14.6.24

La bolsa o la vida: las negociaciones secretas que imponen en Europa las farmacéuticas... es "asombrosamente ineficaz" que los países de la UE negocien por separado el precio de los medicamentos... los Gobiernos pagan a menudo precios desorbitados por medicamentos vitales para ciertos enfermos. Otros países simplemente no tienen acceso a esos fármacos

 "Los enfermos de cáncer u otras enfermedades graves rara vez se dan cuenta de que su vida puede depender de los acuerdos secretos sobre los precios de los medicamentos que se cierran entre las autoridades públicas y los ejecutivos farmacéuticos. "La negociación es totalmente secreta. Todo se mueve en sobres cerrados", revela un negociador de un país mediano de la UE. “Ni siquiera lo ponemos en nuestros sistemas informáticos porque no queremos que el contratista que mantiene nuestros sistemas tenga acceso”.

Los Estados creen que consiguen grandes ahorros con estos acuerdos secretos, pero en realidad están enfrentados entre sí, sin saber lo que pagan los demás. Una investigación de ocho meses realizada por el consorcio periodístico Investigate Europe y sus socios revela que, a pesar de los descuentos, los Gobiernos pagan a menudo precios desorbitados por medicamentos vitales para ciertos enfermos. Otros países simplemente no tienen acceso a esos fármacos.

infoLibre publicará en exclusiva en España la investigación completa de Investigate Europe, formada por una decena de artículos. Las tres primeras entregas de la serie se publican hoy (puedes leer aquí y aquí las otras dos).

“Ciudadanos de primera, segunda y tercera clase”

Los pacientes sufren innecesariamente porque las empresas eligen dónde les resulta más rentable lanzar sus medicamentos. “Tenemos ciudadanos europeos de primera, segunda y tercera clase en lo que respecta al acceso. Es un escándalo”, denuncia Clemens Auer, que fue director general del Ministerio de Sanidad de Austria hasta 2018.

Joerg Indermitte, de la Oficina Federal de Salud Pública de Suiza, sostiene que los laboratorios exigen precios más altos cada año, a menudo con descuentos ya incluidos. “El último ejemplo que tengo es de 50.000 francos al mes por un nuevo medicamento oncológico. Nunca habíamos tenido un precio tan alto. Aunque sólo se trata a entre 10 y 20 pacientes con este nuevo fármaco, es extremadamente caro".

Los periodistas hablaron con decenas de funcionarios implicados en la fijación confidencial de precios, que describieron un sistema “absurdo” que les obliga a negociar con los ojos vendados. “El secreto de los precios se considera un valor fundamental de la industria”, afirma Wim van Harten, oncólogo holandés que lleva años buscando los verdaderos costes de las terapias contra el cáncer en Europa.

Según la investigación, los países ricos suelen pagar menos que los de Europa Central y Oriental por determinados medicamentos. La investigación revela una alarmante brecha en el acceso a docenas de fármacos innovadores en países de la UE, mientras las empresas farmacéuticas acumulan enormes beneficios a costa de los sistemas sanitarios.

El precio oficial de un medicamento –su precio de lista– puede consultarse fácilmente en Internet o en el reverso de los envases. Pero estos precios suelen ser artificiales y a la industria le interesa que sean altos. La razón es sencilla: decenas de países fijan el importe fijándose en lo que otros Estados dicen públicamente que pagan, los llamados precios de referencia, que en los casos de tratamientos contra el cáncer o enfermedades raras pueden costar cientos de miles de euros por paciente. Los precios de lista elevados son la puerta de entrada de la industria a unos beneficios estratosféricos. 

“Jugar al divide y vencerás”

En realidad, existe un sistema paralelo.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA por sus siglas en inglés) aprueba los fármacos para su uso en toda Europa. Las empresas deciden entonces si quieren comercializar un medicamento en un país o no. El precio oficial lo fija cada país por separado y luego comienzan las negociaciones individuales para acordar descuentos confidenciales. 

La industria “se empeña en mantener en secreto los resultados de estas negociaciones”, explica la abogada y experta en temas de salud pública Ellen 't Hoen. “Mantener todo en secreto les da un enorme poder para jugar al divide y vencerás”, añade.

Los países llegan a acuerdos secretos con la esperanza de contener el aumento del coste farmacéutico, pero los precios de los fármacos innovadores suben en todas partes. En los Países Bajos, la parte del presupuesto hospitalario nacional que se destina a estos fármacos ha pasado del 0,6% al 10% en los últimos 15 años, afirma el oncólogo holandés van Harten. Las autoridades noruegas dicen que han tenido que rediseñar su base de datos para dar cabida a más ceros para los precios millonarios. La empresa Novartis batió el récord con Zolgensma, un tratamiento para la atrofia muscular espinal que cuyo importe fijó en 27 millones de coronas noruegas (2,3 millones de euros), un precio "absolutamente poco ético", dice Anja Schiel, de la Agencia Noruega de Productos Médicos. Finalmente, se acordó una rebaja confidencial en 2021.

Precios muy diferentes según el país

El análisis de Investigate Europe indica que los países europeos están pagando precios muy diferentes por medicamentos "milagrosos" contra la fibrosis quística. Vertex Pharmaceuticals, la empresa biotecnológica estadounidense que tiene el monopolio de los tratamientos, puede llegar a pedir más de 200.000 euros por paciente y año por un tratamiento que combina los fármacos Kaftrio y Kalydeco, más de 40 veces el coste de producción estimado, según investigadores británicos. Un portavoz de la empresa destacó que los precios no vienen determinados por los costes de producción, sino por la inversión realizada en su desarrollo, el riesgo asumido y su valor para la comunidad.

Los fármacos han sido alabados por ayudar a los pacientes con esta enfermedad rara que obstruye progresivamente los pulmones y puede conducir a una muerte prematura. Vertex, con unas ventas de casi 10.000 millones de dólares en 2023 (algo más de 9.200 millones de euros al cambio actual), cobra a países con menor renta precios más altos que a algunos de sus vecinos más ricos.

El análisis de las cuentas anuales de las filiales europeas de Vertex y de los datos presupuestarios y sanitarios de las autoridades estatales ofrece por primera vez una visión de la disparidad en cuanto a lo que pagan los países por estos medicamentos innovadores.

En Europa Occidental, Investigate Europe comparó los ingresos locales de Vertex con el número oficial de pacientes que tomaron los medicamentos de la empresa en 2022. La media estimada asciende a 71.000 euros en Francia, 81.000 euros en Italia, 87.000 euros en España y 88.000 euros en los Países Bajos, siempre cantidades sin IVA.

En comparación, el gasto medio por paciente en algunos países de Europa Central y Oriental es más elevado. En la República Checa, el coste anual estimado en 2022 era de 140.000 euros, según datos de VZP, la mayor aseguradora pública del país. "Este es el coste real que se paga por este tipo de tratamiento", afirma VZP, aunque no está claro si esa cifra incluye o no impuestos.

Las autoridades lituanas llevan años intentando negociar con Vertex en medio de la creciente presión de los medios de comunicación y de grupos de pacientes. El Gobierno anunció en abril que estaba dispuesto a pagar hasta 8,4 millones de euros para suministrar Kaftrio y Kalydeco a un máximo de 48 pacientes. Esto equivaldría a 175.000 euros por persona.

“La correlación inversa entre el número de pacientes y los precios refleja probablemente las diferencias en el poder de negociación”, afirma Valérie Paris, economista de la OCDE que ha trabajado extensamente sobre cómo se fijan los precios farmacéuticos. “Me parece que habéis hecho todos los esfuerzos posibles para conseguir precios netos, pero sólo la empresa que vende el producto o las autoridades nacionales podrían confirmar realmente estos datos”, indicó a Investigate Europe respecto a las conclusiones y la metodología de la investigación, que los periodistas le mostraron por adelantado.

“En la UE no debería haber discriminación”

Monika Luty, de 27 años, se vio obligada a abandonar Polonia en 2020 porque allí no le reembolsaban el medicamento. Publicó un vídeo en Internet rogando a Vertex que le diera Kaftrio. “Sentí una enorme decepción", recuerda. "Viviendo en la UE, siendo polaca, fui discriminada por no ser alemana o de otra nacionalidad donde el tratamiento estaba disponible. En la UE no debería haber discriminación", afirma Luty.

Sus amigos la ayudaron a recaudar más de 200.000 euros y su padre vendió su coche para que pudiera comprar los medicamentos en Alemania. Al ver su eficacia, cruzó definitivamente la frontera. “Pagué cero, así que lloraba porque era muy fácil. Para conseguir los fármacos en Alemania sólo necesitaba un seguro, un trabajo y vivir allí”, explica. 

Polonia llegó más tarde a un acuerdo de reembolso con Vertex, e Investigate Europe calcula que el precio por paciente en 2023 era de 109.000 euros sin IVA. Mucho más barato que el precio de lista de Vertex, pero aún más caro que en otros países de Europa. 

“El precio de nuestros medicamentos se basa en su innovación y en el valor que aportan a la comunidad de los pacientes con fibrosis quística, a los cuidadores y a los sistemas sanitarios", señala un portavoz de Vertex. “Los precios reembolsados que mencionan son inexactos”, añade, sin aclarar cuáles son esas supuestas inexactitudes ni comentar la situación de países concretos. Además, destaca que en la última década más del 70% del presupuesto operativo de la empresa se destinó a investigación y desarrollo.

La "amenaza" de las empresas

A pesar de sus enormes ingresos, Vertex no forma parte de la principal patronal europea, la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (Efpia, por sus siglas en inglés). "Existe un amplio consenso en que los precios deben reflejar la capacidad de un país para pagar los medicamentos. Efpia y sus miembros proponen un sistema para Europa en el que los países que puedan permitirse pagar menos por los medicamentos paguen menos", afirma Nathalie Moll, su directora general. La patronal no quiso hablar sobre los acuerdos confidenciales o la desigualdad de precios.

Una estrategia habitual para mantener el statu quo del secretismo es la amenaza de boicotear los mercados. "He hecho cientos de negociaciones de este tipo", indica Francis Arickx, responsable de política farmacéutica del Instituto Nacional Belga del Seguro de Enfermedad e Invalidez. "La amenaza de que la empresa no se va a sentar en la mesa de negociación la oímos todo el tiempo y en todas partes".

KCE, un instituto belga financiado por el Estado, intentó en 2016 examinar los acuerdos secretos de descuentos firmados por las autoridades nacionales. Querían presentar los resultados sin divulgar ningún dato protegido sobre acuerdos concretos. Sin embargo, tras la presión de la Asociación Farmacéutica Belga, se publicó un estudio suavizado que excluía cualquier análisis de esos acuerdos. El estudio reveló que la asociación había amenazado con presentar una demanda antes de la publicación.

Cuando una gran farmacéutica suiza presionó para conseguir un precio más alto en Austria, Clemens Auer afirma que un representante le recordó las inversiones que habían hecho allí, dando a entender que éstas corrían peligro si no se llegaba a un acuerdo favorable para la compañía. "Siempre es el mismo juego estúpido y muy primitivo", afirma.

El papel de Alemania y Dinamarca

Dinamarca y Alemania, dos países que permiten a las empresas fijar inicialmente los precios oficiales con libertad, suelen ser los primeros puntos de entrada en Europa. En la práctica, Dinamarca pone algunos límites "voluntarios" a los precios, mientras que Alemania revisa cada medicamento un año después de su introducción y entonces puede pedir cambios en los precios. Mientras tanto, los elevados importes iniciales sirven de referencia a otros países, que fijan sus propios precios oficiales. Lo que ocurre después en los dos países está rodeado de secretismo. Los hospitales daneses obtienen descuentos confidenciales en los medicamentos más caros, pero estos acuerdos no aparecen en Euripid, la base de datos europea de precios, según confiesan funcionarios daneses. 

Alemania es aún más opaca. Vetó una resolución de la Organización Mundial de la Salud sobre transparencia de precios y ni siquiera forma parte de Euripid. "Siempre preguntamos a las empresas: "Dígannos, por favor, el precio real en Alemania". Pero contestan que no lo saben", afirma un negociador europeo que pidió el anonimato. "No me puedo creer [que no haya descuentos confidenciales] porque tienen un mercado muy potente, podrían conseguir los mejores precios de Europa. Quizá sea posible, pero no me lo creo", concluye.

El resto de Europa parte con desventaja. Un farmacéutico que trabaja para una filial húngara de una multinacional farmacéutica lo dice sin rodeos: "Para una empresa como Novartis o Pfizer, el mercado húngaro es un error de redondeo".

Sin acceso a medicamentos esenciales

Investigate Europe descubrió que Hungría es uno de los varios Estados que se han quedado sin acceso a medicamentos esenciales.

El instituto de investigación alemán IQWiG elaboró una lista de 32 medicamentos para Investigate Europe y sus socios alemanes, el periódico Süddeutsche Zeitung y las televisiones NDR y WDR. Según los científicos, estos fármacos tienen un beneficio adicional "significativo" o "considerable" respecto a las terapias existentes. Entre ellos figuran tratamientos contra el cáncer de mama, la leucemia y la fibrosis quística.

Los datos recogidos en toda Europa revelan que en seis Estados de la UE no están disponibles un 25% de los fármacos. Sin acuerdos de compra entre países y empresas, que son la base de la financiación pública vía reembolsos, las autoridades sanitarias tienen que recurrir a otros métodos costosos para obtener un medicamento o se quedan sin acceso por completo. La situación es especialmente dramática en Hungría, donde 25 de los 32 medicamentos no suelen reembolsarse, y en Malta y Chipre, donde no están financiados 19 y 15 fármacos, respectivamente. Los pacientes de Chipre y Hungría pueden solicitar el acceso de forma individual, pero a menudo con costes desorbitados para el Estado. En los países bálticos y en Rumanía tampoco se dispone de un gran número de los fármacos de la lista.

Incluso cuando los medicamentos se ponen a disposición de los Estados más pequeños, los precios pueden ser excesivos. Giorgos Pamborides, exministro de Sanidad de Chipre, descubrió en ocasiones que sus precios eran “el doble, el triple o incluso el quíntuple de los que pagaban otros países”. Le horroriza que la UE permita que la industria trate a sus miembros de forma tan diferente: "Los acuerdos de confidencialidad son herramientas para el abuso de posición dominante que tiene la industria frente a sus clientes, los Estados. Sin la menor consideración, la UE está renunciando a su única ventaja, su tamaño".

"Algo asombrosamente ineficaz"

Las negociaciones individuales amplifican la desigualdad, explica un antiguo funcionario irlandés de sanidad: “Los 27 Estados miembros negociando para sí mismos es algo asombrosamente ineficaz y conduce a la desigualdad de los ciudadanos europeos”.

Cuando 10 países, entre ellos Chipre, Grecia, Italia, Malta, Portugal y España, unieron fuerzas y firmaron la Declaración de La Valeta para cooperar en la adquisición de medicamentos en 2017, la industria mostró un interés nulo, según explicaron varios participantes a Investigate Europe.

Más al norte, la iniciativa  Beneluxa –Austria, Bélgica, Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos– ha negociado los precios de algunos medicamentos de alto coste, sobre todo con pequeñas empresas. Dos negociadores afirman que las grandes compañías son reacias a participar. "Las pequeñas empresas dicen "sí, con una negociación puedo acceder a más mercados, así que estoy de acuerdo", mientras que las grandes parecen boicotear este tipo de iniciativas”, afirma Paolo Pertile, profesor de economía de la Universidad de Verona.

La única vez que las grandes empresas negociaron a escala de la UE fue para las vacunas del covid. Demostró que, si se le presiona, la industria puede llegar a un acuerdo que no enfrente a unos países contra los otros. Pero los precios volvieron a ser secretos. "Si la UE hubiera unido sus fuerzas para no aceptar cláusulas de confidencialidad, podría haber cambiado las cosas", lamenta Sabine Vogler, responsable de farmacoeconomía del Instituto Nacional de Salud Pública de Austria.

Las empresas farmacéuticas pueden "chantajear a los gobiernos", afirma Luca Li Bassi, exdirector de la Agencia Italiana del Medicamento, que ha hecho campaña a favor de una mayor divulgación de los precios. “Si se exige transparencia, las farmacéuticas amenazan con no dar el medicamento”, indica.

"Garantizar la confidencialidad"

Mientras tanto, la sospecha de que cada vez que hay un acuerdo de confidencialidad, alguien está siendo estafado, se demostró cierta cuando se filtró el precio de la vacuna del covid de AstraZeneca. Sudáfrica pagó el doble que la UE.

“Cualquier colaboración entre Estados miembros... debe garantizar la confidencialidad de los acuerdos de precios y reembolsos”, defiende Nathalie Moll, de Efpia. “La participación de la industria en cualquier iniciativa de los Estados miembros sobre fijación de precios, reembolso y cuestiones relacionadas con el acceso debe ser voluntaria”, añade.

La idea de que la industria es la única ganadora real de este secretismo está muy extendida entre negociadores como Francis Arickx, quien afirma que Bélgica intentó limitar las cláusulas confidenciales y fracasó: “En realidad está ocurriendo lo contrario, vemos una presión muy clara de la industria para mantener los contratos hasta que lleguen los genéricos o los biosimilares”. 

La comisaria europea de Salud, Stella Kyriakides, es consciente de la miríada de problemas. "El lugar donde vives no debería determinar si vives o mueres", confesó al presentar el denominado "paquete farmacéutico", un reglamento y una directiva que aún se está, negociando entre las instituciones comunitarias. Pero las resistencias contra ciertos cambios son muy poderosas. La propuesta legislativa no incluye medidas contra el secretismo ni los precios confidenciales. Incluso un intento de reducir la exclusividad de mercado de las empresas farmacéuticas se vio truncado por las presiones de la industria y los Estados miembros.

“Los precios de los medicamentos son competencia nacional y están vinculados a los presupuestos nacionales de sanidad”, señala un portavoz de la Comisión Europea a Investigate Europe. “Sin embargo, como se reconoce en la Estrategia Farmacéutica para Europa, una mayor transparencia en torno a la información sobre precios podría ayudar a los Estados miembros a tomar mejores decisiones en materia de precios y reembolsos”, admite.

El portavoz explica que la Comisión Europea apoya el trabajo del grupo Euripid, la base de datos europea sobre precios. Cuando los periodistas contactaron con Euripid, sus miembros se negaron a facilitar datos sobre el creciente número de acuerdos confidenciales entre los Estados y las empresas farmacéuticas.

Ahora el velo del secreto podría hacerse aún más espeso. El Parlamento alemán está debatiendo una nueva ley de "investigación médica". Si se aprueba, cada vez que las autoridades ordenen un recorte de precios porque un medicamento no funciona como prometía, el resto del mundo no se enterará. Sólo verán los precios “oficiales”, artificialmente altos. La industria estará encantada si esto ocurre, pronostica Josef Hecken, jefe del comité nacional para la aprobación de nuevos medicamentos. “Los fármacos que obtengan grandes descuentos aquí se venderán como oro en paño en otros lugares. Correrá el champán en muchas oficinas corporativas”, concluye."

(Eurydice Bersi, Lorenzo Buzzoni, Maxence Peigné (Investigate Europe) , con información de Ingeborg Eliassen, Harald Schumann, Nico Schmidt, Attila Kalman. InfoLibre, 12/06/24)

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