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29.12.08

Viéndole las orejas a la deflación...

"En la zona euro, los precios industriales han caído un 0,8% en octubre, un 0,4% si excluimos energía y construcción. La perspectiva dinámica es aún más aterradora: desde agosto, los precios industriales, sin energía y construcción, han caído en Alemania y Reino Unido (0,2%), Francia (0,4%) e Italia (0,9%). ¿Qué ha ocurrido en España? El desplome ha sido aún mayor, el 1,1%. Pero, además de los precios industriales, han caído también los precios del petróleo y materias primas, y todo ello ha propiciado la caída en octubre de los precios de algunos bienes de consumo, como alimentos (0,1%) y transportes (2,6%). (...)

Como no estamos en vísperas de mejoras sustanciales de productividad, y las familias españolas están muy endeudadas, nos enfrentamos a un desplome de la demanda acompañado de un profundo pesimismo de consumidores e inversores, a una peligrosa implosión crediticia (credit crunch) y la subsiguiente rarefacción del flujo crediticio a las empresas.

Diagnosticar cabalmente la implosión crediticia exige conocer si los créditos bancarios se han vuelto más escasos y caros debido a que los bancos han dejado de conceder créditos a prestatarios solventes, o si ya no conceden créditos a malos prestatarios. Si, como creo, prevalece en estos momentos la primera posibilidad, entonces la afluencia de capitales promovida por el Gobierno y dirigida hacia la banca para su recapitalización será ineficaz, pues no aumenta los créditos a la economía solvente, detrae recursos de otros sectores y estrangula la demanda de inversión de las empresas. Ello afecta negativamente al paro y disminuye la demanda de consumo, lo cual genera una caída de la demanda de mano de obra y de masa salarial." (MANUEL SANCHIS I MARCO: Deflación: ¿la puntilla de la recesión?. El País, Negocios, 21/12/2008, p. 28 )

24.10.08

Así estamos... de bonitos

"La economía española atraviesa su peor momento desde el Plan de Estabilización de 1959, aunque la población aún no lo sienta en toda su magnitud. Lo más grave es que nuestros dirigentes están desnortados limitándose a tomar medidas contra la crisis financiera, cuando lo que debería preocuparles es que nuestra capacidad productiva potencial se haya reducido. Somos más pobres y deberíamos asumirlo. Nos enfrentamos primordialmente a una crisis interna que requerirá un ajuste macroeconómico durante los próximos años, y no a un shock macroeconómico exterior.

Por qué hemos llegado hasta esta situación? Porque, una vez en la Unión Monetaria, España ha conocido unas tasas de inflación superiores a la eurozona y condiciones monetarias demasiado laxas. Durante la fase de expansión económica, ello habría exigido de gobiernos del PP y PSOE una política fiscal contracíclica y mayor esfuerzo fiscal: mayor contención del gasto y superávit públicos ambiciosos. Pero estas políticas laxas han permitido que nuestra economía se recaliente, generando liquidez en exceso y alimentando la burbuja inmobiliaria.

Desde que los mercados se convencieron en 1996 de que España entraría en la zona euro, la prima de riesgo se estrechó drásticamente. Crecer con tipos de interés reales alemanes ha estimulado la expansión de la demanda interna sin el correspondiente incremento de la producción nacional, al tiempo que ha ampliado el déficit exterior y ha aumentado la inflación y deteriorado nuestra competitividad-precio exterior.

Estos desequilibrios macroeconómicos nos pasan ahora factura. Exhibir un déficit exterior del 11% del PIB sale caro; significa que hemos consumido e invertido con el ahorro extranjero (100.000 millones de euros) y que tenemos que devolver ese préstamo. No hay más que ver cuánto han crecido las transferencias al exterior por el pago de intereses (-2,4% del PIB en 2007), cómo el stock de deuda bruta exterior es superior al 200% del PIB, o cuántas dificultades tienen nuestros bancos para obtener financiación exterior y a qué coste la consiguen. Además, el diferencial de precios acumulado desde 1998 con la zona euro ha sido del 10%, y el de costes laborales unitarios, del 12,6%.

En otras palabras, la economía española ha funcionado desde 1996 como un planeador de vuelo sin motor empujado hacia arriba por las corrientes de ladera que recibíamos de la eurozona (windfall effect) y aprovechando las corrientes térmicas de las burbujas inmobiliarias.

Al anochecer, las térmicas se han agotado, la inversión residencial se ha contraído en el primer semestre, nuestro sector industrial lleva el mismo camino y, mientras tanto, hemos perdido un tiempo precioso para construir un motor eficiente y barato, con maquinaria tecnológicamente avanzada y pilotado por una mano de obra cualificada. Ahora descendemos con el planeador..., pero sin motor." (MANUEL SANCHÍS I MARCO: Economía de vuelo sin motor. El País, ed. Galicia, Opinión, 19/10/2008, p. 29)