Comunidad de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón y Cristina Cifuentes; y del propio Rubiales: entró como spin doctor en la RFEF de la mano de Pérez cuando el presidente anterior, Ángel María Villar, salió de la sede escoltado por la Guardia Civil, y luego pasó a ser la directora de Responsabilidad Social y Sostenibilidad. González fue capaz de hacer pasar a Gallardón por un liberal británico, pero con Rubiales no ha tenido tanto éxito.

Las cloacas

Otro personaje clave del núcleo duro de Rubiales es el excomisario de policía José Luis Olivera, conocido como Oli por el también excomisario Pepe Villarejo, de quien fue socio y mano derecha durante muchos años. Olivera es todo un especialista en fraudes financieros y blanqueo, de lo que se colige que fue el encargado de organizar los contratos y las comisiones de la Supercopa que Rubiales decidió exportar a Arabia Saudí para, según explicó en su día, “mejorar la situación de las mujeres en ese país y la del fútbol femenino en España”. 

Contratos legales, porque la RFEF es una entidad privada (de interés público), pero ética y estéticamente feos. Rubiales apañó con su amigo Gerard Piqué (Gerri y Rubi, S.A), por supuesto con la anuencia y la connivencia del Duopolio Madrid-Barcelona. Una de las cláusulas dice que si Barcelona y Real juegan las finales de la Supercopa, la RFEF ingresará cada año diez millones de euros extra, lo que obliga a que los dos clubes-Estado sean, sí o sí, primero y segundo en la Liga o, si uno falla, campeón de la Copa. Siendo Rubiales el jefe máximo de los árbitros, ¿cómo dudar de que la ecuación pueda fallar? 

Una de las cláusulas dice que si Barcelona y Real juegan las finales de la Supercopa, la RFEF ingresará cada año diez millones de euros extra

José Luis Olivera, experto en escuchas como su maestro Villarejo, habrá sido también útil durante estos años para preparar y catalogar las famosas grabaciones que, según ha manifestado el tío de Rubiales, antiguo secretario de la RFEF, su sobrino ha ido realizando a políticos, presidentes de clubes y figuras relevantes del deporte rey (reina, mejor), ejercicio muy conveniente para contar con palancas de chantaje si se rompía su red mafiosa-clientelar. 

Otra figura clave en la Armada Brancaleone montada por Rubiales para blindar su sueldo de un millón de euros anuales (750.000 de la FEF y 250.000 como vicepresidente de la UEFA), es un tal Miguel García Caba. Para conocerlo mejor, lean la nota que publicó la web CEU Alumni cuando fue nombrado. “Miguel García Caba afronta nuevos retos profesionales a partir de ahora como responsable de la asesoría jurídica de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). De su carrera podemos destacar que ha sido jefe del Departamento de la Dirección de Servicios Jurídicos del Real Madrid C.F. desde el año 2016. Responsable de la Asesoría Jurídica Interna y Asesor Jurídico de la Liga Nacional de Fútbol Profesional entre los años 2005 y 2016. Ha pasado por Red Eléctrica de España, por J&B Cremades y ha trabajado para la UEFA”. 

Alfredo Relaño, en El País, dejó un retrato mejor del personaje: “El director de Integridad de la Federación es un semoviente llamado Miguel García Caba que tras pasar por el Real Madrid y LaLiga llegó al departamento jurídico de la federación. Una vez allí, saltó por una de esas caprichosas convulsiones de la casa. Una vez fuera, se le ocurrió que una forma de hacer méritos para regresar era citarse con Tebas y González Otero, y registrar con un bolígrafo-grabadora la conversación, en la que les estimuló a rajar de Rubiales. Luego entregó la grabación a Ok Diario para acusar a Tebas y González Otero de conspirar contra Rubiales. Tan edificante servicio le valió el retorno a la Federación como director de Integridad”. Integridad máxima. 

Ante esta estructura impenetrable, se comprende que el mutismo haya sido la reacción casi unánime entre los jugadores, los directivos, los entrenadores y los profesionales del fútbol masculino, salvo honrosas excepciones. Recordemos que la Federación designa quién arbitra a quién, y quién dirige el VAR. Y los antecedentes de los últimos años muestran que todo el que no juegue en el Real Madrid arriesga durísimas sanciones si osa criticar a un árbitro.  

Otro asesor importante es el abogado jefe de la RFEF, el penalista Ramón Antonio Caravaca Magariño, que se encarga de los procesos penales abiertos en los que esté inmersa la institución federativa, tanto del pasado como en el futuro; también de aquellos donde la RFEF haya sido absuelta o sea parte, según publicó en 2018 el diario Sport. Caravaca cuenta con una dilatada experiencia y gran reputación en el área de Urbanismo (recordemos que Luis de Arabia y Motril proyectaba construir un nuevo estadio para la RFEF). A lo largo de su trayectoria, Caravaca ha colaborado en el desarrollo del Estadio La Peineta (el pelotazo largamente soñado y finalmente ejecutado por Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo, dueños ilegítimos y prescritos del Atlético de Madrid). 

Por esas casualidades de la vida, el penalista es tío de uno de los jueces del TAD que esta semana han dictaminado que solo pueden abrir expediente a Rubiales por falta grave (el tocamiento del paquete en el palco), y no por falta muy grave. La excusa es que el Reglamento de la reciente Ley del Deporte (diseñada y avalada, por supuesto, desde los despachos de Concha Espina y Can Barça) aún no está redactado y eso les impide, dicen, entrar a valorar si el beso fue o no consentido o si supuso o no un abuso de poder. Junto a Caravaca, en el TAD deciden varios abogados y abogadas del Estado. La Famiglia

Vista la chapuza jurídica y el limitado poder de maniobra del CSD, al que tanto apoya el Real Madrid, y dada la vergonzante connivencia del establishment mediático futbolero nacional con el presidente de la Federación que empañó la victoria histórica de la selección femenina, solo queda añadir que tenemos un país lleno de mujeres (y cada vez más hombres) concienciadas, valientes y modernas. Para conseguir sus objetivos, esas mujeres van a tener que luchar contra una pequeña minoría mafiosa, con mucho poder, influencia y dinero, que se siente tan inviolable e intocable como el Jefe del Estado, y que, como se ha visto en el sepulcral silencio de la Casa Real acerca del asunto, tiene más poder que el Gobierno y que el jefe del Estado, y no digamos ya que la reina.

Ese grupito salvaje formado por apenas 40 o 50 personas con las que nunca se toparán ustedes en la cárcel, que desconoce la ética, que se ríe de la justicia, que da pelotazos en todos los sectores, que levanta estadios gigantescos en mitad de las ciudades, que decide sorteos, arbitrajes, horarios, locutores y calendarios, y que detenta el control absoluto del negocio nacional del fútbol, cuenta con la connivencia y la ayuda de un ejército de empleados, portavoces, palmeros, opinadores que presumen de ser periodistas, jueces, políticos, tuiteros, agentes de jugadores, medios de información, árbitros y asistentes. 

Todos ellos son corruptibles o han sido corrompidos ya. Desde los tiempos de Saporta, la mano derecha de Bernabéu, el mundo del fútbol sabe que hay cientos de personas a sueldo en A o en B, otros que tienen plaza fija o un carguito, y miles que se dejan influir a cambio de un reloj, una invitación a un palco VIP o a un puticlub. Todos ellos forman parte del mayor negocio mafioso que hay en España. ¿Conseguirán Jenni Hermoso y sus compañeras reventar esa estructura de hierro que permanece inmutable, con pequeños ajustes y maquillajes, desde hace 120 años? ¿Podrán o querrán el Gobierno, el Parlamento y las fuerzas políticas meter las excavadoras en la Federación y La Liga, tirar abajo los cimientos del Sistema Fútbol y empezar de cero copiando por ejemplo a la Premier? 

La respuesta la conoceremos pronto. Pero las señales que van asomando inducen a pensar que no será muy halagüeña. El duopolio Madrid-Barcelona domina el fútbol patrio apelando a una rivalidad artificial, exacerbada por unos voceros que tratan a los demás equipos como si fueran extranjeros. Sería toda una ironía que fuera la FIFA, seguramente el organismo más corrupto del mundo, la entidad que acabe con la aventura de Rubiales. Pero tampoco importaría mucho, en el fondo. Como pasó cuando finalmente cayó el Villarato, los que mandan de verdad encontrarán de nuevo una marioneta menos torpe y más discreta. Y seguirán lucrándose con este negocio machista, misógino y opaco, que solo se limpiará de verdad cuando el público, esos aficionados que cada vez pintan menos, renuncien a pagar por verlo en directo o en televisión.  "               (Miguel Mora   , CTXT, 03/09/23)      

Las fábricas de bebés ucranianas obtienen beneficios récord en la guerra

 "Ihor Pechonoha, de la empresa suiza BioTexCom, afirma que el modelo de negocio que le ha permitido crear una de las empresas de gestación subrogada más rentables del mundo es simple explotación: «Buscamos mujeres en las antiguas repúblicas soviéticas porque, lógicamente, [las mujeres] tienen que ser de lugares más pobres que nuestros clientes».

No es de extrañar, pues, que la búsqueda de vientres de alquiler por parte de BioTexCom le haya llevado a la aparentemente interminable reserva de mujeres jóvenes desesperadas de una Ucrania devastada por la guerra. Ocho años de conflicto civil, combinados con la posterior guerra por poderes entre la OTAN y Rusia, han sumido a Ucrania en un desastre económico. Mientras los ucranianos se hundían en la pobreza, su país se convirtió rápidamente en la capital internacional de la industria de los vientres de alquiler. En la actualidad, Ucrania controla al menos una cuarta parte del mercado mundial, a pesar de albergar a menos del uno por ciento de la población mundial. Paralelamente al auge de la industria, un sórdido submundo médico lleno de abusos a los pacientes y corrupción se apoderó del país.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y su equipo han animado activamente a Occidente a saquear su país devastado por la guerra, firmando un acuerdo de inversión con la empresa mundial de gestión de activos Blackrock, despojando a los trabajadores de sus protecciones laborales y entregando empresas estatales a empresas privadas.

Sin embargo, la industria de la maternidad subrogada de Ucrania ha caído bajo el radar, a pesar de bombear más de 1,5 mil millones de dólares en la economía del país solo en 2018. Desde entonces, el mercado mundial de vientres de alquiler se ha más que duplicado. El sector se valoró en más de 14.000 millones de dólares en 2022, y se prevé que crezca alrededor de un 25% anual en los próximos años, según un análisis de Global Market Insights.

Mientras países como India y Nepal cierran la puerta a las empresas de maternidad subrogada por temor a que este sector fomente la trata de seres humanos, las autoridades occidentales parecen hacer la vista gorda ante el negocio de abusos que florece en una Ucrania desregulada y políticamente inestable.

Emma Lamberton cursa un Máster en Desarrollo Internacional en la Universidad de Pittsburgh. Recientemente ha publicado un artículo en el Princeton’s Journal of Public and International Affairs en el que detalla los riesgos a los que se enfrentan las mujeres ucranianas al participar en la industria de la maternidad subrogada del país.

«La principal preocupación de los defensores de los derechos humanos sobre el terreno en Ucrania es que los legisladores e incluso las organizaciones de noticias no lo consideran una violación de los derechos humanos», declaró Lamberton a The Grayzone.

«Un gobierno nunca vería violaciones de los derechos humanos como el maltrato infantil como algo que simplemente hay que regular», explicó. «Nunca dirían ‘sólo deberías poder pegar a tus hijos los miércoles’, eso sería increíblemente ridículo. Por eso, desde la perspectiva de los defensores sobre el terreno en Ucrania, se trata de un problema de abusos y, por tanto, no debería regularse, sino ilegalizarse».

Los países asiáticos con sistemas reguladores débiles y masas de ciudadanos empobrecidos, como India, Tailandia y Nepal, también fueron mercados populares de vientres de alquiler. Pero sus gobiernos no pudieron ignorar el creciente historial de abusos de los derechos humanos por parte de los principales actores del sector y acabaron cerrando sus puertas a los extranjeros ricos que buscaban vientres de alquiler.

La restricción de estos mercados nacionales de gestación subrogada ha canalizado la demanda mundial hacia Ucrania y ha desencadenado una carrera a la baja entre las empresas de venta de niños. Ahora, los especuladores de la maternidad han exportado la industria de naciones empobrecidas a una en medio de una dura confrontación militar con su vecino.

«La guerra ha puesto de manifiesto la necesidad de una regulación internacional unificada sobre el tema de la gestación subrogada, ya que actualmente las madres de alquiler se ven obligadas a elegir entre permanecer en una zona de guerra o huir a países vecinos que no reconocen la legalidad de la gestación subrogada», señaló Lamberton a The Grayzone.

El Centro de Reproducción BioTexCom es, con diferencia, el mayor actor del mercado internacional de gestación subrogada. El propietario del proveedor de «servicios de tecnología reproductiva» afirmó que, en 2018, la empresa controlaba un descomunal 70 % del mercado nacional de gestación subrogada y un 25 % del mercado mundial.

Aunque el sitio web de BioTexCom se jacta de que la empresa ha dado «la alegría de la paternidad» a miles de parejas de todo el mundo, su verdadera historia y sus operaciones revelan un desgarrador patrón de abusos, secretismo, mala praxis e incluso acusaciones de trata de seres humanos.

En una entrevista de 2018 con Al Jazeera, una ucraniana llamada Alina describió las condiciones que la llevaron a firmar un acuerdo contractual de embarazo con BioTexCom.

«Es difícil encontrar un trabajo bien remunerado en Ucrania… Quería ahorrar dinero para las tasas universitarias de mi hijo, que son muy caras», explica.

Una madre de alquiler ucraniana de BioTexCom que gestaba un hijo para una pareja estadounidense declaró a El País que decidió vender su vientre por problemas económicos. «Crecí sin un hogar. Para mí es importante tener un piso propio. [La gestación subrogada] es la única forma que tengo de conseguirlo».

El director médico de BioTexCom, Ihor Pechenoha, admitió abiertamente a la revista de investigación española La Marea que su empresa se dirige a mujeres de zonas pobres, y que «todas las que trabajan como madres de alquiler lo hacen por dificultades económicas».

«Buscamos mujeres en las antiguas repúblicas soviéticas porque, lógicamente, [las mujeres] tienen que ser de lugares más pobres que nuestros clientes», explicó Pechenoha.

Un informe de 2020 publicado en el Princeton’s Journal of Public & International Affairs subrayaba aún más la explotación extranjera que impulsa el auge de los vientres de alquiler en Ucrania, afirmando:

«Aunque los defensores afirman que las mujeres eligen libremente convertirse en madres de alquiler, las mujeres vulnerables a menudo son manipuladas a través de la presentación de la elección. Las potenciales madres de alquiler se ven obligadas a elegir entre mantener a sus familias mediante una práctica que puede violar sus creencias morales o perder una oportunidad económica de mantener a sus familias.»

Oksana Bilozir, diputada ucraniana que presiona para que se prohíba a los extranjeros alquilar vientres ucranianos, declaró a la Australian Broadcast Corporation (ABC) que «hay dos categorías de madres de alquiler ucranianas: las que quieren hacerlo por dinero y las que ya lo han hecho». Insistió a ABC en que la maternidad subrogada ofrece tanto valor económico a Ucrania que puede ser imposible ilegalizarla.

Bilozir lamentó que las fuerzas corruptas y oligárquicas atrincheradas en el gobierno ucraniano hayan obstaculizado activamente su batalla legislativa contra la industria de los vientres de alquiler.

Emma Lamberton, autora del informe de Princeton sobre el sector ucraniano de los vientres de alquiler, señaló que BioTexCom es en realidad una empresa extranjera que opera dentro de Ucrania. Los documentos del sitio web de la empresa sugieren que está registrada en Suiza.

A pesar de las asociaciones de BioTexCom con el acaudalado centro bancario y de un montón de material promocional que hace alarde de sus instalaciones de última generación y alojamientos de lujo para madres de alquiler, múltiples informes indican que sus centros residenciales son más parecidos a una cárcel que a cualquier hotel de cuatro estrellas ­–o, para el caso, de bajo presupuesto.

Una madre explicó que, mientras estaba contratada por BioTexCom, aunque la empresa le alojó en un apartamento como le había prometido, se vio obligada a compartirlo con otras cuatro madres de alquiler embarazadas. Incluso contó que tuvo que compartir cama durante 32 semanas de embarazo.

Otros que han presenciado desde dentro las prácticas de la empresa afirman que ésta utiliza la desesperación económica de los sustitutos como arma para encarcelarlos.

«Si no estábamos en casa después de las cuatro de la tarde, nos podían poner una multa de 100 euros», dijo una antigua madre de alquiler de BioTexCom a la periodista independiente Madeline Rouche. Por término medio, el estipendio mensual de las madres de alquiler oscila entre 200 y 350 euros. En otras palabras, abandonar la vivienda podría costarle a un vientre de alquiler de BioTexCom la mitad de su remuneración mensual.

«También nos amenazaron con multarnos si alguno de nosotros criticaba abiertamente a la empresa o se comunicaba directamente con los padres biológicos», afirma. «Los médicos nos trataban como ganado y se burlaban de nosotros».

Tras nacer, muchos bebés son guardados bajo llave en hoteles con seguridad militarizada hasta que sus compradores llegan a recogerlos. The Guardian describió el distópico proceso en 2020:

«Estos recién nacidos no están en la guardería de un hospital de maternidad, están alineados uno al lado del otro en dos grandes salas de recepción del improbablemente llamado Hotel Venecia, en las afueras de Kiev, protegidos por muros exteriores y alambre de espino».

Mientras tanto, altos funcionarios ucranianos denuncian que la industria abusiva ha encontrado poderosos guardianes en Washington.

El exfiscal del Estado ucraniano, Yuriy Latsenko, supervisó una serie de investigaciones penales sobre BioTexCom por fraude y trata de personas. En 2018, ordenó el arresto domiciliario durante dos meses del fundador de la empresa, un ciudadano alemán llamado Albert Tochilovsky.

Sin embargo, Latsenko fue destituido inmediatamente. Tras su despido, Lutsenko declaró a The Hill que la embajadora de Estados Unidos en Kiev, Maria Yovanovitch, le entregó en una ocasión una «lista de intocables», una lista de personas poderosas a las que Washington prohibía investigar o procesar. Aunque se desconocen los nombres exactos que aparecían en la lista, Latsenko declaró posteriormente a The Guardian que «cree que las investigaciones sobre BioTexCom se han estancado como consecuencia» de su despido.

Mientras el ex fiscal general de Ucrania acusaba a Estados Unidos de proteger al fundador de BioTexCom, los principales medios de comunicación occidentales realizaban una cobertura elogiosa y de relaciones públicas de la empresa, ocultando los abusos y la explotación que se escondían tras las cortinas de la maternidad.

Granjas infantiles en refugios antiaéreos

Cuando comenzó la guerra por poderes en Ucrania, el lucrativo negocio de suministrar bebés a mujeres extranjeras a costa de las pobres ucranianas adoptó una postura militarizada.

Según The Atlantic, la empresa incluso ha conseguido un refugio antiaéreo para garantizar que la producción de recién nacidos pueda continuar sin impedimentos en caso de ataque. Un vídeo publicado por BioTexCom a principios de 2022 mostraba un refugio típico equipado no solo con camas y sacos de dormir, sino también con cunas y máscaras antigás.

Un paquete promocional de ABC News en horario de máxima audiencia sobre la empresa celebraba sus fábricas de bebés a prueba de bombas, declarando: «Agencia ucraniana de maternidad subrogada hace lo que sea para mantener a salvo a los pacientes».

El reportaje comenzaba con David Muir, de ABC, elogiando a la «mayor agencia de gestación subrogada» de Ucrania por «tomar todas las medidas posibles para garantizar la seguridad de sus pacientes y sus bebés». (...)"                 ( Jeremy Loffredo , El Viejo Topo, 29/08/23)

3.9.23

Vero Boquete: Hablé contra la federación española en 2015 y nunca volví a jugar con la selección nacional. Ahora necesitamos un cambio real... El discurso de Rubiales fue bochornoso y vergonzoso. Fue entonces cuando dijimos: 'Se acabó'... Hemos llegado a un umbral y estamos en guerra para conseguir el cambio... Las futbolistas y la sociedad española ya han dicho cuál es el problema, todos lo hemos visto y no hay más secretos. Ahora lo sabe todo el mundo. ¿Van a quitar a Rubiales y poner a otro similar? O van a hacer una reforma estructural, que es lo que habría que hacer... el mensaje de la sociedad española es claro. Ahora le toca actuar al gobierno, a los políticos y a las organizaciones correspondientes. Es la gente de fuera la que debe decidir qué va a pasar ahora y cómo vamos a cambiar esto... Lo vimos en los 30 minutos que habló la semana pasada, en los que la mayoría de la gente aplaudía, sonreía y se posicionaba a su favor. Lo que vimos públicamente es lo que algunos de nosotros hemos visto y dicho en privado durante muchos años, bueno, en realidad desde siempre... porque ¿qué hubiera pasado si esto no hubiera ocurrido, si Rubiales no hubiera besado a Hermoso? Estaríamos hablando de que Rubiales es el mejor presidente federativo de fútbol del mundo, de que Jorge Vilda es el mejor gestor de Europa y del mundo y todo seguiría igual

 "La situación en España con Luis Rubiales es difícil de explicar a un público internacional porque se trata de algo histórico y cultural en nuestro país. En los años 70 las mujeres no podían hacer deporte y esa era la mentalidad que teníamos en este país. Desde entonces hasta ahora, ¿ha cambiado mucho? Sí, pero no tanto como debería porque todavía hay mucha gente que tiene una mentalidad machista.

Dentro del deporte, y en este caso del fútbol, sigue habiendo mucha gente machista. La mayoría de los dirigentes del fútbol español son hombres y son hombres de una determinada generación con mentalidades definidas. Lo que la gente de fuera de España tiene que entender es que este problema es mucho más profundo. Estamos hablando de una federación de fútbol pero podríamos estar hablando de cualquier otra federación o de cualquier otra empresa.

Lo que ha pasado con Rubiales y Jenni Hermoso ha tenido tanta repercusión porque está en torno al fútbol, en torno a una final del Mundial y con una acción indiscutible. Ha tenido repercusión mundial por cómo ocurrió, por el momento en que ocurrió y por la importancia que ha tenido. Pero, ¿qué hubiera pasado si esto no hubiera ocurrido, si Rubiales no hubiera besado a Hermoso? Estaríamos hablando de que Rubiales es el mejor presidente federativo de fútbol del mundo, de que Jorge Vilda es el mejor gestor de Europa y del mundo y todo seguiría igual. Hemos llegado a un umbral y estamos en guerra para conseguir el cambio.

 ¿Cómo ganó España el Mundial en estas circunstancias? En España siempre hemos tenido talento. Ese talento antes no podía brillar, pero ahora sí porque los clubes son más profesionales, las jugadoras son más profesionales, las condiciones han mejorado y eso al menos te permite competir de igual a igual. Antes no podíamos y ahora sí.

Tenemos una generación de futbolistas fantásticas. No son sólo esos 23 jugadoras que estuvieron en el Mundial, sino las que se quedaron en casa y otras que nunca han sido convocadas. En los últimos años se han facilitado las infraestructuras adecuadas y los jugadoras llegaron al Mundial en condiciones de competir. Todos esos talentos que se están formando en los clubes están en un nivel de élite, independientemente de quién sea el seleccionador nacional. Imagínense si las cosas se hubieran hecho correctamente y si hubiéramos tenido dirigentes adecuados hace mucho tiempo. Habríamos sido campeonas del mundo 10 o 15 años antes.

El problema no son las medidas que hay que tomar, sino las que se van a tomar. A mí me gustaría que las cosas se hicieran de una determinada manera, pero no sé si es posible o si quien tiene el poder las va a hacer. Pero el mensaje de la sociedad española es claro. Ahora le toca actuar al gobierno, a los políticos y a las organizaciones correspondientes. Es la gente de fuera la que debe decidir qué va a pasar ahora y cómo vamos a cambiar esto.

 Las futbolistas y la sociedad española ya han dicho cuál es el problema, todos lo hemos visto y no hay más secretos. La gente que está en determinados puestos no puede decir: "Yo no lo sabía". Ahora lo sabe todo el mundo. La situación depende de las personas que están ahí para trabajar en hacer las cosas bien. ¿Van a quitar a Rubiales y poner a otro similar? O van a hacer una reforma estructural, que es lo que habría que hacer.

 El problema no es si Rubiales se va o es despedido, es más profundo que eso. Es algo que llevamos viviendo y sufriendo mucho tiempo. Ya ocurría cuando yo jugaba y sigue ocurriendo con Rubiales, pero también con toda la gente que trabaja en la federación.

 Lo vimos en los 30 minutos que habló la semana pasada, en los que la mayoría de la gente aplaudía, sonreía y se posicionaba a su favor. Lo que vimos públicamente es lo que algunos de nosotros hemos visto y dicho en privado durante muchos años, bueno, en realidad desde siempre.

Cuando Rubiales habló en esa rueda de prensa y dijo lo que dijo, parecía surrealista. Fue vergonzoso y vergonzante. En ese momento permitió que la frustración y la decepción se convirtieran en ira. De ahí vienen todas las reacciones y fue entonces cuando dijimos "ya está, se acabó".

Veró Boquete fue 62 veces internacional con España, pero no volvió a ser convocado tras la revuelta de los jugadores de 2015 contra la federación. Juega en la Fiorentina de la Serie A. "

(Entrevista a Vero Boquete, Alex Ibaceta. The Guardian, 30/08/23; traducción DEEPL)